Soy el Director de una carcel de jóvenes y relato los castigos que reciben en ella. Sólo para amantes del sado-maso.
Relato
CARCEL
Varios amigos me han insistido en que escriba sobre mi trabajo, por lo peculiar del mismo, y en consecuencia el interés que puede tener para el gran público.
Estoy contratado, desde hace un tiempo, por un Gobierno latino americano, cuyo nombre y características, lógicamente no puedo dar.
Soy el Director del primer Centro de reeducación y reproducción mejora de raza, del mundo.
Situado en una pequeñísima isla del Caribe, con la única edificación del Centro, y sólo ligado con la civilización por un barco que recala todas las semanas, con lo que es completamente imposible acceder.
Se trata de una especie de penal o reformatorio a donde se envía a jóvenes, unas debido a su mala conducta y otras captadas por el ejercito del Gobierno en aldeas y pueblos perdidos de la selva. Con edades hasta un máximo de 22 años.
Estas jóvenes son desembarcadas regularmente en el barco de los suministros y en el Centro reciben una reeducación, tipo reclusas. aunque su finalidad es ser cubiertas por sementales para la reproducción y mejora de la raza, lo que conlleva un tratamiento muy especializado.
Por su parte, los sementales proceden bien de cárceles o marinos, son superdotados que han estado un mínimo de seis meses sin ver a ninguna mujer, aunque la mayoría de los encarcelados llevan años y este acto es premio a su buena conducta. Se van turnado, suelen estar en Centro unos quince días, si siguen dando leche a criterio de los médicos, pueden continuar hasta un mes, luego son sustituidos por otros. Están muy bien alimentados y descansados hasta que les toca el trabajo de cubrir reclusas, no teniendo ninguna limitación con ellas, una vez encerrados con las hembras, pudiendo disponer a voluntad de la mismas, golpearlas si se niegan etc. y ninguna responsabilidad si dejan a la hembra inútil, sólo tienen como obligación cubrir al animal un mínimo de 8-10 veces por sesión, de lo contrario se les considera inútiles.
Para la mejor comprensión del funcionamiento del Centro, iniciamos el relato, comentando la llegada de un cargamento de nuevas reclusas.
Se las trae en jaulas, cubiertas totalmente de telas que no permiten ver sus caras ni sus cuerpos, a fin de que la tripulación no pueda ni identificarlas ni llegar a tener el menor contacto con las mismas, ya que estas en principio nunca más regresaran a sus orígenes.
Se las desenjaula a su llegada, y las matronas, proceden a su lavado y desinfección con mangueras de agua, detergentes y desparasitadores. Una vez medianamente presentables, pasan a inscribirse, se las da un número en lugar de su nombre, se abre una ficha con sus datos personales, procedencia, edad, características físicas y pasan a la sala de acogida donde la Jefe de matronas decide normalmente cortar el pelo a cero, depilar su cuerpo y adecentar. Más tarde llega el turno de los médicos, que colocan a las aspirantes en sillones ginecológicos para examinar a fondo su sexo, separando cuidadosamente si hay alguna virgen a la que sólo se examina el sexo respetando el mismo, mientras que el resto sufre las primeras dilataciones a fin de cumplimentar el informe de su facilidad reproductiva.
Una vez finalizado el trámite médico se las pasa, de una, en una a la sala de marcado, siendo este el primer acto brutal pero propio de un Centro de este tipo, que reciben, pues se las coloca boja a bajo, encerradas entre unas tablas, como se hace con las reses, que nos las permite moverse lo más mínimo y una vez inmovilizadas, reciben en el centro de su culo, el primer "regalo" del Centro, en forma de la Marca del mismo grabada a fuego por el verdugo principal. Los gritos, lloros y sollozos de la primera hacen que las que esperan empiecen a temblar incluso a desmayarse. Pero a pesar de ello, en el Centro la piedad no existe, van pasando una a una hasta estar todas marcadas, pues desde ahora su trato será de animales no de humanas. Un par de cubos de agua bien fría las pone otra vez en la tierra. Los cuidadores se encargan de colocar esposas, grilletes en los tobillos y a los chillonas una buenas mordazas acompañadas del primer sabor de la fusta en sus culos o un buen puñetazo en las tetas, que las hace olvidar su indisciplina
Mi dilatada experiencia a cargo de penales femeninos, me confirma que las reclusas deberán ser tratadas con la máxima dureza, sin límite en las torturas a aplicar, incluso como se verá soy partidario de que el castigo no sólo sea aplicado por las matronas o por los verdugos profesionales, sino por todo el personal del Centro que así lo desee o considere oportuno, facilitando la labor dado que absolutamente todas requieren un castigo diario y las matronas no dan abasto y por otro lado los verdugos sólo se ocupan de los casos de torturas
Igual ocurre con la monta, que todo el personal masculino puede realizar cualquier día y a cualquier hora, dándose el caso que las hembras buscan este cruce antes que someterse a terribles sementales. En caso de las matronas, todas ellas reconocidas lesbianas, después de follarse a una hembra pueden solicitar de la dirección la autorización para inyectarlas leche de los sementales.
