Recién comenzábamos a revolcarnos con las hermosas escort Yamila y Melina. Nos quedaba un fin de semana de orgias, sexo anal, placer total y romanticismo.
Relato
Con dos escort de lujo (II)
Recién comenzábamos a revolcarnos con las hermosas escort Yamila y Melina. Nos quedaba un fin de semana de orgias, sexo anal, placer total y romanticismo.
Yo, un abogado del montón, de 45 años, estaba cogiendo con dos pendejas bellísimas, una de ellas trava. Sin poner un peso. En la suite de un caro hotel de la ciudad de Buenos Aires.
Yamila, una hermosísima rubia de 22 años, alta, ojos celestes, tetas deliciosas, conchita depilada apetecible. Delicioso cuerpito. Melina, preciosa travesti rubia, tetona y pija grande. Había pensado que todo era una broma, pero luego de tres horas de coger me había convencido de la suerte que disfrutaba.
Las chicas estaban duchándose mientras yo me coloqué una de las finas batas de seda y fui al bar para servir tres copas de Dom Perignon. Había aguantado mi acabada y sólo acabé una vez. Quería estar dispuesto para mucho más sexo. La travita también acabó una vez (sobre mi mano), pero la nena tuvo más de siete orgasmos, tres de ellos en mi boca.
Tenía la verga tranquila. Las escort estarían conmigo hasta el domingo a las 10, por lo que quedaban por delante 34 horas, que incluían esta madrugada de sábado, la mañana, tarde y noche del mismo día y la madrugada del domingo. En esas horas debía descansar, alimentarme y –razón por la que me encontraba en la ciudad de Buenos Aires- asistir al seminario de Derecho Penal. Planeé dormir cuatro horas antes del amanecer y dos horas de siesta, y estar en las conclusiones del evento, a lo sumo dos horas, alrededor de las 18 del sábado. Calculando entre comidas, aseos y viajes tres horas, en total eran 11 horas fuera del sexo, y 23 horas de placeres con dos bellezas de película. Para prepararme ante lo que venía, tomé una pastillita azul.
Luego de servir las tres copas y colocarlas en la barra del bar, junto a algunos bocadillos, se me ocurrió ambientar el lugar. Bajé las luces, creando una penumbra cálida; puse música suave, calibré el aire acondicionado en 21 grados y activé el aromatizador con esencia “rosas y patchouli”. Todo esto formaba parte de las comodidades de la suite. Incluso encendí una de las pantallas led gigante. En el menú aparecía “videos xxx”. Había 90 títulos. Elegí uno que decía “teen pornstars”. Aparecieron hermosas desnudas, las cuales conocía pues con varias de ellas había gozado descomunales pajas. Se me paró la pija y tuve el impulso de acariciarla, y me di cuenta que sería una estupidez. Estaba con dos bellezas como las que aparecían en la pantalla.
En ese momento escuché risitas.
- ¿Dónde está nuestro papi pijudo? – dijo Yamila.
Arriba de zapatos de tacos altos, cubiertas por transparentes baby doll de seda (blanco Yami, rojo Meli) avanzaron sensualmente las dos preciosas. Sus rubias cabelleras estaban húmedas, haciéndolas encantadoras, y olían a flores.
- ¿Ves?, yo te dije; la tiene dura de nuevo, la tiene como yo; por suerte vamos a seguir divirtiéndonos… - exclamó Melina.
- La suerte es que no nos haya tocado atender al viejo… -expresó la pendeja.
- ¡Hola chicas!; vamos a brindar… Y cuentenmé de quien hablan… -sostuve.
Minutos después estábamos con otras copas, desparramados sobre los almohadones, charlando.
- Una vez al mes venimos acá para pasar el fin de semana con don Pedro; es un ricachón, de 73 años, gordo, mandón y aburrido. Lo bueno es que le gusta vernos coger entre nosotras, desfilar y bailar, nos hace chupar su pija blandita, se hace coger por Meli y acaba enseguida. Después duerme. Repetimos a la madrugada del domingo y antes de las 6 nos vamos. Paga muchísimo, por eso lo bancamos – describió Yami.
- ¿Cuánto paga? –pregunté.
