Lo que se prometía como un viaje tranquilo de mis amigas del instituto para celebrar que habíamos acabado los exámenes de acceso a la Universidad se convirtió en la orgía más excitante en la que me he visto envuelta.
Relato
Hola, me llamo Miriam, soy de Madrid y tengo 19 años. La historia que les voy a contar me ocurrió este verano pasado, cuando tenía 18 años.
El año pasado era mi último curso en el instituto. Mis amigas y yo estuvimos estresadas todo el año con un curso muy exigente y con la preparación de los exámenes de acceso a la universidad. Nuestro único consuelo, en aquellos tiempos, consistía en imaginar y planificar qué haríamos una vez acabásemos los exámenes. ¡Seríamos libres!
Ese verano tenía que ser el más intenso de nuestra vida adolescente. El paso del instituto a la Universidad. Por detrás, no dejábamos nada pendiente, pues todo se acababa con los exámenes de acceso. Por delante, la universidad y el inicio de una vida responsable. Por tanto, aquel verano era el idóneo para vivirlo al máximo.
Mis amigas y yo planificamos un viaje para cuando acabáramos los exámenes de acceso a la universidad. Después de mucho meditar, acordamos hacer un viaje de una semana a una isla. Queríamos ver algo de mundo, desconectar de todo y, al mismo tiempo, tener buena fiesta y disfrutar de paisajes idílicos. En primera instancia pensamos en Ibiza, pero finalmente nos decidimos por Mahón: En la agencia de viajes nos hablaron muy bien de la isla, tanto por sus paisajes y playas, como por sus fiestas, pero todo más barato y tranquilo que Ibiza. Nos convenció.
Cuando llegamos allí, el lugar nos encantó. El hotel, sin ser una maravilla, estaba bien y teníamos ganas de sobra como para fijarnos en los detalles. Había una buena piscina, buenas vistas y nosotras estábamos la mar de felices disfrutando de nuestro viaje de amigas y nuestra libertad pre-universitaria.
Los dos primeros días los empleamos para descansar. Habíamos terminado exhaustas y necesitábamos recuperarnos de aquellos meses tan agotadores y de los grandes esfuerzos realizados para obtener unas buenas notas de acceso. Esos días nos dedicamos a hacer excursiones cortas por la isla y ponernos morenas en la piscina del hotel. Es justo allí donde iniciamos el contacto con un grupo de chicos vascos, también de vacaciones en la isla.
Era un grupo de una treintena de chicos provenientes del País Vasco. Pertenecían a una división inferior del equipo de fútbol de su pueblo y, tras conseguir el ascenso, también se habían organizado un viaje entre los amigos del equipo para celebrarlo.
Viéndolos en la piscina, nos fijamos en ellos inmediatamente: atléticos y jóvenes, algunos guapos, otros no tanto. Mis amigas y yo pronto les echamos el ojo a los más guapos y fibrosos, y en los primeros días de vacaciones no tardaron en acercársenos para entablar conversación, intentando ligar con nosotras. Y Nosotras, encantadas de tener tanto chico joven y atlético a nuestro alrededor, rondándonos.
Así estábamos, flirteando con alguno de ellos, cuando el miércoles llegó un rumor a nuestros oídos: al parecer, los chicos iban a montar una fiesta privada el viernes por la noche, para lo cual habían reservado el salón del hotel junto a la piscina. El rumor despertó nuestra curiosidad y decidimos indagar en qué consistía aquello. Nos pusimos manos a la obra y conseguimos sonsacarles la información a los más bonachones del grupo. Al parecer, el plan era el siguiente: esa noche, los chicos habían contratado a unas strippers para que les realizaran un espectáculo privado en el comedor, y luego las strippers elegirían con quién iban a pasar la noche.
A mis amigas y a mí nos entró la risa. Nos parecía una tontería, pero no hablamos de otra cosa hasta que llegó el viernes. Nuestra curiosidad había ido en aumento, pensando qué organizarían y, finalmente, abandonamos la idea de salir esa noche hasta no saber lo que se cocía en aquel salón reservado del hotel.
