Yo tenía 27 años y acababa de mudarme a un pueblito del sur de México por cuestiones de trabajo, vivía en una casa de dos cuartos pero cuyo patio interior sólo estaba separado de la casa vecina por un muro bajo, por lo que no tardé demasiado en descubrir que en la casa de al lado vivían una mujer de unos treinta y tantos años con una señora mayor, que resultó ser su madre; pero además de ellas había dos niñas, una preciosidad de 14 años llamada Valentina, delgada, piel morena y cabello largo y negro, casi siempre recogido en una trenza, y la otra, Ana, de 8 años, también de piel y cabello oscuros.
Las primeras semanas pasaron sin novedad, mientras me adaptaba al nuevo ritmo de trabajo casi siempre salía temprano y regresaba de noche, por lo que casi nunca me cruzaba a las vecinas. Fugazmente veía figuras moviéndose en el patio vecino pues normalmente no salían mucho de casa cuando oscurecía, sólo las dos adultas realizaban una que otra tarea menor. El primer fin de semana libre que tuve dormí hasta tarde y eran alrededor de las 11 am cuando salí al patio a asolearme un poco, cabe mencionar que el clima de la región es bastante caluroso, por lo que sólo llevaba puesto un short y una playera ligera; al asomarme al patio lo primero que vi fue a la niña mayor, Valentina, llevaba puesto un vestido rojo muy ligero e iba descalza, estaba tratando de alcanzar algo que estaba colgado en la pared y cuando se paraba de puntillas alcanzaba a verle el calzoncito de color amarillo claro bajo el vestido, me quedé paralizado por la visión, ella no me había notado, por lo que retrocedí hasta donde me cubría una columna y poder verla sin ser detectado.
Al poco rato alcanzó lo que buscaba y como sin nada regresó a su casa, yo inmediatamente entré a la mía para masturbarme imaginándome esas nalguitas sobre mi regazo y poder masajearlas a gusto, me corrí riquísimo pensando en Valentina; después salí de nuevo pero esta vez no tuve suerte, así que regresé a mi casa y me preparé para merodear por el pueblo. Regresé varias horas después, estaba anocheciendo pero aún había suficiente luz, así que salí a acomodar algunos utensilios en el patio y me topé con la mamá de las niñas, Karen, la saludé amistosamente y entre la típica presentación de vecinos y demás charlas sin importancia me contó que se había separado de su marido y tanto ella como su madre, la señora, trabajaban casi todo el día para mantener a las dos niñas.
Siguieron pasando los días y yo me hice amigo de Karen y su mamá, a veces notaba cómo Karen me veían con cierto deseo, pero ella no me atraía para ser sinceros, así que no le daba pie a nada. Un par de semanas después ya tenía confianza con toda la familia y todas me conocían, aunque las niñas seguían siendo recelosas de mi presencia. El calor de la región estaba en aumento así que empecé a salir de la casa sin camisa, y en realidad, a ninguna parecía molestarle, aunque Valentina y Karen me comenzaron a mirar con mayor insistencia, no soy supermodelo, pero el trabajo y ejercicio constante me mantienen en forma.
Una noche yo estaba sentado en el patio de mi casa tranquilamente bebiendo una cerveza cuando vi que las dos niñas salían de su casa, la pequeña Ana se puso a jugar con un par de muñecas y Valentina se sentó a leer algo que no alcanzaba a distinguir, yo las miraba disimuladamente, sobre todo a la mayor, que como casi siempre, llevaba vestidito, de repente ella cruzó las piernas y vi como su ropa dejaba al descubierto sus muslos suaves y deliciosos, yo me acomodé mejor para disfrutar del espectáculo que esa niña me estaba dando. No estaba seguro si era a propósito lo que hacía, pero en un momento levantó más la pierna cruzada y pude ver su ropa interior, esta vez color blanco. Mi pene se puso duro al instante y tuve que moverme para que no se notara la erección, Valentina captó el movimiento y juraría que sonrió en ese momento. Poco después ella se bajó el vestido inocentemente y continuó leyendo. Yo me levanté de la silla, ya con la erección desaparecida y me puse a arreglar cosas en el patio, acomodar trastos viejos, limpiar hojas caídas, cosas así, de reojo notaba su mirada sobre mí y cuando volteé a verla ella desvió rápidamente la vista y se sonrojó muy coquetamente. Casualmente le pregunté acerca de su mamá y su abuela y me dijo que estaban fuera visitando a un familiar, que llegarían en un rato más.
