Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.
Relato
DIARIO A DOS
Capítulo 13 (La Novena)
Diciembre, Domingo 21, el adiós.
La figura de ébano nos miró seria. Era un tipo de un metro noventa aproximadamente. Un auténtico coloso. La toalla que portaba sobre su hombro parecía un vulgar pingajo blanco. Estaba depilado en su zona pubiana. Exhibía un pene grueso y morcillón que le colgaba como si los testículos tiraran de él hacia abajo. Ese pene se asemejaba en su forma al de los caballos. Observándole más detenidamente, me di cuenta que su cuerpo estaba totalmente rasurado incluida la cabeza. El se sentó en un borde de la cama y de inmediato se tumbó boca arriba dejando su pene flácido ligeramente vencido hacia un costado. Tendría unos 28 o 29 años, a lo sumo 30. Lauri se sentó a su lado, dejándole a él entre Avi y ella. Yo me incorporé ligeramente sobre el costado y pude apreciar aquel miembro que haría sufrir a cualquiera que gustase de las penetraciones anales. No pude disimular mi sorpresa ante tan descomunal tamaño. Pensé en la erección de esa carne. Pensé cuando se colmara de sangre y le hiciera parecer más altivo aún de lo que ya parecía. Pensé en Avi con aquel utensilio dentro. Sentí un escalofrió morboso que me recorrió todo el cuerpo y en especial, sentí la hinchazón de mis testículos. Olvidé la idea y me centré en la frase de Lauri. Ese cuerpo liberal se mostraba tal cual. Esos pechos firmes me miraban arrogantes. Sus muslos escoltando su pubis parecían dos columnas de mármol. Esa chiquilla se dirigió a nosotros con la más elemental de las preguntas. Sin rubor. Sin vergüenza.
-¿Estabais follando? Preguntó mirando a Avi.
-No. Aún no. Dijo ella muy digna mientras se sentaba en el borde opuesto de la cama.
-¿De verdad no os molestamos? Preguntó aquella semejanza carnal de Avi.
-No. No. Como tú dices, hice una pausa, esta cama es grande. Dije aún bajo los efectos de la sorpresa agradable que me causaba la presencia de aquella mujer allí. Y desnuda.
-¡Estupendo! Dijo Lauri, el sexo con compañía es mejor que en soledad.
El silencio se apoderó ligeramente de todos. Vi a ese hombre tumbado con su metro noventa encima de la cama. Sus pies asomaban por el borde del catre. Su serpiente descansaba sobre su vientre protegiendo esos dos huevos de piel tersa. Su cabeza brillaba. Sus muslos eran un amasijo de músculos bien marcados. Sus manos, con la palma más blanca, serían capaces de rodear uno de los muslos de Avi sin necesidad de esforzarse en demasía. La palabra coloso me parecía infame para describir semejante semental.
A su lado una Lauri desgarradora, arrebatadora, seductora y tremendamente sociable nos miraba con cierta compasión, con cierta lástima, con cierto respeto. Sus ojos penetrantes se incustraron en los míos provocando mi nerviosismo. Parecía que me desnudaba con esa mirada.
-Nos han gustado mucho los cócteles a los que nos has invitado Lauri. Has sido muy amable. Te damos las gracias.
-No tiene importancia. Dijo ella. Son muy buenos. Es nuestra bebida especial. Te da las alas que te faltan para volar. Es una receta que debemos a nuestro vigilante de seguridad. Importada por el desde “Jamaica chico”, esto último lo dijo imitando el acento de aquellas tierras. Y le quedó muy bien por cierto. Luego se interrumpió y se fijó en Avi.
-¿Te encuentras bien? La preguntó.
-Si….si…desde luego. Dijo ella.
-No sé. Pareces un poco ida… ¿Tal vez algo mareada?
-Tal vez. Dijo Avi. Serán las copas de ron con miel y esta bebida que hemos tomado.
-¡Ah, ya! Dijo Lauri. ¿Pero no te encuentras mal?
-No. Estoy bien. Gracias Lauri. Tal vez se deba al ambiente. Está un poco cargado. Contestó Avi.
La figura de ébano, tumbada en la cama, seguía con sus ojos las voces que hablaban. No decía nada. No cambiaba su expresión. Ni un movimiento de su cuerpo, ni de su pene, ni de su cabeza. Lo único que se movía, eran los ojos, que iban y venían de Lauri a Avi y de esta a Lauri sin reparar en mí.
