Sabía que desde ahora nunca mas podría negarse a los requerimientos de este macho quien controlaría desde su punto G sus entregas carnales a su muchacho adolescente casi un niño, pero que la sabía hartar y perturbar en los apareos carnales
Relato
Me llamo Xavier, soy un muchacho de 15 años, vengo de la ciudad y eso me hace ser mas despierto que los chicos de aquí en el campo, a las mujeres del pasaje de cuatro casa donde vivimos les encanta conversar conmigo por que dicen que hablo bien y pronuncio bien las palabras, además me gusta decirles piropos a las damas casadas de este pasaje. Todas tienen dos o tres hijos, les cuento novedades de la ciudad, según mi madre estaremos por el campo unos tres años por ser el período que nuestro padre debe estar a cargo de la oficina y después veremos, debo viajar a la ciudad de madrugada para mis estudios y vuelvo al atardecer, cuando están en sus quehaceres domésticos me apuro para atenderlas a ellas cono ayudante y eso le agrada, eso sí siempre con mi malicia por delante, cuando cuelgan las ropas lavadas para el secado las afirmo arriba de los pisos que usan, mis manos las pongo en sus nalgas de sus traseros, ellas rápidamente me las quitan, o estas con disimulo pasan rozando sus senos de casualidad.
El trabajo del campo y el cortar madera con el hacha hace maravillas en mi cuerpo el cual se desarrolla robusto, vigoroso y firme, mi musculatura también atrae a las mujeres eso si estas son las de la ciudad. Mi profesora una mujer mayor de 44 años, que las malas lenguas dicen mal apareada con un fino profesor de física, le encanta apretarme mi musculatura.
Rosaura es la mayor de ellas, 35 años cuatro hijos de 12, 10, 6 y 3 años casada con un hombre mayor de 45 años un rústico y huraño cultivador de alfalfa y maíz, es de cuerpo delgado, pero se marcan sus bonitos senos y su buen trasero; Tina mujer de figura desaliñada siempre vestida con ropas sueltas que no permiten admirar sus curvas, 30 años dos hijos de 8 y 4 años y 35 su marido un floricultor; Griselda con sus 28 años es la mas joven y la mas descontenta con su matrimonio, su marido un hortelano bastante mayor para ella de 40 años, pero ella se caso con él por salir rápido de su casa donde le molestaba su padrastro. Tiene dos hijos de 6 y 3 años.
La que mas me agrada y era la mujer de mis apasionados sueños por las noches cuando me manipulo mi miembro confortándome con un rápido gozo es Rosaura, cuando la ayudo en sus deberes me mira con paciencia cuando recorro su cuerpo diciéndome si no me amarraron mis manos cuando era bebé… en verdad se sentía complacida que un muchacho casi un púber chico se fijara en ella, se sentía reanimada antes los requerimientos de este joven robusto, firme semental depravado tras sus indiferentes curvas.
Un día la encuentro a ella muy desalentada y apocada en su cocina con lágrimas en sus ojos, la miro y abrazo solicitándole que me cuente sus pesar, me toma de mis manos y me estimula y excita permitiéndome al abrazarla que la recorra en su físico a su cuerpo y me lleva a su dormitorio encerrándose conmigo…, dime soy fea me dice, por supuesto que no digo…, mi cuerpo que estas tocando es desagradable…., tienes un cuerpo que a mí me agrada y te contaré que sueño con este cuerpo por las noches. Me mira y sonríe al escucharme diciéndome, mi marido lo ha cambiado por una puta que tiene entre sus jornaleras… es un miserable le digo, como se le ocurre cambiar este delicioso cuerpo y al decirlo lo recorro con mis dedos, por otro. Quisiera ser dueño de tus curvas y yo meneártelo en la cama… no termino de decirlo y ella se recuesta tirando de mi que caigo sobre ella en su lecho matrimonial, te autorizo me dice, hazlo tuyo, menéalo a tu gusto por que estoy caliente y agitada por lo que me ha sucedido y te necesito… métemelo entre mis piernas ese miembro sin dueña… recogiéndose sus falda mostrándome sus agraciadas piernas… seré joven, pero de tonto nada, rápidamente mi boca comenzó a besar esas piernas, Rosaura gimoteaba desesperada ante estas caricias que nunca antes le habían realizado…, cinco minutos y la vagina de Rosaura cubierta por su calzón se mojaba excitada y deseosa de ser penetrada por un macho con desesperación, saqué ese calzón y la húmeda vagina queda a mi vista, era una encrespada melena de pelos púdicos lo que veía y al medio sus labios