Le pregunté que estaba leyendo y me dijo que era una novela romántica y así comenzamos a platicar, después de un rato salió el tema de los novios y me dijo que nunca había tenido y que su mamá no la dejaba. Yo aproveché para decirle que tampoco tenía compromisos y ella asintió tímidamente, mientras ambos estábamos hablando, su hermanita que estaba en el piso con las muñecas se levantó y entonces me di cuenta que no era un shortcito lo que llevaba, sino sólo un calzón rosa y una blusita ligera, me tomó por sorpresa verla tan cerca cuando llegó con nostros y verla prácticamente desnuda al lado de su hermana me dio un sentimiento de mucho morbo. Valentina la regañó porque se había ensuciado y le dijo que se iba a tener que bañar antes de que regresara su mamá. Fue entonces cuando se despidieron de mí para arreglarse antes de que llegaran a regañarlas.
Durante las siguientes semanas seguí platicando con todas mis vecinas, aprovechaba todos los momentos “a solas” que tenía con Valentina, y lo pongo entre comillas porque siempre estaba Ana con ella, pero casi nunca nos ponía atención. La mayor de las niñas parecía bastante interesada en mi y la muy zorrita siempre estaba enseñándome su ropa interior discretamente, una tarde salió con shortcitos pegados y una blusa blanca, cuando se acercó a mi casa me di cuenta que no llevaba bra puesto que los pezones resaltaban claramente bajo la delgada tela, no pude evitar que se me parara la verga inmediatamente y apenas tuve tiempo de cubrirme pero ella lo notó y se inclinó sobre el muro bajo para saludarme, yo me levanté penosamente tratando de disimular mi erección pero no me fue posible, ella no despegaba los ojos de mi entrepierna y decidí dejar que las cosas siguieran su curso. Me recargué en el muro y ella se acomodó de su lado, empezamos a platicar y yo no podía dejar de ver esos deliciosos pezones a punto de reventar la tela de su blusita. Ella lo notó y se acomodaba para que quedaran a la vista, tenía los senos pequeños pero se veían muy firmes, yo estaba a mil viendo sus senos, me moría de ganas de arrancarle la ropa y lamer todo su cuerpecito, mi pene estaba durísimo y era muy evidente que ambos estábamos disfrutando de la vista.
- Que grande - dijo ella de repente señalando mi pene con la mirada
- Quieres verlo? - le pregunté
Ella no dijo nada, sólo asintió con la cabeza, entonces así pegados al muro como estábamos me saqué el pene para dejarlo a la vista totalmente, ella abrió mucho los ojos y me dijo que nunca había visto uno antes, le dije que podía tocarlo si quería. Extendió una mano temblorosa y comenzó a tocarlo torpemente, yo estaba encantado con ese jueguito, mientras ella me tocaba yo moví mis manos suavemente sobre su pecho para poder rozar sus pezones discretamente pues su mamá podría llegar de improviso. Seguimos un rato más, luego le dije que me dejara masturbarme así como estábamos pues no podíamos hacer gran cosa, ella asintió y yo comencé a tocarme con muchísimas ganas, no tardé demasiado en lanzar chorros de semen contra el muro y el piso, ella sólo se le quedó viendo y me dijo que era increíble.
Después de eso tuvimos varios encuentros similares, donde nos tocábamos y nos mostrábamos discretamente. Llegando a besos un poco apasionados pero apresurados, pero no habíamos podido hacer nada por los horarios de mi trabajo y porque su mamá siempre podía llegar sin avisar, en varias ocasiones Ana estaba muy cerca de nosotros mientras hacíamos nuestros jueguitos.
