Una familia Unida

Mis padres habían comprado una vieja casa en el campo que estaba en una pequeña finca junto a un conocido pueblo de la sierra, y ya habían acondicionado totalmente manteniendo su aspecto rural. En ella pasaban casi todos los fines de semana. Mi padre más mi hermana, mayor que yo, habían aficionado a los caballos, e incluso construyeron un pequeño establo; un vecino de la finca se hacía cargo de los cuidados de los animales casi diariamente.
A mis veinte años mi idea de diversión estaba bastante lejos de pasarlo entre animales, pero en verano hacía muchísimo calor, y esa casa tenía piscina…
Desperté una noche calurosa más húmeda todo empapado; miré el reloj de pulsera que había sobre la cómoda, eran las tres de la mañana. Tenía una sed… tentadora. Me puse una camiseta para ir a la cocina sin hacer ruido, no quería despertar ni a mis padres ni a Julia, mi hermana mayor. Abrí la nevera dándole un trago a una botella de agua; había luna llena, se veía perfectamente el establo con la luz encendida. Me aproximé a la puerta estaba entreabierta, entré para apagar el interruptor, y sentí un murmullo:
Parecía que provenía el sonido de la cuadra del semental. Me acerqué lentamente sin hacer ruido, asomé la cabeza viendo a una mujer con elegante caballo; quizá la putilla de mi hermana, aunque ella era más delgada... ¡Era la zorra de mi madre completamente desnuda! Estaba de cuclillas junto al caballo. Con una mano lo acariciaba, y la otra la deslizaba por una impresionante prolongación:
- ¡Vamos hermoso! ¡Qué ya te sale!-
Casi me quedo sin respiración, no debería estar allí... Pensé en salir corriendo...pero una fuerza irresistible me impedía moverme, al mismo tiempo que alguien me decía - ¡Quédate! ¡Mira a la guarra de tu madre! Seguí espiando como continuaba acariciándolo, diciéndole:
- Soy tu yegua, veras que buena mamada te doy para que me folles bien- dejando de masajearlo, se la llevó a sus labios. Bajó la mano sin dejar de bombear el pollón que ahora… tenía la tensión de un mástil de medio metro. Me puse de rodillas, agachando la cabeza y vi que no estaba depilada. Metía sus dedos entre sus piernas repetidamente. Al ver todo aquello de tan cerca, mi miembro buscó una salida por el calzón, me había empalmado viendo como se masturbaba.
-Esto ya tiene el tamaño justo, te voy a dar la gran mamada de tu vida.- Le dijo al caballo para situarse de rodillas con su cabeza enfrentada al enorme pene. Mirándola me decia a mi mismo:
– ¡Que buenas tetas tiene mi madre! -
Abrió la boca, y se la tragó… mientras el animalito relinchaba de placer. Me aparté para impedir que me viera; era el instante de dejarme llevar por las manos del diablo sobre mí. Me la saqué para acariciármela, la tenía durísima. Mi mano adquirió velocidad, mientras ella seguía a lo suyo ahora con su lengua, pidiéndole un tentador chorro de leche, una ducha relajante. Viendo y oyendo aquello, poquito me faltaba para eyacular. Ella cambió de postura, siguiendo yo admirándola. Intentó trasladar el gigantesco instrumento hasta debajo de su cintura; de repente su angustiosa cara se adorno con una leve y placentera sonrisa, diciendo:
- Vamos Paco- mi padre se llama Paco - Sé que llevas ahí un buen rato mirándome! ¡Venga cabrón! ¡Ven y dame tu polla! ¡No te hagas de rogar, se que te la estás pelando!- no imaginaba que el espía era su hijo- quiero la tuya.- Di un paso al frente con ella entre mis manos totalmente erecta - ¡Cariñito, eras tú - - Si mami-
- Lo siento, creí que era tu padre, pero…. ¡Qué buena herramienta tienes! Descárgate que veo que vas a reventar ¡Qué pedazo de mascota tienes! Confieso que tú ahí me estas poniendo... la tienes más grande que tu padre. Acércate, quiero ver mejor ese rabo. Venga pélatela ¿a que esperas? - No tuve inconveniente. Me acerqué y continué haciéndome la paja a escasos centímetros de su cara; no me podía imaginar una escena más morbosa...- Escuché como algo golpeaba el suelo, sería el semen del caballo, ella no paraba de gemir más tenía los ojos cerrados y la boca abierta…al parecer estaba teniendo su orgasmo; no me lo pensé e inserté mi pene en su boca poniéndose ella de rodillas, dejando lo que estaba haciendo con ambas manos me la acariciaba reforzándose con sus labios…
- ¡Dame tu leche!- Con que gusto agarré su cabeza para ser obediente…Ella gemía mirándome a los ojos; fue la mejor mamada que me hicieran nunca. Cuando dejó limpio mi mástil, me dio un tierno beso, y acercándose a mi oído me susurró:
- Ya hablaremos de lo ha pasado aquí pero la próxima vez, si ves que le estoy comiendo el rabo al caballito, no te lo pienses tanto y penétrame; ahora vete a la casa, tengo que ducharme en el aseo de la piscina-
Llegué a casa… traté de no hacer el menor ruido hasta mi dormitorio, un sonido llegaba de la alcoba de mis padres, me acerqué a la puerta y lo oí claramente.
- ¡Bébetela, trágate toda la leche. Toma...perra! –
Era la voz de mi padre. Quité rápidamente mi oreja de la puerta, dirigiéndome al dormitorio de mi hermana, tenía la cama revuelta pero… no estaba. Joder ¿Qué coño hizo mi familia todos estos fines de semana en la casa del pueblo?


