Una mujer madura se enfrenta a dos ladrones dentro de su casa.
Relato
Estábamos en la sala, y de pronto al más viejo, que a todo esto calculé que tendría unos 60 años, se paró y fue a encender la radio, busco una estación hasta que encontró una donde tocaban música lenta y romántica. Bajó el volumen de la televisión y apago las luces, dejando todo iluminado con la luminosidad del televisor.
Luego se acercó a mí y me dijo:
—Venga, bailemos un poco…
Me sorprendió la invitación tan fuera de lugar, pero como me daba cuenta de su estado de ebriedad temí que al negarme se pusiera violento, así que me levanté y nos pusimos a bailar en medio de la sala en las penumbras que dejaba la pantalla del televisor.
Me sentía ridícula, yo vestida solo con mi camisola y él solo con una de mis batas de levantarse. Me acercó a su cuerpo y se apretó contra mí, yo trataba de parecer tranquila y le seguía los pasos, el joven sentado en el sillón con una copa de vino en la mano se reía y nos alentaba. Mire el reloj de la pared y marcaba pasadas las veintitrés horas, pensé que seria una larga noche si ellos no se quedaban dormidos con el vino.
Estuve bailando con el viejo un buen rato, y él cada vez se apegaba mas a mi, apoyaba su cabeza en mi hombro y con sus brazos me apegaba a su cuerpo, yo me dejaba llevar sin decir palabra, mirando de vez en cuando al joven que había traído otra botella de vino y a cada rato nos ofrecía las copas. Lentamente fui sintiendo la erección de la verga del viejo en mi cuerpo. No sabía que hacer, si me separaba un poco de él haría notorio el hecho, y si seguía así apegada a su cuerpo él se excitaría excitando más. De pronto me di cuenta que yo estaba bastante mareada, y ellos también. Yo sentía mucho calor, debido a la calefacción de la estufa y al efecto del vino. Ellos también lo sentían, pues vi que el mas joven se abría la bata y se quedaba así, de pie con mi bata entreabierta, pude ver su cuerpo desnudo, velludo y atlético, y también vi su verga, fláccida, colgando de una espesa mata de vellos púbicos. Estaba mirándolo cuando el me pilló haciéndolo, cruzamos las miradas y el dijo sonriendo:
—Hace un calor terrible, porque mejor no nos desnudamos?
Yo di un salto y me separe del viejo, sentí que mis mejillas se ponían rojas.
—Yo no siento calor…—, dije en voz baja.
—Como no!—, dijo el joven si sus mejillas están muy enrojecidas…, no sea vergonzosa…
No supe que hacer, el se saco al bata y la tiro encima del sillón, y se quedo ahí en medio de la sala completamente desnudo. El viejo se ría e hizo lo mismo. Yo estaba aterrada.
Como me imaginaba, la verga de viejo ya estaba erecta y él se la toco riendo y mirándome. Yo sonreí apenas, sin saber que hacer, esperando lo peor.
—Por favor —, dije con voz suplicante—, váyanse…, o déjenme irme a dormir, ustedes se pueden ir cuando quieran.
Pero ya no había nada que hacer para impedir lo que yo temía.
—Patroncita —, dijo el joven mirándome con ojos maliciosos—, usted ya sabe lo que pasará, no se resista y todo será más fácil…
—Nooo… por favor nooo!! —, alcance a decir.
El más viejo me tomo de los brazos por atrás y me fue empujando al dormitorio, al llegar me empujó a la cama y me ordenó:
—Quitate la camisa!!
