Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.
Relato
DIARIO A DOS
Capítulo 24 (Mi jardín)
Julio, martes 14
Ayer lunes pasó algo muy gordo y me tiene realmente preocupado. Creo que voy a empezar a tomar algún tipo de medida. Esto se va de las manos. Rectifico, se me ha ido de las manos. A los dos. Sólo han pasado unos días de la orgía en nuestra casa con Jimmy y Pitu, y la maquinaria de Avi está de nuevo en marcha. Y ahora sé que no va a parar. Se ha vuelto insaciable. Parece que algo se ha apoderado de su mente y de su cuerpo. Ella quiere más y yo ya no lo celebro como antes, pues aunque no me importa que folle con otros hombres mientras cumpla el requisito de separar el sexo del amor, esto me estás saturando. En estos días me ha comentado al menos tres o cuatro veces que nunca ha gozado tanto como ese viernes. Me ha dicho que al menos se corrió cuatro veces. Me recuerda constantemente la escena del salón cuando la izamos entre Pitu y yo para que Jimmy se la follara. Parece ser que estamos encantados con esta nueva situación que vivimos. Yo menos que ella. Bastante menos. Y lo que es peor, bebo demasiado.
El martes pasado no tuve mucho trabajo y regresé a casa pronto. Sentados en el porche de la entrada mantuvimos una conversación reveladora. En mi descarga he de escribir que yo no la inicié. Fue ella quien comenzó. Por la importancia que me merecen las palabras de Avi dejo constancia de lo más relevante.
Comenzó hablándome de Jimmy. Mezcló a Juan en la conversación e incluso a Tamira. Hizo un recorrido por nuestra vida desde que nos conocimos hasta ese instante, con boda de por medio. Por primera vez en mi vida escuché a mi mujer decir aquellas cosas tan maravillosas hacia mi persona. La seguridad que yo sentía de su amor estaba llena de dudas, pensaba que me quería, si, aunque no lo escuchaba como antes. Por eso deseaba oírlo. En mi mente lo imaginaba, pero reconozco que de sus labios sabía mejor. Me reveló lo “niñata” que se había mostrado en lo referente al sexo. Me aplaudió por mi honestidad y mi sinceridad, cualidades que ella valora mucho. E incluso llegó a verme como un auténtico Dios. La vida que llevamos, la casa, el dinero, la salud, el sexo….todo…todo era de su agrado. Me preocupó cuando la conversación tomó unos derroteros vagos. Ella quería decirme algo y no sabía cómo hacerlo. Yo no podía ayudarla. En ese momento no, pues no sabía que era lo que me quería decir. No sabía dónde quería llegar a parar. Me sorprendió cuando en un momento dado, sentados en las sillas del porche, se puso en pie y se desnudó por completo. Pensé que se estaba calentando con la conversación. Me equivoqué.
-Me desnudo ante ti Ron. Me desnudo físicamente y me abro a ti para decirte lo que pienso.
Naturalmente pensé que no era necesario desnudarse para eso. Pero no sólo se desnudó ella, si no que consiguió que me desnudara yo también. Desde las seis de la tarde hasta las dos de la madrugada estuvimos desnudos en el porche. Sin tocarnos. Hablando profundamente de nuestras aventuras sexuales.
Allí sentados, frente a frente, me explicó lo que ella había sentido en los diversos momentos que habíamos vivido durante nuestras correrías. Descubrí que era de carne y hueso como yo. Que sentía parecido a mí. Que sufría mis mismos miedos y temores. Pero me descubrió que estaba dispuesta a seguir jugando, es más, me aseguró que quería seguir jugando si yo no me volvía atrás. Con 26 años se sentía plena y quería aprovecharlo. Quería libertad de acción. Etiquetó nuestro matrimonio como liberal, comprometido, realista y solidario. No me tenía que convencer pues yo mismo pensaba como ella. Yo había iniciado esto secundado por ella. Pero lo esencial y determinante vino al final. Y es lo que voy a reflejar aquí.
-¿Sabes Ron? En el fondo no siento que sea una puta. Aunque me comporto como tal. ¿Tu que opinas que lo soy o que no lo soy?
-Opino que no eres una puta. Simplemente te gusta follar. El que folles con otras personas no te hace ser puta. Y no te hace ser puta porque no eres infiel. Porque no haces las cosas a escondidas de mí. Porque no cobras dinero por ello.
-¿Cobrar? ¿Dinero? No sería mala idea. ¿Tú crees que me ganaría la vida así?
-Sin lugar a dudas. Pero muy bien además. Ahora, que tendrías que trabajar mucho en poco tiempo…..el cuerpo se estropea Avi.