La mañana siguiente mi madre nos dejó la comida preparada y se fue a la ciudad; mi hermana estaba bastante buena, un poquito mayor que yo, morena de pelo corto más liso y recogido en una coleta con un marcado flequillo, labios carnosos, buenas tetas...formaba parte del equipo de hockey de la Universidad; se mantenía en forma sin pisar un gimnasio. Ella junto con mi padre se fueron a cabalgar por el monte.
Hasta el medio día, estuve en la piscina, refugiándome bajo el sol y refrescándome. El resto del día lo pasé conectado a Internet buscando referencias a la zoofilia.
Ya por la noche, regresó mi madre con un pollo asado. La mesa de comedor era rectangular, mi hermana y yo nos sentamos uno al lado del otro, frente a nosotros, nuestros padres. Durante la cena esquivaba la mirada de mi madre, ella se encargó de romper el silencio.
-Paco ¿te ha contado ya tu hijo lo que ocurrió ayer?-
-Pues no, no me ha dicho nada- contestó mi padre.

Escuche una risita de mi hermana que parecía
Continuaron mis padres intercambiando palabras:
-Tu hijo me hizo una visita en el establo ayer por la noche-
-¿Ah sí?-
-Digamos que llegó en el momento oportuno para ver... -
-¿Qué viste Jose? –
-¿Yo? Pues... nada.-
-Tu hijito me pillo cuando estaba cabalgando con el caballo.-
- ¿Y que hizo? – intervino mi hermana.
- Eso, ¿Qué hizo? – añadió mi padre.
- Díselo Jose –increpó mi madre.
- Nada...no hice nada.-
- ¡Levántate! – Ordenó mi madre.
- Haz caso a tu madre – replicó mi padre-
De modo que me levanté, escuchando a mi madre:
- Ahora enséñanos el pene.
- ¿cómo? – dije yo-
- La polla coño – aclaró mi padre.
Me bajé el pantalón dejando fuera mi flácido miembro.
- Ese nabo me lo metió en la boca, me espiaba y estaba masturbándose; no pudimos resistirnos...-dijo ella, agregando su esposo:
- Mi hijito ya es un hombre-
- Lo siento, padre.-
- ¿habrás disfrutado?- Me dijo mientras me miraba- ¿y te folló?- Sin que me diera tiempo a desplegar palabra alguna, izó mi madre su voz-- Ya hubiera querido -.
Con mis vergüenzas al descubierto vi que mi hermana no me quitaba ojo de encima, pude ver como se metía una mano en el pijama que llevaba puesto.
- Siéntate, pero no te subas los pantalones.
- ¡Se me ha caído un pendiente! - exclamó mi hermana… se sumergió en la mesa ayudándole mi madre a buscarlo.
- Bueno Jose – dijo mi padre - he de explicarte que siempre hemos sido una pareja bastante abierta de mente en cuestiones de sexo- Una mano se adueñaba de mi bragueta, para llevarse lo que se hallaba en su interior a la cavidad bucal. Continuó aclarándome mi padre:
– tenemos un concepto abierto del sexo, es sólo un goce del cuerpo y mente. ¿Te están haciendo una mamada? Responde tranquilo.-
- Si padre…-
- A mi también me la están comiendo. ¿Sabrías decirme quien? ¡¡¡No mires!!!
- No lo sé -
- Pero te gusta verdad? …A mi me encanta.
Quien se ocupaba de mi bienestar se detuvo; abrí las piernas, dejando que me masturbara y me la lamiera.
Pude ver la cara de explosión placentera en mi padre; empezaba a brotarme algo por la puntita.
A mi verdugo la embellecía su pecho descubierto y dirigió su a mí, me pregunó:
- ¿A que nunca habías soñado que tu hermana te hiciera una mamada como esta? – y pellizcándose en un pezón reanudó su hazaña. Mi padre se sentó a mi lado, diciéndome:
-¿Me dejas ver? –
-Por supuesto–
-Pedazo de misil tienes, hijo-
Mi madre se acercó a mi padre acomodándose entre sus piernas, dejando a un lado su tanga... botando, y contoneando su cuerpo a escasos centímetros de mí.
Mi hermanita me ofrecía sus delicias, mientras me miraba fijamente.
Mi madre nos ilustró mostrando sus pechos… sujetó mi cabeza haciéndola colisionar con ellos; mi lengua empezó a deleitarme. Entretanto mi hermana aceleró el ritmo de la maniobra que había empezado. Con un violento gesto, me puse en pié agarrando fuertemente a mi hermana por los pelos; ella inmovilizó con sus manos mi pene, abrió la boca dejando ver su lengua: su carita era de auténtica lujuria, maestría; manteniendo postura de sirenita, con ojos felinos...