El joven miraba sonriendo desde la puerta con el cuchillo en la mano. Se había quitado la bata y con su otra mano se acariciaba su verga. No tenia mas opción que obedecer, así que sentada en la cama me saque la camisola por encima de la cabeza, cuando la saqué vi frente a mí un pene enorme, con unos grandes testículos hinchados y cubiertos de pelo, estaba erecto, apuntando hacia mi… Me quedé paralizada sin saber qué hacer, estaba a la aterrorizada y a la vez excitada…, quizás por el efecto del vino, o porque esa situación la había estado esperando desde que vi a ambos hombres en la sala. Cada vez me sentía más mareada… el viejo se movió rápido y se lanzó sobre mi. Me asusté, aunque no tanto como yo esperaba, ya había llegado el momento que temía. Intenté apartarme, separarme, pero no pude, él era mucho más fuerte de lo que parecía y yo en realidad no iba a resistirme… Cogió mis dos tetas con sus manos, las apretó como si fuesen pelotitas de goma y me pellizcó con fuerza hasta que grité de dolor y de sorpresa… Pero los pezones se me pusieron muy duros y aumentaron su tamaño… Me agarró, me apretó con más fuerza contra su cuerpo, me besó una y otra vez, y, con un movimiento suave pero decidido, me recostó encima de la cama. Y enseguida se lanzó sobre mí y me cubrió con su cuerpo. Noté todo su cuerpo encima del mío… el viejo sudaba, jadeaba como un animal, parecía una extraña fiera furiosa, yo me sentía tan abandonada, tan débil, sabía lo que él me iba a hacer… Y yo no podía hacer nada por evitarlo… Se me vino a la mente la frase, “Si la violación es inevitable, relájese y disfrútelo”. Además no podía moverme… Cerré los ojos y me entregué a lo que viniera. Noté que su pene se paseaba por encima de mi vientre... Yo sabía que pronto querría metérmelo dentro del cuerpo… Se apartó un poco y se arrodilló a la altura de mis piernas. Me separó los muslos, bajó la cabeza a mi vientre y empezó a lamer y besar mi sexo… Introducía la lengua en mi vagina, y yo pensaba que iba a explotar, que me moría de placer con aquellas caricias que me estaba haciendo… Así estuvo un buen rato, y después fue subiendo mientras substituía la lengua por sus dedos, con los que me acariciaba y pellizcaba el vientre y la cara interna de mis muslos. Al final ya me volvió a cubrir completamente, con su cadera y su culo entre mis muslos abiertos, su vientre y su pecho apretando los míos… no podía casi respirar, me ahogaba, sudaba, notaba que mi piel ardía, gemía… El hombre me besaba en la boca, el cuello, me lamía, me chupaba los pezones de los pechos recordé una frase que había leído hace tiempo y que se me quedó en la memoria; “Si la violación es inevitable, relájese y disfrútelo”. ¡Qué sensaciones de placer infinito sentía yo cuando lo hacía!, todo aquello me enloquecía, me gustaba hasta el infinito, el viejo sabía lo que tenía que hacer para que yo me lo pasase bien, se le notaba muy seguro. Sudaba, jadeaba, yo también sin pensarlo me movía…
Y sentí, de pronto, que algo se metía en mi sexo, algo penetraba dentro de mí…. Algo empezaba a entrar en mi cuerpo… Tal vez eran los dedos del hombre de nuevo, pero, no, no podía ser, claro, sus dos manos estaban en mi cuerpo y en mi culo, aquello que se metía en mi vientre, no era ningún dedo, era mucho más grande, era, claro, su pene… Sí, había empezado por fin a penetrarme, tal como yo, con enorme curiosidad, deseaba y temía… Noté, asustada, que se abría paso, que estaba entrando, que era grande, caliente y duro, se estaba deslizando en mi vagina, cada vez más, estaba impresionada, paralizada, el momento que muchas veces me había imaginado en mis ardientes fantasías de mujer sola. El hombre me abría, avanzaba muy lentamente, milímetro a milímetro, con mucho cuidado, como si él quisiera que aquellos momentos fueran eternos… Me quedé paralizada, sin respirar, le miré a los ojos, a punto de reír y llorar, sentí como su verga se clavaba dentro de mí. Dejé ir una especie de queja que se transformó en un gemido prolongado, mi cuerpo se estremeció, tiré la cabeza hacia atrás, apreté mis labios, volví a quejarme y gemir un poco, y noté como aquello seguía metiéndose en mi vientre hasta lo más hondo, y ahora me besaba la boca con un beso inacabable mientras con la mano agarraba mi culo y lo apretaba contra su sexo, como ayudándose a meter su verga hasta lo más profundo de mi vientre, y más allá si fuese posible, buscó mi lengua hasta morderla, me lamió la cara, me mordió el cuello, me chupó los pechos, me hizo todo aquello que le proporcionaba placer a él y a mi también, empezó a moverse arriba y abajo, yo notaba que su pene duro y caliente entraba y salía de mi sexo, una y otra vez, penetraba más profundamente y volvía a salir…Y aunque sentía un poquito de dolor cuando volvía a entrar hasta el final, me di cuenta de algo, me gustaba sentir su pene dentro de mi vagina, era muy agradable y enervante notar el miembro agitarse dentro de mi vientre, sí, el dolor se mezclaba con algo muy excitante y placentero que me dejaba sin respiración, zarandeándome con grandes espasmos, se meneaba y yo me estremecía, me continuaba besando, mordiendo, me gustaba, y yo gritaba, gemía, me ahogaba y reía, estaba como electrizada…
De pronto, sin darme cuenta, como en un sueño, me encontré pasando una mano por su espalda y apretando el culo del viejo contra mi vientre con la otra, al tiempo que lo besaba y seguía lloriqueando de placer y jadeando de asfixia, completamente enardecida mientras mis muslos abrazaban con gran fuerza su cadera. La verdad era que yo resplandecía torturada con el fulgor de mil estrellas que nacían en mi cuerpo, nunca me había sentido tan encendida y estimulada como ahora, sintiendo esa verga revolverse dentro de mí…, ni siquiera en los primeros meses de mi fallido matrimonio.
