Mi nombre es Irene, y me encuentro felizmente casada con Ignacio, y aunque tanto él como yo ya pasamos de los cincuenta, en términos generales disfrutamos de lo que se puede llamar una buena relación íntima, para no ser muy explícita. Pero ocasionalmente, les confieso, le he sido infiel a mi marido.
Relato
No es algo que haya hecho diariamente, tan solo en ciertas ocasiones, en que se han dado las circunstancias apropiadas, por lo general siempre he mantenido mis relaciones fuera de mi casa, de la manera más discreta posible, y con personas por las que he sentido, que la atracción es mutua. Pero en mi última aventura he roto las normas que yo misma me había autoimpuesto.
Todo se inició cuando a nuestra casa llegó, Ramirito, el sobrino de mi esposo, un chico todo flacucho, alto, desgarbado, más blanco que un papel, callado, sumamente respetuoso y con unos espejuelos que lo hacen verse como un búho. Lo cierto es que desde que lo vi por primera vez, ni atención le puse. Después fue que me enteré por mi marido que Ramirito, estaría en casa, hasta que lo aceptasen en el Seminario católico, ya que el chico o mejor dicho su madre, deseaba que fuera cura.
Lo cierto en que como ya les dije, ni atención le había puesto, hasta que un día, al entrar al cuarto de baño, me encontré con que Ramirito se estaba duchando, por lo que estaba completamente enjabonado, y no se dio cuenta de mi presencia, ya que tenía jabón hasta en los ojos, pero de lo que yo si me di cuenta fue del inmenso miembro que se gasta el sobrino de mi marido. Discretamente salí del baño, pero desde ese mismo instante le comencé a ponerle más tención al pobre chico. Realmente no pensé en hacer nada con él, pero la verdad es que me había dejado bastante impresionada, al ver su inmenso miembro completamente enjabonado y parcialmente erecto.
Ya casi se me había olvidado el incidente del baño, y me encontraba tomando el sol en el jardín de casa, cuando sentí y posteriormente me di cuenta de que era observada por el sobrino de mi esposo, por lo que discretamente me marché para dentro de la casa. Aunque tengo algo más de cincuenta años como ya les dije, me cuido bastante, y sin falsa modestia les diré que tengo un muy buen cuerpo, digo si me comparo con las amigas mías de mi edad. Es más hay quienes me han dicho que parezco una mujer de treinta y tantos, y se asombran cuando les digo que tengo más de cuarenta y cinco.
Esa fue la primera vez que me di cuenta de que el tal Ramirito, no era tan Santón como pretendía hacerse ver. En otra ocasión durante el desayuno, ya me encontraba sentada a la mesa, en bata, y supuestamente de manera accidental a él se le cayó un cuchillo. No sé por qué se me antojó pensar, que el chico realmente lo que estaba haciendo bajo la mesa, era verme las piernas y muslos. Por lo que yo, sabiendo de sobra, que no me había puesto mis pantis, abrí mis piernas de par en par. La reacción inmediata fue, que el pobre de la impresión que se llevó al ver mi coño completamente desnudo y recién depilado, se dio un fuerte golpe en la cabeza con la mesa, la cual casi voltea.
Por aquello, como dice uno de mis amantes, de darle el beneficio de la duda, no le hice ningún comentario a mi marido, ni tampoco a Ramirito. Pero si me puse mucho más atenta, a la presencia del sobrino de mi esposo. A los pocos días me encontraba arreglando el jardín, y estaba usando unos pantaloncitos bien cortos, de esos que las entrepiernas se le pierden a una dentro de las nalgas, y noté que el chico, cada vez que yo me inclinaba para recoger alguna mata o herramienta, no despegaba sus ojos de mis caderas, lo que ya comenzaba a cansarme.
Como estaba bastante sudada, decidí irme a dar una buena ducha, arreglarme para salir y no seguir sintiendo las miradas del chico ese. Al llegar al baño por lo deseosa que estaba por ducharme me desnudé totalmente, dejé toda la ropa sudada tirada en el piso, ya totalmente desnuda, me acordé que en mi mesa de noche tenía un nuevo champo que había comprado recientemente y deseaba probarlo, por lo que me dirigí al cuarto a buscarlo.
Una vez que agarré el champo regresé al baño, pero al abrí la puerta que conduce de nuestra habitación al baño, cuando en la otra puerta que conduce del pasillo al baño, frente a mí, encuentro a Ramirito, de pie con mis pantis y el pequeño pantalón corto entre sus manos, oliéndolos profundamente.
Realmente no me importó el que yo estuviera completamente desnuda, estaba sumamente indignada, brava, y molesta por lo que el chico ese estaba haciendo con mis prendas, que sin pensarlo prácticamente me le fui encima y le arranqué de sus manos mi ropa, al tiempo que comencé a insultarlo diciéndole que era un enfermo sexual, y que se lo diría a su tío, a su madre y hasta al cura de la iglesia para que no lo admitieran en el seminario.
Ramirito que de por si es bastante blanco se puso más pálido todavía, trataba de hablar pero del susto que le di, al encontrarlo con mis pantis en sus narices, no lograba decir palabra alguna, hasta que finalmente alcanzó a decirme, llorando y poniéndose de rodillas, por favor no se lo diga a nadie tía, si quiere ya mismo me voy de su casa, pero no se lo diga a mi madre. Yo hago lo que usted quiera pero, pero por lo que más quiera, por favor, no se lo diga a nadie.
