Como he comentado anteriormente, siempre he tenido total acceso al ordenador de Alicia. Ella no lo sabe, pero tampoco es extraño porque no sabe casi nada de ordenadores.
Relato
Como he comentado anteriormente, siempre he tenido total acceso al ordenador de Alicia. Ella no lo sabe, pero tampoco es extraño porque no sabe casi nada de ordenadores.
Me tenía preocupado la necesidad de dinero que tenía Alicia últimamente así que entre en su ordenador para ver si veía algo. Nada más entrar en su e-mail, me llamaron la atención, algunos correos de un tal Bernardo, así que los fui abriendo y leyendo. “Espero 2.000.-€, como máximo el Viernes, si no, tu familia se enterará de todo.” Era una de las que me llamo la atención. Madre mía. A Alicia le estaban haciendo chantaje. No eran cantidades muy altas, pero si lo eran para ella, por eso no tenía nunca ni un euro y siempre nos estaba pidiendo dinero.
Seguí investigando y encontré el origen del chantaje en un documento adjunto. Era un pdf con copias de documentos y fotografías, por la cual se veía claramente que mis abuelos, pues venía la firma de ambos, habían cobrado ilegalmente la cantidad 120.000 €, que correspondían a una constructora. Dios, era la de mi padre. Los abuelos le habían estafado esa cantidad a mi padre. - Bueno, bueno, tendría que pensar cómo manejar ese tema y sacarle un buen provecho.
De entrada, contacte con dos colegas informáticos, amigos míos. Les dije que tenían que hacerme un favor. El asunto era que tenían que fabricarse documentación como si fuesen de la brigada de delitos monetarios.
Un buen día aparecieron mis dos colegas en casa de Alicia. Se identificaron y le dijeron:
- Es Vd. Doña Alicia Cañizares, viuda de Bermejo?
- Si soy yo,
Respondió con cara de preocupación.
- Está Vd. Arrestada.
El mundo se le vino abajo.
- Pero que es lo que he hecho?.
- Tenemos una denuncia contra Vd de D. Jorge Alvear por apropiación hace ocho años de la cantidad de 120.000€ del dinero de la empresa de su propiedad. Conoce Vd. al denunciante?
- Si, es mi nieto.
Contestó con un hilo de voz
En ese momento aparecí yo por la puerta. Alicia me miró con ojos suplicantes mientras se la llevaban mis dos colegas.
- Esperen un momento, agentes.
Dije con voz firme. Se detuvieron.
- Me permiten hablar un momento con la detenida.
- No deberíamos pero ya que es el denunciante y familia de la detenida, se lo vamos a permitir.
Me quedé a solas con Alicia. Se echó a llorar de inmediato.
- Por favor no lo hagas. El dinero no lo tengo, pero venderé la casa para pagaros. Fue idea de tu abuelo, no hagas que me metan en la cárcel, no lo podría soportar.
Las lágrimas bajaban por sus mejillas e iban a parar a su jersey, que ya lucía una buena mancha.
- Que estás dispuesta a hacer para que yo pare esto.
- Cualquier cosa, Jorge, cualquier cosa que se te ocurra.
Me dirigí a mis colegas y les dije.
- Agentes, voy a retirar la denuncia, de momento. Creo que seremos capaces de arreglar este asunto en familia.
Los agentes mostraron su disconformidad, pero se callaron cunado les dije.
- Yo hablaré personalmente con el comisario Perales.
- Bueno, pero no se olvide de pasar esta misma mañana por la comisaría y retirar la denuncia, caso contrario volveremos esta tarde para proceder de nuevo a la detención.
- No se preocupen agentes, lo haré.
Les acompañe a la puerta y salieron mientras les guiñaba un ojo.
Cuando volvía entrar en la habitación Alicia se me echo encima y me dio un abrazo llorando. Yo no quise dejar pasar la oportunidad y le agarré el culo bien fuerte. Ella puso cara de sorpresa, pero no se atrevió a decir nada. Poco a poco fui bajando mi mano hasta el borde de su falda y volvía subirla acariciando la parte trasera de sus muslos hasta llegar a sus nalgas.
- No lo hagas, por favor.
Me suplico llorando y sin moverse.
- No acabas de decir que harías lo que yo quisiera? Pues esto es lo que va a suceder.