-Bueno, pues si me permitís, voy a ver si a este hombretón se le despierta esto. Dijo abrazando con su mano aquella tranca negra.
Lauri se recostó al lado del negro y apoyó su mejilla en el pecho de este. Con su mano derecha hurgó en la entrepierna de él. No parecía muy convencida con su trabajo y decidió dar un impulso más. Tomó el miembro viril de Loren y se introdujo el glande en la boca. Con suavidad, con sigilo. El negro giró su cabeza y me guiñó un ojo. Parecía un animal. Me recordaba a ese boxeador que fue a dar con sus huesos en la cárcel por no sé que motivo. Tal vez violara a alguien. Yo no hice nada de momento. Admiraba el trasero en pompa de esa chica que se afanaba por engullir algunos centímetros de aquella pértiga negra. Observé con delicia sus cortos vellos alrededor de aquella raja plegada aún, pero brillante en su totalidad debido a la lubricación de su deseo. Sus vértebras perfectamente marcadas en su espalda parecían puntos de apoyo para mis deseos. Al cabo de unos segundos más, aquella barra despertó de su letargo y fue estirando su tamaño, momento en que aproveché para acercar el cuerpo de Avi al mío y empezar a besarla ávidamente. Estaba excitado con lo que veía. Los pechos de mi mujer se encontraron contra mi pecho en un arrebatador abrazo. La figura del negro era inquietante. Le daba la espalda. Quise separar a Avi de aquella masa negra. Oía los glups que salían de la boca de Lauri sobre aquella palanca negra. En verdad era inquietante tenerlos al lado. Parecía que ellos estaban a lo suyo. Sólo quedaba que yo me centrara en atender el cuerpo de Avi. Cosa que creí imposible dada la proximidad de los cuerpos de los otros.
Ella se tumbó en la cama y cerró los ojos mientras se dejaba hacer por mí. Con suavidad paseé un dedo por su raja, separando los labios del coño y reptando hacia arriba hasta llegar al clítoris, para allí, girar con la punta de mi dedo corazón en redondo unas cuantas veces a la vez que ejercía cierta presión con él. Avi despertó a mis manipulaciones con unos ligeros gemidos. Pensé que algo no iba bien del todo. Acerqué mi cabeza a la suya y la susurré al oído...
-¿Estas bien, Avi?
-Ohhhhh…si….ahhhh
-No sé. Te noto rara. Dije.
-¡Que no joder!, me dijo también en un cuchicheo. Fóllame ya.
-¡Pero es que con estos aquí, al lado…..parece que da cosa! Dije con un hilo de voz.
-Fóllame….joder…..si ellos ya están follando. ¿No eres tan liberal? ¿Ahora que he vencido mi pudor te vas a cortar? ¡No los mires!
-¡No joder! Pero es que estos me ponen nervioso. ¿Has visto su polla?
-Si. Me susurró ella. Hummmm…
-¿Exagerada no? Pregunté.
-Descomunal.
Seguía observando en Avi un cierto aire de dejación, un aura plácida, un aliento costoso. Sus ojos semi cerrados no me permitían ver sus pupilas. Su aliento caliente mezclado con un olor especial propio de la bebida me hacía pensar que estaba ebria.
-¿Te encuentras bien Avi? ¿No estás pedo?
-¡Que no joder! Vámos a follar ya. Quiero que me vea todo el mundo follar. Quiero que venga la gente para que me vean. Esos ya están follando, mira.
En efecto, Lauri estaba encima de la pértiga negra. El parecía simplemente un pene. Tieso en la cama, con las piernas ligeramente juntas, los ojos bien abiertos y sus manos en los glúteos de Lauri que se balanceaba lentamente con su culo hacia delante y hacia atrás. La imagen de él, tan negro, y ella, con su piel ligeramente blanquecina impregnada por esa luz rojiza, me excitó mucho. El parecía que no sentía placer alguno. Me dije para mis adentros que sería por el tamaño de aquella forma, pensé que tardaría mucho en llegar el placer. Lauri seguía con sus vaivenes hasta que de pronto frenó en seco y se quedó sentada con aquella serpiente dentro, lo cual debió molestarla, porque enseguida se venció hacia delante y el pene del negro salió unos pocos centímetros de dentro de su vagina. Nos miró. Avi seguía tumbada, pero yo no paraba de mirar a esa pareja de cama que nos había tentado aquella noche.
