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Violador castigado

Relato enviado por : narrador el 28/03/2012. Lecturas: 5342

etiquetas relato Violador castigado   Amor filial .
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Resumen
Yo nunca pensé, que algo así me fuera a suceder a mí. Todo se debió, a la envidia o rencor que me tenían mis primos y sus amigos, cosa que yo sentía pero nunca le di importancia, por ser el único del grupo que pude salir del pueblo, que llegué a estudiar y graduarme en la universidad, y de que mis padres me heredaron la hacienda, aparte de que hace unos cuantos años a tras llegué a acostarme un sin número de veces con sus novias, hoy sus actuales esposas, mucho antes que ellos lo llegasen hacer.


Relato
En mi vida jamás había pasado por nada parecido a lo que me sucedió, después de estar un buen tiempo, por estudiar y posteriormente trabajar en la ciudad, sin compartir con mis primos y sus amigos, cuando regresé a nuestro pueblo después de la muerte de mis padres, para vender la hacienda, uno de mis primos Mario que estaba a cargo de administrar mi hacienda, y cuando se enteró que pensaba venderla, a una compañía extranjera, me pidió que pasáramos el fin de semana en la hacienda, como no tenía ningún otro compromiso acepté, con la idea de ir a montar a caballo, bañarme en el rio, como cuando era adolescente, y divertirme sanamente.

Yo llegué a la casona de la hacienda, el viernes ya comenzando a oscurecer, mi primo Mario, sus dos hermanos Joaquín, y Ernesto, además de su amigo Ignacio me estaban esperando. No bien me bajé de mi auto que lo primero que me pusieron entre las manos fue un trago de ron, y tras bajar mi equipaje y acomodarme en la habitación principal, me dirigí a la gran parrillada que ellos estaban preparando fuera de la casa.

Ya serían como las ocho de la noche, cuando los cinco ya habíamos comido, y reunidos en el frente de la casona, nos dedicamos a charlar sobre los viejos tiempos, hablamos sobre las mujeres que habíamos conocido íntimamente. Pero en todo momento aunque yo me había dado cuenta, no dejaban que mi vaso estuviera vacio. Ya a eso de las diez de la noche, me encontraba algo picado por lo mucho que había bebido, por lo que le comunique a mis primos y a su amigo, mi intención de irme a dormir, fue cuando Ignacio el amigo de mis primos, me preguntó si al día siguiente yo tenía algún compromiso o debía ir a trabajar, a lo que le respondí desde luego que no. Fue cuando los cuatro insistieron en que me quedase bebiendo con ellos, hasta la madrugada, al fin y al cabo no teníamos ninguna obligación al día siguiente. Yo sin que me presionasen mucho acepté.

Después de un buen rato, mi primo Mario, se levantó, y separándose un poco del grupo, pero dándonos el frente, sin ningún tipo de vergüenza alguna bajó la cremallera de su pantalón y extrayendo su miembro, descaradamente se dedicó a orinar frente a nosotros. No sé realmente por qué me le quedé viendo de manera insistente su miembro, cuando Mario comenzó a vacilarme, dejé de hacerlo. Pensé en esos momentos, que fue simple y sencillamente curiosidad por parte mía, por lo que no le di importancia al vacilón que me montó mi primo.

