El tiro me salió por la culata, yo pensaba disfrutar todo ese fin de semana de Julia. Pero sucedio todo lo contrario, al grado que aun hoy en día, despues de varios meses de que eso me ha sucedido, sigo pagando las consecuencias, pero a manos de mi mujer....
Relato
Digamos que soy, una especie de agente viajero, por lo que en ocasiones debo dejar a mi esposa he hijos, para cerrar alguna que otra negociación, tanto dentro como fuera de mi país. No soy un Santo, ni nada que se le parezca, por lo que a la menor oportunidad que se me presenta, de enterrarlo lo hago. Les digo eso para que se den una idea, de cómo yo era o mejor dicho sigo siendo. En mi último viaje, me tocó cerrar un contrato de construcción con una firma constructora, su gerente y propietario, en el transcurso de las negociaciones, me había invitado a pasar el fin de semana en su casa de campo.
Pero justo después de firmar el contrato, se excuso indicándome que por asuntos familiares, se veía imposibilitado de ir, pero que en su lugar me dejaría a cargo con Julia, si yo no me oponía. La verdad es que ya le había echado un ojos a la tipa, pero aunque se veía ha leguas que era una mujer joven, como vestía de manera extremadamente conservadora, sin maquillaje, ni tan siquiera un sencillo par de zarcillos. Estuve a punto de declinar el ofrecimiento. Pero algo en la mirada de ella, me hizo decidirme por aceptar la invitación del ingeniero. Por lo que tras salir de su oficina quedamos en que su chofer pasaría por el hotel donde me alojaba par a recogerme.
Tras recoger mi equipaje en el hotel, el chofer pasó por mí, y luego de casi una hora y media de camino. Llegamos a la casa de campo, en la puerta se encontraba Julia. Tras descargar mi equipaje, el chofer me indicó que me recogería el lunes en la mañana para ir a las oficinas y de hay dejarme en el aeropuerto.
Apenas el auto arrancó, me hice la idea de que me acostaría con esa joven por los siguientes tres días. Pero apenas comencé ha acercarme a ella, la comencé a tomar por su estrecha cadera, cuando Julia me ha sonado una estruendosa cachetada. Dejándome algo aturdido, no lo podía creer la inofensiva chica casi me vuela la cabeza. Tan fuerte fue el impacto, que terminé sentado en uno de los sillones de la sala. Al levantar la mirada la vi frente a mí, con ambas manos sobre sus caderas parada en una posición que me resultaba más que desafiante, de superioridad. Para mis adentro me dije a mi mismo, bien te lo mereces, por pendejo. En lugar de estar viajando a tu casa con tu mujer y tus hijos, te acaban de sonar. Yo pensé hasta en llamar un taxi para retirarme y dejar las cosas así por las buenas. Pero cuando me estoy comenzando a incorporar del sillón, Julia me ha empujado por lo que volví a quedar sentado.
En ese momento, comenzaba a decirme que era lo que yo me había creído, cuando de nuevo sin motivo aparente me ha sonado otra cachetada, que me dejó más confundido todavía. Al levantar la vista y nuevamente verla, me dijo. Eso es para que aprendas, quien es la que manda aquí, realmente. Yo pensé esta mujer se volvió loca o le dio un ataque de quien sabe que. Pero Julia continuó hablándome en un tono duro y bien áspero.
Era más bien como si me regañase, por su manera de hablarme. ¿Qué esperas? quítate toda la ropa, o quieres que sea yo quien te la arranque a fuetazos. Al decir eso, no se de donde ni como, apareció una fusta de montar en sus finas y delicadas manos. Yo estaba sin comprender un pepino lo que ocurría, cuando nuevamente sin aviso alguno, me ha dado un fuetazo por las costillas izquierdas de mi cuerpo. Por el ardor más que por el dolor contraje mi cuerpo. Y antes de que me recuperase, del primer golpe con el fuete, me volvió a dar pero por el otro costado.
Yo estaba sin entender que sucedía realmente, cuando nuevamente me ordenó que me quitase toda la ropa. En ese momento no se por que motivo causa razón o circunstancia, en lugar de pararme y arrancarle la fusta, comencé por ir desabrochándome la camisa que estaba usando. Mientras me quitaba la camisa, Julia en ese tono de voz tan autoritario, me dijo. Para que sepas entiendas y comprendas, la que manda aquí soy yo, y aquí se hace lo que yo diga, entiendes.
