Ana.

Cuando Miguel tocó el timbre no sabía a qué atenerse. Conocía a Claudia y a Ana desde que estudiaban en la universidad, sabía que eran amigas pero recibir una llamada para verse en casa de Ana los tres era sin duda algo atípico. No pensó en nada pero le preocupó que algo le pasara a alguna de ellas, en lo particular a Claudia, siempre fanteseaba con ella, la sabía traviesa y que algo estuviese mal ciertamente no le gustaba. Le abrió la anfitriona con una sonrisa de oreja a oreja, los ojos enrojecidos, con el brillo maravilloso de una fruta presta a saborearse y el aroma de la marihuana escondido bajo el incienso.
De inmediato se relajó. No podía estar pasando nada malo en ese escenario tan ligth. Era un típico apartamento de soltera, un sofá y dos puff en el suelo, la cocina a mano izquierda, la habitación a mano derecha, justo en frente y por encima de la cabeza de Ana pudo divisar el baño, la pipa estaba sobre la mesa junto a una botella de vino tinto abierta. Beber vino le parecía algo de intelectuales y él no lo era. Ana tal vez sí, las paredes llenas de estantes con libros, afiches y de fondo The Doors.
Fireeeeeeeeeeeeeee
Se sentó en el sofá luego de la bienvenida de Ana. Estaba descalza cuando camino hacia la cocina, había un mesón en donde fue a colocar el bolso de Miguel. Una falda larga de los ´70 cubría sus piernas dejando ver mas allá de los tobillos y sus nalgas saltaban dentro de la tela. Tenía el pelo recogido con una especia de trapo bermellón. Regresó con otra copa. Claudia salió de la habitación y Miguel tuvo que voltear la cabeza como Linda Blair para verla acercarse. Estaba delcanza también y traía esos pantalones cortos que usaba en la universidad. -Siempre mostrando- pensó Miguel y eso le fascinaba. Le encantaba verle las rodillas y observar como su muslo rosado se apretaba con la tela del blue jean del pantalon corto que llevaba puesto. Tenía tiempo sin verla. Se puso de pié y se abrazaron. El sintió que ella se le acercaba más que de costumbre y pudo sentir que no usaba sostén. Los senos de Claudia se estrellaron contra el pecho de Miguel con fuerza. El beso de Miguel fué una mueca al aire y se volvió a sentar. Tomó la copa que ya Ana había servido, Claudia a su lado, Ana en el puff y brindaron.
La conversación transitó entre recuerdos estudiantiles, asuntos de trabajo, política nacional y actualidad de relaciones. La botella se acabó pronto y Ana abrió otra. La pipa también cumplía con su deber. The Doors había dado paso a Fito de allí a Rubén Blades y ahora sonaba Fuerza Natural. Claudia se levantó y pasó junto a Ana a la distancia exacta para acariciarle el cabello con su mano izquierda, como si fuera una Matadora haciendo una verónica en el ruedo, justo antes de cruzar para ir al baño. Miguel les hablada de su situación actual: amante. Él notó de inmediato aquel gesto y Ana lo observó con esa mirada que sólo tiene la mujer en celo.
Miguel cambió el sofá por el puff que estaba de frente al de Ana, esta acomodó el suyo para quedar más comoda y conversar con él. Al sentarse, Miguel se quitó lo zapatos quedando descazo también mientras Ana se subia la falda hasta por encima de las rodillas mostranto sus muslos tiernos, cruzó las piernas en flor de loto y acomodó la tela en su regazo. Notó como Miguel le miraba las piernas y bebió el último trago de su copa.
Cuando Claudia salió del baño le agradó el nuevo set up de la sala y se acomodó en el mismo puff de Ana. A Miguel se le secó la boca no sólo por la yerba que fumaban sino al ver que Claudia había regresado sin el pantalón corto, ya nada le apretaba el muslo, solo una tanga negra cubría su sexo. Miguel bebió de su copa mientras de manera lasciva miraba al duo, su lengua saboreó el vino que quedó impregnado en sus labios. Ana entonces giro su cabeza y se acerco en cámara lenta hasta Claudia que ya tenía la boca entre abierta para recibir el beso. Miguel podía ver como sus lenguas salían y entraban y como la saliva chorreaba boca a boca y noto de inmediato como los latidos de su corazón hacían eco en su sexo. Ana extendió su mano izquierda y lo solicitó. Miguel se acercó y se unió a este beso en trío. Lenguas y labios compartidos. El aliento de los tres se mezclaba y el sabor a vino, monte y saliva lo invadió todo. Mientras Cerati terminaba de cantar, Miguel las besaba y acababa en un chorro de semen preso y cautivo. Ana se masturbaba mientras Miguel con sus manos frotaba el sexo mojado de Claudia.
No había nada de que preocuparse.