Seguimos bebiendo y hablando sobre algunas mujeres del pueblo, con las cuales cuando yo estaba más joven en algún momento yo me había acostado, ignorando por completo, que algunas de esas chicas de las que estaba hablando y me había acostado, ahora eran las esposas de ellos. Al rato Joaquín hace lo mismo que Mario, es decir se pone a orinar frente a nosotros y yo inocentemente también me le quedé viendo su miembro, pero sin que ninguno de ellos me llamase la atención. Cuando finalmente Joaquín dejó de orinar y guardó su verga, Ernesto hizo lo mismo, pero colocándose un poco más cerca de mí persona, y al terminar de orinar, se me quedó viendo, y aun con su verga entre sus dedos, me dijo. Si quieres probarlo, por mí no hay problema. Al principio, pensé que por lo tomado que yo estaba no comprendí lo que mi primo me decía, pero cuando finalmente caí en cuenta de lo que él estaba diciéndome, algo avergonzado me puse a reír tratando de tomarlo a broma, pero Ernesto se mantenía de pie frente a mí, sujetando su semi erecto miembro entre sus dedos, y volvió a repetirme lo mismo, si quieres probarlo, por mi no hay problema. Además de inmediato se refirió al resto y les dijo, ¿verdad que por ustedes no hay problema si él, refiriéndose a mí, quiere probar mi verga? De inmediato Joaquín, Mario, e Ignacio dijeron que por ellos no había problema, además Mario riéndose al mismo tiempo que se me acercaba, comentó. Si quieres probar la de Joaquín o la mía primero, nadie se va a molestar.

Yo estaba de lo más confundido, frente a mi rostro tenía ya una parada verga, aunque en mi vida jamás me habían atraído los hombres, en ese instante, algo hacía que lo que me proponía mí primo, no me sonase nada descabellado. Yo en medio de mi confusión traté de ponerme de pie, para retirarme, fue cuando sentí la mano de Mario sobre mi nuca, fue como si una corriente recorriera todo mi cuerpo, lo siguiente que recuerdo fue, que mi primo y sus dos amigos, me comenzaron a quitar la ropa, pero yo estaba tan ebrio o drogado, que no pude evitar que lo hicieran. Una vez que estuve por completo desnudo, apenas y me podía mantener en pie, preguntándome que era lo que me pasaba, de momento entre los cuatro me han agarrado, y prácticamente me han llevado cargado a la habitación principal de la casona, donde me acostaron boca abajo en la cama, y a los pocos segundos sentí que uno de ellos me comenzó acariciar mis nalgas al mismo tiempo que le decía a los demás, que yo tenía las nalgas bien firmes y paraditas.

Yo no tenía fuerza alguna, para oponerme a lo que estaba pasando, aunque estaba consciente de todo lo que me estaba sucediendo, fue cuando a mi primo Mario lo escuché decirles a los demás, eso que le puse en la bebida lo ha dejado noqueado, es lo mismo que él les daba a las chicas a las que después violaba. Yo al escuchar a mi primo decir eso, a pesar de lo borracho o drogado que me encontraba, me acordé del sin número de veces que llegué acostarme con algunas muchachas del pueblo, cuando era más joven.

Mi padre había sido por muchísimos años, el boticario, o farmaceuta del pueblo, y yo aprovechándome de eso, aprendí y tuve a la mano muchos fármacos que me permitieron, en muchas ocasiones pasar un buen rato con alguna de las muchas chicas del pueblo. Simplemente le daba alguna de esas pastillas, molidas con el refresco que les brindaba, y después de eso me las llevaba a la hacienda, y en un apartado lugar comenzábamos a besarnos, pero después de un rato ellas por los efectos de esas pastillas, perdían por completo toda inhibición, o simplemente perdían el sentido, en ambos casos, yo aprovechaba para hacer con ellas lo que me daba la gana.

Ninguna de ellas nunca me llegó a denunciar, y es más en ocasiones eran ellas las que me buscaban para volver a salir conmigo. Como por ejemplo Melisa la actual esposa de mi primo Mario, la primera vez que me la llevé, ella dejó plantado a Mario. Después de que le invité una bebida, mezclada con alguna de mis pastillas favoritas, al poco rato y ya en camino a la hacienda, Melisa comenzó a pasar sus manos por sobre entre sus piernas, es verdad que le había dado una fuerte dosis de yohimbina, mezclado con algo de diazepam, un poco de vodka, con bastante jarabe de granadina y goma. A medida que yo conducía, vi como Melisa continuaba pasando rítmicamente sus manos por sobre su falda entre sus piernas, y de manera intempestiva, se subió la falda hasta la cintura y continuó pero con más fuerza pasando ambas manos por sobre su peludo coño, apenas oculto por las pantaletas que a los pocos segundos, muerta de la risa, terminó por quitarse, como si se tratase de una gracia.