-Por eso quiero que aprovechemos nuestro tiempo. Quiero que nos demos a los demás cuando nos apetezca, cuando nos surja. Por eso quiero libertad Ron. Libertad de follar con quien sea y llegar a casa después a contarte lo que ha sucedido. Quiero intercambios de pareja, tríos, orgías….vivir el sexo plenamente. ¿Qué te parece?
-Muy bien. Estoy de acuerdo contigo. Pero no debemos dejar que eso sea la parte más importante de nuestra vida. Tenemos que pensar en otras cosas.
-Lo sé y no lo olvidaré. Quiero sorprenderte con actitudes inauditas. Quiero que te corras con sólo pensar….
-Llevo aquí sentado cerca de ocho horas. Te estoy viendo desnuda desde hace mucho tiempo. Has obligado a mi mente a que se desnude junto con la tuya. Mi cuerpo esta igual que el tuyo, desnudo. Me has aclarado tu punto de vista respecto a esto que hemos vivido en este último año. Avi por dios, te he visto follar con Zusko, con Pitu y con Jimmy…. ¿Qué tratas de decirme?
-Que me orientes. Que me guíes. Que no dejes que me pierda. Me gusta demasiado el sexo y ya no puedo parar esto. Estoy en la cama y pienso cuando será la próxima vez que otro cuerpo me haga sentir. Me apetecen cosas y no te las cuento por no herirte. No sé cómo reaccionarías ante ciertas circunstancias. Necesito ser honesta contigo. Hacerte partícipe de mis sentimientos y mis pensamientos como tú lo hiciste conmigo.
-Te he demostrado con creces, cosa que hasta a mí mismo me sorprende, lo liberal que puedo llegar a ser. Lo comprensivo que soy. Lo dispuesto que estoy. ¿Qué más te falta Avi?
-Necesito tener ese plus de seguridad de que lo que haga te guste. Necesito que seamos cómplices.
-Lo somos y lo puedes tener. Tuyo es. Nunca he reprochado nada. Siempre he animado a ir más allá. E incluso hemos pagado por sexo. Tú te has corrido con la polla de otro y yo he sentido tus temblores de placer. Tú has acogido la polla de otro y yo me he colado en tu coño. Tú has besado en la boca a otro y era mi saliva la que succionabas. Las manos de otro han tocado tu cuerpo y era mi piel la que rozaba. Y sé que te has corrido en otros brazos y era a mí a quien amabas.
Y Avi echó a llorar. Y me levanté de mi asiento y la abracé. Y lloré con ella mientras nuestros cuerpos desnudos se fundían en un abrazo sincero. Acaricié su pelo y su espalda tratando de reconfortarla. Y sentí ese sentimiento que me embarga desde entonces. Sentí gratitud hacia esa mujer que había entregado su cuerpo por mí. Y tomé una decisión. Complacerla siempre. Viviría para ella. Yo dejaría de importar.
A las dos de la madrugada nos fuimos a la cama. Avi durmió placidamente con su cabeza sobre mi pecho. Yo no dormí ni un solo minuto. Los siguientes días hasta ayer lunes han pasado tranquilos, felices, radiantes, pero con dudas. Tengo la sensación de que vamos por mal camino. Un camino irreversible del que no regresaremos jamás. Ella trata por todos los medios de complacerme y yo de complacerla a ella. Y eso genera algún que otro sin sabor e inseguridad. Y digo esto porque ella conoce mis deseos y yo sus necesidades. Necesidades que ya no comparto. Tanto follar y desear sexo me está agotando. Y ayer, me temo que algo quedó confirmado.
Como todos los lunes, por la mañana, a primera hora, Miguel, el jardinero que nos cuida el jardín, apareció. Nosotros estábamos en el porche sentados.
-Buenos Días Sres. Dijo Miguel.
-Hola, buenos días, respondimos los dos.
-Hoy sólo atenderé el riego. Estupenda mañana. Pondré en funcionamiento los aspersores y daremos una mojadita al césped.
-Lo que usted diga. Dije mientras Miguel se nos acercaba.
-¡Aquí se esta bien eh! A la sombra. Hoy va a hacer calor. ¡Menudo día nos espera! Dijo Miguel.
-Si eso parece. Contesté.
-¿Hoy no trabaja Ron? Me preguntó.
-No Miguel, no. Hoy toca descanso.
-Ustedes los ricos aprovechan bien la vida eh.
-Se hace lo que se puede Miguel. Lo que se puede. Dije para dejar la conversación.
-Bien, si me disculpan, voy a poner en marcha los aspersores.