Le dije sin apartar la mano de su culo. Aparte sus bragas y seguí explorando con la mano hasta que llegue a la raja del culo. Posteriormente hallé su ano y lo masajeé con un dedo. Ella seguía llorando pero sin moverse. Le metí el dedo en el culo y dio un respingo. Se lo saque de golpe y soltó un gemido. Aparte la mano y le dije:
- Mañana te vendrás a vivir a casa con nosotros durante un tiempo. Ya veremos que hacemos con esta casa. Igual la vendemos para pagar tu deuda. Tráete una maleta con lo imprescindible. Si estás en la puerta de mi casa a las 10 en punto entenderé que aceptas el acuerdo, caso contrario entenderé que no lo aceptas y proseguiré con la denuncia.
Me fui. Se quedó sola y llorando.
El teléfono de casa y los móviles de mis chicas estuvieron sonando toda la tarde, era Alicia. Les prohibí cogerlo. Yo tampoco lo cogí, quería que ella misma se fuera convenciendo.
Al día siguiente cuando el reloj daba las diez, sonó el timbre de la puerta. Era ella, vencida y entregada. Abrí yo la puerta. Cogí la maleta y la pasé al recibidor sin mediar palabra. A ella la cogí de la mano y la pasé al salón. Puso cara de no entender nada, cuando vio a sus tres hijas desnudas, con sus medias, tacones, colitas y orejitas, sonrientes de pie en el salón. A Almu con una barriga de seis meses, de la que ella no sabía absolutamente nada. Por cierto, estaba guapísima.
Quédate aquí quieta. Se quedó muda sin moverse. Me dirigía a Bea y les dije:
- Desnudadla.
Avanzaron hacia ella. No se lo podía creer. Sus hijas la estaban desnudando enfrente de mí. Estaba llena de vergüenza. Colorada y sin saber muy bien hacer con las manos. Intentaba taparse sus partes íntimas. Por cierto, seguía siendo un monumento. No aparentaba su edad y lo tenía todo muy bien puesto. Alta, delgada, tetona y avergonzada. Se veía hermosa…
- Ponte las manos en la cabeza cruzando los dedos, le dije.
- Por favor no me hagáis esto…
Le di un fuerte azote en el culo. Se quedó muda con dos lágrimas en sus ojos.
- Habla solo cuando te autorice. Obedece en todo lo que te ordene o pasaras unos añitos en la cárcel.
Mis chicas miraron extrañadas, pero no preguntaron. Di una vuelta alrededor de Ali. Ella estaba muy callada y quieta. Abre más las piernas, le dije. Las abrió. Ahora ya no podía aguantar las lágrimas y lloraba sin poder contenerse, pero no se movía. Le volvía a dar otro azote, y otro, y otro, cada vez más fuerte.
Le dije a Bea que me trajera la fusta. Ali puso cara de terror, pero seguía sin moverse. Ahora le tocaba a sus pechos. Le di con la fusta en un pezón de arriba para abajo y soltó un gemido. Después en el otro pecho y así hasta que tuvo las dos tetas casi moradas. Seguía con las piernas abiertas y seguía sin mover un pelo. Tenía un coño muy peludo. Me gustaba, aunque les diría a mis chicas que se lo arreglaran un poco.
- Preparad el sótano. Ali se va a quedar allí un tiempo. Cris y Almu, os encargareis del adiestramiento de esta lobita. Por ahora no os diré de porque está aquí. Si se lo gana, igual no os enteráis nunca.
Dentro de su humillación, me miro con agradecimiento. Al menos podía tener esa pequeña satisfacción. Era un arma que sin duda, yo podía utilizar en el futuro.
- Bea, te has portado bien, así que recobraras tus privilegios. A partir de ahora, cuando yo no esté o cuando lo autorice expresamente, Cris, Almu y Ali son tus esclavas. Además no tendrás que tener autorización para correrte.
Bea me miro con los ojos llenos de agradecimiento y amor.
- No tienes nada que decir?
Enseguida vino y me dio el morreo más caliente de mi vida. Estuvo mucho rato así, con su lengua dentro de mi boca. Ali puso cara de enorme sorpresa, pero no se atrevió a abrir la boca.
- Además, a partir de ahora ya no llevarás ni cola, ni collar, ni orejitas.
- Lo que el amo ordene.
- Las tuyas se las pondrá Cris. Las de Cris , Almu y las de Almu las dejaremos para Ali.