-¿No os da envidia?. Me preguntó.
-! Ehhh! Atiné a decir.
-¡Venga, animaros! Balanceémonos los cuatro juntos, dijo mientras sonreía y se recogía el pelo que la colgaba a sus espaldas con una goma sacada de su muñeca.
Inició otra vez los movimientos que tantas veces, quizá más de un millón, había utilizado. Me animé. Di un salto por encima de Avi y me acoplé entre sus piernas fundiéndome contra su cuerpo que me recibió con una caricia de sus muslos en mis costados. Ella cerró los ojos otra vez y me arrimó su sexo. Me dejé caer encima sin aplastarme y ella tomó mi verga en su mano y la guió al orificio que ya lo esperaba para darle calor y fuego después. Más que meterla dentro, me deslicé en su interior. Dos galopadas ejerciendo presión con mis glúteos me hicieron sentir y cerré los ojos. La voz de Avi sonó otra vez en mi oído.
-¡Nos miran!
-¿Quién? Pregunté en susurros mientras paseaba mi lengua por su oreja.
-Ella y el negro.
Instintivamente levanté mi cabeza y la giré hacia mi derecha. No debí hacerlo, pero lo hice. Debía haber seguido como si nada, pero el instinto hizo el resto por mí. Los miré. Lauri seguía sentada con aquella cosa dentro y me sonrió. En efecto nos miraban los dos.
El negro había doblado sus brazos y con las palmas de ambas manos, sujetaba su cabeza por debajo de su nuca. También él nos miraba ahora más complaciente y con un gesto más humano. Más fraternal.
-Me siento generosa esta noche. Dijo. Te lo presto un rato Avi. Yo mientras entretendré a tu marido.
-¿Queeee.......?. Dije.
-¡Eh…queee pasaa…a…!. Dijo Avi.
-Te presto un rato a Loren. Te gustará. Ven Ron, dijo echándome las manos a mi brazo. Ahora me toca disfrutar de ti un rato. Hagamos un cambio. ¿No queréis? Os gustará.
Esa chica daba por sentado que nos iba a gustar. Esa chica era liberal cien por cien y trataba los asuntos del sexo sin remilgos y parecía tener las ideas muy claras. Esa era la chica que yo buscaba en Avi.
Por el empuje de Lauri tal vez, por la postura inerte que yo mantenía, o por el deseo insensato de mi cuerpo me giré sobre mi derecha mientras notaba el desalojo de mi polla del interior de Avi. Me dejé caer a su lado boca arriba. Desde ahí pude ver como Lauri se izaba un poco y aquella barra brillante salía de su vagina sin saber cuando llegaría a asomar el glande. Una vez expulsada en su totalidad me impresioné. Aquello era con diferencia lo más grande que yo había visto en mi vida. Y probablemente tan bien sería lo más grande que había visto Avi. No tenía referencias para ubicar unas medidas. Su pene quedó tieso, tumbado sobre su vientre. Sus testículos hinchados, sin vello alguno, su piel brillante y su modo de estar, confieso que me impresionaron a más no poder. Me cuestioné si me atraía ese negro por algún motivo desconocido. Lauri se sentó entre medias de Loren y de mí, quedando Avi a mi lado derecho, según estaba yo tumbado boca arriba. Ella trató de incorporarse un poco pero sintió un ligero mareo. Yo lo noté al igual que ella misma. Lauri no pareció advertir nada y continuó con lo suyo que no era otra cosa que preguntar.
-¿Hacemos un cambio? ¿Os apetece?
-No…no…..yo….estoy un poco mareada…Dijo Avi con gesto extraño.
-¿Te encuentras bien? Pregunté a la vez que me incorporaba.
-Si…si…es que…estoy….como un poco….mareada.
-¿Habéis bebido mucho? Preguntó Lauri mientras su cuerpo trajinaba sobre el mío.
-No. Lo que te hemos dicho y….bueno……..no sé. Dije.
-No tiene importancia. Es normal, has estado tumbada y al levantarte has notado un mareillo. No le des más importancia. Se te pasará de inmediato. Ve con ella Loren. Se te pasará enseguida. Ya lo verás.
-No sé…no creo…que se me pase….se me revuelve el estómago. Dijo Avi a la vez que comenzaba a preocuparme en serio por su actitud.
