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Viaje

Relato enviado por : Anonymous el 30/07/2013. Lecturas: 2160

etiquetas relato Viaje   Confesiones .
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Resumen
Una experiencia maravillosamente erótica durante un viaje ¿de placer?


Relato
Era fin de semana y mi esposo estaba trabajando fuera, en una linda playita cerca de aquí y decidí que era buena idea alcanzarlo para pasar el fin de semana juntos y así romper con la rutina, había sido una semana pesada, entre la agobiante carga de trabajo y el esquivar el incesante e insistente intento de conquistarme de Alberto, uno de mis compañeros de trabajo al que últimamente me le he metido en su cabeza, y no es que no me gustara el chico, era atractivo y simpático, pero siempre he pensado que no es saludable mezclar el trabajo con el placer, es mejor mantener las distancias con los compañeros de trabajo, no vaya a perder una la compostura y la buena imagen que tanto ha costado mantener; aunque esa tarde, a pesar de los desalentadores comentarios que le propiné, me siguió hasta el estacionamiento tratando de convencerme de llevarme a cenar esa noche, a lo cual me negué utilizando el mayor tacto posible, evitando lastimarlo pues, a fin de cuentas, pasamos la mayor parte de nuestra vida juntos, como sucede con todos los compañeros de trabajo, tanto que, a veces, los llegamos a sentir como nuestra familia; dejé que me acompañara y le prometí que pensaría el salir con él alguna noche, con lo cual él quedó contento y yo me desprendí así del último lazo que me ligaba a mi rutinaria vida.
Cuando llegué a mi departamento llené mi maleta con lo indispensable para un viaje corto, aún traía mi uniforme puesto, los viernes siempre llevábamos un traje sastre que a mí me fascina llevar, es azul claro con el saquito corto, que esa tarde había combinado con una blusa rosa pálido, y la falda no muy ceñida más bien poquito amplia rematando arriba de la rodilla y con una abertura hasta medio muslo; solo me quité mis medias y salí sin cambiarme de ropa rumbo a la central de autobuses, preferí el autobús, era más relajante viajar así, dejando que otra persona sea la que sufra la tensión de manejar, yo quería liberarme de cualquier tensión.
En la estación me informaron que el viaje me tomaría unas tres horas y media; emocionada por el viaje corriendo alcancé a subirme, solo llevaba una maleta pequeña, así que podía acomodarla en el portaequipaje arriba del autobús, estaba intentando subir mi maleta con mi mente ya sintiendo la suave arena de la playa envolviendo mis pies, cuando sentí en mi oído la caricia de una voz muy varonil que me decía ¿me permite ayudarla? Al tiempo que tomaba de mi mano la maleta y la subía antes de que yo pudiera reaccionar, con la mejor de mis sonrisas agradecí su amabilidad y me encontré con la penetrante mirada de sus oscuros ojos, sentí que miraba más de lo que yo hubiera querido que viera en mis ojos, era un señor con mucha personalidad y de presencia muy agradable, moreno, de cuerpo atlético, de fácil y encantadora sonrisa, me dijo que seríamos compañeros de viaje, ante la perspectiva de que compartiríamos casi el mismo espacio me sentí contenta en mi interior, pues aunque no lo conocía me inspiró de inmediato mucha confianza e imaginé que el viaje junto a él iba a ser agradable, pero nunca imaginé qué tanto.
Nos presentamos y platicamos de cosas triviales antes de el autobús saliera de la ciudad y pusieran la película que es para que no se haga aburrido el viaje me supongo, pero con tan triste suerte de que, a pesar de no haber viajado durante meses en un autobús y tener casi el mismo tiempo de no ver una película, pusieron una que yo ya había visto, fingí interés para no incomodar a mi compañero de viaje en caso de que él quisiera verla, esa era mi intención antes de comenzar a dejarme vencer por el cansancio y entrecerrar mis ojos, pero muy pronto me di cuenta de que había algo que le interesaba ver a él más que esa película, sentí que su mirada estaba sobre mí, recorriendo lo que mi falda dejaba descubierto de mis muslos, que era más de lo que yo acostumbraba pues, sin darme yo cuenta, la falda se había subido un poco más de lo normal, mi primer impulso fue el de volver a cubrirlos, pero pudo más la inquietante sensación que me provocó el sentir esa mirada llena de deseo alimentando a mi vanidad, así que mejor fingí que dormitaba para que él así no se detuviera en contemplarme y de esa manera disfrutar de su mirada en mí, era una sensación muy agradable, casi sentía la caricia de sus ojos en mi piel desnuda, me volteé un poco recostando de lado mi cabeza en el asiento y doblando un poco mis rodillas, pues sabía que mi falda subiría más y el deseo en su mirada también, sentía yo un delicioso cosquilleo en mi interior, ese que te llena cuando sabes que tu presencia no es indiferente ante la mirada de un hombre apuesto; con mis ojos entrecerrados también yo lo miraba a él sin que él lo supiera, ví como metía su mano dentro de su pantalón para acomodar cierto bultito que no estaba en su lugar, tenía puesto un pantalón de mezclilla, ajustado, por lo que podía ver el contorno de sus piernas y como su virilidad crecía dentro de ese pantalón al mirarme, eso seguía alimentando a mi ego femenino; pero no solo eso pues también esa visión comenzó a inquietarme mucho, a despertar mis fantasías, a imaginarme lo que sucedería si perdiera yo la compostura y no pensara tanto en cuidar “mi imagen” tan inmaculada en mi rutinaria vida, comencé a preguntarme que sucedería si yo me desinhibiera un poco, si me decidiera a romper el hielo y a dejarme llevar por la situación, éramos un par de desconocidos que sentíamos atracción mutua y yo quería romper con la monotonía, no existía negocio de por medio, no había alguna mirada indiscreta que fuera a perjudicar mi imagen, después de estar buscando y encontrando pretextos para dejar salir mi floreciente sensualidad, abrí mis ojos buscando los suyos y, como yo imaginaba, estaba mirando a placer la parte de mi anatomía que había decidido mostrarle, sintió mi mirada y subió la suya, en sus ojos había deseo mezclado con rubor, en los míos complacencia y en mis labios mi mejor sonrisa para que no se sintiera apenado, él me correspondió con la suya y un gesto que yo interpreté de disculpas ofrecidas.
- Está aburrida la película ¿verdad? – le pregunté.
- No tanto – me dijo – lo que sucede es que con usted a mi lado no puedo concentrarme en ella.
- ¿Debo tomarlo como un halago? – pregunté.
- Tómelo como una manera de decirle que es usted muy hermosa – respondió.
- ¡Va a hacer que me sonroje!- le contesté al mismo tiempo que mi mano rozaba la mezclilla que cubría su muslo, muy cerca de donde yo notaba su excitación, lo suficiente como para que él se diera cuenta de que yo lo había notado.

