La primera parte explica mis inicios en el sexo con los mellizos, hermanastros. Yo fui recogida por abandono.
Relato
Una historia verdadera (parte 1)
Al leer otros relatos me quedé pensando si acaso sería capaz de escribir alguna de las tantas historias que rodean la vida de una mujer adulta y por ello me encuentro haciéndolo.
Era, hace ya doce años, una pequeña e inquieta niña, nada de fea, morenita, delgada pero muy adelantada en lo sexual gracias a mis dos hermanastros, gemelos un poco mayores que yo.
No puedo negar que mi inocencia duro hasta los once ya que en ese entonces uno de los gemelos que nombraré Julio, en medio de una lucha cuerpo a cuerpo, me metió la mano entre las piernas contra mi voluntad, pero insistentemente hasta que deje de luchar y el me acaricio la concha lampiña todavía por encima de mi calzón sin provocarme gran espanto ni placer, tampoco fue doloroso ni traumático.
Quedamos en que seria un secreto lo que había pasado pero se lo contó a Mario, su hermano. Pronto los juegos de niños pasaron a juegos de adultos y se hizo frecuente que me desnudaran con mi consentimiento y me manosearan por donde quisieran entre ambos, todo inocentemente. Sin embargo, poco a poco en la medida que se desarrollaban mis pezones me fui aficionando y fui sintiendo placer de verdad en estos toqueteos y esperaba con muchas ganas las jornadas de juego con ellos después de las clases o los fines de semana. Mi padrastro tenia un gran negocio que incluía una botillería, lo cual lo mantenía muy ocupado hasta muy tarde en la noche y mama trabajaba en un hospital por lo cual llegaba muy tarde o tenia turnos muy largos y, a veces de noche. Esto lo aprovechábamos cada vez que podíamos y el dormitorio de los gemelos o el mío eran los centros de acción.
Lo malo o bueno de todo esto es que ellos crecían y se hacían más osados y yo me sentía más mujer y me gustaba lo que me hacían pero eran solo manoseos inocentes. Un día , Julio apareció con Mario en mi dormitorio mientras hacia mis tareas, portando una revista porno con imágenes que me parecieron asquerosas y me provocaron una risita nerviosa que fue imposible de evitar. Me preguntaron que me parecían las fotos y yo les dije que eran horribles. Se rieron y comenzaron a repetir lo de siempre, Julio me soltó el pelo y me sacó la blusa del colegio que llevaba puesta todavía y Mario me sacó la faldita del uniforme. Me recostaron en la cama y Julio me sacó el calzón comenzando a acariciarme la concha suave pero profundamente, Mario me acariciaba los pezones que ya comenzaban a pararse insolentes en forma de un cono perfecto y por primera vez me los chupó con fuerza provocándome en principio placer pero con la brusquedad que puso, un dolor que me hizo empujar su cabeza para que me soltara. Le pedí que lo hiciera suavemente.
Julio era especialista en concha así es que me calentaba mucho y disfrutaba sus caricias a las cuales se unía Mario. Este, se arrodilló sobre la cama a mi lado y me dijo que lo mirara, se había sacado los pantalones y calzoncillo y tenía su pene erecto mostrándomelo por vez primera. No era un gran pene porque aun era joven pero se veía duro. Me pidió que se lo tomara con la mano a lo cual yo accedí mientras Julio hacia lo mismo. Así me encontré con dos penes en desarrollo en mis manos sin saber que hacer. Ambos comenzaron a moverse adelante y atrás para que yo los masturbara seguramente pero yo no sabía así es que me enseñaron. Luego apareció la revista de nuevo y me pidieron que me metiera su pene en la boca.. Yo les dije que no pero ellos me reclamaron que yo no les hacía nada rico y que ellos sí, lo cual siendo cierto, me convenció.. Les mamé su pequeño miembro durante largo rato pero no provoqué eyaculación alguna.. Al sentir ruido por las escaleras cada cual se vistió rápidamente, y aquí no ha pasado nada.
Podría decir entonces que ellos me iniciaron en el placer que genera el sexo aunque nunca hasta esa fecha me exigieron nada más que lo relatado. Era sí un buen comienzo. Lo malo es que me estaba gustando todo esto y no sabía como parar todo o como consumar todo lo que había visto en la revista donde se veía penetración oral, anal y vaginal. Mi imaginación me llevaba muy lejos.
Julio se resfrió una semana más tarde y por precaución mi mamá le cedió mi dormitorio para aislarlo de nosotras por lo tanto tuve que ir a dormir al dormitorio de los chiquillos.
Mario protestó un poco pero aceptó la situación una vez explicado el porqué. Al ponerme el camisón sin ropa interior debajo, me miró como de reojo y a poco andar, me recordó la revista. Me preguntó si me había gustado lo que había visto y yo, por decir algo le dije que sí. Se dió vuelta apagué la luz quedando en penumbras por efecto de la iluminación que se filtraba desde la calle y me quedé pensando en las imágenes de la revista lo cual me calentó y comencé a acariciar mi concha. De repente, lo vi parado al lado de mi cama y lo invité a meterse en ella. Hacia frío así es que nos apretamos uno al otro y comenzamos a buscar los respectivos sexos, me desprendí de mi camisón y el de su pijama, agarré su pene que ya estaba erecto y él me acariciaba pezones y concha con apuro. Chúpamelo, me dijo y yo, metiéndome debajo de la ropa, me dispuse a hacer lo pedido, a mí no me causaba gran placer el asunto pero a él le gustaba y le di en el gusto.
Lo que no esperaba era que el quisiera lamer mi concha y terminamos haciendo un 69 improvisado sin técnica alguna pero me produjo mucho placer y lo tengo registrado como lo mejor hasta el momento. Hacía calor debajo de la ropa. La tiré a un lado y fui aprendiendo a mamar provocando suaves exclamaciones que rico, que rico de mi hermanastro. Luego me di vuelta y me puse sobre él con mis piernas separadas en contacto con su pene y comencé a moverme de arriba abajo frotando mi clítoris contra su pene. ¡Que sensación más rica¡. Definitivamente, me gusta el sexo pensaba yo. Mientras sentía mi primer orgasmo con participación de los dos actores: su pene y mi clítoris. Nada que ver con el placer que me provocaban los dos con sus caricias y chupadas de pezón después de clases.
Déjame ponerlo entre tus piernas me dijo, me di vuelta entonces y él fue sobre mí buscando mi vagina pero no la encontraba. Tome su pene y lo puse donde correspondía y comenzó a presionar reiteradas veces porque se le salía ( yo estaba virgen y nerviosa) e instintivamente trataba de evitarlo ya que me habían dicho que dolía. Sin embargo volvía a clocarlo en posición hasta que, de repente sentí que algo se rompía en mí con un dolor no tan grande pero que me soltó un ¡Ay , me dolió¡ y ya lo tenía adentro. Comenzó a moverse con rapidez y de repente dejó de hacerlo con la respiración entrecortada y un breve quejido no sé si de dolor o placer. Sentí dentro de mi correr su semen supongo. Ahora lo sé, antes solo encontraba chico lo que en la revista era grande.