- Cinco mil dólares para las dos – respondió Meli.
- Ahora decime la verdad; me doy cuenta que vos no podrías pagar esto, estoy segura que nunca estuviste con chicas caras como nosotras. Pero estás acá, tenemos todo pagado, tu pija es grande, cogés rico, la pasamos genial y parece que vamos a seguir divirtiéndonos. ¿Cómo hiciste? – preguntó Yami.
Fui sincero y les conté la confusión por la cual me encontraba en la suite, con todo pago.
- Lo qué desconozco es porqué don Pedro no reclamó… -dije.
- Desde hace un año que venimos, pero tres veces él no estaba. Nunca supimos la razón ni nos interesa; cómo está todo pagado nos quedamos acá, comemos y chupamos, salimos cuando queremos y disfrutamos entre nosotras… - explicó Meli.
- Eso quiere decir que ustedes al verme, sabían que podían irse, que no tenían ninguna obligación de estar con un desconocido. Entonces, ¿por qué se quedaron?; lindo no soy… -consulté.
- Lindo no, pero parecías simpático. Y con pija linda… Por eso llamé a la agencia para confirmar si estaba todo pagado. Cuando me dijeron que si, me dije que podía ser buena con vos… -respondió la travita.
- Pensé igual. Además, yo tenía muchas ganas de coger… Hacía dos semanas que no gozaba… -confesó la nena.
- No entiendo; ¿siendo escort no tenés sexo todos los días? – pregunté.
- ¡No!, ¡nada que ver!; escort es diferente a puta… Yo estoy en el último año de Relaciones Internacionales, la universidad cuesta 5 mil pesos; yo voy con clientes fijos solamente los fines de semana, y nunca por menos de dos mil dólares. Pero el fin de semana pasado estuve con un diputado que sólo quiere que lo acompañe a cenar, le gusta pajearse mirándome, no me toca, y me deja recaliente. Durante la semana estudio, y como no tengo novio ni novia, apenas me pajeo… Por eso quería coger; y me pareció que vos eras buen amante… Y lo confirmé; espero que quieras más… - expresó Yami.
- ¡Claro que quiero más! – exclamé.
- Lo que no entiendo es porqué sos pajero… comentó la nena.
- ¿Por qué pensás eso?
- Yo también me doy cuenta; no me parece mal, pero no sos feo y tenés buena verga; sexo con hembritas o travas podés tener… opinó Meli.
- ¿Y cómo se dan cuenta que me gusta la paja?
- Pija venuda, glande grande, podés aguantar sin acabar, te gusta mirar, y además estabas masajeando tu pedazo mirando porno cuando llegamos… -describió Yami.
- Sí, es cierto, me encanta la paja… Soy divorciado y desconfío de las parejas; el 99 % de las chicas son complicadas con el sexo; y me gustan las bellas, como ustedes, pero no me da el cuero para estar con las modelos o escort, entonces, la paja es la solución… -confesé, con el rostro enrojecido, avergonzado.
Las hermosas se dieron cuenta y, sorpresivamente para mí, se acercaron cada una a mis costados y me abrazaron, con ternura. Y besaron dulcemente mis mejillas.
- ¡Amorcito!, perdón; no queríamos burlarnos de vos… -aseguró Yami.
- ¡Para nada!; no tiene nada de malo la paja, al contrario, es genial… Nosotras dos nos pajeamos casi todos los días… -sostuvo Meli, y acto seguida busco mi boca para besarme, delicadamente.
Yo respondí de igual modo el afecto, pero cuando la preciosa comenzó a jugar apasionadamente con su lengua dentro de mí me calentó, y bajé mi mano derecha a su entrepierna. En segundos su respiración se agitó y me mojó la mano.
- ¡Tengo una idea! –anunció la jovencita bella- Recostate en los almohadones; Yami y yo nos vamos a poner delante de vos para franelearnos, besarnos, pajearnos; te vamos a dar algo mucho mejor que una porno, y vos miranos, si querés tocanos, pero la idea es que te hagas la paja, y largá toda tu leche… ¡Me encantaría ver cómo te masturbas y acabás mirándonos…!, Y te lamemos todito lo que largás… Después, durmamos un rato…; ¿qué te parece? – propuso Meli.