Se las lleva a celdas individuales, compuestas por camastro y agujero para las necesidades, desde luego sin ningún tipo de ropa, pues permanecerán siempre desnudas totalmente. Mientras que las vírgenes pasan a las dependencias de la Dirección. En la celda se encuentran argollas en paredes y piso para fijar a las reclusas. En la puerta de la celda hay un tablón donde se anota el número, procedencia (capturada o procedente de mala conducta) y muy destacado un espacio para menstruaciones, pues este apartado es uno de los fines del Centro, la reproducción, así como un calendario en el que se anota si han recibido el castigo diario obligatorio, dado que todo animal está obligado a ser castigado al menos una vez al día, bien a la hora de la revisión matinal con picanas eléctricas, bien en el paseo de las necesidades o lo largo del día en la sala de torturas o fuera de ella.
Se las da de comer, beber y se las deja descansar hasta el día siguiente, después del traumático viaje y el marcado.
Cada 5 celdas hay una jaula, donde se encierra a las reclusas díscolas, en espera de pasar a las salas de castigos. Estas situadas en el piso superior, con diferentes pasos: desde las ataduras, inmovilizaciones, suspensiones, azotes, aplastamiento de tetas, dilataciones hasta las más sofisticadas para perforaciones de pezones y vulvas, sillones ginecológicos etc.
Las diferentes secciones y personal que componen el Centro está compuesto por:
Enfermería con dos médicos y otras tantas enfermeras para atender principalmente a las preñadas.
Cinco verdugos profesionales con un Jefe de grupo.
Veinte matronas para el orden diario de las reclusas.
Diez mozos como ayudantes y cuidadores.
Personal femenino subalterno de limpieza, jardinería, cocina etc. procedente de internas estériles.
Dirección del Centro.
Actualmente disponemos de un rebaño de cerca de 100 hembras, de los cuales el 80% está destinado a reproducir.
Un día cualquiera en el Centro se compone del siguiente programa: a las 7 de la mañana a la hora del toque de levantarse todas las reclusas deberán estar alineadas en las puertas de su celda, con las piernas abiertas a tope, las tetas erguidas, los brazos en la nuca, para que las matronas las revisen, tanto de frente como de espalda, deberán orinar delante de ellas a fin de comprobar color y olor del mismo, si alguna se dilata en la operación, además de recibir una caricia con la picana eléctrica en su sexo, deberá pasar a la jaula para su posterior castigo.
Salida al bosque conducidas por las matronas con sus látigos, picanas y garrochas finalizadas en consolador, para meter en coño y culo, una vez el rebaño en el campo deberán hacer sus necesidades, si se observa que alguna no lo hace también es conducida a la jaula correspondiente. Regreso al Centro, ducha colectiva y revisión por mi parte de todo las reclusas y revisión médica, para asignar dias para el cruce, observar las vulvas de las vírgenes, estado y dilataciones de culos etc hasta que llegue ese momento crucial y definitivo de su existencia, deberán conservarse en forma, todos los días con ejercicios, paseos de varios kilómetros, gimnasia etc. mientras que las reclusas de las jaulas son llevadas a las salas de castigo, donde los verdugos tienen la obligación de marcar sus cuerpos con todo tipo de torturas y latigazos.
Las seleccionadas entre las más fuertes y robustas, son atendidas por el equipo de especialistas médicos, que las atan a sillas ginecológicas, y abren sus vulvas con pinzas, al máximo para comprobar su sanidad, dilataciones de coño y culo, revisión de labios internos y externos y clítoris, con su capacidad y aptitudes incluyendo pruebas de resistencia al dolor y castigo, mediante picanas eléctricas, a las seleccionadas se las conduce a las salas de preñado compuesto por celdas insonorizadas pues los gritos y lloros son terribles, donde esperan los sementales atados, y de esta forma se inicia el trascendental periodo de monta, se suelta a los sementales y se las echa dos-tres sementales por cabeza, para que las cubran, durante un periodo de 48 horas seguidas, al cabo de los cuales el equipo de enfermeras, comprueban el estado de las reclusas, algunas llegan a morir y otras quedan inválidas, con las embestidas de los sementales, y si están en condiciones descansan 12 horas y vuelven a las celdas para ser nuevamente montadas por otros tantos sementales nuevos. Una vez pasado el periodo de monta se las traslada a un pabellón de reposo donde esperaran conocer si han quedado preñadas, en caso contrario, se comienza un nuevo tratamiento de monta, no sin antes haber pasado por la sala de castigos, lo suficientemente terribles para que una gran mayoría, ante el miedo a estos, solicitan, bien más horas de monta o algún semental más.