-Toma, bebe agua. Dijo Lauri tendiendo una botellita de agua que había en una de las esquinas de la cama. Yo te la abriré.
Avi tomo un buen sorbo y se dejó caer de espaldas sobre la cama mientras devolvía la botella a Lauri. La novena sinfonía de Beethoven comenzó a sonar por aquellos altavoces del techo.
-Ve con ella Loren. Y tú ven aquí Ron. Loren se encargará de Avi.
-¡Oye Lauri es que….es que Avi está….está….no la veo bien!
-¿No quieres estar conmigo? Me preguntó con ese mismo aire seductor que me embriagaba.
-No es eso…es que….ahora…
-Tu mujer está bien. Pero estará mejor cuando Loren se encargue de ella. Dijo a la vez que su carne se juntaba con la mía y su calor confrontaba con el mío.
La sóla idea de que aquella barrena negra pudiera perforar a Avi casi provoca en mi una micción traicionera. Me debatía entre si atender a Avi o investigar con mi polla el tamaño del útero de Lauri. Avi me había dicho que no quería un intercambio de parejas. Ellos no eran pareja. Pero era un intercambio. Por otra parte me había comentado que estaba dispuesta a todo. Pero estaba ebria. Seguro. Ella no bebía habitualmente y esa noche había tomado tres copas de ron con miel y el jodido falo con que nos obsequió Lauri. Yo sabía que algo andaba mal. No me cuadraba tanta disposición de Avi. Tanta pérdida de pudor en tan breve espacio de tiempo. Su mente se había alterado. Algo la había alterado.
-Se le pasara enseguida. Loren hará el resto. ¿Verdad que ya se te pasa un poco Avi? Pregunto Lauri.
-Supongo. Dijo ella un tanto atascada mientras mantenía sus piernas separadas y se apoyaba en sus brazos ligeramente incorporada.
Yo intuía lo que pasaba con Avi. Y lo que vino después me lo confirmó más. Yo no había pensado en mi trío de la forma en que se estaba produciendo aquello. Aquello era un intercambio de una “no” pareja. No era mi trío. No era lo que yo quería disfrutar y que Avi gozara. Confieso que aquello me desbordó y puedo asegurar que me sentí un chiquillo en manos de esos dos. Sin reacción, y lo que es mas grave, sin saber que hacer. El túnel que estábamos atravesando mi mujer y yo era oscuro. Sentía constantemente una punzada aguda en mi cerebro. Avi se sentó en la cama. Su cabeza se venció hacia delante. Sus piernas se doblaron por las rodillas y ella las abrazó con sus brazos.
-Venga Avi, acércate a Loren. Verás que piel más suave tiene. Yo me follaré a Ron. ¿Supongo que no te importará, verdad? Insistía Lauri que iba por libre.
Ella había pronunciado estas palabras mientras Loren se había arrodillado en la cama y de un movimiento felino se había situado detrás de Avi, que permanecía sentada en la cama envolviendo sus pechos con sus piernas y estas con sus brazos. Loren, sentado tras ella, la encerró entre sus piernas. Yo seguía también sentado con mi pene medio flácido ante tal situación. Dejando que Lauri me manejara. Expectante hasta ver el modo en que Avi se iba a conducir ante lo que podía ocurrir con Loren. Lauri, estaba de rodillas frente a mí, apuntándome con sus pezones, punta luminosa de aquellos hermosos pechos. Tan hermosos como los de Avi, pero eran otros. Mientras, la respuesta de Avi llegó a mis oídos. Era una respuesta que suponía que podía oír, pero en el estado que lo dijo, me sorprendió más. ¿O menos? ¡Qué coño sabía yo ya!
-No. No me importa….que folle….contigo….Estoy un poco mareada. ¿Si es lo que queréis, no hay problema?
Lauri abrió sus piernas. Me empujó hacia atrás para tumbarme y pasó la derecha sobre mi cuerpo. Se sentó encima de mi vientre.
-Hummmm….que cosquillas me hacen tus pelitos. Dijo.
