VISITANTE DE MEDIA NOCHE

Quien puede reprochar a nuestra querida Cris, que se muestre abierta y a veces indecorosa si es que sólo ha sido presa del insoslayable poder la carne... Las inquietantes imágenes de Cris asaltaban continuamente la mente de aquel hombre misterioso. No sabía cómo ni por qué ella había causado tanto impacto en él. Su pletórica belleza y su exótica y atractiva personalidad lo deslumbraban. Tal era su fascinación que la convirtió en una obsesión, atribuyéndole toda una serie alucinaciones angelicales que lo acompañaban en sus momentos de soledad. El hombre ya no tenía conciencia de las fugitivas imágenes, buenas ó malas, que flotan en su cerebro; se encontraba magnetizado por la belleza de Cris, embrujado por su carisma y seducido por su mística sensualidad… su mal era incurable y degeneraba en una cautivadora locura, una locura por estar junto a ella, hasta el punto de consumar esa sublime utopía. Para fortuna de él, los apoteósicos encuentros con Cris le dejaron huella, propiciando en ella, sentimientos encontrados que de alguna manera hicieron recíproca ese atracción.
Para Cris, cada una de esas intempestivas apariciones a las que él la tenía acostumbraba, alimentaban de algún modo su ansiedad y entusiasmo por un próximo y apasionado encuentro. Sin embargo, Cris no sabía en qué lugar ni en qué momento el haría su próxima aparición.
Luego de una interminable semana de arduo trabajo por fin llega el viernes. Para muchos, el día más aguardado y a veces el más largo, esperando el último minuto en el que se desconectarán de su mundo laboral, se olvidarán de las responsabilidades y liberarán sus tensiones. Sin embargo, para Cris es un día normal como cualquier otro. Con la misma prisa del primer día de semana. Ya entrada la noche decide partir pero no va sola. Como siempre, Cris es acompañada por sus expedientes. Son casi las 8 cuando llega a su apartamento… la rutina es la misma… Deja sus expedientes sobre su escritorio, va a la cocina, se prepara algo ligero para su cena la cual termina sentada frente al televisor recorriendo todos los canales hasta encontrar algo que llame su atención. Nuevamente a la cocina, dejando todo impecablemente limpio y organizado, tal como es ella. Vuelve a su escritorio y da una ojeada a sus expedientes para luego ir desvistiéndose camino al baño de su cuarto donde tomaría una refrescante y relajante ducha. Al salir, envuelta en su toalla, decide no trabajar, así que, busca su bata de dormir, tira su toalla y se sumerge entre las sábanas quedando profundamente dormida…
Es más de media noche, Cris duerme. Todo está oscuro y silencioso pero se escucha un ruido a lo lejos… Una puerta se abre y rechina al cerrarse. Cris trata de despertar y abre sus ojos aún adormecidos… escucha pasos acercándose y los cierra nuevamente. La puerta de su cuarto se abre lentamente. Cris sigue recostada boca abajo entre sábanas y abrazada a su almohada. Advierte la presencia de alguien, pero por alguna razón no la embarga ningún temor… los segundos pasan y ahora siente un peso sobre su cama acercándose lentamente hacia ella quien continúa tan serena como si nada sucediera…y luego, un tierno beso sobre su mejilla… Sabía que vendrías! murmuro Cris dejando escapar una leve sonrisa aún con sus ojos cerrados….
Lentamente la sábana que la cubría iba desapareciendo como absorbida por la parte inferior de su cama dejando ver la hermosa humanidad de Cris, quien continuaba boca abajo, abrazando su almohada, con su pierna izquierda estirada y su pierna derecha levemente recogida. Bella se veía, inútilmente abrigada sólo por su diminuta pijama que más que ocultar revelaba los encantos que poseía.
Un destello de luz asomaba por su ventana atravesando la oscuridad de su cuarto pero impactándola sólo a ella… Se veía espléndida, radiante en medio de la penumbra. El resplandor contrastaba con la diafanidad de su pijama descubriéndola totalmente. Su visitante nocturno estaba atónito. Maravillado con tan majestuosa escena digna del pincel del más aclamado artista.
Aún absorto y con delicadeza, posó su mano sobre la pierna izquierda de su bella durmiente recorriéndola lentamente, acariciándola con sutileza. Cris, aún con sus ojos cerrados, experimentó esa dulce sensación recordando aquella primera vez cuando él la tocó, y al instante, por reflejo, recogió más su pierna derecha haciendo que sus pijamas se subieran sólo lo suficiente, y así, sin enseñarle totalmente, permitirle ver a su visitante nocturno, de la manera más sensual y coqueta, lo que tenía para él, quien hechizado, pero sin dejarse llevar por sus impulsos, continuó acariciándola llegando al único límite que encontraba, el límite impuesto por la diminuta pijama y que lentamente iba cruzando, recogiéndola consigo y revelando la belleza oculta de Cris, dejándola expuesta desde la cintura para abajo… Parecía que Cris no se inmutaba pero el palpitar de su corazón la delataba…
El nuevamente la acariciaba desde la cintura hasta los pies, contemplándola, admirándola…. Y ahora empezaba a besarla desde sus pies, pasando por sus tobillos, sus pantorrillas y sus muslos… y antes de llegar a ese punto, Cris se volteó hacia él lentamente abriendo sus brazos para recibirlo… de inmediato él se rindió ante ella como buscando abrigo… Cris lo abrazó fuertemente al tiempo que sus labios se unieron en un beso tan apasionado que quedaron sin aliento… Luego lo apartó mirándolo a los ojos, estirando sus brazos, enviándole un mensaje simple y silencioso… él le retiro la pijama mientras ella continuaba con sus brazos estirados pero ahora, enseñándole la voluptuosa belleza de sus pechos a lo que él no pudo hacer más que acariciarlos delicadamente para caer nuevamente en sus brazos fundiéndose en otro beso aún más intenso… Podían quedarse así eternamente, unidos por sus labios en una noche mágica y silenciosa. Solo bastaba el contacto de la piel o el cruce de una mirada para enviar algún mensaje… Cris lo apartó nuevamente… lo miró fijamente a los ojos y luego se volteó aferrándose a su almohada…. El empezó a besarla… inició en su cuello y continuó en su espalda… Cris, con su mirada, le había enviado un mensaje… él siguió besándola sin prisa, con tanta dulzura hasta llegar a su cintura… Cris sentía su corazón a reventar… y en ese momento en que él se detuvo por un instante para admirar tan esplendorosa belleza, Cris recogió más su pierna derecha exhibiendo su santuario lleno de calor y vida, emancipando su espíritu libertino muchas veces apresado por la timidez y el recato, desvelando los secretos prodigios de su sexo que atizaban sin descanso la abrasadora pasión de su visitante nocturno.
Es un don del cielo tener algo tan bello entre las piernas. Es un don que Cris, generosa, le ofrecía. Ella sólo sentía esa inconmensurable fuerza vital que emanaba de él y que le presentía un inefable placer sobrenatural al más mínimo contacto con su piel. El, quien ya había colocado sus manos sobre su precioso culo, la contemplaba con tal devoción hasta la saciedad que su pecho comenzaba a arder, maravillado ante tal imagen más hermosa. Sólo los sensuales movimientos de Cris descubriéndose e invitándolo, lograron despertarlo de ese tímido letargo, para que en un sublime acto de delirio, él se aferrara a ella impetuosamente entregándole el gozo celestial del que sería tal vez el último beso en la que sería la última noche en que sus cuerpos, sus mentes y sus corazones se unieron dejándose llevar desbordadamente por sus sueños.