Miguel se alejó de allí. Miguel es un hombre de 52 años, bien parecido, curtido por el sol de los jardines que riega, huele a hierbas y flores. Nos cuida el jardín cuatro lunes al mes y nosotros le pagamos una cantidad nada despreciable, por lo que él, consciente de ello, trata de ser amable con nosotros. Es un hombre menudo y algunas veces parece algo tosco, pero afable y servicial. Está casado y tiene dos hijas. Es un hombre feliz, hace lo que quiere, los jardines.
Notaba, de vez en cuando, como le endemoniaba que viviéramos en esa casa y que no anduviéramos mal de dinero. Le molestaba. Al menos eso creía yo.
-¿Te has fijado en Miguel?, cada día se le ve más delgado. Dijo Avi.
-Será el trabajo, el estrés, que se yo. Dije.
-O el desgaste de tanto follar. Dijo Avi.
-¡Joder, que cosas tienes!, no me imagino yo a Miguel, con su edad, dale que te pego encima de su mujer.
-¿No te lo imaginas?
-No.
-Pues eres un carente de imaginación. Dijo Avi. El sexo interesa a todos, jóvenes y mayores. Y lo practica todo el que puede. No lo dudes.
-Ya. Yo más bien creo que es tan menudo de estar serpenteando entre los árboles y las matas, regando y podando.
-Muy bien tu explicación Ron. No me la creo.
-Bueno pues imagínate lo que quieras. Dije. No me importa la vida de Miguel en absoluto. El cumple con su trabajo y yo le pago. Eso es todo.
-¿Te lo imaginas follándome a mí? Preguntó Avi.
-¡Por favor, Avi! Miguel es un tipo amable, divertido y servicial. No me puedo imaginar una cosa así. He imaginado muchas cosas, pero Miguel, no entra en mi esquema. Ni se me pasa por la cabeza. Podría ser tu padre.
-¿Y que tiene Miguel para no reunir tus requisitos?
-No sé. Nada supongo. Pero cuando me he imaginado cosas, Miguel no estaba en ellas. Eso es todo.
-¿Porqué le consideras inferior?
-No. En absoluto. Es que en mis sueños no he imaginado nunca que mi mujer anduviese retozando con el jardinero. Eso es todo.
-¿Y en tus sueños estaba lo del sex-shop?
-No. Exactamente así como sucedió, no. Pero te recuerdo que eso lo provocaste tú.
-Ya. Y a ti bien que te gustó ¿no?
-Si. Claro. Aunque no lo tengo tan claro. Podría haber acabado muy mal.
Avi quedó pensativa unos instantes. Me miró y luego perdió la vista mirando el azul del cielo. Pensaba algo, yo lo advertí. Aunque ya no sabía si pensaba o esta ausente. A veces su gesto era extraño. Parecía loca. Se quedaba con una semi sonrisa dibujada en sus labios un tiempo indeterminado. Y eso me preocupaba. Y me cabreaba.
-¿Qué cojones estás pensando?
-Nada, nada. Imaginaba cosas....
-No Avi. Miguel no. Tendríamos que despedirle. No. Olvídalo. Es un asco. No tienes más que mirarle.
-Pues le despedimos. Dijo ella.
-¡Vamos no jodas! Con el servicio que nos hace. No, de eso nada. Olvídate de ese tema. No hay nada que rascar. Ni se te pase por la cabeza.
-¿Prefieres acaso que lo haga cuando no estés en casa?
-No. Eso no lo perdonaría. Ni lo entendería. Después de todo, yo te he metido en esto y exijo, al menos, sinceridad. Pero Miguel no está contemplado.
-Ya. ¿Y si no pienso como tú?
-No estaría bien. Esto es cosa de los dos, de tí y de mí. Tenemos que actuar de mutuo acuerdo. Paso de que te guste un tipo y quieras rollo, pero joder, Miguel es nuestro jardinero. No está bien.
-¿No te pondría cachondo?
-Tal vez, pero no sé. No me hago a la idea. Eso es todo. Dije cansado de sus preguntas.
-¿Le preguntamos a él?
-¡Estás loca! ¿Qué le vas a preguntar, si quiere follar contigo?
-Claro.
-¡Anda, anda, déjate de tonterías! Arreglémonos un poco y salgamos para que el nos robe la fruta con tranquilidad como hace todos los lunes.
-Piensa en lo que te digo.
-¡Que lo dejes ya mujer!
-Ve a por la máquina de fotos Ron.
-¿Para?
-Para que me hagas unos fotos.
-Ya te las haré.
-Está bien. Iré yo.
