Todavía medio adormilada miré hacia el umbral de la puerta mientras Stefanía me invitaba a seguirla con un sugerente movimiento de su mano.
No me hice rogar, salí de la habitación tras Stefanía.
- ¿La señora sigue cansada?; ¿Quiere un masaje?- la rumana seguía la conversación en un excelente francés.
- No me vendría mal.
La verdad es que estoy muerta.
- Sígame entonces.
Tengo una sorpresa que espero le resulte grata a la señora.
Seguimos por el pasillo hasta llegar a una puerta totalmente diferente a las del resto del local.
Era una puerta enorme de doble hoja.
En madera de roble, estaba decorada con bajorrelieves que emulaban todas las posturas del kamasutra.
Stefanía me invitó a entrar.
En el centro de la habitación había una camilla de masajista, y todas las paredes estaban llenas de estanterías con pequeños botes de esencias, aceites, toallas, y todo lo necesario para dar un buen masaje, exceptuando la pared de la derecha que era un enorme espejo.
Frente a la gran puerta de entrada había otra más pequeña que daba a un baño.
Stefanía me indicó que me diera una ducha y me tumbara bocabajo en la camilla.
Tumbada hice un repaso mental por lo que estaba siendo aquel viaje.
Había salido de España siendo una “chica normal”, y en menos de una semana me había convertido en una PUTA PROFESIONAL Y VICIOSA.
¡MENUDO CARRERÓN!.
Lo único que no me quedaba totalmente claro era si mi relación con Pascual iba a ser igual que antes.
Por lo demás todo iba sobre ruedas; había hecho cosas que nunca imaginé que sería capaz de hacer, y había disfrutado de cada momento como si fuese lo último que fuese a hacer en mi vida.
Pascual parecía que también estaba disfrutando del viaje.
Me estaba enseñando a descubrirme, y estaba convencida de que también él se estaba descubriendo a sí mismo.
Oí como se abría la puerta y alguien entraba.
No saqué la cabeza del agujero para saludar.
No me apetecía moverme.
Sentí unas manos fuertes tocando mi espalda; el olor del aceite era cada vez más fuerte.
Las manos subían y bajaban por mi espalda, mi cuello, mis muslos.
Realmente era bueno el masajista, en pocos minutos había conseguido que me relajara por completo.
Estaba masajeando mis hombros cuando abrí los ojos y me sorprendió descubrir que los pies de mi masajista tenían las uñas perfectamente pintadas y estaba “subida” en unas sandalias de tacón blanco de al menos 13cm.
La idea de que fuera una chica, y los masajes que me estaba proporcionando hicieron que empezara a ponerme cachonda.
La chica terminó con mis hombros y bajó hacia los muslos.
Sus manos subían y bajaban por mis muslos acercándose cada vez más a mis ingles.
Con un suave movimiento abrió la diminuta toalla que tapaba mis nalgas.
Sus manos comenzaron a amasar mis molletes suavemente: los separaban y los volvían a juntar pasando levemente un dedo por mi ano.
Separó mis piernas dejando a la vista mi coñito húmedo y rasurado.
Siguió con mis muslos subiendo y bajando sus manos por ellos.
Cuando llegaba a la parte superior de éstos estiraba el dedo corazón y rozaba mi clítoris con la punta de su dedo, lo que hacía que todo mi cuerpo se estremeciera de placer.
Siguió así un rato más y después me pidió que me diera la vuelta.
Me puse mirando hacia arriba y entonces vi la cara de mi masajista: era Stefanía.
- Creía que tú no hacías este tipo de trabajos.
- Solo atiendo encargos especiales- me contestó sonriendo.
Llevaba puesta una diminuta bata blanca que resaltaba su estupenda silueta de gimnasio.
El enorme escote que llevaba dejaba ver la aureola de sus pezones totalmente rosados.
No llevaba sujetador, y parecía que bragas tampoco.
Era la mujer perfecta.
A su lado me sentía un cardo, una mujer sin importancia.