Se puso de espaldas a mí y echó el cuerpo hacia adelante, ofreciéndome su hermoso culito. Le saqué la cola de un tirón y dio un respingo.
- Límpiala.
Le pasó la lengua al plug hasta dejarla reluciente. Ordené a Cris y Almu hacer lo mismo. Lo hicieron inmediatamente.
- Almu, ponle tu colita a Ali.
Le puso un poco de lubricante y se la metió sin problema. Vaya con Ali, parecia que en su agujerito no es lo primero que entraba. Estaba muerta de vergüenza, pero no se atrevía a hablar. Una vez con la cola y las orejas, Cris la acompaño al sótano. Durante días tuvo varios brotes de orgullo, así que su estancia en el sótano se prolongó durante más de cuatro semanas. Cris y Almu se turnaban para el adiestramiento de 10 de la mañana a 02 del mediodía. El resto lo pasaba sola en el sótano.
La primera semana, sin comer, solo bebida. La segunda comió algo. La tercera se la volvimos a quitar pues se enfrento a Cris. Teníamos que andar con cuidado pues ya estaba muy delgada, pero era la forma de someterla. Desde el principio no le permitíamos mear hasta que yo la autorizara personalmente. Así que un par de veces al día bajaba a verla y le decía
- Ahora mea.
Ella se avergonzaba muchísimo. Nunca lo había hecho delante de nadie, pero no le quedaba más remedio que obedecer pues si no, se quedaría sin mear. Una vez lo hizo sin permiso y bajo Bea y le dio una azotaina con la fusta que estuvo tres días sin poder sentarse. Finalmente a las tres semanas, llevaba una sin comer, bajo sus defensas y le dijo a Bea que había aprendido y que haría todo lo que Jorge quisiera sin rechistar. A pesar de eso Bea consideró que debía de quedarse unos días más en el sótano. Cuando salió estaba sucia como una rata. En los huesos y con unas greñas que la hacían irreconocible.
La tuve en el salón de pie sin dirigirle la palabra, cerca de una hora. Luego apagué la televisión y salí a dar un vuelta con mis chicas. Tomamos una cerveza bajo las miradas de envidia de todos los hombres que nos cruzamos. La verdad es que iban sexys pero elegantes. Una vez en el bar saqué la Tablet para echar un ojo al salón de la casa. Allí estaba sin moverse, guarrísima, pero obedeciendo. Así estuvo tres horas hasta que volvimos a casa.
- Has aprendido?
- Si amo, viviré para tu placer. Puedes ordenar lo que sea que lo cumpliré. Subidla, lavadla y preparadla, que esta noche tenemos fiesta.
- Almu, tu quédate aquí que quiero disfrutar de tu barriguita un rato.
Estaba de unos siete meses y estaba bastante delgada pero con una gran barriga y las tetas le había crecido una barbaridad. La hice sentar a mi lado en el sofá y subir las piernas abriéndolas todo lo que pudo. Empecé a acariciarle la barriga y luego fui subiendo una mano hasta sus pechos. Al apretarlos salieron unas gotas de calostro. La otra mano la baje hasta su coño peludo y comencé a masajearle el clítoris sin compasión. Estaba a punto de correrse y me suplicó que se lo permitiera. Le dije que no y paré. Se quedó muy nerviosa y con lágrimas en los ojos. Al suelo, le dije. A cuatro patas. La barriga casi llegaba al suelo.
- Ahora tócate para mí y córrete mientras me haces una mamada.
Se metió mi polla en la boca y al momento empezó a temblar mientras se corría. Yo del calentón, me corrí también y ella se tragó la lecha sin dejar ni una gota.
Mientras tanto las otras dos subieron a Ali al baño y lavaron deteniéndose en cada uno de sus orificios de manera que la calentaron para la cena. Sabía que no se podía correr, pero ver a sus hijas tocándola, masturbándola y besándola todas las partes de su cuerpo a cuatro manos era más de lo que podía soportar. Finalmente se corrió, mirándome con cara de súplica y pidiendo perdón. Bea no la perdonó y bajo corriendo a por la fusta. Así como estaba de pie en la bañera se llevó la primera en las nalgas. Dio un grito, pero no se movió.
- Las manos en la cabeza con los dedos cruzados, ordenó Bea.
Las puso. El segundo fue en el pecho derecho, que le dejo una marca roja que fue apareciendo en unos segundos.
