Volví a ser maestra, pero de…

Mi nombre por los momentos me lo reservo, ya que de seguro algunos conocidos míos visitan esta página, y no voy a ser tan tonta de ponerme en evidencia frente a ellos.


Tengo más de cincuenta y tantos años, aunque modestia aparte no los represento, puede ser que se deba a que durante toda mi vida, siempre he cuidado tanto de mí figura como de mi apariencia en general, y que mientras trabajé como maestra de educación física, procuré ser un ejemplo tanto para mis hijos, como para mis estudiantes, sino imagínense a una maestra de educación física que pesara, 150 kilos.


Actualmente me encuentro viuda, mis hijos ya se fueron de casa, y después de treinta y tantos años de dar clase, finalmente me retiré. Pero eso no alejó a mis ex compañeras de trabajo, para mantenerme al día de los sucesos de la escuela. Fue una de esas tardes, en que Nidia me acostumbraba a llamar, para contarme los últimos chismes, que saliéndose del tema de la escuela, llorando me dijo que su nieto era gay.

Yo procuré darle apoyo, y hasta me comprometí en ayudarla en la medida de mis posibilidades, sin realmente pensar en ir más lejos de aquel ofrecimiento, que realicé por compromiso. Nidia dijo tantas cosas, que entendí que lo mejor sería que ella se quedase sola el fin de semana, por lo que le dije que necesitaba la ayuda de su nieto, para realizar algunos arreglos en casa. También al muchacho le convenía el dejar a su abuela a solas, así que cuando se enteró de mi invitación de inmediato aceptó.

Me vestí como de costumbre, como tengo buenos muslos y me encanta llamar la atención, uso la mayoría de las ocasiones alguna minifalda. Blusas semitransparentes, tacos altos, maquillaje sin exagerar, y al verme al espejo pareciera que tengo entre 38 a 40 y tantos años pero muy bien cuidados.

Durante el trayecto a casa, Armando que es como se llama el nieto de mi amiga, no hizo otra cosa que ver mis muslos, pero de manera discreta. Apenas llegamos a casa, me cambié de ropa, poniéndome un mini pantalón corto, realmente lo hice porque es lo que acostumbro hacer, la mayor parte del tiempo cuando estoy sola en casa.


El hacer eso trajo como consecuencia directa, de que el nieto de mi amiga no despegara sus ojos de mis nalgas. Al principio no le presté mucha atención, pero al darme cuenta del enorme bulto entre sus piernas, la verdad es que me picó la curiosidad por saber si realmente el chico era gay, o tan solo se estaba haciendo el tonto. Ya después de cenar, me comencé a quejar de un fuerte dolor de espalda, y sin demora le pedí a Armando que me hiciera el favor de darme un masaje. Aunque fue franco con migo al decirme que no sabía como se hacía eso, yo le dije que no se preocupase, que solamente siguiera mis instrucciones y todo saldría bien.


Ya en mi habitación sin vergüenza alguna de mi parte me desnudé frente a él como si no me importase su presencia, sabía de sobra que lo iba a impresionar, estaba más que segura que ese chico jamás en su vida había visto el coño de una mujer de verdad, verdad. Además el nació por medio de una cesárea, según me comentó su abuela.


Luego me acosté en mi cama y entregándole un frasco con aceite de oliva, le dije que lentamente me lo fuera regando por mi espalda, con sus manos. Y a medida que el pobre Armando hacía todo lo que yo le decía al pie de la letra, comencé a ir diciéndole que pasara sus manos sobre mis caderas, y posteriormente sobre mis nalgas, sus manos las sentí tremendamente calientes, mientras que él sudaba a chorros, imagino que tratando de controlarse, hasta que le pedí que continuara dándome los masajes entre mis muslos.