Con esa caricia despreocupada que sintió de mí, él se sintió más en confianza y tomó mi mano, que ahora estaba entre mis piernas, rozando con las yemas de sus dedos mi piel desnuda, sin mediar más palabras y mirando fijamente a sus ojos, tomé su mano entre las mías para demostrarle que no me molestaba su caricia y después la liberé encima de mis muslos para que él siguiera acariciándome, su mano se sentía suave, así que dejé que él la deslizara por mis muslos, volví a entrecerrar mis ojos para disfrutar de esa mano suave que cada vez se metía entre mis muslos desnudos, alcanzaba yo a ver su piel morena contrastando con la claridad de la mía, sentía cada vez más profundas y placenteras sus caricias, su mano entraba cada vez más dentro de mi falda, yo ya no la iba a detener, yo sabía en ese momento que él no iba a parar ni yo lo iba a tratar de que lo hiciera, sentí como la yema de sus dedos rozaba mi tanguita que ya comenzaba a humedecerse y a abrirse como un capullo en su mano, deslicé mi mano en su brazo fuerte, velludo, hasta llegar a su hombro y despacio, volví a bajarlo hasta su mano recorriendo esa deliciosa selva que tenía en su brazo. Su otra mano la sentí en mi nuca, entre mis cabellos, acercándome a él sin oponer yo resistencia, sintiendo su aliento cerca de mí, recreando mis sentidos mientras nuestros labios se juntaban antes de sentir su húmeda lengua buscar la mía, mordió mis labios despacio con los suyos yo entreabrí los míos y dejé que él deslizara entre ellos su húmeda lengua hasta encontrar la mía, mientras me besaba, su mano ya estaba completamente dentro de mi falda, tratando de quitarme mi tanguita, entonces yo recliné al máximo mi asiento y lo ayudé en su maniobra, ahora estaba yo recostada boca arriba, con mi falda subida más arriba de medio muslo, con mis piernas abiertas recibiendo las caricias de él y mis ojos entrecerrados dejando que mis demás sentidos se llenaran de placer…

