La verdad, es que fue algo más que acostada. Sebastián y yo en esos instantes, manteníamos una salvaje relación sexual. Cosa que yo no provoqué, simple y llanamente fue algo que se dio.
Relato
Damaris mi hija, que recientemente cumplió la mayoría de edad, llevó a nuestra casa, a su novio. Para que yo lo conociera, desde luego su intención no era que nos llegásemos a conocer tan íntimamente, pero como ya les dije, fue algo que sucedió.
Yo soy Isabel, pero todo aquel que me conoce, y trata conmigo, me llama Isa, Incluso hasta mi hija. Desde hace ya un par de años soy viuda, Andrés mi esposo falleció al momento en que manteníamos sexo, pero no en nuestra cama, sino en el jardín trasero de la casa, aprovechando que nuestra hija no se encontraba.
Fue una situación de lo más vergonzosa para mi, ya que cuando yo disfrutaba de un tremendo orgasmos, de momento a mi esposo se le detuvo el corazón, falleciendo en el acto. Imagínense ustedes, la de explicaciones que tuve que dar, y la de morbosos comentarios que tuve que escuchar. Que si murió feliz; Ya quisiera morir así yo; Con razón murió, con el tremendo culo que tiene esa mujer, cualquiera se muere del gusto.
Pero no es de eso de lo que les quería contar. Mi hija invitó a cenar a un joven, con el cual ella comenzaba a salir según me dijo, para que yo lo conociera, pero después de la cena, no sé de dónde sacó mi hija, una botella de Brandy, y que para brindar. Yo la verdad me tomé un par de copas, Sebastián que es como se llama el joven, no se llegó a beber por completo la copa de él, con la excusa de que debía manejar, pero mi Damaris, simplemente se emborrachó.
Al grado que después de que se bajó como unas cinco o seis copas de brandy, se quedó dormida en la butaca en la que se encontraba bebiendo. Por lo que Sebastián, que y yo la llevamos a su habitación. Donde después de que Sebastián salió de la habitación de Damaris, yo la cambié de ropa. Pero al regresar a la sala con la intención de ponerme a recoger el reguero que mi hija había dejado, me encontré con que el joven, no se había marchado.
Sebastián muy seriamente me dijo que deseaba hablar conmigo, por lo que los dos nos sentamos en el sofá de la sala, yo le serví otro trago a él, y otro para mí del mismo Brandy. Y él comenzó a decirme lo mucho que apreciaba a mi hija, que era una buena chica, y un montón de cosas más.
A medida que él me fue hablando, yo dentro de mi cabeza le respondía, cosa que acostumbro hacer cuando me encuentro con una persona que me aburré con sus palabras, como era en ese instante el caso de Sebastián. Cuando me comentó que el respetaba mucho a mi hija, yo mentalmente le respondí, si como no, hasta que te acuestes con ella y la dejes preñada. Pero no sé que me pasó, que comencé a imaginarme a mi hija, y a su pretendiente, teniendo sexo, y aunque traté de borrar esa imagen de mi mente, a medida que él continuaba hablando, seguí con esa mala costumbre, pero de momento en lugar de imaginarme a mi hija teniendo sexo con él, de momento imaginé que era yo.
Y si solo hubiera sido eso, con ponerme de pie bastaba, y darle las buenas noches hubiera bastado para que yo dejase de imaginarme esas cosas. Pero a medida que Sebastián continuó charlando, en el momento en que yo me llevé mi copa para darme otro trago de Brandy, sentí que el joven agarró una de mis manos. Y cuando le puse atención a sus palabras, me di cuenta que en lugar de hablar sobre mi hija, estaba hablando sobre mí. Lo que me dejó confundida, y bastante sorprendida. Ya que al tiempo que él continuaba agarrando una de mis manos, colocó su otra mano sobre una de mis rodillas.
Yo no supe cómo responderle, me quedé como congelada, sin la menor idea de que hacer. Al tiempo que él no paraba de halagarme, diciéndome. Que él se había dado cuenta desde que me vio, al llegar a mí casa, que yo era una mujer imponente, elegante, simpática, con mucha alegría, y con enormes ganas de disfrutar la vida. Al mismo tiempo comencé a sentir como su mano se fue deslizando suavemente por mi pierna, al tiempo que su rostro se fue acercando al mío, hasta que me plantó un tremendo beso, como hacía tiempo que no sentía.
