Mi concuña, una mujer preciosa, culta de buen ver, impecable. Pero chismosa, llegué a odiarla, le reclamé enfurecido, y la violé, aunque ese no era el plan.
Me saqué el pene, lo ensalivé, lo puse en su entradita y lo empujé, me extraño lo ajustado de su vagina y que –según sus palabras- le dolía. No atendí sus protestas y se la empujé. En una calle solitaria, de pie contra el carro, por su pierna derecha resbalaba el semen tibio. Me llevé sus pantaletas para mi casa y la guardé en el bolso de mi computadora portátil..
Relato
Su rostro mostraba esa incertidumbre que muestra la cara de un niño cuando hizo algo travieso por lo que podrían castigarlo, pero que lo disfrutó! Me dijo “deme mi pantaleta, vea que si a usted se la encuentran va a estar en problemas” pero yo estaba seguro que no quería que se la devolviera. Y seguía su diálogo “usted es un grosero! Me duele mi conchita” y no era para menos prácticamente acababa de violarla dos veces.
Con la puerta del acompañante abierta, ella sostenida del asiento con la falda arrollada, con un culito precioso que chocaba contra mí, se la metía fuerte, y repetidamente. Ella me sujetó una pierna y gemía, dejó de estar pendiente de la posibilidad de que viniera alguien, la sentí contraerse, sentí las contracciones en mi pulgar que tenía dentro de su culo, y se estremeció, se incorporó aún con mi pene dentro, de espaldas a mí, le giré la cara para besarla. Antes observé su cara, sus músculos faciales aún contraídos.. Se retiró y se sentó.
Nuestro diálogo
¿Vas a contarle esto a mi esposa?
_No!_
Y por qué? Acaso no te la metí y esta es la verdad?
_ Tonto, no puedo contarle_ _que quiere que nos maten_
Bueno entonces cuéntele que te mamé las tetas
_jaja ni me las ha visto!_
No, pero es lo que voy a hacer..
_no, no, vámonos por favor, lléveme a la casa_
Se puso sería, se puso en pie para acomodarse la ropa.. Me agaché, y me apoderé de los bordes de su ropa interior, creo que ella pensó que le ayudaba a acomodarla, pero se la bajé, quiso mantener firmes los pies sobre la calle para evitar que le quitara los calzones, forcejeamos un poco, y logré quitárselos.. Ella me golpeo en la espalda y repetía _no, no, no, deme, ya nos vamos, lléveme a casa_.. Jaja . La senté e iba a quitarle la blusa, pero insistió que no porque si venía alguien no había forma de cubrirse.. Estuve de acuerdo, pero el brasiere sí se lo quité.. Sus preciosas tetas quedaron al aire, se las agarré con firmeza, se las mamé con desenfreno. Yo estaba entre sus piernas y pegado a sus tetas, con su ropa interior en una mano.. La empujé para que se acostara, pero la palanca de cambios lo impidió, quedó recostada en el borde del asiento del chofer, hizo un último esfuerzo subiendo una pierna para empujarme con ella, casi lo logra, pero desvié su fuerza y pateó el dash , quedó aquella preciosa entrepierna a mi disposición, me agaché y succioné, friccione su clítoris y le metí los dedos, ella dejó de hacer fuerza y comenzó a gemir, sentí como se humedecía, pegué mis labios como formando la letra O, le di una mamada de varios minutos, de repente sentí que me agarró el cabello y se restregó contra mí, se arqueó, se contrajo, y soltó un gritillo, me empujó para que dejara de mamarla.
Entonces me incorporé y se la metí, abrí sus piernas al máximo y se la metí, la bombeé con fuerza, y eyaculé, le sonreí y le dije “tome mi amor, toda la lechita adentro”, ella sonrió. Nos incorporamos y quiso vestirse. Pero le indiqué que me diera una mamada, y accedió sin chistar, me la mamó un par de minutos hasta que mi pene quedó flácido.
Me burlé de ella por su apariencia: sudorosa, despeinada, con la falda a media pierna, la blusa enrollada, las tetas al aire.. Jaja mi amor pareces una putilla callejera. Bien cogidita, chorreando semen. Ella que siempre se preocupaba por su apariencia, siempre linda, bien vestida, una mujer integra, jamás hablar siquiera sobre chistes o bromas sexuales..
Me miró con aquella expresión, y me pidió su calzón, me dijo que le dolía su conchita. Solo me reía, le devolví el brasiere, pero el calzón me lo llevé, saque un paño de mano que andaba en el carro y se lo di para que se limpiara. Me acomodé la ropa, ella hizo lo propio, se metió al carro y cerró la puerta, entré y quise besarla, no acepto. Le puse el aire acondicionado para que se bajara el calor y nos fuimos.
Nos encontramos ese día porque ya ella me tenía harto, la despreciaba por chismosa. Su esposo y mi esposa son hermanos. Personas con una forma equivocada de ver la relación de pareja, celosos, manipuladores y posesivos. Mi esposa vivía en constante investigación de mis amigas, de mis compañeras, de mis horarios, reclamos casi a diario, peleas y hostigamiento. Mi cuñado mantenía estricto control sobe su esposa, ella simplemente no era libre, lo mismo que yo. Lo único en lo que se revelaba era en la forma de vestir. Vestía lindo, pero siempre con decoro. Pero aceptaba las imposiciones de su esposo como normales, las relaciones con otros varones se limitaban a la relación necesaria entre la familia. Jamás un amigo.
Se volvió informante de mi esposa, imagino que por quedar bien con ella, le contaba cada detalle de mí que ella supiera, y muchas veces dijo cosas no ciertas. Antes la apreciaba y la admiraba, luego la ignoraba y la detestaba, y los chismes se incrementaron. Al punto que se volvió agobiador, en cierta ocasión en una reunión familiar, dije que me gustaba cierta canción de Marc Anthony, ella le dijo a mi esposa, y mi esposa me reclamó sobre esa canción, si me traía recuerdos de alguien, etc..
