Se cuenta la historia de una pareja, que en un viaje a París descubren un nuevo mundo de sexo, que ni imaginaban.
Relato
Despertar en París
Hace pocos días que hemos regresado de París, ah, la belle France, donde hemos pasado unos días inolvidables, ah, por cierto me llamo Juanvi un chico de unos cuarenta años de edad, de estatura mediana, a quien le gusta poco viajar, pero si la motivación es buena, todo cambia. La motivación se llama Shasasa, para abreviar, Sasa, una chica soltera, al menos eso creo, un poco más joven que yo, madre en la vida, por motivos diversos, ella es morena ,un cuerpo que a muchas dieciocho añeras les gustaría tener, una mirada intensa de color marrón oscuro, con un pequeño tatu en la espalda que reza “Bes”.
Todo empezó, como un juego tonto que se hizo realidad hará unos días.
-¿Quieres que vayamos los dos?, me pregunto ella, por mí, sí, mira tú eliges el lugar, día y hora, yo tendré la maleta preparada y el taxi que nos llevará a la estación.
La cosa quedó así, pero recibí un e-mail en el que me comentaba que se sentía, un poco en el papel de chica objeto.
Tardé un par de días en contestarle con otro Emilio:
…si quieres dormiremos juntos, pero con la condición de no tener relaciones sexuales, ya que pareces reacia y para que no haya malos entendidos las definiré : Que penetre todo lo masculino en una cavidad tuya, o que eyacule más de tres gotas… si estás de acuerdo en respetar las reglas me informas, le pedí con cierta educación.
Ella aceptó al cabo de un día, me lo demostró al escanear los billetes del viaje. Y mandármelos por e-mail.
No había dormido y el viaje era pesado, la gente del autobús, nos veía como una pareja, al menos éramos dos y no tardó en dormir media noche, la oscuridad facilitaba el descanso, a veces la rodeaba con mi brazo y le acariciaba la cara. Al deshacer el trolley, en la habitación del hotel, la cogí y la lancé encima de la cama y me dijo algo como -tonto…
La miré seriamente, saqué un euro y le propuse, -mira quieres que para que no nos peleemos, echemos a suertes quien de los dos manda hoy, en todo, le pregunté. Se levantó me tocó la nariz, cogió la moneda y ella dijo, cara. La lanzó y tuvo suerte, salió lo que ella había pedido.
Después de cenar, ella me decía, bebe vino que hoy mando yo, me puse un poco piripi y fuimos a altas horas al hotel, estábamos todos en la misma planta, teníamos que ser respetuosos con los compañeros y compañeras de viaje.
-Me tienes que dar un masaje, me pidió y sin pensárselo dos veces, se quedó con el tanguita negro y acostada boca abajo. Yo que tenía calor, me quedé con los slips, no sabía si quitármelos, o quizás, ella se enfadaría. De los pies al cuello, y con movimientos suaves, mi intención más que relajarla, fue de excitarla, y es lo que me mostraron sus senos, al girarse. Estuve unos diez minutos más, ella acostada boca arriba, al llegar a sus pechos, ella se levantó, se duchó sola y se acostó un poco agria, como si hubiese esperado algo, que yo no hubiera sabido darle.
Tardé un par de horas en dormir, ella me hablaba de la amiga rubia que teníamos en el asiento de delante, que si la miraba, que estaba recién casada… todo fue desde que, la ayudé a subir el bulto, Sasa se había enfadado.
Por la mañana el día estaba gris, a duras penas se podía ver desde la ventana la tour Eiffel, desayunamos rápidamente, la guía, nos esperaba con impaciencia.
-Prepárate hoy, hasta la noche eres mío, me recordó, yo estaba excitado, no sabía por dónde me saldría. Pasaron las horas y me pidió que la acompañase al baño, allí estuve aguantándole durante un largo rato la puerta, rota por cierto.
Ella estaba muy cansada, o un poco débil de su convalecencia por un accidente. Me pidió que me desnudara, después ella, mira estoy cansada, quiero que me des besitos, pero ahí no, me ordenó señalándome su sexo, por todo el cuerpo, si te arrimo la cara o te digo que pares, paras…me dijo con voz burlona.
Ella se durmió pero yo no, me dejo a cien, me gustaba su olor, su intocable pubis perfumaba mi nariz, cuando lo rozaba mientras que los besos dulces la dormían. Yo me enfadé un poco de que jugase así conmigo, pero las normas, son las normas.
Ah, recuerda no quiero que vayas al baño a eso, recuerda lo de las gotas, me dijo mientras que estaba por el beso cien…
El día era radiante, hacía calor y era mi día, veinticuatro horas. Nos vestimos ella con falda gris y con un top a rayas, yo con vaqueros claros y camisa azul.
Me acerqué a ella, cuando íbamos a salir, y le pedí ponte el tanga la revés, de manera que el hilo le cubriera parte de su grandiosa anatomía. Ella se puso roja como un tomate, pero le dio la vuelta, tal como lo había mandado, En los museos que visitamos yo le tiraba de las braguitas y las dejábamos en tensión, medio metidas en sus labios.
Hacía mucho calor, llegamos a la habitación exhaustos, le pedí que nos duchásemos juntos, y lo hizo sin rechistar, al terminar nos secamos, yo me puse la toalla enrollada a modo de falda y le dije.
-Súbete encima de la mesa y ponte de cuclillas, yo cogí la silla y observe esa vulva oscura y carnosa, que ella tanto reparo mostraba y escondía, se avergonzaba, no sé por qué, podía lamerla, estaba en mi derecho pero no, hice comentarios obscenos hasta que la puse roja, ja, ja, por dios que mirada, me atravesó con ella.
Yo me quité la toalla y le mandé que fuese al baño y cogiese el aceite o para bebés que había traído, adrede, en una ocasión en un descanso hablamos de ello, ella lo recordó al ver la marca.
-Mira me pondré boca arriba y me tienes que dar un masaje, desde las rodillas hasta el ombligo, tú ya me entiendes, si te digo que pares es que, no me puedo ir, al menos más de tres, si continúas la culpa será tuya y tendrás que beber.
No se cortó ni un pelo, se puso borde y empezó echando con su mano izquierda un buen chorro de aceite encima del miembro, al que le esperaba un buen tratamiento…
Eso sólo fue el principio, porque se picó y me propuso ella dos días iguales, pero con una condición, quitando los límites autoimpuestos, yo por supuesto acepté…Xaxaxa.