Un asalto de boxeo se convertirá en una verdadera lucha de placer
Relato
Estaba yo solo en el gym de boxeo golpeando el saco. A parte de mis guantes negros de boxeo, solo llevaba un calzón negro y rojo. Una tía morenaza que llevaba un top y un short de lycra negra muy ceñidos y una bolsa deportiva colgando, entró en la sala, se puso entre el saco y yo y me dijo que había venido a entrenarse contra un contrincante . Yo le dije que estaba esperando al entrenador, que era contra quien yo me iba a entrenar. Ella se me acercó y me dijo “Pues ahora estoy yo, mi contrincante serás tú”. Yo la aparté, le dije que no peleo con mujeres y me puse a darle de nuevo al saco. Pero ella se puso a pegarme collejas, empujones y patadas en el culo diciéndome “cobarde, so mierda, cagao, le tienes miedo a una mujer” hasta que finalmente le dije que de acuerdo y entré en el ring mientras que ella se descalzaba y de su bolsa deportiva sacaba un par de guantes rojos de boxeo que se puso y entró también en el ring. Los dos nos pusimos en el centro del cuadrilátero, chocamos nuestros guantes y comenzamos el combate. Nos íbamos dando golpes sin efecto, en la mayoría de las veces cubriéndonos, hasta que llegó un momento que nos abrazamos. El sentir su ombligo sobre mi pecho desnudo me encantó. Y tal vez eso me hizo bajar la guardia, porque de pronto recibí un puñetazo en todo el costado que me hizo ver las estrellas. Antes de que la soltara, me pegó otro en el otro costado. Una vez la solté, me pegó un directo en el mentón, luego otro en el estomago, y antes de que pudiera echarme las manos ahí por el dolor, me pegó uno increíble en la frente, dejándome KO y haciendo que cayera de espaldas sobre la lona. Mientras tenía los ojos cerrados, notaba como una lengua por mi oreja. Cuando volví en mí, fui abriendo los ojos poco a poco y vi que mi contrincante estaba frente a mí….¡totalmente desnuda! ¡Solo llevaba los guantes! Quise lanzarme hacia ella, pero noté que algo me sujetaba los brazos. Miré a ambos lados y vi que estaba en una esquina del ring y que ella me los había atado a las cuerdas, aunque no me quitó los guantes. Ella me puso de golpe sus magnificas tetas sobre mi cara y yo se las lamí como a un helado. Después de habérselas lamido de cabo a rabo, me puso su parrus y también se lo comí con mucho gusto. De repente me puso su maravilloso culo sobre mi cara y mientras que se lo mordisqueaba, noté como ella me quitaba el calzón y los calzoncillos y como me acariciaba la entrepierna con un dedo, haciendo que pasara de tenerla empalmada a convertirla en la polla de acero. Cuando se levantó se quitó los guantes y empezó a desatarme, por lo que pensé que podría tirármela, pero en realidad solo me desató de las cuerdas para atarme las manos a la espalada. Volvió a ponerse los guantes, me levantó y me llevó corriendo hacia el otro lado del ring, soltándome en el centro y haciéndome que yo fuera a parar contra las cuerdas, en donde reboté, volví hacia ella y me pegó un gancho derecho, haciendo que me cayera. Ella me puso bocarriba y se sentó sobre mi polla, haciendo que la penetrara por su culo, a la vez que me colocó sus pies en la boca para que se los besara. Después de estar un rato maravilloso, yo besando esos pies tan bien hechos y ella subiendo, bajando y gimiendo, se dio la vuelta, apoyando sus manos sobre mi pecho e hizo que la penetrara por el parrus, gimiendo otra vez y de vez en cuando, me pasaba la lengua por la nariz. Tras unos minutos de ensoñación, me hizo levantarme y tras pegarme otro puñetazo en el vientre y otro en el mentón, haciéndome retroceder, me arrinconó en una esquina, en donde se quitó uno de los guantes y se puso a chuparme la polla y los huevos y a meneármela. Estaba a punto de correrme cuando me pegó un gancho con el que me sacó de la esquina y cuando empecé a correrme, me dio otro, aún más fuerte, que me hizo darme una vuelta y caer de frente sobre las cuerdas. Mientras que yo permanecía grogui tumbado sobre las cuerdas, echando la leche, ella se quitó los guantes y me desató. Tan pronto se los volvió a poner, yo me lancé hacia ella, le eché las manos al culo, la levanté, la arrinconé contra otra esquina y mientras que ella me rodeaba la cabeza con sus brazos y mi cintura con sus piernas , le besé los morros salvajemente. No sé cuánto tiempo estuvimos ahí en cueros sin llevar nada más que los guantes, comiéndonos la boca mutuamente, pero lo que sí que sé es que no habría hecho falta que la hubiera agarrado, porque aunque yo me había corrido, tenía la polla tan dura y tiesa que mi contrincante podría haberse apoyado sobre ella.