Con un movimiento extraño mi pene se paró para ser besado por los labios de su vagina. Otro movimiento más y ella se lo introdujo por entero sin utilizar sus manos. Cerré los ojos. No servía protestar. Y además, no quería. Lauri permaneció inmóvil con mi pene dentro. Supongo que para darse el placer de adaptar sus carnes al diámetro de mi verga. No cabía duda que el inquilino anterior, había ensanchado aquellas paredes vaginales más de lo normal. Yo bailaba dentro. No sabía si era por el flujo, el calor o por el deseo que comencé a sentir de pensar que me iba a follar aquella chica tan sorprendente y tan agraciada. Giré la cabeza y abrí los ojos para ver a Avi. Seguía sentada en la cama, con las piernas abiertas y las plantas de sus pies unidas. Era una india sacada de la pantalla de cualquier cine donde proyectarán una de indios. Avi seguía con la mirada perdida clavada en la sábana. Su sexo resaltaba sobre la tela blanca. Loren estaba detrás de ella. No perdió el tiempo ni se anduvo con contemplaciones. Daba por sentada nuestra predisposición. Sus manos iban y venían acariciando sus pezones, sus pechos, sus muslos, su espalda. Era lo soñado por mí. Ver a otro sobando el cuerpo de mi mujer. Sin pedirme permiso para hacerlo. Esas manos negras adosadas a sus costados a la vez que visitaban sus pechos, sus pezones, su vientre…..reportaban imágenes que se colocaban una a una dentro de mi mente a una velocidad excesivamente lenta. Las punzadas de dolor que sentía en mi sien al presenciar aquella escena me daban ganas de vomitar. Pero era lo que tanto deseaba. Lo que yo estaba obligando a hacer a esa mujer que me había acompañado los últimos años de mi vida. Me excitaba ver al negro apoderarse de Avi con ese exceso de mimo. Con esa ternura. Con ese deseo sosegado. Y sobre todo, me excitaba presenciar la reacción de Avi ante semejante ultraje. Deseaba ver la barra del negro colmándola.
Lauri había iniciado el baile del placer. Con sus manos apoyadas en mi pecho zarandeaba sus caderas a ritmo controlado. Miraba a su amigo y a mi mujer. Yo cerraba mis ojos y los abría repetidamente como para no perder detalle de cuanto ocurriera con Loren y Avi. Me estaba dejando follar por Lauri. Era el dueño y señor del polvo que había imaginado en mi interior. Pero no lo disfrutaba. Era un ser colmado al poder presenciar las manos del negro frecuentando el cuerpo de mi mujer. Pero no era como lo deseaba.
Avi estaba como ausente. Como drogada. No decía nada. Dejaba que el negro tocara su cuerpo, pero no mostraba interés en nada más. Mi polla reventaba de ver las manos del negro tocar el que era el cuerpo que me pertenecía. Mi corazón latía frenéticamente. Me estaba olvidando de Lauri. No sentía más que desazón y deseo. Excitación a raudales. Pero todo era debido a la visión de ver a mi Avi en manos del coloso negro. Frenéticamente, como si se tratara de batir un record, Lauri comenzó a cabalgar sobre la montura que ella misma había elegido.
-¡Vamos Loren, fóllatela! Dijo como animándose en sus movimientos. ¡Ohhhhh, coño, me quiero correr! Decía a la vez que cabalgaba más y más.
-No quiero follar….no…yo estoy….no me encuentro….
Avi se recostó sobre el pecho del negro con su espalda y dejó caer su cabeza sobre el hombro musculoso de el. El adagio de la novena sinfonía de Beethoven comenzó a salir por aquellos altavoces. Aquella música calmada y perfectamente sincronizada me transportaba al lado de Avi. Loren pasó sus brazos alrededor del cuerpo de mi mujer y acarició sus pechos una vez más. En un ir y venir lento descendía hasta su vientre y ascendía hasta los pezones de ella. “Oh imágen dañina y excitante a la vez” Pensé. El separó sus muslos finos y dejó expuesto el coño de ella. Mi cabeza girada me permitía ver con detalle cuanto pasaba. Sentía las embestidas de Lauri con mi pene dentro. Ni una pizca de placer aunque mi verga estaba henchida. Mi concentración pasaba por Avi. Por ver hasta que punto dejaba acceder a Loren. El seguía con sus caricias. Cada vez más atrevidas. Cada vez más resueltas. Avi estaba inerte. Se dejaba hacer. Su cabeza permanecía girada hacia la derecha. Mirando a esa pared incolora del costado de la habitación. Mis manos en las caderas de Lauri eran mi contacto con sus movimientos y con el polvo. El roce que imprimía a mi glande pasaba desapercibido. Mi resto del cuerpo estaba inerte. El negro tumbó a Avi hacia atrás y la besó en la boca. Ella se dejó besar a duras penas, como queriendo besarlo y dejándose arrastrar a algo que ella no deseaba. Por un momento pensé que ya habían iniciado el baile sexual. El polvo vendría rápido, me dije. Me preparé para sufrir un infarto. Sentía miedo. Tanto deseo y ahora no estaba seguro de permitir, de querer ver cómo aquello se producía.