Las parturientas reciben otro trato muy diferente, sin castigos, y sus grandes obligaciones son: parir y dar mucha leche, pues la necesitan tanto para la criatura como para ser ordeñadas y servir con ella los desayunos de los diferentes Jefes del Centro. Las crías al cabo de tres meses son enviadas a las hospitales centrales de la Nación. Mientras que las madres comienzan otro periodo de preñado.
En cuanto a las nuevas, el equipo médico y yo personalmente las clasificamos. Las vírgenes son tremendamente apreciadas. Las altas y fuertes, como hemos indicado, destinadas a la reproducción. Las bajas o feas se destinaran a labores auxiliares de limpieza, ayuda etc. o bien para ser vendidas a los mercaderes árabes de esclavas que periódicamente las adquieren en una subasta que el Centro celebra cada trimestre. Normalmente me ocupo del desvirgamiento de las vírgenes, y la única concesión que otorga el Centro a estas, es que después de la pérdida del himen, se la echa en lugar de los sementales al personal masculino del Centro para que disfrute de ellas, resaltando que el uso de los animales por parte de los machos es total, por lo que pueden desde castigarlas hasta violarlas tantas veces gusten, normalmente la recién estrenada es encadenada en su celda y a cualquier hora del día o la noche, usada por los mozos.
El primer día se lee y entrega el ideario del Centro.
El internamiento en el Centro es indefinido.
Su estancia en el mismo tendrá como finalidad: recibir castigo y quedar preñadas.
Desde su marcado han dejado de tener nombre, personalidad y voluntad, se han convertido en animales cuyo único fin es obedecer.
La misión es doble por un lado convertirse en animales sumisos y por otro reproducir, para conseguir una nueva raza con la que sueña nuestro Gobierno.
Ofrecer su cuerpo y en general sus agujeros, de forma voluntaria y atractiva a todo el personal del Centro que lo requiera, con el fin de satisfacer sus deseos sexuales y esencialmente reproducir.
Tener conciencia que sus cuerpos podrán estar sometidos a los castigos
más crueles por la sola voluntad y deseo de los funcionarios, aunque no
hubiera desobediencia previa y sin necesidad de dar explicaciones de
ningún tipo del motivo por el cual es castigada
Prepararse física y psicológicamente para ser montadas por los sementales, sabiendo que su obligación principal es quedar preñadas. Facilitando la labor de los mismos durante la monta, jamás entorpeciendo o menos negándose. Valorándose favorablemente la que quiera repetir sesión o solicite más horas de sementales.
Tanto la tortura diaria como la circunstancial deberá ser recibida como una obligación normal, con agradecimiento, por lo que se evitarán lloros, gritos o imploraciones, soportando estas preferentemente en silencio.
Los castigos, en cualquier parte del cuerpo que se decida, no tendrán limitación ni en tiempo, calidad ni cantidad
Aseo diario, depilación total del cuerpo, especialmente sexo, procurar estas siempre húmedas y apetecibles para cualquier macho o matrona que solicite su presencia sexual, pues siempre ayudará a la reproducción.
Por otro lado se enumeran los castigos a recibir:
1º Azotes generalmente en el culo, tetas y vulva.
2º Puñetazos normalmente en las tetas
3º Suspensiones, colgamientos, encadenamientos.
4º Liquido irritante para inyectar en coño y culo.
5º Picana eléctrica.
6º Pinzas, agujas, inyectables y perforaciones.
7º Sentadas en caballetes terminados en angulo.
8º Bondage y posterior colgado de tetas.
9º Sufrir el meado de todo su cuerpo y beber los mismos.
10º Electrodos para aplicar en las partes más sensuales.
CAPITULO ll
Para mejor conocimiento del Centro relataré el hecho de la llegada, con el último envío, de una virgencita, que ha quedado reservada en mis dependencias privadas.
Se trata de una mulatita, de muy corta edad, con precioso rostro, ojos vivarachos, espigada con la figura que caracteriza a estas jóvenes: pechos a la altura de los sobacos, tan altos como durísimos, redondos, de pezón rosado aún no muy sobresaliente, cintura muy estrecha, culo precioso, abundante, respingón, alto, duro, redondo. . . de los que parece están pidiendo el látigo a voces, muslos redondos y gruesos. Sexo cerradito con labios externos marcados con pelo negro ensortijado.