- No quiero oir ni una palabra.
Ella la miraba pero no abrió la boca y se llevó diez fustazos por todo su cuerpo que le dejaron sendas marcas por unos días.
Yo me había incorporado como espectador.
- Has aprendido?
- Si amo.
- Ahora ven.
Salió de la bañera y se puso en frente de mí. Le ordené que se pusiera de rodillas. Se puso inmediatamente, mirando al suelo.
- Cómele el coño a Bea. Ordené
Estuvo a punto de negarse, pero finalmente lo pensó mejor y lo hizo. Bea abrió las piernas y ella se puso a chupar como una maestra. Le dije a las otras dos que la acariciaran. Inmediatamente se pusieron a tocarla por todas partes, Cris le manoseaba las tetas y Almu le metía el dedo por el culo y por el coño. A los cinco minutos empezó a tiritar. Sabía que no podía correrse si no quería recibir otro castigo en su ya dolorida piel. La hice sufrir.
- Parad
Inmediatamente pararon. Ali seguía con los temblores, pero había conseguido no correrse. Eso sí, se había quedado con unas ganas terribles de un orgasmo.
- Ponte de pie. Date la vuelta y échate hacia adelante con las piernas abiertas.
Me mostró su ojete y su coño chorreando flujo. Yo me había vuelto a calentar y sin decir más se la inserte por el culo. Dio un gritito pero enseguida empezó a mover las caderas.
- Almu, tócale el botoncito.
Ella empezó a jugar con el clítoris a de su madre. No podía más cuando le dije mientras me corría:
- Ahora córrete.
Me miro hacia atrás y dio un largo gemido mientras su cuerpo se convulsionaba por el orgasmo. Hazla sufrir un poco más Almu. Almu siguió masturbándola. Ella le pidió que parara, pero Almu no paró hasta que yo se la dije. Se quedó agotada, tendida en el suelo.
- De rodillas, ordené.
Se puso de rodillas y le dije:
- Mira como tengo la polla de mi leche y de tu mierda.
No tuve que decir nada más. La cogió y empezó a lamerla introduciéndosela de nuevo en la boca. Me puso de nuevo en acción y siguió mamándola hasta que me corrí dentro de su boca mientras me miraba a los ojos. Si decirle nada se tragó todo el semen y limpio mi polla con su lengua. Estaba con cara de felicidad de haber complacido a su amo. Así que le acaricie la cabeza mientras ella estiraba el cuello.
- Iros a dormir.
Se dirigían a su dormitorio cuando dije:
- Bea, hoy dormirás conmigo.
No pudo esconder la cara de felicidad. Creo que me había enamorado de mi propia madre. Nos acostamos en la cama y me dio un largo morreo. Al final, antes de apagar la luz me miró a los ojos y me dijo.
- Te amo, mi amo.
Dormimos como dos novios, abrazados.
A la mañana siguiente nos despertamos abrazados. Vimos la hora y Bea se incorporó para bajar a la cocina. Se puso las medias y los tacones y se iba a ir cuando le dije:
- Ponte un vestido. Que sea corto y desde luego no llevarás bragas ni sujetador, pero tu status acaba de subir. Las otras tres, como te dije son tus esclavas, incluso estando yo delante. Por la cuenta que te trae, ya procuraras que me complazcan.
Me miró con carita de enamorada y dijo:
- No te fallaré amo.
A partir de entonces se dedicó a dirigir a las demás, no solo en todas las labores de la casa, sino en buscarme el placer con todas, incluida ella misma.
Las otras se sorprendieron cuando la vieron vestida, pero lo dieron por bueno puesto que yo estaba allí y no decía nada.
- Cris, dijo Bea, chúpasela al amo mientras desayuna.
Me había visto mirarla con cara de deseo. Cris se agacho, y me dio una larga mamada durante todo el desayuno. Bea se había puesto de pie a mi lado con las piernas ligeramente abiertas, así que le acaricie el coño hasta que se corrió, justo cuando yo me corría en la boca de Cris.
Los siguientes dos meses fueron maravillosos, con Bea siempre preocupada, no solo de satisfacerme ella, sino de que también lo hicieran las demás.
Llegó el momento de que tuviéramos que salir para la maternidad. El parto no duró mucho y Almu dio a luz a una hermosa niña a la que pusimos de nombre Laura. Pero eso…, ya es otra historia.