Ella se levantó y trajo consigo la máquina de fotos. La puso en orden y la dejó lista para disparar los primeros flashes. Ajustó el foco a la luz del porche y la dejó encima de la mesa. A lo lejos, observaba a Miguel, con su camisa azul y su pantalón un poco mojado. El hombre se afanaba en girar los aspersores para que el agua cambiara de dirección. Hacía calor, mucho calor. El estaba sudando y con su sombrero de paja se aireaba.
-¡Miguel!, gritó Avi llamando al hombre que levantó la vista y se encaminó hacia el porche.
-¿Qué haces, para qué le llamas?
-Lo hago con todo el cariño y el amor hacia ti. Dijo Avi
-¡No jodas!, ¿Qué vas a hacer? Avi te lo ruego......Me interrumpí ante la llegada de Miguel.
Avi se me había ido de las manos. Hacía mucho tiempo. Aunque yo no lo quería ver así. Aquello ya no me agradaba tanto. Pensé que estaba enferma.
-¡Que hay Señora! ¿Qué desea?
-Miguel, he pensado que tal vez usted nos pudiera tirar unas fotos a Ron y a mí.
-Eso esta hecho. No se me da mal eso de las fotos. Dijo como si fuera una técnica especial la que se necesitara para presionar un botón.
Respiré aliviado, pero sólo por un momento. Sabía que detrás de esa frase, Avi escondía algo más.
-Las fotos serán aquí en el porche. Usted encuadre con la maquina y dispare. Retiraré estos vasos de la mesa.
Avi retiró los vasos de la mesa, dejándola vacía. Era una mesa de resina blanca. Fuerte y grande.
-¿Cómo se pondrán ustedes? Preguntó Miguel. Tal vez debería haber sustituido el “cómo” por el “dónde”.
-Desnudos. Dijo Avi.
Era de esperar.
Las alarmas sonaron en mi interior nuevamente. Mi mujer había montado el lío. Estaba seguro de cómo acabaría aquello. Quería protestar pero no podía decir nada. Avi ya se había desabotonado la camisa y sus pechos eran el centro de atención de los ojos de Miguel, que miraba aquel cuerpo joven con lujuria y deseo. Estaba claro que Miguel, que se paseaba por la casa generalmente, había podido divisar alguna que otra vez los pechos de Avi y quizá algo más. En esta época del año Avi era muy descuidada con su ropa. ¡Pero estaba en su propia casa! El descuidado era yo que permitía la injerencia de Miguel en mi casa.
-Bueno, yo como quieran. Díganme lo que tengo que hacer y ya está. Dijo Miguel.
-Vamos Ron, desnúdate para que Miguel nos pueda fotografiar.
-¿Pero aquí? Pregunté un tanto interesado en ver la reacción de mi jardinero ante semejante escena.
-Claro. Dijo Avi que ya estaba en bragas mientras Miguel no daba crédito a lo que veía. “Esos ricos de mierda”, ese sería su pensamiento. Seguro.
Me quité la camiseta que llevaba puesta. Mi mujer nos paralizó. Sus bragas salieron de su cuerpo sin preámbulos. Miguel engordó sus ojos. Parecían más y más saltones. Supongo que Miguel siempre habría pensado en Avi como una chica joven, seria, e incluso a veces, demasiado rara, pero esto era una novedad para él. Era su jefa. Siempre pensaría que estaba muy buena pero de ahí no pasaba. Era casi de la edad de sus hijas y eso le paralizaba. Lo sé porque cuando le contraté le sometí a un interrogatorio exhaustivo. Necesitaba saber a quien metía en mi casa. No tenía referencias de él y le pregunté sobre varios aspectos, e incluso sobre Avi.
-Miguel...yo le ruego....que.....Ohhh....le pido....yo no atinaba a decir nada coherente.
-Miguel, seguro que a usted no le incomoda. Aseveró Avi.
-Yo no señores. ¿Si a ustedes les da igual....?, yo no me asusto por verlos desnudos. Con mi edad, uno ya esta de vuelta de muchas cosas. A mis hijas las he visto alguna que otra vez desnudas y no pasa nada. Ustedes los jóvenes son muy alegres con sus cuerpos. ¡Vaya si lo son! Les da igual todo. Mis chicas tienen las tetas morenas como usted y eso es porque toman el sol enseñándolas en la piscina. ¡Los jóvenes de ahora! Son un poco guarros…..Perdón no quise decir eso. Quería decir que……..
-Déjelo Miguel. Sabemos como somos. Simplemente jóvenes. Dijo Avi a la vez que iniciaba una ascensión de su culo hasta sentarlo encima de la mesa.