Casi un mes después de nuestro primer encuentro llegó nuestra gran oportunidad, su mamá me dijo que iba a salir desde el viernes en la tarde y regresaría probablemente el lunes o el martes porque iban a visitar a familia lejana, dijo que las niñas se podían cuidar solas unos pocos días pero que por favor les echara un vistazo de vez en cuando, yo asentí poniendo una encantadora sonrisa asegurándome de tranquilizar a Karen diciéndole que yo me aseguraría de que no necesitaran nada…y así fue como el viernes en la tarde mis vecinas mayores salieron de la casa y yo no podía esperar a que cerraran la puerta.
Una vez que se hubieron ido yo salí al patio de mi casa y Valentina ya estaba ahí, llevaba una blusa rosa y un pantalón de mezclilla ajustado, no llevaba bra y sus pezones ya se notaban duros bajo su ropa. Le pregunté por Ana y me dijo que estaba viendo televisión adentro. Entonces me paré frente a ella, cada quien de su lado del muro, y la besé como nunca la había besado, saboreando sus labios y su lengua mientras le acariciaba los costados y rozaba sus pezones sobre la ropa. Le pregunté qué quería hacer y decidimos que nos quedaríamos en el patio pero de mi lado, puesto que sólo esas dos casas estaban semi comunicadas estábamos a salvo de miradas indiscretas. Le dije que si quería tomar una cerveza para el calor y me dijo que nunca la había probado pero lo intentaría, entonces pusimos un par de sillas cerca del muro para estar pendientes de Ana y comenzamos a tomar, ella tardó un poco en agarrarle el gusto pues yo acostumbro beber cerveza muy oscura y por lo tanto bastante amarga. Pero al terminarse la primera cerveza ya se veía bastante animada y ansiosa, al destapar la segunda para cada uno salió Ana y nos preguntó que estábamos haciendo, le dije que era algo secreto y que si se portaba bien tendría un premio el día siguiente; ella asintió entusiasmada y me dijo que quería probar lo que teníamos, yo le dije que no le iba a gustar pero insistió.
Le dio un par de sorbos y efectivamente no le gustó, pero se quedó con nosotros, eso me decepcionó un poco porque no podía hacer demasiado con Valentina mientras Ana estuviera con nosotros, así que idee un pequeño plan, pondría un poco de vodka en un jugo para que la niña lo bebiera y así dormiría más pronto de lo normal. Su hermana estuvo de acuerdo y así fue, pasó menos de una hora y Ana empezó a cabecear, así que la lleve dentro de mi casa, no tenía muchos muebles pues no los necesitaba pero tenía un sillón, algunas sillas, una mesa y mi cama en el cuarto. Así que dejamos a Ana dormida en el sillón y nos fuimos a mi cuarto, no me molesté en cerrar la puerta pues no había absolutamente nadie que pudiera interrumpirnos. Una vez sobre la cama lo primero que hice fue quitarle la blusa a Valentina, era la primera vez que podía ver sus pechitos con total libertad, tenía pezones oscuros y grandes en unos senos deliciosamente firmes, los besé, lamí y toque por todos lados mientras ella gemía y se retorcía de placer. Después le quité el pantalón y la dejé vestida únicamente con un calzoncito blanco que me excitó demasiado puesto que ya estaba mojado por tanta excitación de la niña, ella abría las piernas y arqueaba la espalda pidiendo más, estaba a todo lo que daba puesto que llevábamos mucho tiempo aguantando por este momento, me coloqué entre sus piernas y comencé a besar su vagina sobre la ropa interior, cuando le hice a un lado su calzón me di cuenta de que estaba muy peludita, después de todo era una adolescente en pleno desarrollo, me excitó mucho descubrir que su clítoris sobresalía entre sus labio vaginales empapados, ese delicioso botoncito me estaba llamando así que comencé lamerlo suavemente, haciendo presión con la punta de la lengua, eso le fascinó y comenzó a moverse rítmicamente para coordinar su cadera con mi lengua.
Así tuvo el primer orgasmo, entre convulsiones, gemidos y gritos.