El espectáculo privado había sido programado para la una de la madrugada. Comimos con los chicos y bebimos hasta achisparnos un poco, pero ellos se marcharon en cuanto llegó la hora de su fiesta particular.
Un tanto enfadadas por el abandono sufrido, y más solas que la una en el hotel, decidimos intentar cotillear el espectáculo. Por suerte, lo celebraban en el salón que el hotel tenía adyacente a la piscina y nos fue posible apostarnos en una de las ventanas que daban al jardín de la piscina. Estas ventanas quedaban cerca de una puerta de acceso que comunicaba el salón con el jardín y la piscina.
Desde la ventana teníamos una visión muy buena de lo que ocurría dentro del salón: los chicos estaban eufóricos, pletóricos, muy achispados también, dando saltos al son de la música, con efusivas exaltaciones de compañerismo. La mayoría de ellos ya había perdido la camiseta.
Entonces, cambió la música y aparecieron dos chicas por un lateral, sin duda, las strippers contratadas, supusimos: una morena y una rubia de muy buen ver y con una delantera espectacular, aunque parecían operadas. En cualquier caso, estaban tremendas.
Los chicos se arracimaron en torno a la mesa central del salón donde las chicas se habían subido, y en seguida empezó el espectáculo: provocadoramente, fueron quitándose las prendas una a una hasta quedar en cueros, con las tetas al aire, con el tanga como única vestimenta.
A continuación, cogieron a uno de los chicos y lo subieron a la mesa y lo sentaron en una silla dispuesta al efecto y… ¡no podíamos creer lo que veíamos!, le bajaron los pantalones y una de las strippers se la empezó a chupar y a hacerle una buena mamada, coreada por los gritos del resto de chico que estaban abajo. Mientras, la otra stripper se dejó comer las tetas por el chico de la silla, poniendo expresión de gozo.
Aunque no veíamos con detalle lo que estaban haciendo pues estábamos un poco lejos, estábamos lo suficientemente cerca como para tener claro lo que estaban haciendo. Nos sentimos un poco asqueadas aunque también, y bajo el efecto del alcohol que habíamos tomado aquella noche, un tanto calientes con el espectáculo.
Con todo aquello, los chicos estaban eufóricos. Tras terminar con el chico de la silla, las strippers volvieron a mirar al resto de chicos que se arracimaban alrededor de la mesa, buscando su siguiente víctima. Sin embargo, en vez de subir a alguien, se quedaron esperando. ¡Al parecer, les habían ordenado a todos que se desnudaran!
Los muchachos empezaron a desnudarse. Empezamos a ver sus culitos blancos y prietos, alguna minga colgando por aquí y por allá, aunque por la distancia no podíamos ver las cosas con mucho detalle. Estábamos muertas de risa de ver en lo que había devenido el espectáculo, aunque a la vez cada vez más calientes.
Finalmente, parece que las strippers se decidieron y eligieron los dos afortunados que esa noche iban a mojar.
Y de repente… se abrió una puerta justo a nuestro lado. Zas! Pilladas!! Totalmente pilladas!.
Resultó que el chico al que le habían hecho la mamada quería limpiarse un poco y volvía a su habitación. Sin embargo, en vez de ir por el interior del hotel, decidió ir a través de la piscina, por lo que salió por la puerta que estaba a nuestro lado y nos pilló observando el interior del salón completamente in fraganti. En seguida empezó a gritar avisando a sus amigos de su hallazgo. ¡Menudo papelón! Mis amigas no se lo pensaron dos veces y pusieron pies en polvorosa. Sin embargo, yo trastabillé un poco y me caí, cosa que aprovechó el chico para agarrarme y meterme hacia adentro.
Empecé a balbucir excusas, “lo siento”, “no queríamos”…, pero el chico no me escuchó y me metió hasta dentro. De repente, me vi rodeada de un montón de chicos en bolas, algunos hasta con la verga bien levantada, y con muchas ganas de fiesta.