Apenas tuve tiempo de llegar a mi escondite, ya en el auto Melisa prácticamente se había desnudado, sin que yo ni tan siquiera la hubiera tocado, así que una vez dentro de mi refugio, Melisa saltó sobre mí, se dedicó a mamar mi verga mientras que yo le hacía lo mismo a su coño, ese día no hubo cosa que los dos no hiciéramos, aparte de besarnos y acariciarnos mutuamente, ella disfrutó de incontables orgasmos, mientras que yo disfruté del placer de penetrar su mojado coño en un sinfín de ocasiones, y hasta de darle por el culo, sin piedad alguna.

Nosotros habíamos llegado a mi escondite a las nueve de la mañana, y desde esa hora estuvimos teniendo sexo salvaje, hasta que tanto ella como yo nos quedamos dormidos. Ya serían las seis de la tarde cuando ella y yo despertamos. Se pueden imaginar a una chica blanca, algo gordita, con su peludo coño completamente descubierto, mientras llorando y ocultando su rostro me decía que no sabía lo que había pasado.

Mientras que yo después de calmarla, le dije que apenas nos habíamos comenzado a besar, ella se subió la falda, se quitó las pantis y comenzó a pedirme que se lo metiera. Claro que no le recordé que le había brindado aquella bebida. Quedamos en que ambos guardaríamos silencio, para no hacerle pasar un mal rato a mi primo, y todas esas cosas. Lo bueno de todo eso es que a Melisa en más de una ocasión no tuve ni que volver a brindarle otra de mis bebidas especiales, ya que apenas se montaba en el auto, se quitaba las pantaletas sin decirme nada.

Así como estuve en innumerables ocasiones con Melisa la novia de mi primo Mario, también estuve con Estela la ahora esposa de Joaquín, y con Madeleine la ex esposa de Ernesto, pero antes de que ellos se casaran. Por eso cuando escuché a mi primo decir, eso que le puse en la bebida, lo ha dejado noqueado, es lo mismo que él les daba a las chicas a las que después él violaba. A pesar de mi condición me imaginé que era lo que me esperaba, por lo que resignado se puede decir que acepté lo que estaba por sucederme, aunque en esos momentos, tontamente lo que me preocupaba era como mis primos y su amigo, se habían enterado de eso que hacía más de diez años, que había sucedido.

Yo seguía tendido sobre la cama, sujetado por pies y manos, con mi culo al aire, y apenas con fuerza para medio moverme y estar despierto, cuando comencé a sentir que una mano acariciaba mis nalgas al tiempo que uno de ellos, riéndose me decía, no te preocupes, los cuatro te vamos a dar por el culo, cabrón. Aunque yo inútilmente trataba de moverme para escaparme, mis fuerzas me habían abandonado, si sentí que separaron mis piernas, y a los pocos segundos, me imaginó que uno de ellos, comenzó ya no a seguir tocando mis nalgas, sino que con sus dedos quizás embadurnados en vaselina a ir penetrándome por el culo. Lo bueno o malo de la condición en que me encontraba, era que si bien no tenía las fuerzas para escapar de lo que me esperaba, a pesar de lo mucho que había bebido, tenía una muy clara conciencia de lo que estaba sucediendo a mí alrededor. Así que cuando al principio comencé a sentir que era penetrado, rápidamente me di cuenta de que se trataba de un dedo, y no de otra cosa, pero a los pocos segundos, se sumó otro dedo, y así sucesivamente, hasta que prácticamente me estaban metiendo una mano completa por mi culo.

