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ÉXTASIS ORAL

Relato enviado por : nelsonpatricio el 25/11/2011. Lecturas: 13318

etiquetas relato ÉXTASIS ORAL   Oral .
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Resumen
A los cuarenta años, como parte de la Crisis de la Mediana Edad, me dió por experimentar cosas nuevas, y así fue que comenzó todo.


Relato
Éxtasis oral 1.
Esto sucedió cuando ya había cumplido los cuarenta, así que…… nunca es tarde
Fue una noche cualquiera, de un día común, nada especial. Había estado en casa, con mi familia y unos amigos, mi esposa había preparado una cena. Tomamos vino, Comimos, charlamos. A eso de la medianoche, los invitados se marcharon. Invité a mi esposa a un bar para un par de tragos, de descanso, compartir a solas con ella y volver a casa renovados. No quiso acompañarme y me dijo, que si tenía ganas de ir a dar una vuelta, que lo haga. Entonces, salí de casa a seguir con los tragos, me fui a un bar cercano donde encontré a un amigo con el cual habíamos tenido un serio disgusto. Su nombre es Hernán, al verme, se acercó, me pidió perdón por su comportamiento y la promesa de que nunca lo iba a repetir. Y era, que le gustaba mucho conducir y una noche se llevó mi carro y sin mi autorización se había ido hasta la vecina ciudad con su madre y su hija, y se hizo un problema grande, además que se perdió de mi casa algo. Pero al ver su arrepentimiento, pudo más mi afecto por él y le dije que no se preocupe, que solo había sido la preocupación, el susto y algo de resentimiento. Pedí unos tragos y charlamos largamente, sobre todo de sexo y sobre nuestros propios miembros. Un par de horas más tarde y con algunos tragos de más, salimos sin rumbo fijo, fuimos a mi carro (último modelo), nuevo, se maravilló al verlo, fuimos a dar un paseo y para hacerlo más largo nos dirigimos a un lago cercano, conversamos de cosas banales, y seguimos con el tema del sexo, sentía una extraña inquietud. Él habló de hombres, yo también seguí la corriente y comentamos sobre los actores porno y del tamaño de sus miembros, esta conversación ya me excitó y no supe que a él también lo había excitado. En la ruta me pidió que le deje manejar, le dije que bueno, pero que tenga cuidado, paré y le deje el volante.
Frené el carro, debidamente parqueado al borde del camino, apagué el motor; y, al tratar de poner el freno de mano, puse mi palma, por error, directamente en su bragueta, pues él se estaba cambiando de asiento y estaba sobre el freno, con tal puntería que le agarré el miembro, me hice el tonto y me demoré en retirar la mano, con disimulo le palpé su larga y gorda virilidad, que reposaba a lo largo de su pierna, él no se inmutó, ni dijo nada. Ooops.. le dije…perdón…… él se dio cuenta de lo que yo buscaba, acarició mi mano, haciendo notar su complicidad con mis ocultos deseos.
Me sorprendió lo que sentí, la única referencia de una verga, que yo tenía, era la mía propia, que en estado de descanso es diminuta y solo cuando se me para alcanza su máxima extensión. Este amigo la tenía dormida y estaba igual o más grande que la mía cuando estaba parada.
Comprendí que había mucho por investigar, aprender y disfrutar.
-No hay cuidado, me dijo, di la vuelta, sin decir nada y me senté en el asiento de al lado, no podía hablar de la excitación, era la primera ver que topaba a un hombre y me gustó lo que sentí. Con los tragos que había tomado estaba bastante desinhibido y me atreví a decirle, cuando ya estábamos cerca del lago.
–en serio, no te importa que te haya tocado?
–no para nada!! –y te importa a ti?,
-no para nada le dije.. –lo que es más, quiero verla y tocártela!, me gustó lo que sentí.
Se estacionó frente al lago, apagó el motor, retiró el asiento para atrás, estiró la pierna hacía mi lado y se me ofreció con una sonrisa.