La adrenalina fluía por mi cuerpo, estaba sudando ante esa embarazosa situación, temiendo incluso por mi integridad física. Sin embargo, cuanto más los miraba, más me excitaba la situación, con todos aquellos chicos de cuerpo atlético con la polla al aire. Los chicos parecían de muy buen humor, lo que me tranquilizó un poquito. Al final, el chico que me había metido en el salón me propuso subir encima de la mesa, idea que fue coreada inmediatamente por los demás, y me subieron en volandas. Al momento, por el fondo, entró otra de mis amigas que también había sido atrapada en el juego de pillar. Al parecer, el resto de las chicas había conseguido llegar a sus habitaciones y ya no salieron de ellas en toda la noche. Lo cierto es que, en el fondo, se perdieron esa noche tan divertida.
Total, que ahí estábamos, mi amiga y yo, subidas a la mesa, con casi treinta tíos en cueros, gritándonos que nos moviésemos y bailásemos para ellos, de buen rollo, con alguno con su mano puesta en la polla meneándosela felizmente.
Mi creciente calentura y la chispita de alcohol que tenía encima debieron de quemar la última neurona de cordura que tenía porque acabé perdiendo totalmente la cabeza y, ante las aclamaciones de los muchachos, empecé a moverme sensualmente. A mi amiga también le gustó el juego y se animó y empezamos las dos a contonearnos mientras los chicos nos gritaban y nos echaban piropos. Empezamos a disfrutar del espectáculo.
En eso estábamos cuando, de repente, empezaron a corear al unísono: “¡saca a uno!, ¡saca a uno!” y “¡chupádsela, chupádsela!”.
Mi amiga, que iba un poco más borracha que yo, y que estaba eufórica, se metió de lleno en su papel de stripper y se puso a cuatro patas. Con cara de viciosa, y ante mi absoluta estupefacción, sacó a un chaval con la polla medio tiesa, lo subió a la silla y acto seguido empezó a comerle la polla con ganas. El ambiente estaba ya de lo más caliente.
En ese momento, otro chaval subió de un salto a la mesa y se puso a mi lado, haciéndome dar un respingo.
- Bueno, ¿y tú cómo te llamas?
- Miriam…
- Bueno Miriam, las strippers han venido y se han llevado a dos de nosotros… y tu amiguita le está haciendo una espectacular faena a nuestro amigo Carlos… ¿tú te animas a algo, Miriam?
- Puff, no sé… - contesté, azorada.
- Bueno… ¿qué tal si le preguntamos al público?
De repente uno gritó “yo quiero follármela”, “y yo”, saltó otro, “y yo… y yo…”
- Vale vale chicos! – puso un poco de orden el chico que estaba conmigo en la mesa. – La chica no es una profesional, no la hemos contratado. Así que no podemos pedirle eso… a no ser que ella quiera….¡que decida ella!
No sé qué cable se cruzó en mi cabeza. Solo recuerdo que estaba super húmeda viendo tanta polla joven y suelta por allí y que me habían entrado unas ganas locas de follar. De repente, me vino una idea a la cabeza…
- A ver, tengo una idea. Vais a pasar por aquí todos empalmados, uno a uno, y el que más me guste… algo haré con él.
La reacción fue unánime, estallando todos en eufóricos gritos. Empezaron a formar una cola, mientras se iban meneando sus respectivas vergas para tenerlas preparadas.
Me senté en una silla y, mientras mi amiga seguía chupándole de lo lindo la polla al tal Carlos, empezaron a pasar el resto de chicos por delante mío.
A cada uno que pasaba, le agarraba suavemente la polla y le acariciaba los huevos. Aquello terminó por ponerme a mil: nunca había tenido tantas pollas y tan diferentes a mi alcance..., unas más delgaditas, otras más gruesas, unas más largas, otras más pequeñas, huevos más grandes, más pequeños, más o menos colgantes…
Evalué si el tío me resultaba atractivo y cómo tenía la polla. Lo cierto es que todos estaban muy atléticos, pues casi todos eran jugadores de fútbol, y de los chicos que habían al final fui descartando candidatos hasta quedarme solo con cinco. Me quedé viéndolos, dudosa: todos estaban muy bien y dotados y no sabía bien a quién elegir. Como no me decidía por ninguno, les dije que escribieran su nombre en un papel y que elegiría al ganador por sorteo.
Al momento, buscaron papel y pusieron una bolsa con los nombres. Metí la mano, saqué un papelito y leí en voz alta:
- A ver… aquí pone… Jose!