Diez minutos, al ritmo del tema musical que me habían pedido, en modo repetir – “Don`t cry”, de Guns and Roses- las bellezas comenzaron a bailar eróticamente delante de mí. Mientras se besaban, comiéndose salvajemente sus bocas, lenguas y labios, fueron sacándose sus respectivas lencerías.
El espectáculo era maravilloso. Dos cuerpos jóvenes perfectos, rostros de muñecas, movimientos, gemidos, palabras de putas. Bellezas sexis como estas sólo las había visto en Play Boy, revistas similares o videos de teens. Las curvas, contornos, rincones, pliegues y detalles como los deditos de los pies, ombligo y axilas eran pinturas.
Las chicas lindas que me rechazaban en los boliches no se les podían comparar. Las novias más lindas con quienes salí, o mi ex esposa, muy bonita, quedaban totalmente fuera de competencia. Tanta belleza sensual y excitante superaba la capacidad de mi mirada hambrienta.
De pronto recordé la cámara de video. La había puesto al lado antes de que llegasen las chicas, sobre una mesita al lado de la puerta del dormitorio, cubierta con una camisa. Con intención de filmar a quienes pensé me estaban gastando una broma, había prendido horas antes. Afortunadamente poseía una función de autoapagado tras 15 minutos. Aprovechando la pasión de Meli y Yami, fui hasta el aparato, enfoqué hacía ellas y prendí, con función full. Todo lo que hicieran o hiciéramos quedaría grabado, sólo para mí, cuando estuviese solo.
En ese momento Meli tenía en su mano derecha la verga grandota de Yami, y la izquierda, usando sus dedos, masajeaba su vulva rosada y el prominente clítoris. Por su parte, la magnífica travesti comía las jugosas tetas de la nena.
Tras un rato, Meli, agitada, me habló:
- Papi, sentate en el sillón; nosotras nos vamos a acostar debajo de ti; las dos necesitamos chuparnos…
Obedecí y las chicas, a mis pies, de costado, iniciaron un furioso 69. Meli, con su pequeña boquita, tragaba el pedazo de Yami, recorría con su lengua todo el tronco y las pelotas depiladas, mordisqueaba el glande, mientras sus dedos finos y largos jugaban en el hoyito de la trava.
Esta, demostrando el placer, comía la preciosa vagina de Meli, lamía todos sus rincones, sorbía el clítoris, jugaba con la lengua en el culito perfecto de la pendeja. Yo deliraba de excitación. Mi pija palpitaba, casi me dolía de tan parada que la tenía, mientras brotaban mis ricos juguitos. La toqué, y advertí que si la movía largaría mucha leche.
Yami se dio cuenta. Le dijo a Meli que se acostase boca arriba a su lado y se masturbarse una a la otra.
- Ahora nos pajeemos los tres, despacio, tratemos de acabar juntos… -propuso la nena con pija.
- Yo ya estoy acabando… gimió Meli.
Yami hundió los dedos de su mano derecha en la conchita empapada de la nena, mientras que esta, con la izquierda agitaba la poronga de su amiga. Yo rodeé la mía y la moví al mismo ritmo.
- Dale amor, mostranos tu acabada… Cuando largués tu leche acabamos nosotras… - balbuceó Yami.
Sus palabras obraron como una orden lujuriosa: se estremeció mi cuerpo, exhalé contento y saltaron lechazos. Casi en el mismo momento hizo lo mismo la bella travesti, derramándose en la mano de Meli, y la nena gritó y se agitó convulsa: cuatro orgasmos continuos gozó.
Minutos después, sentado entre ambas, brindamos por las pajas compartidas…
EL ESPOSO DE LETICIA ESTABA FUERA DE LA CIUDAD LO QUE APROVECHAMOS PARA FORNICARLA TODA AQUELLA NOCHE, LE DIMOS POR ELCULO BAÑANDOLE EL ROSTRO DE ESPERMA.
Relato erótico enviado por Anonymous el 28 de October de 2008 a las 00:14:11 - Relato porno leído 98141 veces