Sin decir una palabra le puse mi mano entre sus abiertas piernas y le empecé a acariciar su cosa que se insinuaba a través de la tela del pantalón, temblaba de excitación, luego con la otra mano baje el cierre, mientras el adelantaba sus caderas para que pudiera meter la mano. Se dejaba hacer sumisamente. Hurgué por entre la bragueta y el calzoncillo hasta que por fin sentí su miembro caliente, Hernán cerró los ojos y suspiró. Lo empuñe y lo acaricié dentro de su pantalón, lo sentí grande y gordo, grato al tacto, mis manos se embelesaron con su tersura, con la suavidad de la piel, se estiró con mis caricias, era la primera vez que tenía una verga en mis manos, mi emoción era grande, gozaba con lo que sentía, pero no calculé su real magnitud sino cuando el, abriéndose el pantalón, lo puso ante mi vista, me quedé atónito, por lo menos 25 cm. De carne gorda y caliente. No lo podía creer. No sabía que más hacer para complacer a mis sentidos y darle el gusto que se merecía tal monumento. Le miré a los ojos como pidiendo aprobación para lo que estaba a punto de hacer, me miró serio, tomo mi mano y me hizo coger la verga, me dobló los dedos sobre ella para que le agarrara, cosa que lo hice solo a medias, pues mi mano no alcanzaba a darle la vuelta. Me indicó como hacerlo, cerrada mi mano sobre ella, subía y bajaba a lo largo, no tenía piel, la cabeza se iba poniendo brillante con cada caricia, retiró su mano y yo seguí haciéndolo, ahora con las dos manos, mientras el cerraba los ojos y gemía, le empecé a hacer una paja, comencé en la mitad y le subí hasta el glande, tapando con la piel la cabeza, luego la bajaba hasta el fondo, la verga se estiraba y empinaba, estaba inmensa, roja, muy caliente, humeante, el glande pelado, grande, redondo, con una boquita en centro que hacía pucheros, de allí salía una espesa humedad que ya mojaba mis dedos.
-Que grande la tienes! Comenté,
-Si te conté hace un rato que hablamos de sexo, que yo tengo una verga larga y gruesa.
-Si ya que acuerdo, pero no pensé en que tendrías algo así.
-Te gusta?, preguntó
-Sí, mucho, pero tengo miedo.
-No tengas miedo, lo que sientes es miedo de ti mismo porque no te atreves a disfrutar de algo que secretamente has querido y ahora lo tienes en tus manos, me dijo sonriendo y me acarició el brazo. Adelante haz lo que te dé la gana…..
Seguí con mis toqueteos, curioseando cada rincón de su virilidad, la acaricié con frenesí, la cabeza, el tronco, cada vena, los testículos y como había poca luz me acerqué para verla bien, aproximé mi rostro para examinarla mejor. Ambos locos de excitación, la cabeza estaba roja como un tomate, brillante. El pequeño agujerito en la punta estaba abierto y húmedo. Empecé a pajearle suavemente de arriba abajo, me acerqué a milímetros, olía fuerte, olía a hombre, a macho, a verga. Quise hacer un comentario, pero no me dio tiempo, Hernán impensadamente empujó su pelvis hacia arriba. Su pene encontró mis labios semiabiertos. En menos de un segundo, su amplia erección se había acomodado en mi boca, la sentí en mi paladar, me llegó a la garganta, gimió de placer, me la dejó allí sin moverse, quieto muy quieto, temeroso de que no quisiera recibirlo, miré su rostro, sus ojos entrecerrados, respiraba fuerte, sus labios apretados, todo su cuerpo tenso, loco por que le haga sentir algo que nunca había sentido, sus caderas alzadas hacía mi.
De esta manera, los dos quietos, él sumido en mí, yo, con la boca llena de su polla, se bajo sus pantalones y el calzoncillo hasta media pierna, tenía acceso total a sus partes, acaricié sus nalgas, sus piernas, su cintura, agarré el resto de la verga con mis manos, sobé sus tiesos testículos. Imperceptiblemente comencé a mamarle, quedamente, con vergüenza, con afán, torpemente, embrujado por su textura, por su sabor, por su palpitar. Sentía su calor, su tamaño, su fiereza, su suavidad. Lamí el glande, acaricié el tronco, los testículos, batí con mi lengua toda su longitud, saboreé su virilidad. Me la metía mucho, me atoraba, volvía a intentarlo, tenía arcadas, me aguantaba, insistía otra vez, buscaba como acomodarlo, me dolían las mandíbulas, no podía con su grosor y su largo no lo soportaba, pero me gustaba, me encantó su agresividad.