Para sorpresa mía, dos de los cinco chicos dieron un paso al frente. Habían dos Jose!! “Y ahora qué hago?” Pensé. Los dos chicos se miraron y dijeron al unísono: “yee, me ha elegido a mí”, “no a mí”.
Ninguno de los dos quería dejar escapar aquella oportunidad. Los dos desnudos, con sus pollas tiesas apuntando hacia mí, y yo ya estaba totalmente caliente y mojada. Sin pensarlo dos veces, dije:
- ¿Queréis compartirme?
Los dos chicos se miraron y ni les hizo falta consultarlo. Asintieron inmediatamente.
El resto de chicos estalló en júbilo, mientras mi amiga, totalmente fuera de sí, y con la cara bañada de lefa, levantaba la cabeza diciendo:
- ¡Quiero más! ¡Siguiente!.
Así que me bajé de la mesa y me encaminé con mis dos pollones a una de sus habitaciones, dejando a mi amiga a merced del resto de chicos de la sala.
Cinco minutos después, estábamos en una de sus habitaciones, yo sola con los dos Joses. Allí volvieron a quedarse desnudos ante mí y se colocaron transversalmente sobre una de las camas. Me acerqué a ellos, les agarré sus vergas y empecé a menárselas.
¡Eran enormes! Uno de ellos la tenía un poco más larga, pero la del otro era sensiblemente más gorda. Los dos eran guapetes y con un cuerpo atlético y fibroso, de escándalo, y aquellas dos pollas, se me iba ya toda la cordura de la cabeza: estaban muy buenos.
Se las meneé con suavidad al principio. Pronto, los dos chicos echaron la cabeza hacia detrás dando muestras de gozo.
- ¿Quieres que te la chupe Jose?, les dije a los dos, con voz sexy.
- Síi.- dijeron al unísono.
Mientras magreaba la polla del Jose largo, empecé a lamer la enorme verga del Jose grueso.
- Mmmh.. Qué rica….
Tras unas cuantas chupadas, pasé a la otra, más larga todavía.
- Mmmh.. y esta… qué grande es Jose…
- Sí – dijo el chico con rostro excitado – mide 22 cm, nena…
- La mía mide 20cm, pero es más gorda que la tuya – dijo el otro. Ambos se rieron.
- Me gustan las dos. – añadí sin parar, mirándoles con lujuria.
En eso, el Jose gordo se levantó y empezó a desnudarme. Me dejé hacer. Me quitó el pantalón y las bragas y empezó a comerme por debajo. Aquello me encendió de una manera increíble. Jose gordo lo chupaba muy bien, y empecé a chupar la polla de Jose largo con más ganas. El chico disfrutaba de lo lindo mientras yo le mojaba la cara a Jose gordo con mis flujos
- Qué buena estás – dijo.
- Yee, tío, ¡dame relevo que esta me revienta! – dijo Jose largo.
Se cambiaron de posiciones y empecé a comerme la polla gorda del otro Jose mientras Jose Largo seguía haciéndome ver las estrellas. Me calentaron de tal manera que ya sentía la necesidad de follarme una polla de una manera irrefrenable.
En ese momento, Jose largo se levantó y se fue a su bolsa, de donde sacó una caja de condones y un bote de lubricante. Aquello no me gustó mucho, pero estaba demasiado caliente y tenía tantas ganas que no podía negarles nada a aquellos dos vergones. Jose largo se tumbó sobre la otra cama.
- Venga, me toca a mí primero- dijo tranquilamente.
- Sí, eso. Tú abre el camino – le dijo el otro.
Me senté a horcajadas sobre la verga dura y parada de Jose largo, mientras jose el grueso terminaba de quitarme la ropa y me comía los pechos con fruición. Poco a poco me fui dejando caer sobre aquella estaca, sintiendo cómo se me clavaba hasta el fondo de mis entrañas. Una vez, encajada, Jose largo empezó a moverse con buen ritmo. Joder, ¡cómo follaba este tío! Nada que ver con mi antiguo ex. Marcó un ritmo frenético, al tiempo que Jose gordo se deleitaba jugando con mis pechos con su boca. No podía más: me corrí profusamente por primera vez en la noche. Pero aquello no acababa aquí, al contrario, solo acababa de empezar.