Siguió masajeando mis muslos, ahora por la parte delantera y centrándose en mis ingles, en mi estómago, y otra vez en mis ingles.
Me miraba a los ojos mientras su lengua se paseaba por sus carnosos labios.
Notaba cómo mis pezones se ponían duros al contacto de sus dedos con mis ingles.
Me veía reflejada en el enorme espejo de la pared y podía ver sus manos subiendo y bajando por mis muslos.
Cambió de postura y se puso detrás de mi cabeza masajeando lentamente mis hombros.
Comenzó a bajar hasta que cogió mis tetas con sus manos: abría y cerraba sus manos sobre ellas mientras con sus dedos daba pequeños pellizcos sobre mis pezones.
Se me escapó un grito de placer.
Stefanía consideró que ya estaba lo suficientemente caliente, y sin decir nada se puso a mi lado y comenzó a chupar mis pezones.
Los cogía entre sus dientes y sin soltarlos movía su lengua sobre ellos.
Su mano derecha comenzó a bajar por mi estómago hacia mi coño.
Movió sus dedos por los labios de mi vagina acercándolos muy despacio hacia el clítoris.
Con su otra mano y su lengua no dejaba de lamer, morder, pellizcar mis pezones que parecían a punto de reventar.
Metió su dedo corazón en mi coño mientras con el pulgar jugueteaba con mi clítoris.
De pronto paró y se puso en la parte de los pies de la camilla.
Me separó las piernas doblando mis rodillas y agachó la cabeza.
Su lengua caliente se paseó por mi clítoris totalmente hinchado.
Subía y bajaba por él mientras que sus dedos entraban y salían de mi agujero.
Daba largos lametones a todo mi coño, lo que hacía que mis gritos de placer se extendieran por toda la habitación.
Le pedí que parara, no podía aguantar más, iba a correrme.
Traté de sacar su cabeza de mi coño, pero Stefanía me cogió de las manos y no dejó de lamer hasta hacerme alcanzar un orgasmo increíble.
Con los últimos estertores me soltó, acercó su boca a la mía y me dio un largo beso para que yo también pudiese saborear lo mismo que ella.
- Espero que el masaje le haya resultado satisfactorio.
Ahora ¿desea descansar o la llevo con los otros señora?
Opté por la segunda posibilidad y Stefanía salio mientras yo me vestía.
La rumana regresó y volvió a salir de la habitación conmigo detrás, saboreando aún el sabor de mi coño mezclado con el de su boca.
Recorrí el pasillo pensando si Pascual habría disfrutado tanto la última hora como yo, hasta que Stefanía se detuvo ante una nueva puerta y me invitó a entrar; lo hice con decisión y los ojos de todos los presentes se volvieron hacia la puerta.
Busqué a Pascual sin éxito en la escena reflejada hasta la saciedad por los espejos de las paredes y finalmente tomando aire dije para mis adentros, como si mi novio pudiese oirme:
- Esto es lo que querías, ¿no?: Una PUTA OBEDIENTE.
yo le metia la verga en el culo una otra ves mientras ella le mamaba la verga ami compadre como una puta desesperada por momentos ella dejaba de mamarle la verga ami compadre por que el ya estaba a punto de venirse para luego mamarle el queso humedo y rojo de mi esposa
Relato erótico enviado por Anonymous el 24 de February de 2010 a las 00:07:43 - Relato porno leído 144335 veces
despues de tantas indirectas e insistencias mi mujer me complace y se despacha con tremenda verga..
Relato erótico enviado por takamuraxxx el 30 de July de 2011 a las 00:00:09 - Relato porno leído 122895 veces
Si te ha gustado Un viaje de negocios X.2 vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Un viaje de negocios X.2.
NuriayPascual
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
coronelwinston
(24 de May de 2009 a las 12:44) dice:
Buen masaje. Sin duda. Felicidaes pareja. Os envío un saludo. katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:36) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:17) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
Registrate
y se el primero en realizar un comentario sobre el relato Un viaje de negocios X.2.
Vota el relato el relato "Un viaje de negocios X.2" o agrégalo a tus favoritos