Al decir eso levantó la fusta, de manera amenazante frente a mi rostro. Yo como un mismo tonto, lo único que se me ocurrió decirle fue si, mientras me cubría el rostro. A lo que ella de inmediato me corrigió diciendo. Si señora. Palabras que repetí textualmente. Ya me había quitado la camisa y la camiseta, cuando noté los verdugones colorados que me habían dejado los dos fuetazos que la aparente delicada chica me había hecho en esos instantes. Apúrate que no tenemos todo el día para esto. Yo digamos que aceleré mis movimientos, y comencé a quitarme el pantalón, desde luego primero me quite los zapatos y las medias. Y finalmente me había quedado en interiores.
Fue cuando como en un arranque de locura ella me ha vuelto a golpear con el fuete, al tiempo que me decía. Perro tienes que entender, que la que manda aquí soy yo, así que quítate todo. En esos momentos, más bien sumamente asustado por lo que sucedía, me despoje con torpe rapidez de mis interiores.
Como les dije, nada podía evitar el que me levantase y le arrancase de sus manos la fusta, pero la cosa en que no lo hice. Permanecí para mi propia sorpresa inmóvil con mis manos sobre mi miembro, ocultándolo de su mirada, y desde luego del fuete también. Al quedar del todo desnudo, Julia me dijo en ese tono de vos tan grosero, desde ahora hasta que te ordene serás mi esclavo y andarás de esa manera.
Mientras me decía eso, con la punta del fuete me indicó, que quitase mis manos de donde las tenía, ocultando por pudor mi miembro. No se que me ha pasado, pero en ningún momento, tuve el valor suficiente, como para llevarle la contraria. Yo me encontraba del todo desnudo de pies a cabeza, mientras que Julia, la señora, como seguí llamándola, estaba completamente vestida. Su largo vestido oscuro que le ocultaba todas sus carnes, la hacía ver impresionante, además del sobrio color, sus mangas le llegaban hasta sus muñecas, el cuello alto y cerrado. Por unos momentos mantuvo silencio como examinándome, mirándome detenidamente, desde la cabeza a los pies.
Hasta que me ordenó levantarme, cosa que hice apenas ella terminó de hablar. Con el fuete presionándolo contra mi espalda. Me obligó a dar unos cuantos pasos hacía el frente, tras lo cual comenzó a caminar a mi alrededor, mirándome detenidamente. Pero de momento dijo de manera bien impersonal, más bien como si se dirigiera a un perro, sígueme. Ella caminaba frente a mí con pasos resueltos y bien firmes, mientras que yo a pocos pasos la seguía, preguntándome mentalmente a mi mismo que era lo que me pasaba. Cuando se detuvo lo hizo frente a la cocina, abrió un closet y de ese lugar extrajo, una larga cadena, la que sin decirme nada en lo absoluto ella misma procedió a ponérmela alrededor de mi cuello. Para luego con un candado mediano asegurarla.
Julia se quedó con la otra punta entre sus manos, la observó por unos segundos, y una ligera sonrisa se dibujó en su rostro. Nuevamente sin decir palabra se dirigió a la puerta que se encontraba en la cocina. Yo ensimismado en mis pensamientos, no me puse a caminar de inmediato, por lo que de momento sentí el fuerte jalón que ella me daba. Al llegar yo a la puerta me di cuenta que apenas y comenzaba atardecer, pero Julia volvió a jalar de la cadena, haciéndome salir, tal y como estaba a la parte trasera de la casa. Yo algo asustado miraba en todas direcciones, hasta que la escuche decirme.
No te preocupes, nadie te vera así a menos que yo lo desee. Sus palabras me calmaron, pero de inmediato me encadenó a un poste, asegurando la cadena con otro candado que ella llevaba oculto, quien sabe donde. Sin decir nada nuevamente, se marchó entró a la casa, por lo que me quede de pie al lado del poste donde me había encadenado. Al poco rato, al ver que ella no regresaba, decidí sentarme en el suelo. No hacía otra cosa que pensar, ¿qué me sucedía? Cuando de momento la siento a mi lado, tenía una cesta en sus manos, antes de que me lo ordenase me levanté del suelo, limpiándome las nalgas. Julia puso la cesta en el suelo y señalándola con el fuete me dijo.
Te he traído eso para que te quites los pelos de las axilas y los de eso, señalando mi pene con el fuete. Mientras lo haces quiero que me digas que pensabas hacer cuando llegaste a la casa. Por unos segundos me quedé pensando que le diría a mi mujer cuando me viera así. Pero antes de que me fuera a dar otro fuetazo comencé ha pasar la crema para afeitar que se encontraba en la cesta. Pensaba decirle que me haría falta un poco de agua, cuando ella abrió la llave de una manguera que se encontraba cerca y tirándola a mis pies dijo, vez yo pienso en todo. Por lo que procedí a afeitar mis axilas y luego la pelambre alrededor de mis testículos y verga. Nuevamente Julia me volvió a preguntar que había pensado hacerle.