Sin perder tiempo, los Joses se intercambiaron posiciones, como si estuvieran sincronizados, tomando el relevo de la penetración el Jose gordo.
- ¡Joder! –exclamé. Si la otra sentía que me llegaba hasta el fondo de las entrañas, esta notaba cómo abría todo mi interior hasta el extremo, sintiéndola en cada centímetro de mis paredes. Cada clavada de aquella verga era una punzada de placer. En cuanto Jose gordo notó que su gruesa verga entraba fluida, empezó a marcar un ritmo trepidante. Me pareció entrar en una especie de orgasmo casi continuo que, finalmente, acabó en mi segunda corrida de la noche. Agotados por el ritmo, sacó su polla de dentro de mí y me dejó descansar tumbada en la cama. Se cruzaron miradas cómplices.
- Y ahora es el momento de que juguemos los dos a la vez…
Jose grueso se volvió a tumbar sobre la cama y me colocó sobre él. Todavía estaba jadeando cuando volvió a meterme caña, mientras veía, sin capacidad para reaccionar, cómo Jose largo se embadurnaba su polla con lubricante y luego empezaba a embadurnar con un líquido fresquito mi culo... Al momento, empecé a notar una presión sobre mi culo, algo que pugnaba por entrar.
- Relájate – me dijeron los dos al unísono.
Tras un esfuerzo final, Jose largo consiguió meter la punta, arrancándome una punzada de dolor. Jose gordo se quedó quieto, con toda su enorme verga clavada en mi interior, mientras su compañero iba introduciendo poco a poco toda su polla cuan larga era. Creía que me iba a romper, pero poco a poco, mi cuerpo fue amoldándose a tener aquellos dos trozos de carne en mi interior.
Al poco rato, Jose largo empezó a moverse lentamente. A medida que me iba acostumbrando a aquello, el dolor dio paso al placer y Jose largo empezó a aumentar su ritmo. En ese momento, Jose gordo reinició su actividad y comenzaron una cabalgada acompasada que me llevó hasta extremos insospechados de placer, con un orgasmo tras otro.
Finalmente, intercambiaron posiciones. Aceptar la polla de Jose gordo en mi culo me volvió a costar lo suyo, pero el placer posterior todavía fue más intenso, si cabe, al de la anterior cogida. Me follaron al unísono por lo menos 20 minutos más. Yo estaba exhausta cuando por fin decidieron sacar sus enormes pollas de mis agujeros. Tumbada en la cama, se apostaron a mi lado y, como en las pelis porno, se quitaron los condones y se corrieron sobre mi cara y mi cuerpo. Numerosos espasmos sacudieron sus enormes vergas regándome de leche blanca y espesa por toda mi cara y mi cuerpo. Aquella fue una noche inolvidable.
El resto de la semana apenas me pude mover por la fuerte enculada que me dieron, pero no me importó nada en absoluto no ver nada más de Mahón. Espero poder repetir esta experiencia en más ocasiones. Es más, me quedé con los teléfonos de los chicos para hacerles una visita al País Vasco aunque, por desgracia, ya tienen novia y creo que ya no podré cumplir mi fantasía otra vez. En cualquier caso, espero que les haya gustado y que no dejen de votar esta historia y dejarme comentarios si les ha gustado.
Es la historia de como mi suegro poco a poco me fue seduciendo y como termine en brazos de el hasta que me enamore y tuve que terminar con el y de como despues de 4 años nos volvimos a encontrar ayudandome en una situación.
Relato erótico enviado por Anonymous el 31 de August de 2010 a las 00:12:22 - Relato porno leído 123145 veces
Quinto relato de la saga, continuación del relato “Follando con dos compañeras de trabajo”. Estoy de nuevo aquí para seguir relatando las peripecias sexuales que tuvieron lugar después de la gran follada en el despacho de Debla. La siguiente historia se desarrolla en una pequeña habitación de un local de intercambios de parejas.
Relato erótico enviado por ELMORROCHO el 06 de July de 2009 a las 14:00:24 - Relato porno leído 47223 veces