En mi condición, de nada valía que me opusiera, así que fui sintiendo como esa mano prácticamente entraba y salía entre mis nalgas, sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo, aparte de quejarme por el dolor y la vergüenza que sentía en esos momentos, lo más que me indignaba era que me estuvieran haciendo eso, pero poco a poco, quizás por la misma condición en que me encontraba, en lugar de sentirme bravo o tan siquiera molesto por lo que me estaba sucediendo, ese sabroso dolor que sentía fue convirtiéndose en algo extremadamente placentero.

Al poco rato quien me estaba metiendo su mano por el culo, dijo. Bueno ya es hora de que me lo clave, y sacando sus dedos de entre mis nalgas, sentí como un desnudo cuerpo se colocaba tras de mí, como un duro y caliente glande comenzó a chocar contra mi esfínter y como el mismo cedió y se abrió ante la presión ejercida por el dueño de la verga que me estaba penetrando. Lentamente sentí como centímetro a centímetro, me fue penetrando, el dolor fue algo mayor, pero a la vez el placer que comencé a disfrutar también fue mucho mayor. En mi vida nunca había contemplado, el llegar a verme en una situación semejante. Pero a pesar de la vergüenza que podía estar sintiendo, del dolor y de la indignación, el placer que sentía era algo muchísimo mayor. Así que a medida que el dueño de esa verga comenzó a moverse sobre mi cuerpo, las pocas fuerzas que tenía las usé para mover mis caderas. Sentía sus testículos, prácticamente chocando con los míos, y como me decía una y otra vez, vamos maricón mueve las nalgas. A lo que yo en medio de la condición en que me encontraba, procuraba hacer.

Yo estaba de lo más concentrado en lo que estaba sintiendo, mantenía mis ojos cerrados, cuando sentí que frente a mi cara alguien se debía haber sentado, instintivamente abrí mis ojos, y me encontré con un miembro que era de mayores proporciones que el mío, pero mustio, flácido.

Medio levanté la vista, y me encontré con el rostro de mi primo Ernesto, su verga la tenía prácticamente frente a mi boca, así que me agarró por el pelo, y levantándome la cara me dijo. Maricón quiero que me lo mames, yo quizás bien pude negarme, pero no hizo falta que me dijera o hiciera otra cosa, ya que de inmediato abrí mi boca, y tras él colocar su pene frente a mis labios, comencé a chupárselo, llegando a introducir gran parte de su verga en mi boca.

Sentí como rápidamente la verga de Ernesto se puso dura y bien parada dentro mi boca. Lo raro es que a medida que comencé a mamar, como que fui recuperando mis fuerzas, y con mayor energía movía mis nalgas disfrutando de las vergas de mis primos, de manera automática llevé mis manos a la verga de Ernesto y a medida que se la continué mamando la fui sujetando, y sin necesidad de que él me dijera nada, yo chupaba y me tragaba por completo todo su grueso y largo miembro.

De momento escuché decir a uno de ellos, al parecer al maricón no le disgusta que le comamos el culo, ni que lo pongamos a mamar. Lejos de molestarme sus palabras, yo más disfrutaba de lo que ellos me estaban haciendo. Ernesto estaba tan y tan caliente por la mamada que yo le estaba dando que al momento de venirse, como que él pensaba sacar su verga de mi boca, y regarme su leche en mi cara, pero yo seguí chupando y mamando de tal forma que prácticamente lo obligué a que se viniera dentro de mi boca, y sentí su cálido semen, mezclándose con mi saliva, a medida que sin problema alguno, yo disfruté el tragarme toda su leche.

Mi primo Mario por su parte de momento aceleró sus movimientos, mientras que yo revitalizado, movía con mucha mayor fuerza mi culo, al tiempo que apretaba más y más mi esfínter, y restregaba mis caderas contra su cuerpo, buscando sentir su verga más y más dentro de mí. Hasta que al igual que Ernesto, Mario también se vino pero no sin antes sacar su verga de mi culo y regar mis nalgas con su leche.