Un primer plano del coño de Avi se apoderó de mi fijación. La mano del negro surcando su entrepierna me hería el corazón. Sus dedos pulgar e índice, prestos y decididos, separando sus labios para dejar resbalar al hermano corazón por aquella abertura, fueron los linchadores de mi inspiración y eyaculé dentro de Lauri.
Ella pareció no advertirlo. O al menos lo ignoró a sabiendas. Yo palidecía al ver a Loren jactarse con ese coño que Avi me había entregado en custodia y guarda. Verle reclinado sobre el cuerpo inerte de Avi me llenó de varios estados emocionales tan dispares como vulgares. Sentía celos, odio por haber llevado a Avi a ese extremo, ganas de que se consumara todo, de verla chillar de placer. Llevé mis manos a los pechos de Lauri como para sujetarme antes de caer por el precipicio. Ella seguía con los ojos cerrados, su cuerpo suelto y su mente febril saltando encima de mí. Unos movimientos más lentos me comunicaban que Lauri se había corrido. Cuando llegó la calma, abrí los ojos otra vez. Miré a Lauri, que apoyada con sus manos en mi pecho y la cabeza colgando hacia abajo, se detuvo en sus movimientos, se mordió los labios y paladeó los estremecimientos del consabido orgasmo que la invadía. Noté las contracciones del interior de su vagina. Miré a Avi. La imagen fue totalmente distinta a lo que recordaba antes de cerrar mis ojos. Yo la presentía dejándose follar por Loren. Ella se había incorporado. Estaba sentada en la cama, las piernas separadas en exceso. Permanecí con mi pene en el interior de Lauri esperando el momento. Este se iba a producir. El negro se movió. Lauri se acomodó más con mi verga en su interior y prestó toda su atención. Ella conocía los pasos. El negro pensó que Avi estaba a punto. Al igual que su tranca. En sus dedos llevaba impresa la marca. Se dispuso a meter aquella descomunal verga en el interior de Avi. Pero llegó tarde. Algo no acababa de ir bien. El negro se preparó para empotrársela. Lauri esperaba con cierta impaciencia la penetración de Loren. Yo, ya no esperaba nada. La actitud de Avi me extrañaba. Durantes unos instantes quedó quieta, inmóvil, en silencio, con sus piernas separadas. Luego, cuando Loren trató de manejarla para adecuarla a la postura idónea para follársela, ella se rebeló.
-No. Hoy soy de mi marido. Hoy….
-¡Pero él ya ha follado conmigo! Hazlo con Loren. Casi sonó a recriminación por parte de Lauri.
-No. He tenido más que suficiente. Y no me encuentro bien. Sigo mareada. Me encuentro muy mal….
Avi se recostó contra la pared, que daba a la cabecera de la cama y cerró sus ojos. Lauri, mientras, se deshizo de mi lamentable pene y saltó al lado de Loren.
-No te preocupes. Yo te daré lo que necesita esta polla. Esta está borracha. Dijo a la vez que arqueaba otra vez las piernas, se limpiaba con la sábana los restos, pobres en cantidad, de mi semen, y se introducía lentamente aquella barra dentro de sí. Definitivamente, Lauri era una máquina del sexo. Y además, maquinaria perfectamente lubricada.
Avi permanecía con los ojos cerrados, apoyada con su espalda en la pared. El adagio de Beethoven seguía inexorablemente sonando nota a nota. Yo me incorporé y gateando traté de acercarme a ella justo cuando cayó desmayada hacia un lado. Lauri lo vio, Loren lo vio, yo lo vi. Tenía mala pinta. Me asusté y la tomé entre mis brazos levantándola mientras la llamaba. Lauri se separó de la pértiga negra y se acercó a mí. Loren quedó impasible, viendo como por tercera vez, primero Lauri, luego Avi y ahora otra vez Lauri, lo abandonaban sin placer alguno.