Avi se sentó encima de la mesa. Echó sus brazos hacia atrás apoyándose con las palmas de las manos. Dobló sus piernas por las rodillas dejando sus talones a unos 20 centímetros de sus nalgas. Separó sus piernas ofreciendo una visión amplia y clara de su sexo. Sus senos reposaban en su pecho e inclinó la cabeza ligeramente hacia atrás. Miguel con la maquina en la mano esperaba. Se le notaba algo nervioso.
-Venga Ron. Quítate el pantalón y acércate. Decía Avi cada vez más excitada ante lo que estaba provocando en mí y en Miguel.
Yo miraba a Avi, esta a Miguel, Miguel a mí.
-No se preocupe señor. Prepárense y yo dispararé. Dijo Miguel.
Me bajé el pantalón y mi pene colgó sin deseo, flácido, sin resuello. Me acerqué al lado de Avi que parecía esperarlo ansiosa.
-Ahora me besas en la boca. Y usted Miguel, asegúrese que sale el cuadro entero. No nos vaya a cortar. Dijo Avi encima de la mesa.
Me acerqué a ella y la besé en la boca permaneciendo un rato así, hasta que oí un clic doble y supuse que la foto se había hecho. Nos hizo dos fotos así. Luego otra, otra y otra más. De distintas posturas. Yo besando un pecho de Avi, besando el culo en otra, ella sosteniendo mi pene con la mano, yo tapando los pechos de ella con ambas manos, otra besándola en el vientre y otra tapando con mi mano su pubis recortado, e incluso otra simulando una penetración, que si no se produjo fue de verdadero milagro, pues yo estaba empalmadísimo ya.
-Bueno muy bien. Miguel se ha portado de miedo. Esta usted hecho un fotógrafo profesional. Dijo Avi
-Es fácil señora. Dijo él.
-No crea. Todo el mundo no puede abstraerse ante las imágenes que ve y que luego tiene que fotografiar. Dijo ella.
-Bueno, reconozco que es......interesante. Pero son sólo fotos. Dijo Miguel. Aunque usted esta de muy buen ver. Ha sido interesante.
-Gracias. Respondió ella.
-Oh, no las merece señora. Digo la verdad.
-¿Interesante?.... ¿No querrá decir, excitante? Preguntó Avi.
-No sé. Bueno, si. Dijo él.
-¿Se ha excitado Miguel? Preguntó Avi. ¿Le excita verme así?
-Eh, esto yo...Ufffffff, qué cosas. Decía él.
-¿Nos haría a Ron y a mí una foto haciendo el amor? Preguntó una descarada Avi.
-No se si sabré hacerla. Pero si quieren, ¿Por qué no? Dijo Miguel. Lo puedo intentar. Pero señora, esas cosas son intimas.
-¡Ya lo has oído Ron! Miguel nos hará la foto que tanto te gustaría tener. Ven acércate a mí.
Dejé el cigarro en el cenicero y me di cuenta que ya había encendido otro antes. Me acerqué con el pene bien tieso y duro ya venciendo el impacto de Miguel. Mi cuerpo estaba allí pero mi mente dibujaba otras cosas.
-Miguel, tendrá que acercarse a nosotros más. Tírenos varias fotos desde todos los ángulos.
-¡Joder Avi! Exclamé en voz baja para que Miguel no me escuchara. ¡Esto es un corte de cuidado!
Es cierto que yo deseaba unas fotos de ambos haciendo sexo…..pero Miguel no era el fotógrafo adecuado. Ni mi cabeza era capaz de evadir algún grado del alcohol que ya había consumido.
-¿Miguel podemos confiar en usted verdad? Preguntó Avi.
-No se preocupen. Esto queda “pa” los tres.
-Es que mi marido siempre ha querido tener unas fotos de….
-No se preocupen. Soy de confianza.
Echándole valor me arrimé a Avi y apunté el glande a la entrada del orificio, miré a Miguel y me avergonzó, me armé de valor y apreté. Noté la humedad de Avi y el calor de esa vagina. Con más vergüenza que placer, empujé y comenzó el baile. Aún tuve tiempo de escuchar un “Desde luego…” proveniente de la boca de Miguel.
-Ohhh...que.....bien....Ohhh...que............placer... ay....que bien....Avi exageraba todo lo que podía para provocar a Miguel.
Confundido por los clic de la máquina de fotos y los gemidos ficticios de mi mujer, creí adivinar el porqué ella era tan locuaz en sus gemidos.
-Ohhhhh…Miguel… ¿No le incomodará esta situación verdad?
-No. No. Es divertido y…….caray……la leche…como una peli guarra.
Miguel se afanaba en tirar fotos desde todos los ángulos posibles.