Mientras hacía esto, podía sentir como se hinchaba aún más, se puso rígida como una barra de hierro, me pareció que aumentó su temperatura, se puso hirviente, Sentí que Hernán me tomó la cabeza y empezó a moverse. El inmenso órgano viril empezó a entrar y a salir, cada vez con mayor velocidad, salía hasta mis labios y entraba hasta mi garganta, me la saqué, necesitaba descansar, respirar.
–que me has hecho!!, tonto !!!! – le reproché.
–Te gustó?, preguntó
– si, le dije, me gustó y ahora que?.
–Es tu primera vez?
-Si, es la primera vez de todo.
-¿Cómo?
-Si, primera vez que veo un miembro erecto que no es el mio, primera vez que toco a un hombre y primera vez que mamo eso!!!!
-Wow, alcanzó a decir. Y a mi es la primera vez que me maman la verga, mientras se la acariciaba.
Se acomodó en el asiento del coche, se bajó los pantalones completamente. Con sus partes pudendas exquisitamente expuestas empujó sus caderas hacía arriba con movimientos ondulantes, su hinchado miembro iba y venía, saltaba de un lado a otro, tentador, invitándome claramente a que siga con lo que había comenzado. Me dijo cosas que aliviaron mi culpa, me incitó a que lo haga. Entonces, me volví a agachar. Esta vez abrí bien la boca, le ensalivé la cabeza y empecé a mamar lo mejor que pude, ya no me dolió nada ni me molestó su tamaño, me gustó el sabor medio salado de su miembro, la suavidad de la piel, como se desliza, como caen en la lengua esas pequeñas gotas de su excitación, como llena la boca, como se siente ser sometido sexualmente, sentir el miembro que palpita, late. Saber que él está gozando. Saber que lo tengo y él me tiene, me posee. Me dirigía, me halagaba, me decía cosas lindas, acariciaba mi rostro, mis orejas, mi pelo.
Casi enloquecido por la experiencia, quería probar a saciedad su hinchado miembro, sacarle el semen, quería permitirle eyacular en mi garganta, vaciarle de su pesada carga, sentir su caliente y espesa venida en mi lengua, saborearla, tragarla, conocer a que sabe, le dije:
-Quiero que acabes en mi boca, quiero probar tu miel, enséñame tus secretos, guíame en éste erótico camino emprendido, soy tu esclavo más sumiso , quiero hacerte volar hasta las cumbres más altas del placer, que los latidos de tu descomunal miembro se confundan con los latidos de mi corazón, ¡ven!. Quiero ser tu instrumento de tus más pérfidas fantasías, ahógame en el manantial de tu virilidad, quémame con el calor de tu pasión. Lléname de ti.
–Tus labios enloquecen mis sentidos, siento que mi miembro es parte de ti, me has devorado todo, besas mi alma, me dijo entre jadeos. Es lo mejor que me han hecho, yo también quiero ser esclavo de tu pasión, quiero satisfacer tus deseos, mi miembro es tuyo, haz con él lo que quieras. Quiero yacer en tu interior, regar con el fuego de mi virilidad tu ser, que mi semen riegue tus sentidos, que emborrache tu mente. Quiero ser la fuente en donde sacies tu sed de pasión.
Entendí que su excitación había llegado a su punto más alto, que también estaba gozando a cabalidad de nuestro encuentro y también comprendí que no había vuelta atrás, que era el comienzo de algo que no me atrevía a vislumbrar.