-¿Qué te pasa, Avi?... ¿Que te ocurre? Pregunté alarmado.
Ella abrió sus ojos y me miró. Vi acudir el agua a sus párpados. Unas lágrimas se escaparon por la comisura de sus ojos. Los cerró para enjuagarlos y los volvió a abrir.
-Tranquilo. Estoy bien. Sólo estoy mareada. Todo me da vueltas. He bebido mucho. Dijo. Pero lloraba. Avi lloraba.
-¡No creía que fuese tan grave! Dijo Lauri. ¿Pero por qué lloras?
-No. No estoy llorando. Se excusó ella.
Pero si lloraba. Era demasiado orgullosa para reconocer que lloraba. Y lloraba por lo que después supe. Parecía un fardo entre mis brazos. Sus pechos ligeramente vencidos hacia un lado. Sus piernas, sutilmente separadas, y su cabeza, también levemente vencida hacia atrás.
-¿Te traeré algo? Dijo Lauri de inmediato.
Para Lauri se había acabado la diversión. Ahora se mostraba como la anfitriona del club Rastros. Rápidamente se levantó y marchó a la barra del bar dejándonos a los tres allí. Volvió rápidamente. Sostenía un vaso con algo blanquecino en su interior. Deduje que sería alguna pastilla efervescente. Eso era.
-Tómate esto. Bebe. Te sentará bien y se te pasará el mareo. No sabía que estabas tan mareada. En serio. Supuse que era pasajero. De todas formas ha debido ser la mezcla de la bebida. Te habrá caído mal.
Avi tomó el vaso y lo bebió despacio. Estaba sofocada. Una vez acabado con el líquido que había en su interior se lo devolvió a Lauri que lo tomó en la mano dejándolo en el hueco de la esquina de la cama. Beethoven cesó en su movimiento. Y como si de una premonición se tratara comenzaron a sonar “las cuatro estaciones” de Vivaldi.
-¿Te encuentras mejor? Preguntó.
-Si. Creo que sí. Muchas gracias. Dijo ella reponiendo su cuerpo.
-Túmbate un rato y se te pasará. Es una pastilla digestiva. No es nada. Pero te ayudará. Cuando algún socio del club bebe más de la cuenta, le damos una y se recupera pronto. Dijo Lauri. Contiene glucosa básicamente. Y vitamina…
-Gracias. Ya estoy mejor. No sé lo que me ha pasado. Tengo el estómago faltal.
Por primera vez recapacité. Loren no había abierto la boca excepto para decir “hola”. Permanecimos unos minutos en silencio preocupados por la salud de Avi. Suerte que no hubo curiosos observando aquel lance. No me lo hubiera perdonado jamás. Luego ella se despabiló un poco y decidimos que sería mejor irnos del local. Eran ya las 5 de la mañana.
-Nos vamos a ir. Avi estará mejor en casa. Dije.
-Comprendo. Asintió Lauri.
-Volveremos otro día. Dije sin convicción a modo de excusa.
-Si. Volver por aquí. De todas formas Ron, te voy a dar una tarjeta con mi número de teléfono. Quiero que me llames. Quiero invitaros a una fiesta cuando Avi este recuperada.
-Gracias. Dije sin saber a qué daba las gracias exactamente.
Loren me miró y me hizo un gesto con la cabeza mientras salía de aquella habitación sujetando y guiando el cuerpo de Avi. Nos fuimos a las taquillas y allí nos vestimos con alguna dificultad para Avi, que aún estaba mareada. Lauri nos acompañó excepcionalmente a la puerta del local, pues esa misión correspondía a Pilar en ese día. Nos besó en la mejilla, depositó una tarjeta en mi mano y se volvió dentro. Ya en la calle Avi y yo tomamos un Taxi. Volvería a por el coche al día siguiente.
Comencé a notar placer, pues su polla restregándose contra mi clítoris me hizo sentir algún que otro espasmo. Mire otra vez a mi marido. El se la estaba meneando mientras veía como me follaba Ramón. Aquello parecía gustarle. Seguro. Ramón tiene un buen cipote y sabía usarlo como debe ser. Yo levantaba mi culo para que penetrara más a fondo......mientras miraba a mi marido.
Relato erótico enviado por coronelwinston el 16 de March de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 131202 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 22:30) dice:
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(18 de October de 2022 a las 20:03) dice:
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