-Ohhh....señor...señor...que bien....Aggggg...Miguel deje la máquina ahí y venga a tocarme los pechos. Dijo Avi
-¿Yo...Yo?..Esto...pero...pero...Miguel estaba desconcertado. Pensaría que estábamos locos. Y Avi lo estaba.
-Si usted. Venga. Tóqueme los pechos...Ohhh...señor....que bien...Seguía Avi.
-Pero...¿como....es que...yo?....como...voy...Miguel se interrumpió.
-Venga Miguel. Haga lo que le dice. Póngase detrás de ella y toque sus pechos. Intervine. ¿No ve cómo está? Usted ya sabe lo que quiere una mujer. ¡Es usted casado coño!
-Ohhh....ahhhh....vaya...que bien...Seguía y seguía Avi erre que erre.
Miguel se situó en un extremo de la mesa. Avi yacía allí, recostada sobre ella. Su culo estaba en el borde la misma y sus pies se apoyaban en el extremo. Allí era penetrada por mí una y otra vez. Miguel se situó detrás con más miedo que pasión. Sus manos temblorosas se posaron en los pechos de Avi y las dejó inmóviles.
Las manos de Miguel avanzaron con más soltura después de mirarme y ver el gesto afirmativo que yo le hacía. Apretaron, se recrearon en sus pezones y se jactó de tocar esa piel tersa y suave de la mujer que el destino le había puesto en mesa de resina. Supongo que trató de comparar la piel de esa mujer con la de su amada Rosa. Le gustaba tocar esos pechos y en un momento fue más incisivo. Acarició el vientre de ella con esas manos encalladas.
-Ohhh...Miguel...que bien lo hace...que placer...hay que ver....Seguía Avi dándole más presencia en aquella escena.
-Hago lo que puedo. Respondió lacónicamente Miguel. Lo que manden...
-OH...Ohhh... ayyyyyy....tóqueme abajo....baje su mano y tóqueme ahí abajo.......
Miguel dejó descender su mano y acarició sus pocos vellos. Avi se lamentó de tener sólo dos manos. Las tenía ocupadas en apoyarse en la mesa.
-Ohhh...Miguel...que hace....que bien....Manifestaba Avi como cualquier puta en su trabajo.
Miguel ya jugueteaba con el clítoris de ella. Yo seguía empujando lentamente, jactándome de la follada y observando lo que sucedía entre Miguel y sus manos. El tocaba y tocaba en vista de que yo no le decía nada. Su cara era otra. Tenía la boca abierta y estaba blanco. Se diría que había sido abandonado por el bronceado de su piel. Sus dedos rozaban mi pene cada vez que yo entraba o salía.
-Ohhh....hay.....que placer.....quitese la camisa Miguel, la tiene empapada en sudor. Dijo Avi.
Miguel se apartó un momento y se quitó la camisa. Su piel era morena, como su cara, pero su cuerpo estaba cubierto de vello canoso. Avi no había visto a un hombre con tanto vello en su pecho, brazos y espalda como Miguel. El olor de su sudor se dejó notar. Sentí repugnancia. Y creo que fue el momento justo en que mi vida cambió de orientación.
-Es usted un velludo. Dijo Avi
-Si. Tengo pelo por todo el cuerpo. Es herencia de mi padre. Por eso sudo tanto. Bueno y por el trabajo. Atinó a decir a la vez que volvía como Pedro por su casa a usar su mano en el mismo lugar de antes.
-Parece usted un oso…. tan velludo. Déjeme tocarle el pecho. ¿Puedo?
El hombre se acercó hasta Avi y ella posó una mano en el pecho de Miguel mientras se apoyaba sólo con la otra, lo cual casi provoca una caída. Enredó el vello entre sus dedos y sonrió.
-Abráceme. Quiero sentir el vello en mis pechos.
Miguel abrazó a Avi y eso fue definitivo. Sentir los pezones duros de ella en su pecho, provocó en él todos los deseos imaginables. Avi tuvo que dejar el abrazo y sujetarse mejor, pues las embestidas, aunque lentas, hacían que se cayera hacia atrás.
-..Ohhh...señor...Ohhhhh. Hay Ron, me voy a correr.....Ohhhhh....si sigues así....me corro...Ohhjjjjjj. Avi era insaciable. Sabía como hacer para provocar.
Miguel seguía liado con los pezones de ella y ya sin tapujos, con su clítoris. Y casi con mi polla. Pues al roce de mis embestidas había que añadir el roce de sus dedos.
-Ohhh..., Miguel...que bien me toca usted....! Como se nota la experiencia!