Una joya, como nunca había visto, que nada más lavar la he llevado al servicio médico a fin de que me la abrieran y me dijeran si era virgen, su confirmación ha sido una de mis mayores alegrías personales, que compensa todos mis esfuerzos en este Centro.
Su nombre auténtico, que no cambiaré, es Berenice: y no he querido ni marcarla con las demás, sólo con primer día, he querido saber cómo responde al castigo, cosa para mí importantísima, para lo cual he llamado al Verdugo Jefe, que se ha quedado impresionado de la niña, la hemos colocado en X en la sala de torturas, que previamente hemos desalojado para que no vea ni oiga cosas poco adecuadas para un primer día, y le he ordenado que casi pasara la vara por su cuerpo, lo ha hecho y le ha tentado el culo, para comenzar a conocer sus límites con una serie de golpes secos muy seguidos, y para alegría de ambos, he tenido que indicarle por señas que aumentara la dosis, pues responde de maravilla al castigo. Esta operación se denomina tentado de las hembras para conocer su resistencia al castigo. Berenice lo ha recibido sin mordaza alguna y salvo alguna exclamación y quejidos ha pasado la prueba de maravilla.
Es tan morboso como excitante ver y escuchar el castigo de una hembra, máxime con una tan joven, con un cuerpo tan perfecto, un culo, alto, duro y respingón que se contrae con zumbido de la vara y cuando esta se estrella en una superficie tan lisa y apetecible, dejando el recuerdo de un surco rosado, mientras que el verdugo aumenta gradualmente el silbido de la vara y el chasquido en una carne tan fresca, todo aderezado con unos maravillosos quejidos y unas hermosas lágrimas que resbalan por la carita, una delicia para los sentidos, una excitación para cualquier amante del sado.
Me he tenido que controlar mis deseos y no he querido continuar, pues prefiero cuidarla e ir paulatinamente aumentado las dosis, pues estoy convencido se convertirá en algo muy especial.
Pero al llevarla a mis aposentos ha cometido la locura de escupirme a la cara cuando iba a besarla, dado que nunca en mis muchos años había recibido esa respuesta, por mi cabeza ha pasado llevarla al verdugo principal, a los sementales. . . pero he reflexionado y le daré una venganza más estudiada, más lenta y por lo tanto más terrible.
La dejaré dormir como si nada hubiera pasado.
Al despertar ya tengo avisado a la matrona superior para que la traslade a la sala de castigos, y al verdugo jefe, que tiene instrucciones de lo que tiene que hacer con ella.
Has dormido bien? Mira te espera una señora para llevarte a un sitio.
Dicho esto, la matrona la coloca las correspondientes muñequeras, tobilleras, el collar de perra, que ya llevará siempre, y con el la arrastra hasta la sala, allí el imponente verdugo de casi dos metros de alto y más de 100 Kgs. de peso, la coge como una pluma y sin darse cuenta está elevada en alto, los brazos abiertos a tope, colgada de las argollas de las muñequeras, las piernas también abiertas con un separador y la boca cerrada con una mordaza de bola roja. Una vez inmovilizada, tapa sus ojos con un antifaz, por indicación mía para que no me vea, y con la ayuda de la matrona empiezan a colocar los electrodos de un aparato eléctrico, el primero en el interior de ese culito tan cerradito, que previamente abre con sus dos dedazos el mismo verdugo e introduce en su interior con cuidado la matrona, mientras que el otro, inicialmente es colocado en sus todavía no desarrollados pezones, mientras que el verdugo inicia, la primera descarga eléctrica que le hace retorcerse como una largatija, el humm de la mordaza se palpa, ella seguro ha notado una sensación nueva y no esperada, se nota que ha hecho efecto, que la ha recorrido todo el cuerpo, que duele y ese es nuestro objetivo, y eso que es la primera. . . gozamos pensando lo mucho que aun queda, ahora la conexión de los electrodos pasa a esos maravillosos labios vaginales combinados con el interior del culo, una nueva descarga hace que aún bien inmovilizada salte de dolor y se retuerza. Estamos locos de placer, le pido al verdugo aumente la dosis, quiero verla saltar, me doy miedo a mi mismo por lo deseos de castigar a la virgen, me tengo que controlar. Unas pinzas tipo cocodrilo en cada pezón, llevan a la siguiente descarga. Por cada salto que da la cría las risas nuestras aumentan de tono, los tres sentimos un inmenso placer, con el castigo. Más y más, pasando siempre por los pezones, los labios vaginales, el culo. . . una media hora de descargas eléctricas consecutivas. Ordeno el fin de la sesión, la quiero conservar para que sufra más, el verdugo la suelta, cae al suelo como un saco, mientras que la matrona le echa un cubo de agua fría, y la arrastra hasta su compartimiento, cerca del mío. Ha sido un salto muy grande del castigo del primer día, que recibió tan bien, al de hoy de segundo grado con la electricidad, pero ella lo quiso con su indisciplina. . .