La verdad es que me desarmó, en un dos por tres, por lo que no pude hacer otra cosa, que dejar que me continuase besando. Aunque en mi mente, yo misma me decía. Mira Isa, que es el novio de tu hija, no permitas que vaya más adelante. Pero quizás fue ese fuerte beso, las caricias que de inmediato comencé a sentir por todo mi cuerpo, sumado a las muchas cosas lindas que dijo sobre mí, que me entregué por completo entre sus brazos.
Sebastián continuó besándome, y acariciando por todas partes, sin que yo opusiera la menor resistencia, por lo que cuando comenzó a desvestirme, en medio de la sala. Yo lo dejé que continuase, es más yo misma me solté la falda, y a los pocos segundos me encontraba completamente desnuda sentada en el sofá a su lado. Yo por mi parte comencé a desabrochar su camisa, y en gran medida lo ayudé a irse quitando la ropa, a medida que como un par de salvajes no dejábamos de besarnos.
No creo que haya sido el Brandy, ya que apenas ni me había llegado a tomar una copa. Lo que si se es que en esos instantes, estaba más que deseosa de sentirlo dentro de mí. Por lo que cuando, él ligeramente presionó mi cuerpo contra el sofá, quedé recostada boca arriba, casi de inmediato, él separando mis piernas, colocó su rostro sobre mi coño, y de inmediato comenzó a besar, lamer, y chupar toda mi mojada vulva. Sin que yo me resistiera en lo más mínimo. Por lo que al poco rato me hizo disfrutar de un orgasmo, del cual no disfrutaba desde el fallecimiento de mi esposo Andrés.
De ponerse a mamar todo mi coño, pasó a dirigir su verga directo a mi coño. Yo estaba con mis ojos cerrados, disfrutando del placer que Sebastián me proporcionaba, cuando al mismo tiempo que sentía que él me besaba intensamente, y su lengua jugueteaba con la mía dentro de mí boca, su verga me penetraba, pero lo que me desconcertó en cierto grado fue que al mismo tiempo que Sebastián me besaba salvajemente en la boca, sentí que me besaba y chupaba mis senos. Sorprendida abrí mis ojos, y dirigí la mirada a la teta que me estaban chupando. Me encuentro que quien me estaba chupando divinamente las tetas, al mismo tiempo que Sebastián me besaba como un loco, resultó ser Damaris mi hija, que completamente desnuda se encontraba arrodillada sobre la alfombra de la sala, chupando y besando mis tetas.
Yo me quedé perpleja, preguntándome a mi misma como era posible que mi propia hija me estuviera besando, y chupando las tetas de esa manera, y completamente desnuda. Si bien es cierto que para cuando su papá vivía, tanto a él como a mí nos encantaba invitar a otras personas a nuestra cama, por lo general mayormente mujeres, con las que yo disfrutaba íntimos encuentros junto a mi esposo. Pero siempre nos cuidamos de no invitar a nadie a participar en un trió, si en la casa se encontraba nuestra hija.
Por un rato yo me quedé simplemente recibiendo las atenciones que me brindaban mi hija y Sebastián, continuamos haciendo eso, hasta que de momento, mi hija poniéndose de pie primero, agarró a Sebastián por el cabello, y separándolo de mi boca, ella comenzó a besarlo, al tiempo que separando sus piernas, se trepó sobre mi rostro, para dejar caer su depilado coño sobre mi boca. No creo que se puedan imaginar todas las cosas que sentí, sabía que era el coño de mi hija Damaris, pero aun y así, no me costó el menor trabajo dedicarme por mi parte, mientras su amigo, y ella se besaban acaloradamente, el dedicarme a pasar mi lengua por sobre los labios de la vagina de mi hija. Yo disfrutaba como poseída por quien sabe quien, la cosa es que lo disfrutaba un montó.