-Muchas gracias señora. Hago lo que sé. Decía él muy complacido de que aplaudieran sus tocamientos.
-¡Fólleme usted Miguel! ¡Déjale Ron que me folle! Dijo Avi.
Miguel no sabía bien lo que había oído. Dio muestras de no haber escuchado nada.
-¿No me ha oído Miguel?, ¡Quítese los pantalones y fólleme! Déjale Ron. Déjale que termine él.
Me aparté de ella. Saqué el pene de su interior y la ayudé a ponerse en pie.
-Vámonos dentro. Dije sin más.
-Si iremos dentro. Dijo Avi. Quiero que me folle Miguel.
La parada fue en el sillón del salón. Esos sillones blancos que ya estaba pensando cambiar Avi por el color.
-Pero...pero....señora....sabe lo que esta diciendo...yo...señora...Decía Miguel probablemente pensando que estábamos drogados.
-Vamos Miguel, bájese los pantalones y métasela. Ordené de mala ostia.
-Pero señor...como....señor....Miguel no daba crédito. ¿Están ustedes drogados? Ustedes no están en su sano juicio.
-Haznos unas fotos Ron Mientras me folla. Dijo Avi.
-Venga Miguel. Dije mientras tomaba la cámara de fotos en la mano. Fóllese a esta perra.
-Yo...yo...esta bien...como...quieran...pero le aviso que...
-¡No me avise nada y métamela ya hombre! Ohhhhh...dios mío....Decía Avi.
Miguel se desabotonó el pantalón y bajó la cremallera. El pantalón cayó hasta las rodillas, allí paró.
-Venga Miguel.....usted debe saber hacer esto muy bien. Dijo Avi mientras se reclinaba en el sillón.
-Señor, pero es que no se que les pasa a ustedes….
- Venga, acabemos con esto Miguel. Dije sin importarme una mierda lo que sucedía.
Miguel se bajó los calzoncillos dejando al descubierto un pene duro y excesivamente hinchado en su glande. Todo él sobresalía del conjunto. Parecía una cabeza propiamente dicha. Era chato, algo amoratado y no tenía frenillo. Su pene curvo tenía un agradable aspecto liberado del prepucio. El volvió a mirarme. Le hice gestos con la mano de “adelante”. Miguel la agarró por las piernas y la acercó hasta el borde del sillón. Una vez tuvo la vagina de ella a la altura necesaria y a la proximidad adecuada, restregó su mano derecha en la raja de Avi y acto seguido se untó el glande con el flujo que emanaba de aquella grieta. Es un primitivo.
-Usted no mire señor, es mejor. Dijo Miguel creyendo que yo no soportaría aquello.
-No. No miraré. Haré fotos. Dije siguiéndole la corriente.
-Se lo digo por que es mejor para todos.
-Vale Miguel, lo que usted diga. Repetí ante semejante estupidez.
Avi pugnaba por alcanzar esa polla curva que sentía en la proximidad, pero Miguel y sus movimientos avisándome, no se lo permitía.
-¿Preparada señora?, ¿Está usted preparada?, ya voy, déjeme hacer a mí. Verá que bien. Decía muy ufano Miguel.
-Hay....me corro sólo de pensarlo....Miguel.
-¡Pues ahora verá! Dijo él.
Se introdujo entre sus muslos y acercó su glande hasta la entrada de la vagina. No hizo falta más. El pene de Miguel resbaló dentro debido a la excesiva lubricación de Avi. El hombre con sus manos curtidas y encallecidas, sujetaba los muslos de ella y empujaba con un ritmo fuerte pero continuado. Yo mientras tanto, hacía fotos. Muchas fotos. Dudé por un instante que Miguel apareciera en ellas, pues parecía una masa negra con tanto vello negro y canoso. Tampoco los veía. Mi cabeza estaba gestando otros pensamientos.
-Ohhh...Miguel...que bien me está usted follando....por dios...que bien.
-Pues ahora viene lo mejor. Decía él.
-Ohhh...Miguel....como me ha puesto.... ayyyyyy… que placer. Avi no había actuado ni en las obras de teatro de fin de curso del colegio, pero su actuación merecía un oscar de la academia del sexo. La odié por primera vez en mi vida.
-Ahoraaaa, ahoraaaa me voy a correr. Dijo Miguel avisando no se muy bien porqué.
-Uyyy.....aguante un poco que yo casi estoy....Ohhh....mi jardinero regándome.....hay que me corro yo también...hay Miguel no se pare...no se pare por Dios.....siga...no paré......Ohhhhh...Hummmm.....