Ahí seguía yo, totalmente abandonada al placer de mis sentidos, sintiendo como las yemas de los dedos de aquel desconocido me hacían retorcer de placer, olvidándome de donde estaba y quién era yo, desvaneciendo cualquier asomo de pudor dentro de mi ya debilitada conciencia, en ese momento solo sentía un delicioso hormigueo dentro de cada terminal nerviosa de mi cuerpo, así, cuando sus dedos me penetraron más profundamente, rozando las paredes de mi vagina, no pude reprimir un gemido de placer, que seguramente se escuchó en todo el autobús, lo que a esas alturas ya me tenía sin cuidado, solo quería seguir sintiendo esas oleadas de placer; no así al macho que tenía a mi lado, pues él si tuvo la lucidez suficiente como para cubrir suavemente mi boca con su mano y colocando su ligera chaqueta sobre mis piernas para así seguir llenándome de placer, mis piernas ya estaban completamente abiertas para él, para ese desconocido que sabía despertar en mí la sensualidad que, hasta entonces, solo mi esposo me había encendido; entre su mano y su boca ahogaron mis siguientes gemidos durante los espasmos de los tres o cuatro orgasmos que me provocó; mientras tanto yo tenía dentro de mi mano su miembro completamente duro y desprendiendo sus jugos lubricantes que yo me encargaba de untar a lo largo de su miembro, desde la puntita hasta su escroto, con la palma de mi mano.

Después del último orgasmo que me hizo tener, y cuando sentí que su pene estaba por explotar, decidí corresponder su atención y me sumergí dentro de su chaqueta, bastó que rozara con mi lengua la punta de su pene, para que él murmurara a mi oído que ya estaba por venirse, eso me excitó más y lo envolví con mis labios, sin mover mi cabeza, pues su vientre se movía solo penetrando mi boca cada vez con más fuerza; a pesar de que sentí cuando su tibio y espeso líquido salía por la punta de su pene, no pude evitar que entrara dentro de mi boca al momento que él emitía un ahogado gruñido de placer.
En silencio bajé mi falda nuevamente hasta una altura que se pudiera considerar decente, sin poder ponerme mi extraviada tanguita, y me levanté con la intención de ir al sanitario del autobús a asearme, sentía las miradas de los demás pasajeros sobre mí, claro que sospechaba que se habían dado cuenta de lo que había hecho, sospecha que sentí confirmada al ver la sonrisa como de complicidad de una de las pasajeras que no me quitaba la vista, sonrisa que le regresé cuando leí en sus labios que me preguntaba si había estado rico!
Regresé ya más compuesta a sentarme junto a mi compañero de viaje que todavía me tuvo abrazada y llenándome de besos durante el resto del trayecto, al llegar a nuestro destino, me enseñó mi extraviada tanguita diciéndome que él la iba a conservar, ahí, dentro del autobús, nos despedimos con un beso profundo y prolongado, pues sabíamos que nuestros respectivos cónyuges nos iban a recibir en la terminal, me dio su tarjeta y bajamos del autobús como dos perfectos desconocidos.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 19:55) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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