Exteriormente está impecable, sin señales de castigo, pero está medio desmayada, sin fuerzas siquiera para cambiar de postura. Y este es sólo el principio, no se me olvidará jamás que es la primera esclava que se me rebela.
Me ha excitado tanto, que sólo he podido dejarla descansar durante una hora, he ordenado anunciaran reunión general de todo el personal en la sala principal, allí la matrona jefe ha llevado a Berenice, el verdugo la ha colocado, sin mordaza, en el cepo de rodillas, con su cabeza inmovilizada, y su culo expuesto a todo el personal jefes y hembras, el verdugo la ha introducido granes cantidades de vaselina en su lindo culito y he colocado mi verga justo en la entrada, he solicitado silencio, y de un golpe de riñones la he clavado hasta el final, la he dejado unos momentos, y he pasado a un mete-saca, acompañado de unos gritos desesperados de dolor por parte de la virgencita, una vez depositada toda mi cálida leche en su interior, he sacado el miembro mientras que el verdugo, sin más preparación, la introduce profundamente un gran consolador hasta llegar al mismo mango, tanto este como mi propio miembro quedaron teñidos de sangre de aquel hermoso culo recién rajado. Ante los susurros y aplausos de los asistentes. Coloca un adhesivo para que no se saliera el objeto y entre cuatro matronas, dos de los sobacos, otras dos de las piernas, la dieron la vuelta elevándola y colocándola en vuelo paralelamente justo encima de mi, que permanecía tumbado en el suelo, justo hasta colocar su coñito encima de mi polla, en ese momento se acerca el verdugo jefe con el hierro candente de la marca del Centro, lo coloca encima del culo de la niña apretando, y ella ante el dolor se autoempuja hacia mi miembro clavándosele, una vez así empalada, ya no podía ni moverse y sus gritos cada vez eran más tenues pues no tenía fuerzas ni para ellos, ahogados por el clamor general y los aplausos de los asistentes. Creo ha sido todo un ejemplo, para los funcionarios sobre el trato al ganado y sobre todo cuando se desmanda y las hembras para que conozcan las consecuencias de salirse de las normas, que yo siempre resumo en tres: obediencia, sumisión y quedarse preñada.
Ordené la trasladaran a los aposentos, donde la he dejado descansar, unas cuantas horas, pues hasta le era imposible sostenerse en pié, pasado un tiempo, la hemos llevado a la sala de los sementales, donde están cogidos con argollas a la pared, la hemos puesto de rodillas, para que ayudara en el ordeñado que se les hace después de su trabajo, la hemos metido en la boca la primera inmensa verga, con un diámetro casi superior a su boca, y la matrona como ha visto que no mamaba, la empujó hasta casi asfixiarla con la polla dentro de su garganta, como la niña no es tonta pronto ha comprendido lo que tenía que hacer y con poca gracia ha empezado a mamar, mientras que el semental bramaba de placer, se la han quitado, y a mano le ha ordeñado la matrona, guardando su leche para una nueva inseminación artificial. De la misma forma ha mamado a los nueve sementales que estaban en ese momento de descanso y a todos se les ha ordeñado.
Por una parte, mi deseo sería soltarla un semental, pero seguro que la mataba, por lo que lo dejaremos para más adelante tan inmenso placer. De momento, pieza tan codiciada, la voy a ceder al personal del Centro que bien se lo merece, dicho esto, llamo al Director médico y le entrego el tesoro con la condición de que la monte cuantas veces quiera y posteriormente quede de forma fija como objeto de uso sexual para todo el personal del Centro interesado en ella.
La figura de Carla recortada por las luces que le venían del interior de nuestra casa, marcaban a la perfección sus curvas y sus largas piernas... Ella, esperando ahí, en el portal, ansiosa por recibir a Luis y Antonio para que le den caña delante de mí, hacía que mi morbo trepase hasta el cielo......
Relato erótico enviado por domo54 el 18 de January de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 40398 veces
Si te ha gustado La cárcel de jovencitas vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar La cárcel de jovencitas.
susita3
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:54) dice:
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