Fuimos a un motel. Estábamos desnudos sobre la cama, yo jugando con su pene, chupándole, manoseándole, lamiéndole, le metí dos dedos en el ano, me pidió que le meta mi verga. Yo no quise. Me puso boca arriba, me abrió las piernas, me puso su gordo miembro en mi huequito trasero, me empujó, muy despacio, con mucha delicadeza, pero no entró.
-dejémoslo así, dijo.
Me la pasó entre las nalgas, abrazado a mí, se movía, iba y venía, rozaba la puerta del ano, posaba la cabeza allí, me sentí mojado por su líquido preseminal, intentó una vez más meterla, no entró pero me dio un gusto tremendo, el calor de su miembro en el trasero era sensacional. Frotamos nuestros vientres con furor, yo miraba como la cabeza de su miembro salía por un lado de la juntura de nuestros cuerpos más arriba de mi ombligo.
Luego, más tarde, me arrodille en el suelo, frente a él, le abrí suavemente las piernas, me acerqué con la boca abierta, le besé el glande, le cogí los testículos para luego terminar de devorar toda su magnitud. Me di cuenta del placer que sentía. Con un inmenso suspiro, dejó el cigarrillo recién prendido y se echó para atrás, gloriosamente erecto, magníficamente desnudo, sumisamente ofrendado a mi depredadora boca, absolutamente prendido, a esas alturas, hábilmente mamado, desesperado por entregarme aquello, que huele y que sabe fuerte, que baña tu cuerpo, que moja tu alma, que trastorna tus sentidos, el fin de todos tus esfuerzos, que alivia tus angustias y temores. Su semen.
Gemía, se retorcía, temblaba, tocaba mi cabeza, mis orejas. !que ricoooo!, suspiraba.
Yo, completamente sumido en este festín de masculinidad, quería comerlo todo, meterme su miembro completo en la boca, era mi oportunidad, respiraba por la nariz, tomé airé y me tragué toda, toda, abrazado a sus nalgas, mi boca pegada a su vientre, sus huevos en mi quijada, me quedé lo más largo que podía hasta que me faltó la respiración, después de casi un minuto de glorioso empalamiento.
Estaba arrodillado en el suelo, él echado sobre la cama y con las piernas en el suelo, a mis costados, tenía a mi disposición todas sus partes íntimas, las besaba, las saboreaba y mamaba y mamaba su miembro, sentí que empezó a temblar, a gemir, pero nunca dijo nada más, respiraba fuerte, el sabor de su verga se hizo más intenso, sentí que se le hinchó un poco más. Respiré hondo y me metí hasta la garganta, sentía la cabeza más allá de las amígdalas, estaba en mi esófago, la sentía latir fuerte, no sabía que Hernán estaba acabando en mi garganta, que estaba bombeando jarras de espesa y caliente leche en mi estómago, yo simplemente seguía mamando, gozando de su arrechera, gozando de su erecta virilidad que calmaba mi desenfreno.
Me acuerdo que sentí algo caliente, muy caliente, resbalaba por mi esófago hasta mi estomago y que era bastante, imaginé el cuadro. Imaginé su verga en el fondo de mi garganta eyaculando, como de la punta saltaban gruesos chorros de blanca, espesa y caliente esperma, como cubría de una blanca capa mis interiores y caía en mi estomago. Tuve una sensación de llenura, como cuando te tomas muy rápido una taza de chocolate caliente, era la taza de hirviente y espeso semen que con su fabulosa verga había depositado en mi interior, no la saboreé, solo me sentí lleno de ella y que palpitaba y se movía en mi estomago, seguí mamando hasta que empezó a ponerse suave.
Hasta ese momento no supe del sabor de su semen, no alcance a probarlo. Acabó tan dentro de mí, que hasta la última gota cayo por mi esófago.
Debo decir que fue mi primera vez, le mamé hasta cansarme, hasta quedar satisfecho, cansado, con la mandíbula adolorida, pero feliz de mi experiencia, lleno a rebozar de su leche.

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Si te ha gustado ÉXTASIS ORAL vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar ÉXTASIS ORAL. nelsonpatricio te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
Ujule (23 de March de 2012 a las 23:31) dice: No mames eres un puto de lo mejor ami me encanta que me coman la verga


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