Al principio las palabras no me salían, hasta que finalmente dije. Que los dos pasáramos un buen rato juntos. Apenas me escuchó se comenzó a reír como una loca. De verdad que pensaste eso, no te creo. Lo que pensaste fue, me tiro a esta tonta y luego me voy para mi país. No contabas que el tiro te saliera por la culata. Déjame decirte, yo espero de ti total sumisión, mientras que lo que tu puedes esperar de mi es total desprecio. Tras escuchar esas palabras, no se ni lo que pensé, tan solo me quedé en silencio.
Julia me volvió abandonar encadenado al patio, ya había comenzado a oscurecer cuando apareció de nuevo. Se dirigió al poste y sin decirme nada soltó la cadena, tras lo cual dándome un jalón me indicó que la siguiera. Ya de nuevo dentro de la casa, tomó asiento en un gran sillón y me ordenó que me parase frente a ella. De la mesa de lectura que tenía a su lado sacó de la gaveta una soga no muy gruesa realmente, y con ella me amarró mis testículos, el sentir sus frías manos sobre mi miembro, en lugar de mantenerse en reposo, mi verga se comenzó a parar. Julia en ese instante le ha dado un fuerte jalón a la soga que pensé que me había arrancado los testículos.
El dolor fue insoportable, llevando mis manos a mis bolas terminé tirado en el piso de la sala pasando el fuerte dolor. De inmediato Julia me gritó. Es que no entiendes animal que tu no haces nada sin que yo te lo ordene. Aun lamentándome y con lagrimas en mi ojos, le pedí que me perdonase, y como que fue peor todavía, ella se ha levantado del sillón y comenzó a darme puntapiés por todo mi desnudo cuerpo. Al tiempo que me volvía a regañar, diciéndome que no abriera la boca a menos que ella me lo ordenase.
Ya tirado en el piso de la sala desnudo y golpeado, asentía con mi cabeza, hasta que Julia finalmente se calmó. Volvió a tomar asiento en el sillón y sin más ni más se ha subido el frente del largo vestido oscuro que estaba usando en esos momentos. Apenas divise su peludo coño, ya que no tenía más nada puesto debajo del largo vestido, clave mis ojos al suelo a fin de que no fuera que se me volviera a parar en contra de mi voluntad, y en consecuencia me volviera a merecer otro castigo similar al que escasamente pocos momentos antes me hubiera propinado, con sus puntiagudos zapatos.
Yo permanecía arrodillado frente a ella, hasta que me dijo claramente. Quiero que me pases la lengua por el coño, en cierto momento estuve a punto de abalanzarme sobre ella, pero me contuvo el jalón que le volvió a dar a mis testículos. Aun bastante adolorido dirigí mi rostro a sus entrepiernas y con cierto temor comencé a lamerle su peludo coño, que apestaba a no se que, su olor era fuerte. A medida que se lo estaba lamiendo ella me ordenaba que metiera más mi lengua dentro de su vulva, cosa que hacía aun con bastante recelo de mi parte, ya que aparte del fuerte olor, los pelos de su coño como que se enredaban entre mis dientes. Julia a medida que yo seguía lamiendo su vulva y finalmente chupando su clítoris, ella se contorsionaba sobre el sillón.
De cuando en cuando, le echaba un vistazo a mi verga, y sí notaba que estaba algo parada, volvía a tensar la cuerda con la que me tenía atadas las bolas. Por lo que casi por arte de magia mi verga se volvía a retraer del todo. Entre mis lambetadas y chupadas, Julia disfrutó de un orgasmo, sus gemidos o quejidos sonaban más como a un animal que ha una mujer. Con sus manos en esos momentos restregó mi rostro con mayor fuerza contra su coño hasta que finalmente casi asfixiándome me soltó.
Cuando después de un rato que ella como que se recuperaba del orgasmo y yo volvía a respirar con mayor normalidad, al nuevamente ponerme de rodillas frente a ella, vi nuevamente su coño y entendí el porque del fuerte olor y raro sabor. Sencillamente Julia en esos momentos tenía la regla. Cuando ella me vio el rostro, se puso a reír de manera bastante burlona, diciéndome que mi cara parecía un tomate podrido. Yo sencillamente me limité nuevamente a mirar al piso. Hasta que ella me ordenó que me sentase en el piso frente a ella.