Sebastián continuó proporcionándome un tremendo placer, mientras que mi hija, continuó besándolo y acariciándose con él, mientras que yo a la vez me mantenía mamando el depilado coño de ella. Se puede decir que éramos, una especie de amasijo de carne, piernas, brazos, tetas, en fin de todo. En el que yo estaba disfrutando como una verdadera loca. Gracias a la mamada que le daba a mi hija, sentí cuando ella se vino, luego sin decir nada cambiamos de posición, Sebastián extrajo su sabrosa verga de mi coño, mientras que Damaris, y él continuaron besándose y acariciándose por todas partes, al mismo tiempo que yo, agarrando entre mis manos el erecto miembro de Sebastián, sin dudarlo por un solo instante me lo llevé a la boca, para por un buen rato dedicarme a mamárselo.
Después de otro buen rato estando así, y como si mentalmente los tres nos hubiéramos puesto de acuerdo, volvimos a cambiar de lugar. Sebastián sacó su verga de mi boca, y Damaris y él dejaron de besarse. Fue cuando él colocándose tras de mí, agarrándome por mis caderas, comenzó a introducir varios de sus dedos dentro de mi culo. Mi hija se colocó bajo mi cuerpo, con su cara justo frente a mi coño, mientras que mi boca quedó nuevamente sobre su depilado coño. Al poco rato, comencé a sentir como la verga de Sebastián penetraba mi esfínter anal, y como a pesar del dolor que llegué a sentir, el placer que tanto él como mi hija me proporcionaban fue mucho mayor.
Así estuvimos, los tres, Damaris chupando mi coño, yo el de ella, mientras que Sebastián sabrosamente me daba por el culo. Hasta que anunció que estaba por venirse, y sacando su verga de entre mis nalgas, rápidamente se levantó y colocándose frente a mi cara, derramó gran parte de su leche, sobre mi boca.
Mi hija por su parte, no dejó de mamar todo mi coño, hasta que me produjo un increíble orgasmo. Así que mientras su novio, o amigo nos observaba sentado en una de las butacas de la sala, manipulando suavemente su propio decaído miembro, Yo continué mamando el coño de mi hija, hasta que hice que ella disfrutase de otro tremendo orgasmo.
A la mañana siguiente, los tres nos despertamos, y aunque yo me sentí algo avergonzada, por mi desnudes, a mi hija y su amigo, pareció no importarles mucho, que los tres estuviéramos completamente desnudos. Yo me dirigí a la ducha seguida de cerca por Damaris, con la intención de darme una buena ducha, y asearme íntimamente. Pero apenas comencé a lavar mi coño, mi propia hija agarró una de las pastillas de jabón, y sin la menor vergüenza comenzó a pasarla entre mis piernas, para luego introducirme una de sus enjabonadas manos dentro de mi coño. Yo la verdad a medida que ella me fue haciendo eso, también me enjaboné bien las manos, y le hice lo mismo a ella. Así estuvimos las dos, lavándonos mutuamente nuestros coños, y besándonos hasta que como era de esperase volvimos a disfrutar de otra cadena de múltiples orgasmos.
Al salir del baño, mi hija me dijo. Mami espero te haya gustado todo esto, es que como desde que murió papá, he visto como te has deprimido, y últimamente te vi tan decaída, que fue lo único que se me ocurrió para subirte el ánimo. Yo se lo agradecí dándole un fuerte beso en la boca, y al tiempo que las dos nos secábamos, la invité a ella y a su novio, a que me acompañasen almorzar en un buen restaurante, fue en el mismo restaurante que mi hija me aclaró que Sebastián tan solo era uno de sus muchos amigos con derecho, y que a su verdadero novio, a ella no se le hubiera ocurrido proponerle nada de eso, ya que aunque lo ama mucho, mi hija entiende que de seguro se opondría a ese tipo de relaciones.
En ocasiones mi hija ha vuelto a llevar Sebastián, como a uno que otro invitado, o invitada a casa. Pero yo me conformaría con que fuera ella sola.
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de December de 2007 a las 13:35:08 - Relato porno leído 783554 veces
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Comentarios enviados para este relato
daniel3712
(12 de June de 2014 a las 18:41) dice:
Me gusto mucho su relato y me parece muy lindo el gesto de tu hija. buenprovecho.
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