Me enganché al hombre, que continuaba agitando su falo de manera cada vez más salvaje, respirábamos faltándonos aire, le besé, le mordí el cuello, apreté su culo contra mi vientre hasta sentir dolor y deleite cuando me la encajaba con violencia, me removí de todas las maneras, acompasando mis movimientos a los suyos. Era inesperado, sí, la gran revelación y sorpresa, aquello me gustaba hasta morir de placer mientras la verga del hombre no dejaba de hurgar dentro de mí, frotándose contra las paredes de la vagina, entrando y saliendo una y mil veces. El hombre jadeaba, me miraba, cerraba los ojos, me bañaba con su sudor, yo también sudaba, el horror del gran placer, no puedo explicar bien con palabras lo que sentía… Inesperadamente, de golpe, como un trueno, él dio un gemido más alto, casi como una queja desesperada, como si algo explotase dentro de él… Se quedó quieto un momento, su cuerpo se puso como rígido, como duro, y luego empezó a estremecerse encima de mí, de forma colérica, muy acelerado, parecía que él explotaba exasperado, sin aliento, su verga entraba y salía de mi sexo a gran velocidad, me zarandeaba y aplastaba como si veinte caballos estuviesen galopando furiosos encima de mí, me sorprendía que mi placer crecía hasta el infinito, a pesar del dolor que a veces aún notaba… Me maltrataba y eso me excitaba hasta reventar, empezó a gemir más alto, a gritar y aullar, como si un lobo se ahogase en medio de mil torturas, clavándome su verga hasta el límite, un líquido muy caliente me entraba a borbotones, como si brotase de una fuente que inundaba el interior de mi vientre, me notaba húmeda, extraña… el viejo estaba eyaculando dentro de mí, había llegado al orgasmo más salvaje de su vida, según me dijo después, y yo, no puedo casi ni explicarlo, clavé mis uñas en la espalda y el culo del hombre y también exploté, gemí, me quejé, me puse a jadear sin oxígeno en los pulmones, me agité con tanta agonía como él, le besé, le mordí hasta hacerle gritar de dolor… Era como si ahora mil bestias salvajes resucitasen de un sueño de siglos dentro de mí, no podía respirar, y aquello seguía, seguía, ahora era yo quien zarandeaba al hombre enloquecida, ya no me importaba reventar con tal de seguir en aquel cielo de placer infernal… No sé cuánto duró, medio minuto o un milenio, después empecé a quedarme quieta, en reposo, poco a poco, al final no me movía, sabía que a lo mejor ya estaba muerta, él continuaba encima de mí, estábamos bañados en sudor, Le acaricié la cabeza, con la otra mano agarré su pene, todavía dentro de mí, y toqué un líquido caliente, denso y viscoso que salía de mi sexo y mojaba mi vientre y la sábana. El hombre estaba medio dormido, exhausto, pero no me molestaba, me gustaba sentir todo el peso de su cuerpo encima del mío… Todo fue quedando en silencio, ya no se oían ruidos, sólo nuestra respiración recuperándose poco a poco… Pasó un tiempo, unos minutos, y lo aparté un poco, hice que se pusiese de lado, noté como su verga, ahora más pequeña y blanda salía de mi sexo… Se quedó pegado a mí, puso su mano en mi vientre y se dedicó a sorber, lamer y succionar el pezón que le quedaba más cerca de la boca y después el otro, yo me atreví a jugar con su pene, a palpar sus testículos…, levanté la vista y vi al joven sentado en la esquina de la cama masturbándose lentamente con la vista clavada en mi cuerpo desnudo y sudoroso.
Sigue…
Le subí completamente su falda abriendo sus piernitas exquisitas, inicie a mamarle sus piernas cada centímetro de ellas hasta que llegue a su zona vaginal todavía cubierta por su calzón, con mi boca muy lentamente le fui retirando el calzón hasta que le vi por primera vez su vagina hermosa, la cual estaba súper mojada de sus flujos vaginales, ella comenzó a gritar de placer y fue más cuando tome un poco de crema de chantillí aplicándole en toda su raja vaginal, con esto empecé a comerle el coño.
Relato erótico enviado por Anonymous el 25 de September de 2009 a las 17:28:48 - Relato porno leído 234390 veces
Llegue al bar y estaba Sebastian esperandome, me vio y no sacaba su vista de mi cuerpo, lo salude con un beso muy cerca de su boca para hacerle los ratones, inmediatamente me pregunto si no queria ir a su departamento (era del padre que se lo habia dejado encargado por unos dias ya que estaba en Chile). Le dije que bueno y subimos a su auto- Llegamos a su departamento y cuando entre hice un movimiento sexy con mi culo.....
Relato erótico enviado por gatitacelosa el 04 de April de 2012 a las 23:28:46 - Relato porno leído 201942 veces
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Palomasola
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:08) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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