De momento me vi a mi misma, aunque completamente desnuda, de pie, frente al ese chico llorón, que se encontraba arrodillado a mis pies. Un fuerte sentimiento de morboso placer se apoderó de mí, y agarrándolo por su cabello, le dije. Está bien Ramirito, no le diré nada a nadie, pero de ahora en adelante harás, sin chistar todo lo que yo te ordene, y para comenzar comienza a mamar mi coño.
Él se me quedó viendo con sus grandes ojos desorbitados detrás de sus ridículos espejuelos, al tiempo que yo sin soltarle el pelo acerqué su rostro a mí sudado coño. Separé ligeramente mis piernas y le volví a repetir, comienza por ponerte a mamar mi coño. Tímidamente Ramirito sacó su lengua, y por la presión que ejercí contra su cabeza, la pegó sobre mi piel, al tiempo que le dije, querías oler mis pantis, ahora vas a tener el placer de saber a qué sabe mi coño.
Él comenzó torpemente a mamar mi coño, mientras que yo me senté sobre el inodoro abriendo aun más mis piernas. Con ambas manos le sujetaba su cabeza, mientras que Ramirito continuaba mama que mama, su boca prácticamente se enterraba del todo dentro de mi mojada y sudorosa vulva, mientras que él continuaba chupándola, haciéndome que me deleitara por lo que lo obligaba hacer hasta que entre restregar su rostro contra mi coño, sentir su lengua y sus labios contra la piel de mi vulva, disfruté de un placentero orgasmo.
Tras el cual le di un empujón a Ramirito, ordenándole que se desvistiera completamente. Sin tan siquiera verme a los ojos, con su mirada clavada en el piso, el sobrino de mi marido, se fue desnudando completamente, hasta que finalmente quedó tan desnudo como yo me encontraba. Pero con ambas manos tratando de ocultar su erecto miembro. Yo por lo contrario, me sentía poderosa, por lo que poniéndome de pie frente a él, le ordené que se acostase en el piso, por un instante Ramirito dudó en hacerme caso, y de inmediato, no sé de donde ni como, pero me provocó darle una tremenda cachetada, al tiempo que le dije en un tono bastante agresivo. Acuérdate que te dije, que de ahora en adelante harías todo lo que yo te ordenase, así que tírate al piso.
De manera obediente y sumisa Ramirito hizo lo que le había ordenado segundos antes, en su cara tenía estampada la cachetada que segundos antes yo le había propinado. Una vez que él se acostó en el piso del baño, me coloqué sobre él separé mis piernas y agarrando su miembro con una de mis manos, dirigí mi coño hacia su enorme verga la que yo misma me comencé a enterrarme divinamente dentro de mi bien lubricado coño.
Por un corto rato disfruté de la manera en que me entraba y salía su miembro de coño, hasta que sentí que el pobre diablo se había venido, lo que me indignó, y de inmediato le di una carga de cachetadas, hasta que él llorando me comenzó a pedir perdón, sin saber a ciencia cierta, qué era lo que él había hecho para merecer mi furioso castigo. Yo realmente si disfruté de otro orgasmo, pero fue mientras le daba las cachetadas y lo insultaba sin detenerme, hasta que por lo agotada que me encontraba lo dejé en paz.
Cuando me levanté le dije, ya sabes, o me haces caso o le voy a tu madre con el cuento de que me estabas oliendo las pantis, y si es necesario les diré que me violaste. Ramirito no dijo nada, pero desde ese día, su sobrino se convirtió en mi esclavo, sin que mi marido lo supiera, después de eso le ordené que se pusiera a mamar mis tetas, hasta que me dio la gana.
Ocasionalmente lo usaba, o vejaba según se me antojase, pero una noche que a mi esposo se le antojó clavarme su verga por el culo, cosa que hace de vez en cuando, al siguiente día salí a comprar un juguete erótico, para yo hacerle lo mismo a su sobrino, lo que encontré no era tan grande como su propia verga, pero al verlo y explicarle lo que yo deseaba, Ramirito se asustó, y hasta en un principio trató de negarse, pero después de un buen par de cachetadas, lo obligué a que se pusiera en cuatro, mientras que yo, después de que me coloqué mi nuevo juguete, adosado a mi cuerpo con una par de correas, y de ponerle un poco de vaselina en su culo, se lo empujé tal y como mi esposo me lo hace a mí en la cama.
El sentir el cuerpo de el chico bajo el mío, y como al principio se quejaba de dolor, me excitó muchísimo más, al grado que a medida que movía mis caderas clavando más y más adentro el juguete dentro de su culo, disfruté de un orgasmo como nunca lo había disfrutado.
Ramirito eventualmente entró al seminario, y aun continúa ahí, pero cuando le dan permiso de salir a visitarnos, disfruto como una loca, con las cosas que le obligo hacer.
La figura de Carla recortada por las luces que le venían del interior de nuestra casa, marcaban a la perfección sus curvas y sus largas piernas... Ella, esperando ahí, en el portal, ansiosa por recibir a Luis y Antonio para que le den caña delante de mí, hacía que mi morbo trepase hasta el cielo......
Relato erótico enviado por domo54 el 18 de January de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 40349 veces
Si te ha gustado Como me convertí en una Sádica ama… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Como me convertí en una Sádica ama….
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
julitosex
(9 de January de 2013 a las 01:47) dice:
esta muy buena julitosex
(9 de January de 2013 a las 01:47) dice:
esta muy buena katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:31) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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