Entonces me harté, le dije que necesitaba hablar con ella. Se lo dije de forma altanera, y me dio una fecha, me dijo que ese día iría a un bautismo y que su esposo no podía ir, pero no la dejaba ir sola, entonces ella le dijo que yo la llevaría. El me llamó para verificarlo, confirmé. Y hasta ese momento todos en la familia sabían que ella no era de mi agrado, pero que manteníamos la mínima relación estrictamente por estar dentro de la familia. La esperé y al salir de la iglesia yo tenía mi repertorio listo, planeaba encararla y decirle cuanto la detestaba, esperaba que se pusiera a la defensiva, ofenderla hasta saciar y luego pedirle que bajara del carro, dejarla caminar el trayecto mas solo desde el pueblo hasta la finca donde vivía. En un lugar solo, poco transitado, frené repentinamente, y comencé mi plan “usted me tiene harto, maldita chismosa, no tengo paz y usted es culpable” etc. Ella reaccionó diferente a como esperaba, mantuvo la calma, se disculpó reiteradas veces, se mostró apenada.
Pero en mi interior no aceptaba eso, no aceptaba que nunca hubiera pensado en el daño que me hacía, yo que siempre la traté bien, porque la apreciaba, porque me gustaba. La respeté, le hice cuanto favor me pidió, y cuando descubrí que ella era la chismosa. La odié.. Y no iba a perdonarla.. Me bajé del carro, di la vuelta, le abri la puerta, la tomé de las manos, la saqué del carro (4x4) y al quedar tan cerca aprecié una vez más su belleza, una mujer bendecida físicamente, un corpazo, un trasero bello, tetas perfectas para mi gusto. Mi explicación a su permanencia con un imbécil por esposo era su preocupación por las normas sociales y religiosas. Sus ropas eran suaves, de tela fina, su perfume era una invitación a permanecer cerca.. Entonces en un arrebato, la apreté contra mí y la besé, se quedó estática, inmóvil, entonces le agarré las nalgas, recorrí sus piernas, le saqué la blusa que traía prensada con la enagua. Ella no encontró como reaccionar, unas lágrimas rodaron por sus mejillas, eso me doblegó, me sentí mal, entonces me retiré un poco, le advertí que no la llevaría a casa, que debería caminar (era unos tres kilómetros). Y vaya cuéntele a su esposo y a mi esposa que te besé “chismosa”, apretó los labios y lloró. Se giró e inclinó para tomar su cartera. Ver sus caderas, su trasero y sus piernas fue un imán! Mi pene se puso rígido y quise restregárselo, me pegué a ella y la agarré, creyó que lo hacía para retirarla del carro, y gritó “Ya voy ya voy”, pero no la solté, imploró una vez más “perdóname, sí?” Está bien me voy caminando, pero te juro que no voy a volver a hablar de usted”…. Pero yo estaba pensando en otra cosa.. Vi aquel lugar solo. No era común que pasara nadie por allí, y si alguien se aproximaba yo lo vería con el tiempo suficiente para reiniciar el viaje.
La sostuve empujándola contra el carro, y levanté su falda. Allí sí reaccionó, se enfureció y me dijo “basta, se está pasando, que cree usted?” contra su voluntad bajé su ropa interior casi hasta la rodilla y la mantuve de espaldas a mí. Levanté la enagua y aquel bello trasero quedó descubierto, mi pene brincaba deseoso, coloqué la mano entre sus piernas y sobé su panochito, ella forcejó un poco, creo que no quería luchar, y su percibí que su preocupación era centrada en el lugar donde estábamos, se incorporó y miró a ambos lados, protestó diciendo que si venía alguien nos descubriría. Quise desnudarla por completo y no quiso, estuve de acuerdo, pues en una eventual escapada, simplemente nos metíamos al carro. Me saqué el pene, lo ensalivé, lo puse en su entradita y lo empujé, me extraño lo ajustado de su vagina y que –según sus palabras- le dolía. No atendí sus protestas y se la empujé..
De camino prácticamente no hablamos, ella iba preocupada por arreglarse la ropa, el cabello, el maquillaje y llegar como salió de casa. Yo la molestaba y le decía “uy mi amor, usted es una rica”. Ella permanecía seria, me imagino que ahora va a inventar más chismes para que le vuelva a reclamar, y seguía seria, mientras se veía al espejo.. Entonces hablé en serio y le dije “me encantó, pero ofrezco disculpas, realmente deseaba reclamarte, pero el plan era dejarte a mitad del camino, no cogerte” Me miró fijo y me dijo “no se te ocurra decir nada a nadie”… Y ese fue nuestro secreto. Luego pasaron otras cosas que pronto les contaré--
A partir de ese momento ya no pude ver a mi sobrino como tal, sino ya lo veía como un hombre que deseaba cogerme sin control, a cada oportunidad que mi sobrino tenia lo aprovechaba para ver mi cuerpo, esto era cuando me cambiaba, bañaba, entre muchos otros momentos que tenia para verme y lo más lascivo era que yo no hacía nada para evitar que me viera, al contrario cada vez que me bañaba dejaba la puerta abierta para que me viera y así en la ducha con la certeza que me estaba viendo yo hacía movimientos sensuales e incluso con el pretexto de lavarme mi zona intima yo me la tocaba con tanta sensualidad que sin duda sabia que él tenía su pene bien erecto desde donde estaba viéndome.
Relato erótico enviado por putita golosa el 27 de July de 2010 a las 23:14:27 - Relato porno leído 309898 veces
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lorcim
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:18) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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