Yo me quedé tirado sobre la cama con mis piernas bien abiertas, y todas mis nalgas cubiertas de semen, hasta que vino Joaquín, y agarrando algún trapo empapado en agua, me limpió las nalgas quitándome la leche que su hermano me había regado encima. Sin demora, Joaquín se bajó los pantalones, y en cosa de segundos me penetró, pero sin consideración alguna, a diferencia de mi primo Mario, la verga de Joaquín era mucho más gruesa, así que a pesar de que tenía mi esfínter bien dilatado o distendido, no por eso dejé de sentir el fuerte dolor que me produjo la manera tan bestial en que me penetró. Pero si mayor fue el dolor, mayor fue el placer que sentí, a tal grado que lejos de quejarme, de mi boca lo que salió fueron fuertes gemidos de placer.

A medida que Joaquín continuaba castigándome brutalmente con su verga, yo disfrutaba de algo que hasta esos momentos era completamente desconocido para mi, mi primo no dejaba de insultarme, y hasta me dio un par de cachetadas con su flácido miembro, antes de colocarla frente a mi boca, el que yo ávidamente busqué y comencé a mamar y chupárselo, por lo que en cosa de segundos, la verga de mi primo se volvió a tonificar por completo dentro de mi boca y parte de mi garganta. Lo único malo de Joaquín fue que de la misma manera que fue tan brutal la manera en que me penetró, así mismo fue de rápido, y en cosa de pocos segundos, se vino por completo pero dentro de mi culo, dejándome tirado sobre la cama con mis piernas bien abiertas y chorreando su leche.

Mario tardó un poco en venirse, pero finalmente al igual que hice con Ernesto, también disfruté tremendamente de tragarme toda su leche. Los tres me dejaron tirado sobre la cama, y casi sin fuerzas, me debí quedar dormido, en parte por la borrachera que había agarrado, en parte por quien sabe qué cosa fue la que me dieron junto con la bebida, y en parte por el tremendo esfuerzo físico que hice al momento que disfruté de las vergas de ellos tres.

Ya sería de madrugada, cuando me desperté, y aun un poco agotado, pude llegar al baño, donde me di una ducha caliente. A medida que me fui bañando fui expulsando de mi culo todo el semen que Joaquín había dejado dentro de mi culo. En todo momento no había dejado de pensar, que a pesar de que lo que ellos hicieron, fue para vengarse por haberme acostado con sus novias antes de que se llegaran a casar. Me di cuenta, de que hacía mucho tiempo no disfrutaba de un placer semejante.

Dando tumbos salí del baño, y tan desnudo como me estaba, en la sala me encontré a Joaquín, sentado con un vaso de ron en su mano, medio dormido, al verlo lo que me provocó fue el tener su tremenda verga, dentro de mi boca. Así que de manera sigilosa, me le acerqué, y tirándome al piso frente al él suavemente me dediqué a sacar su verga del pantalón, seguramente se despertó pero al ver que estaba dispuesto a mamar su verga se hizo el que continuaba dormido. Así que sin demora alguna me dediqué a mamársela, ya estaba de lo más inspirado cuando unas manos me agarraron las nalgas, y sin tomarme la molestia de ver de quien se trataba separé mis piernas, en cosa de segundos volví a sentir como otra verga penetraba mi culo.

Fue cuando escuché las voces de Mario y Esteban, pero fuera de la sala, así que dejé de mamar la verga de Ernesto, para ver quién era el que me tenía bien clavado, y me estaba haciendo disfrutar tanto. Me llevé una tremenda sorpresa al ver que quien me estaba dando por el culo, era Ignacio, uno de los peones de la hacienda, al que hacía más de diez años, me le llevé a su mujer por unos cuantos días.

Después de que mi primo, sus amigos y hasta el peón hicieron conmigo lo que les dio la gana, aunque sin decírselos, yo les quedé bien agradecido, al grado que después de todo, decidí no vender la hacienda, y una o dos veces al mes voy a la casona, para que me sigan castigando por todo lo que yo les hice a sus novias.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:14) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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