La desnudé completamente y la dejé recuperarse un poquito, la visión de esta preciosa niña desnuda en mi cama, con sus senos moviéndose agitadamente, su vagina peluda escurriendo jugos y las piernas totalmente abiertas era demasiado para mí, sin pensarlo dos veces me puse un condón y me coloqué en posición sobre ella, estaba tremendamente lubricada así que la punta de mi pene entró con relativa facilidad pero me topé inmediatamente con su himen, ella gemía entre dolor y placer, pero no me decía nada, así que seguí moviéndome suavemente dentro de ella sin romperla todavía. Justo cuando me disponía a meterle toda mi verga una vocecita preguntó inocentemente
- Qué hacen? -
Ana estaba parada en la puerta del cuarto, llevaba puesto un shortcito rosa y una blusita rosa también, iba descalza y tenía cara de sueño y un poco de borrachera por lo que le habíamos dado, Valentina no sabía que hacer. Y honestamente yo estaba buscando una solución, así que sólo atiné a decirle que estábamos jugando, Ana se acercó más y vio mi verga medio metida en su hermana pero no alcanzaba a entender que estaba sucediendo, nos dijo que también quería jugar. La cara de Valentina reflejaba pánico pero yo no sabía realmente que hacer, así que le dije a Ana que se tenía que quitar la ropa para poder jugar, ella no dudó, tal vez por el alcohol o por el sueño, o ambos.
Primero se quitó el short y el calzón al mismo tiempo y pude ver su vaginita gordita, sin un solo pelito y cuando se quitó la blusita se le veía el pecho plano y los pezones apenas evidentes, eso me excitó mucho, tener a las dos hermanitas desnudas sólo para mí. Le dije a Ana que se subiera sobre su hermana y le diera besitos en los pechos, la niñita se puso en cuatro sobre Valentina dejando su vaginita y colita expuestas a mí. Yo seguía moviéndome dentro de su hermana y comencé a usar los jugos de Vale para lubricar a Ana y poder acariciarle sus partes.
Sin avisarle clavé mi verga entera en Valentina, rompiendo su himen y haciéndola gritar de dolor, seguí moviéndome despacio mientras Ana preguntaba qué estaba pasando, le dije que tenía que hacerle cosquillitas a su hermana con la lengua porque le dolía un poquito el juego pero pronto se le pasaría. La pequeña niña lamía los pezones de su hermana con avidez, estaban durísimos por la acción de la lengüita y la excitación de la penetración. Yo estaba excitadísimo teniendo dos vaginas a mi disposición y me extasiaba manosear a Ana mientras cogía a Vale, no pude aguantar muchísimo y comencé a tener un orgasmo que me hizo bombear con mucha fuerza a Valentina y eso hizo que ella también tuviera un orgasmo muy rico, cuando salí de la vagina de vale había restos de sangre mezclados con sus jugos y eso se veía delicioso. Me incliné a lamerle la vagina a ambas alternativamente. Luego los tres nos separamos y mientras vestíamos a Anita le dijimos que tenía que guardar el secreto y que recibiría premios, aunque no estábamos seguros de cuanto recordaría al día siguiente.
Valentina me dijo que durmiéramos los tres juntos, yo acepté gustosamente y así terminó nuestra primera experiencia. Pronto la segunda parte…
A mis 12 años, con unas chavas de 12 13 y 14, algo nuevo para mi, mi iniciacion hacia el sexo, practicamente una orgia con ellas y con mis amigos, simplemente algo que recordare por el resto de mis dias.
Relato erótico enviado por Anonymous el 08 de June de 2004 a las 09:55:40 - Relato porno leído 464933 veces
La lleve a su recamara dentro los aposentos de la iglesia, ella repetía que era una locura pero también ya estaba caliente, lo note por su humedad que tenía ya en su vagina, ella me dijo que nunca había estado con un hombre y que no sabía ni como se hacía el sexo más yo le dije, “No te preocupes mamacita yo te guio” le subí totalmente su vestido y le abrí sus sexys piernas.
Relato erótico enviado por reycolegial el 07 de September de 2009 a las 16:44:00 - Relato porno leído 200972 veces