Como profesora de adultos, en varias ocasiones he tenido que poner a más de uno de mis estudiantes en su lugar. Pero lo que jamás me iba a imaginar, era que uno de ellos me pusiera a mí en el mío…
Relato
Desde el incio del semestre escolar de adultos, rápidamente me di cuenta de que Yomo, o sea mi estudiante, creo que senegalés, no dejaba de verme con ganas de joderme. Aunque yo siempre mantuve distancia, una noche al terminar la clase él se me acercó, y en su mal español me pidió que saliéramos.
Yo la verdad y no es que sea racista, comencé a decirle que las normas del instituto no me permitían confraternizar con los estudiantes. Fue cuando de momento me fijé que entre sus piernas había algo que definitivamente, no era aire. El largo y grueso bulto que se marcaba contra la parte interior de su pantalón, era algo sumamente impresionante.
Hasta llegue a pensar, que se trataba de alguna broma de mal gusto de su parte. Y como Yomi, actuaba de la manera más natural del mundo, señalándole el bulto con mi dedo, no sé cómo se me ocurrió el preguntarle. Yomo en realidad todo eso es suyo. El mostrando su blanca dentadura, al tiempo que afirmaba con su cabeza, me dijo. Si gusta verlo se lo muestro aquí mismo.
Ya el salón se encontraba completamente vacío, aparte de él y yo, desde luego. Por experiencia sabía que yo era la última en salir, y cerrar. Así que no sé que me dio, aunque de manera incrédula le dije, bueno si, pero te advierto que si es una broma, será la primera y la última que me hagas.
Yomo primero se acercó a la puerta, la cerró por dentro, lo que me puso algo nerviosa, luego sin más ni más se ha bajado los pantalones, dejando ante mis ojos su increíble y gran miembro. Yo no podía creer lo que mis ojos veían, era como de casi sesenta centímetros de largo y casi tan o más grueso que el ancho de su muñeca.
Quede tan impresionada, que cuando él comenzó acercarse a mí, sujetando su erecta verga, yo me quedé boquiabierta, no podía dejar de pensar como se sentiría el tener esa tremenda cosa dentro de mi coñito. Fue algo como de magia, ya que a medida que él fue avanzando, yo me fui despojando de toda mi ropa, sin importarme donde me encontraba.
En cosa de segundos Yomo también se había quedado completamente desnudo, y sujetando su tremenda verga entre una de sus manos, la comenzó a dirigir a mi persona. Yo no sé que me sucedió, pero al ver semejante miembro, lo único que se me ocurrió fue el ponerme en cuatro, y tras levantar mis nalgas ofrecerle mi depilado coño, para que me penetrase desde atrás.
Sentí su tremenda cabezota, justo en la raja de mis nalgas, y hasta me dio algo de pánico el pensar que me fuera a empujar esa cosota, por mi apretado culito. No bien Yomo comenzó a penetrarme yo fui sintiendo una especie de explosión dentro de todo mi ser. Era como si una y otra vez yo disfrutase de múltiples orgasmos. En mi vida jamás había sentido algo así, por lo que sin necesidad de que él me lo pidiera, comencé a mover mis caderas, como una loca desenfrenada.
Hoy en día Yomo y yo somos marido y mujer, aunque mi esposo no lo sabe aun…