Al hacerlo quedé como a un metro y medio de distancia, y nuevamente con la maldita cuerda me hizo saber que me acercase más ha ella. Estuve tan cerca que con sus pies o mejor dicho con la suela de sus puntiagudos zapatos me podía tocar plenamente mi verga. A los pocos segundos me ordenó que me comenzara a masturbar. Cosa que hice aun y con la incomodidad de la soga que me tenía puesta en mis bolas y verga. Apenas comenzaba a pararse mi pene, ella o me lo escupía o pisaba, y así me tuvo por un buen rato hasta que me ordenó que me pajease hasta venirme.
Mentalmente recordaba su peludo coño cerca de mi cara, el sabor de su vulva en mi boca así como el fuerte olor que producía su menstruación. Finalmente tanto y tanto me di, que me vine frente a Julia, la que no dejaba de insultarme y ponerme sus zapatos encima. Al venirme dejé que mi semen cayese, sobre el fino piso de madera. Ella actuando como indignada, me obligó después de darme un par de fuetazos por la espalda y nalgas a que lo lamiera del mismo piso, hasta que quedase del todo limpio.
Cosa que hice con bastante repulsión. Por un rato ella caminó de un lado al otro en la sala, hasta que tomándome por la cadena y sin decir nada, me volvió a llevar al patio, justo antes de salir pude ver mi rostro en un espejo estaba todo lleno de su sangre lo que en medio de todo me asustó. Al salir me encadenó nuevamente al poste. Luego se retiró a la casa cerrando la puerta tras de ella. Pensé que en cualquier momento regresaría, pero no fue así, por suerte había un tarro con agua la que use para medio lavarme la cara. Me quedé dormido encadenado al poste completamente desnudo y golpeado, esperando su regreso, a pesar del frío de la noche.
La verdad es que yo no tenía ni idea de la hora que era, cuando me despertó dándome con una gruesa correa por mis nalgas. Sencillamente me había despertado para decirme que no intentase escapar, tras lo cual la vi montarse en su auto y marcharse. Durante todo el día sábado lo pase encadenado al poste, al mismo tiempo rogaba que pasara alguna persona para que me soltase, pero de momento pensaba que lo mejor era que no sucediera, sí llegaba alguien, que explicación yo le daría.
No me soltaba la soga por temor a que cuando ella llegase y no la viese atada a mis bolas, se molestase, y yo no quería verla molesta nuevamente. Ya cuando el sol nuevamente comenzaba a declinar, sentí llegar dos autos auto, pensé gritarle, pero escuche la voz de un par de hombres que la acompañaban. Durante el resto de la tarde o más bien de la noche, los escuche mantener salvajes relaciones sexuales, probablemente en la misma sala. Me imagino que cerca de la dos o tres de la madrugada, los tipos se marcharon, pensé que Julia se acostaría y en la mañana vendría por mí, pero no fue así.
Al poco rato la vi de pie frente a la puerta, a diferencia de la ultima ves que la vi, en ese momento se encontraba toda desnuda, podía apreciar lo bello y sensual de las curvas de su cuerpo al contra luz, regresó donde yo me encontraba, ya como de costumbre, quitó el candado, y jalando la cadena, me hizo que la siguiera hasta dentro de la casa. Yo sin decir palabra permanecía mirando el piso, al pasar la puerta me ordenó que me pusiera en cuatro patas y así me moviera mientras que estuviera dentro de la casa.
Al principio comencé a gatear apoyándome sobre mis rodillas, cuando de momento me ha dado un par de fuertes fuetazos por las nalgas, diciéndome te dije que en cuatro patas so animal, no que gatearas. Por lo que levantando mis adoloridas nalgas comencé a moverme de esa ridícula manera de tras de ella, hasta que me preguntó si tenía hambre a lo que respondí un tímido si, la verdad es que hasta dolor de cabeza tenía por no comer, pero pensé que no sería nada inteligente de mi parte decírselo, en esos momentos.
Julia se dirigió a la cocina, para luego regresar con un plato llano lleno de sobras. Que puso fuera de mi alcance, diciéndome. Bien antes de comer te debes ganar tu alimento, diciendo eso jaló la cadena pegada a mi cuello, y casi me arrastro hasta el sillón donde se sentó con las piernas bien abiertas. Diciéndome, ya sabes que hacer perro. Yo a pesar de la repulsión que podía sentir por que ella todavía tuviera la regla, acerqué mi rostro a su peludo coño, fue cuando noté los lamparones de leche que salían de su vulva.