carnales palpitando diciéndome quiero ser tuya…, cómeme…, no me hice de rogar desnude mis caderas sacándome mis ropas y asalte esa vagina con mi pene que estaba alargado, tieso y gordo por la excitación de tener por primera vez una mujer para mí solo…, clavé mi pene con furia y erré mi embestida, ella lo toma con su mano y lo guía a su buen destino y gime al ser agujereada bruscamente por mi pene. Al comienzo ella guía mis movimientos luego este aumenta sus frecuencias solo y excitado comienza a poseerme esta hembra, era delicioso como apretaba con sus carnes vaginales mi pene, este era feliz de estar acariciado en un nicho cálido y activado, pronto me endurecí en mi musculatura convulsionándome ante la llegada de mis orgasmos, como regué esa matriz con mis ríos de semen mientras la mujer crispada movía su cabeza de lado a lado, sus labios buscaban mis labios para en un largo y maravilloso beso entregarse a las delicias de un apareamiento con mi cuerpo entre gemidos y llantos de placer…, como gozaba Rosaura con mi pene en su útero vaciándole litros de semen en ella, me abraza y me dice en verdad eres una maquina de hacer semen y nunca pensé en gozar tanto con tu pene en mis entrañas, otro día repetiremos la sesión nuevamente… soy tu mujer, tu caliente mujercita. Nada me importa ahora lo que haga este desgraciado marido que tengo, yo te tengo a ti.
La siguiente semana anduve como perro caliente detrás de la perra, así puedo decir que andaba tras de los favores de Rosaura, al fin el sábado por la noche los logré…, esa atardecer fue glorioso Rosaura cocinaba y amasaba pan en el horno de leña de su cocina, cada vez le daba mas calor corporal y se iba desnudando, por último queda con solo una blusa cubriéndole sus senos y su delgada falda tapando sus partes íntimas todas estas sin nada que las protegiera al aire… en cada agachada de ella al horno o la cocina era manoseada por este excitado y activado semental, en una de esas descubro su punto G sin quererlo… era como un segundo clítoris que tenía en la parte posterior de la vagina casi unida al ano, se la manoseo sin querer y ella se templa y gime lastimeramente retorciéndose…, a la siguiente vez lo mismo, pero ahora se gira me abraza y besa con desesperación…, era mía, concluida su labor en la cocina va al dormitorio a ponerse su ropa y lo impido sobando su punto G …, gruñó, se arquea, provocada entregándose a mis caricias y deseos de placer lujurioso, nos abrazamos y me permite recorrerle su sexo con m lengua. Esto la poner fuera de sí aún más, ya casi enajenada se entrega a mis deseos de copular, la acomodo con una almohada bajo su cóccix, lo que me permite profundizar mas mis arremetidas contra su matriz, como la penetro si casi se perturba poseída por mi pene, cruza sus piernas por detrás de mi trasero apretándome contra su cuerpo, sus manos abrazada a mi cuello arañaban mis hombros, su cara congestionado con su boca abierta, sus ojos cerrados, sus párpados temblaban, su cadera era una coctelera meneándose en un baile apasionado, mi pene era tirado por sus carnes vaginales y soltado como queriendo extraerlo de mi cuerpo, como gozaba sobre esta hembra una mujer madura, casada, madre de hijos, hoy mi puta amante desesperada ante mis arrebatados empujes contra su vientre, su entrega era total gimiendo y afligiéndose con mi pene en sus calientes entrañas, quería más y me exigía más…., creo que unos quince minutos después entre suspiros apretones sobre mi cuerpo ella endurece su cuerpo y comienza a sacudirse entre suspiros, gemidos y menoscabos entregándome sus orgasmos que no llega uno sino dos casi juntos, que dejan a esta madre totalmente relajada y entregada a mis caricias y apareamiento que ejecuto a mi placer haciéndola gemir, sollozar entregada a mis delirios de ser el macho dueño de sus ardientes deseos y aplacarlos con los ríos de semen que inundo su útero, como me acaricia y besa sumisa antes mis arremetidas carnales hasta lograr mi traspaso total en sus entrañas de mis emisiones de semen. Sabía que desde ahora nunca mas podría negarse a los requerimientos de este macho quien controlaría desde su punto G sus entregas carnales a su muchacho adolescente casi un niño, pero que la sabía hartar y perturbar en los apareos carnales. Este mes fue a lo menos poseída por su nuevo marido y macho unas quince veces.