Armando inevitablemente rosaba mi coño, una y otra vez, hasta que yo misma le indiqué que me lo acariciara lentamente, los dedos de Armando, comenzaron a pasar suavemente por sobre mis labios vaginales, mientras que yo, en el reflejo del espejo de mi peinadora, podía observar claramente su rostro. Sus dedos continuaron haciendo lo que yo a él le ordenaba, y así los fue introduciendo hasta que sus yemas se posaron sobre mi clítoris, y a pedido mío comenzó a presionarlo una y otra vez, hasta que disfruté de un muy particular orgasmo.


Armando actuaba como un autómata, así que cuando le dije que se desnudase, no lo dudó ni por un segundo. Su miembro se encontraba completamente erecto, por lo que cuando se lo agarré, sus ojos se abrieron más aun todavía, mi mano llena de aceite se deslizaba por todo el tallo de su verga, pero con el cuidado de no sobre excitarlo, al punto que se fuera a venir sin tan siquiera metérmelo. Por lo que de manera rápida con mi dedo indicé le di un pequeño golpe en sus testículos, para bajar algo tanta excitación por parte del joven.


El chico reaccionó algo sorprendido, fue cuando le dije eso es para que no te vayas a venir como un mismo pendejo, sin haberme metido tu verga. Yo me di vuelta y terminé de acomodarme en mi cama, separé mis piernas y agarrando nuevamente el tallo de su verga lo fui dirigiendo directamente a mi húmedo y caliente coño. Para esos momentos ya yo tenía más de tres meses sin acostarme con un hombre, aunque en ocasiones me autosatisfacía con alguno de mis juguetes, pero como ya saben, no es lo mismo, ni se escribe igual.

Sentí como milímetro a milímetro la caliente verga de Armando penetraba dentro de mi cuerpo, hacía tanto que no sentía esa sabrosa sensación, que de la alegría que me dio comencé a llorar, pero al ver la cara de asustado que puso Armando, al tiempo que me preguntaba si me dolía, le dije que no se preocupara que yo estaba disfrutando al máximo. Una vez que terminó de penetrarme completamente y sentí su piel sobre mi piel, deslicé mi mano de su tallo a sus bolas, las que mantuve bien sujetas.


No es que yo fuera una puta profesional en otros tiempos, pero algo que aprendí desde bien jovencita, es que hay hombres que se vienen en cuestión de segundos, pero que una buena apretada de sus bolas, a tiempo lo evita. Sabrosamente fui disfrutando de todos y cada uno de los embates que el bueno de Armando, le daba a mi coño con su verga, el chico se comportaba a las mil maravillas, aunque en ocasiones le debía decir que dejase de chuparme las tetas, por lo violento que lo hacía.

Los gemidos de placer que comencé a dar, como que lo excitaron más aun, momento que aproveché para cambiar de posición. Orientándole para que se colocase tras de mí, y me enterrase nuevamente su verga dentro de mi coño pero desde atrás, como si fuéramos un par de animales. Yo disfruté de otro sabroso orgasmo, al tiempo que él se comenzó a venir.

Cuando finalmente nos recobramos, le ordené que me esperase en la cama, mientras que yo me lavaba mi coño. Cuando regresé a la cama limpié su verga con una toalla húmeda, y a medida que se la fui manoseando, nuevamente se le fue poniendo dura. Momento en que aproveché para darle una corta y suave mamada, para ver en su rostro, la tremenda satisfacción que eso le producía. Me tendí en la cama y abriendo mis piernas lo más que pude le dije que se pusiera a tocar mi coño, y aunque algo nervioso, Armando siguió al pie de la letra mis órdenes.


Sus dedos acariciaron nuevamente y por completo todo mi clítoris, incluso fue introduciendo sus dedos hasta que gran parte de su mano se encontraba moviéndose deliciosamente dentro de todo mi coño, y para mi gran sorpresa su lengua comenzó a lamerme toda. Durante el resto de ese fin de semana en que Armando se quedó en casa, solo nos levantamos de la cama para lavarnos, y comer algo. Durante todo ese tiempo ambos exploramos todos nuestros cuerpos, hasta los más profundos de nuestros rincones, él los míos y yo los de él,

A la siguiente semana mi amiga llamó de lo más contenta, para decirme que su nieto ya tenía novia.