Y todo por un antojo… ( CON fotos)

Lo peor de todo, es que Adrian mi esposo, y yo. Por lo menos una dos o tres veces en semana, tenemos sexo. Así que no puedo honradamente decir que es porque no me atendía.

Yo por todos los medios busqué, la manera de sacarme su imagen, completamente desnudo de mi mente, pero era peor aun, mientras más trataba de no pensar en Adrian, más deseaba acostarme con él.

Pero quizás fue cosa del destino, o de quien sabe qué. Pero a mi Alfonzo le pidieron en su trabajo que fuera a visitar unas sucursales de la empresa para la que trabaja. Por lo que él muy contento, lo que me dijo fue. Que bueno que mi hermano está en casa, de no haber estado, no hubiera aceptado ese encargo. Ya que no quiero dejarte sola.

Yo por una parte, me contenté tanto. Pero por la otra, me preguntaba como haría yo para no hacer ninguna estupidez. Alfonzo se marchó, y apenas terminaba de hacer los quehaceres de la casa, me duchaba y me encerraba en mi habitación. Pensando si no lo veo, no tengo problema.

Pero cuando las cosas van a pasar, pasan. Ya que aunque yo no salí de mi habitación, y ya me encontraba bañada, y lista para acostarme, regresó mi cuñado de su trabajo. Y con la excusa de que no me había visto en todo el día. Despues de que se baño y se puso más comodo, entró a nuestro dormitorio.

La manera en que se me quedo viendo, a pesar de mi embarazo, no me dejó lugar a dudas de que me deseaba. Y seguramente él se dio cuenta también de la manera en que yo me le quedé observando, sin apartar mi vista de sus ojos, ni de su oculto miembro.

De la nada comenzamos a charlar, de cosas sin la menor importancia, hasta que él me contó un chiste algo vulgar, del que yo me estuve riendo por un buen rato. Pero a medida que seguimos charlando, lo invité a que sesentase a mi lado.

Y fui yo a que le pregunté si la camiseta que cargaba puesta no le daba calor, que yo solo de verla me sentía super acalorada. Y al decir eso comencé a mover la pequeña bata de dormir que tenía puesta dejando que me viera todo mi vientre así como gran parte de mis grandes tetas.

Luego que se quitó la camiseta, me le acerque más, y comencé a pasar mi mano por sobre su piel, diciéndole que algunas tonterías sobre la piel. Y de momento que se me salió preguntarle, si el interior que estaba usando no le quedaba algo apretado, que si quería, por mi se lo podía quitar. Y mi cuñado esbozando una gran sonrisa se lo quitó, quedando del todo desnudo a mi lado.

En esos momentos al verlo completamente desnudo, me pregunté a mi misma que carajos era lo que yo estaba haciendo, portándome como una verdadera puta con mi propio cuñado. Pero no bien dejé de pensar en ello, que lo que me provocó fue agarrar su verga, y ponerme a mamarsela.

Yo se la lamí, se la chupe, se la mamé, en fin me dio gusto sentir aquel erecto y viril miembro de mi cuñado dentro de mi boca, que ni cuenta me di cuando él me quitó la pequeña bata de dormír que cargaba puesta.

Lo que casi hace que me orine, fue cuando Adrian retiro su verga de mi boca, y buscó con la suya, mi coño para ponerse a mamarlo por un buen rato. Tanto fue el placer que me provocó, que en esos momentos disfruté de un tremendo y salvaje orgasmo, como hacía tiempo que no lo hacía.

Yo estaba como en otro mundo, cuando comencé a sentir el miembro de mi cuñado, penetrando mi vulva, al tiempo que dentro de mi vietre la criatura se movía como nunca antes lo había hecho.

Yo estaba que no podía creer que dejase que mi cuñado me estuviese follando, como a toda una puta. Al tiempo que yo movía mis caderas, restregando todo mi coño contra su cuerpo, a medida que Adrian metía y sacaba toda su verga de mi peludo coño.

Los gritos, y gemidos de placer que estuve dando a medida que mi cuñado me estuvo follando, pienso que los debieron escuchar hasta en la Muralla China. Por un rato lo hicimos de lado, luego me puso en cuatro patas, para nuevamente volver a colocarme de lado, a medida que yo disfrutaba placenteramente de cómo me enterraba y sacaba todo su miembro de mi cuerpo.

Desde luego que mientras mi marido estuvo fuera de casa, durante todos esos días, mi cuñado me hizo intensamente feliz. Al regresar Alfonzo, yo estaba que se me caía la cara de vergüenza, nada más de pensar que por puro placer, me había dejado follar por su propio hermano.

Pero bastó que viera dentro de su cartera un condon, para darme cuenta de que mi esposo a su vez lo más seguro fue que estando fuera de casa se las arregló, para no pasarla solo. Así que el complejo de culpa desapareció de inmediato…