Una fiesta ( CON fotos)

Manuel mi esposo, y yo nos encontrábamos solos, en la casa, celebrando nuestro decimo aniversario de boda, a nuestro hijo, bien temprano yo lo había dejado en casa de mis padres. Ya que la idea era darle una agradable sorpresa a Manuel. Y dedicarnos mutuamente los dos, el resto de la noche.

Bueno por lo menos esa era mi idea, ignoraba que mi esposo por su parte, había pensado en otra cosa. Bueno pero ignorando, como ya dije, las ideas de mi esposo, apenas regresó a casa, lo recibí únicamente con una bata semitransparente negra, sin más nada abajo, aparte de su trago favorito en mis manos para nosotros dos. Ambos comenzamos a beber, y a besarnos intensamente, pero ahora que lo pienso, en esos momentos como que fue más lo que bebí que lo que nos besamos. Ya lo que yo me había bebido, había comenzado hacerme efecto, cuando Manuel en medio de los besos, caricias, y descaradas agarradas de mi coño, me dijo que me tenía una sorpresa.

Yo lo cierto es que muy poca atención le puse, debido a lo excitada que me encontraba. Cuando de momento, que suena el timbre de la puerta que da a la calle. Manuel de inmediato se levantó del sofá en el que estábamos sentados, y rápidamente sin dejar tiempo como para que yo le preguntase que le sucedía, se encaminó a la puerta, la abrió, y entraron a nuestra casa, un par de tipos que yo no conocía. A los que de inmediato, mi esposo me presentó, como un par de sus mejores amigos.

Yo estaba muerta de vergüenza, y cuando pensaba dirigirme a nuestra habitación, para ponerme algo mucho más encubridor. Manuel, me dijo. Liza no te ofusques, que esto es parte de la sorpresa. Y al tiempo que me dijo eso, me entregó un trago bien cargado de alcohol, y continúo diciéndome, tomate esto para que te sientas mejor. Debido a lo desconcertada que me encontraba, como que me lo bebí todo de inmediato. Y si en efecto me sentí mucho más tranquila.

De inmediato los cuatro nos sentamos en la sala, y mi esposo, y sus amigos comenzaron a charlar conmigo. Fue cuando Manuel me preguntó, ¿Liza te acuerdas de aquella noche en el bar de Tuco, que yo te pregunté, que pensabas sobre una fiesta de una para tres? La verdad es que no me acordaba muy bien de eso, y poniendo cara de ni idea tengo de lo que hablas, le dije que no. De inmediato Manuel, continuó diciéndome. Bueno tú me respondiste, en ese momento, que te gustaría ser la invitada. Bueno está noche vamos a cumplir tú deseo, ¿qué te parece?

No sé si fue el mucho alcohol que yo había bebido, o lo turbada que me encontraba, pero yo tomé sus palabras como si fueran una broma, y me puse a reír como una verdadera idiota. Y antes de que yo fuera a responder, mi marido me entregó otro trago, el que me bebí de igual forma, bien rápido. Estaba tan y tan relajada, que de momento me di cuenta de que me encontraba con mis piernas bien abiertas, mostrando de la manera más descarada mi todo mi coño, a mi esposo y sus dos amigos. Pero en ese instante en lugar de sentirme mal, como que me agradó el que vieran todo mi coño.

Ya a partir de esos momentos, la ansiedad que sentía por estar prácticamente desnuda frente a esos dos desconocidos, como que desapareció. Me imagino que fue a consecuencia, de lo mucho que yo ya había bebido. Es más fui yo la que comencé a quejarme de que los tres, estaban vestidos, y yo prácticamente desnuda. Por lo que a medida que seguimos bebe que bebe, mi esposo y sus dos amigos, entre ellos un negro, que no me quitaba los ojos de encima, comenzaron por ir quitándose la ropa.

Yo me sentía bien alegre, por lo que cuando los tres comenzaron a bailar conmigo, agarrándome y acariciándome por todas partes, yo encantada de la vida los dejé que continuasen sin llegar a oponer la más mínima resistencia. En medio de todo eso, uno de ellos, el otro que no era el negro, comenzó a besarme frente a Manuel, quien sonriendo me preguntó si me gustaba. Yo bueno, la verdad es que le respondí que si, y así seguí dejándome besar y acariciar por mi marido, y sus amigos.

A poco rato, mientras me encontraba trepada prácticamente sobre uno de sus amigos, Manuel comenzó al mismo tiempo a darme una rica, e increíble mamada de coño. De eso a que no sé quién de ellos me quitó la bata, dejándome completamente desnuda, pasó muy poco tiempo. Ya el resto del tiempo, cuando me vine a dar cuenta, me encontraba mamando la verga no sé si era la de Manuel, o la de uno de sus amigos, lo que sí sé es que, justo al mismo tiempo otro de ellos, me enterraba su verga por el coño.

Bueno le digo todo esto, ya que el resto de la noche me la pasé dejándome follar, ya fuera por el coño o por el culo, y mamando la verga de alguno de ellos tres. Bueno de una de las pocas cosas que si me acuerdo, es que del sofá pasamos a nuestra habitación, y en nuestra misma cama, continuamos manteniendo un sexo bien salvaje.

Al despertarme al siguiente día, me encontraba completamente bañada por un sin número de lamparones de leche, por todo mi cuerpo. Manuel no se encontraba en casa en esos instantes, mientras que yo no dejaba de preguntarme si era cierto todo lo poco que yo recordaba. Aun con mi cabeza algo adolorida por el exceso de alcohol, mientras me duchaba, fui recordando muchas cosas, pero sobre todo la manera en que con cara de eterna felicidad, fui recordando, y disfrutando de todo lo que mi marido y sus dos amigos me hicieron.