Los lamentos de Avi, sus quejidos, sus gemidos, fueron apagándose poco a poco mientras sentía las últimas arremetidas del pene de Miguel dentro de su vagina. El terminó y enseguida se la sacó.
-¿Lo he hecho bien? Preguntó.
-Si Miguel. Lo ha hecho fantástico. Dijo ella. Miguel era un hombre tosco y casi sin cultura. El pueblo le reclamaba.
Muy orgulloso de lo que acababa de hacer, levantó sus calzoncillos, los acomodó y se subió el pantalón. Tomó su camisa de una silla del porche y se la puso. Abotonó sus botones, entró al salón nos miró a los dos siempre orgulloso.
-Ya saben donde me tienen los señores cuando quieran más fotos. Dijo un despabilado Miguel.
Estuve a punto de darle un golpe. Me calmé y le dije que sentara y escuchara con atención lo que iba a decirle. El así lo hizo. Se puso serio. Avi se incorporó y Miguel no pudo evitar admirar aquellos pechos otra vez. ¿Sus hijas los tendrían así? El creía que no.
-Mire Miguel. De lo que ha pasado aquí, nada de nada. Olvídelo. Esto ha surgido porque ha sido un juego. No habrá más. Ahora lo recomendable sería despedirle. Pero le voy a permitir que siga arreglándonos el jardín, el jardín, me entiende, sólo ese jardín, dije señalando al exterior. Olvide a mi mujer, olvide lo que ha pasado y no se acerque mucho a la casa o pensaré que usted persigue a mi mujer y le aseguro que no me gustará nada de nada. Iré a la policía con las fotos y diré que usted ha violado a mi mujer. Lo meterán en la cárcel. ¿Me ha entendido?
-Si señor. Lo que ustedes digan. Dijo un Miguel cuyo rostro había cambiado de expresión. Ahora estaba asustado. Perdone señora, ¿Le ha gustado como se lo he hecho?
Casi le parto la cara. Faltó poco para que le echara de allí a patadas. Y del trabajo también.
Miguel se alejó y continúo con sus aspersores. Al rato le vimos como se lavaba con una manguera. Recogió sus bártulos y con la mano se despidió de nosotros que seguíamos en el porche.
-Le has tratado muy duramente. Dijo Avi
-No quiero líos. Se puede equivocar. Dije. ¡No te jodes! Preguntar que si te lo ha hecho bien. ¡Manda cojones!
-No ha estado mal, ¿no? Dijo ella. Me he corrido y no me ha follado mal. Aunque un poco soso.
-Tú sabrás. A ti ha sido a quien ha follado. Dije con desprecio.
-Pues a mí me ha gustado. ¿A ti no? Tiene un buen cacharro y la tenía dura. La sentía muy dura cuando la tuve dentro.
-¡Basta ya Avi! No deberíamos haberlo hecho con Miguel.
-Ha estado bien Ron. No te preocupes. El no dirá nada.
-Bueno. No está mal la experiencia, pero las hay mejores. Si no me cortas, me hubiera corrido dentro de ti. Me puse cachondo viendo a Miguel allí y nosotros follando.
-Claro, ya lo sabía yo. Por eso lo hice.
-No te confundas.
Hoy es Martes 14 y Avi y yo nos hemos reído mucho recordando lo de ayer. Estoy ansioso porque llegue el lunes que viene para ver con que cara viene Miguel. Casi obtuve mi trío. Aunque ya no me importa.
Soy risueño. Me río con facilidad, pero las risas vertidas con Avi no fueron sinceras. Al igual que mi mente soñó con aquella cafetería dónde Pablo se encargaba de Avi, ahora comenzaba a gestar el final de nuestra historia. El punto de inflexión llegó cuando mi nariz detectó el olor del sudor de Miguel.
Comencé a notar placer, pues su polla restregándose contra mi clítoris me hizo sentir algún que otro espasmo. Mire otra vez a mi marido. El se la estaba meneando mientras veía como me follaba Ramón. Aquello parecía gustarle. Seguro. Ramón tiene un buen cipote y sabía usarlo como debe ser. Yo levantaba mi culo para que penetrara más a fondo......mientras miraba a mi marido.
Relato erótico enviado por coronelwinston el 16 de March de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 131202 veces
Si te ha gustado DIARIO A DOS-CAPITULO 24-MI JARDIN vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar DIARIO A DOS-CAPITULO 24-MI JARDIN.
coronelwinston
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 22:18) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
Registrate
y se el primero en realizar un comentario sobre el relato DIARIO A DOS-CAPITULO 24-MI JARDIN.
Vota el relato el relato "DIARIO A DOS-CAPITULO 24-MI JARDIN" o agrégalo a tus favoritos