Debió notar mi repulsión ya que de inmediato me ha jalado los testículos con fuerza. No fue necesario que dijera más nada, a pesar de lo mal que me podía sentir por lo que estaba a punto de hacer, prácticamente clavé mi rostro dentro de su peludo y apestoso coño. Por un largo rato me hizo lamérselo, chupárselo, y olerlo. Sus gemidos de placer eran únicos, me insultaba y de cuando en cuando me daba con el fuete por mi espalda, hasta que ella se dio por bien servida. Tras lo cual me dejó el plato en el piso, realmente ni idea tengo que fue lo que comí, pero me comí todo hasta que terminé, por lamer el plato como había lamido su coño momentos antes.
Al verme terminar, recogió el plato del piso. Para luego llevarme nuevamente al patio. Donde de nuevo me encadenó al poste. En medio de la madrugada me dio un fuerte dolor de barriga por lo que me vi en la imperiosa necesidad de hacer mi necesidad en ese mismo lugar, y taparla con tierra para que no se fuera a molestar conmigo cuando regresase por mí. Me imagino que serían las nueve o diez de la mañana, cuando me despertó usando un fuerte chorro de agua, que salía de una manguera. Nuevamente me insultó hasta el cansancio, diciéndome que era un cochino marrano, se encontraba vestida con ese largo vestido oscuro, quitó el candado del poste, y pensé que me llevaría a la casa, pero como ya era costumbre me equivoqué. En lugar de entrar a la casa, me hizo andar de tras de ella por espacio de casi unos cien metros, fue cuando me ordenó que me metiera dentro de un chiquero.
Al tiempo que nuevamente me daba un buen jalón a mis testículos. Por lo que no esperé que me lo repitiese, en la charca se encontraba una cerda, que al verme entrar se puso nerviosa, y me embarró corriendo de un lado al otro. Hasta que Julia la llamó, y la bestia se quedó quieta, mientras que Julia le daba de comer prácticamente de su propia mano. Hasta que me dijo, métele tu cosa ya que te portas como un animal cagándote en el patio, es justo que también lo hagas con una cerda como tú. Traté de complacer a Julia, pero sencillamente no se me paraba, pero a ella eso le dio mucha gracia.
Hasta que me ordenó salir del chiquero. Estaba todo apestoso, tanto que hasta nauseas me dio. En esos momentos Julia, nuevamente me llevó a la manguera y entregándome una barra de jabón azul me ordenó que me aseara, que no me quedase nada encima. Yo me comencé a bañar frente a ella, Julia no dejaba de observarme, hasta me ordenó que me quitase la soga alrededor de mis testículos. Luego como quien supervisa un trabajo me fue diciendo que hacer y que partes de mi cuerpo debía volverme a enjabonar. Incluso me ordenó que abriese las piernas para verme el culo. Cuando terminé la vergüenza que sentí era tremenda, Julia no hacía otra cosa que burlarse de mi cuerpo, de mi nalgas y desde luego de mi miembro.
Al terminar de bañarme me dijo, como que es hora de que te dome. No entendí a que se refería, ya que en ningún momento le había desobedecido, sumisamente obedecía sus ordenes. Llevándome por la cadena que tenía puesta al cuello, nos dirigimos a una caballeriza que se encontraba al otro lado de la propiedad frente al poste donde me encadenaba. Al entrar me ordenó acostarme en el piso boca abajo, con los brazos y piernas extendidos. Vi una silla de montar y se imaginaran lo que pensé, pero nada de eso, ya en el piso me encadenó de pies y manos entre cuatro columnas, se aseguró que no me podía soltar y luego se marchó. Pasé un largo rato sin saber de ella, hasta que la sentí que nuevamente se acercaba a mí.
Al levantar la vista me he llevado un tremendo susto, Julia estaba desnuda pero sobre su coño cargaba un arnés, al que se encontraba adosado una gran verga negra de goma o plástico. Con sus manos llenas de algo como grasa, comenzó a tocarme el culo, y sin cuidado alguno comenzó a introducir algunos de sus dedos por mi recto. Al principio desde luego protesté, pero después de otro fuerte fuetazo sobre mis desnudas nalgas, se pueden imaginar que me callé la boca. Julia prosiguió introduciéndome sus dedos, y hasta me decía, no te relajes, pon tu culo bien tenso, para que te duela bastante, cuando te lo meta cabrón. Julia siguió introduciendo sus dedos dentro de mi cuerpo, hasta que después de un rato los extrajo diciéndome. Prepárate para que sepas lo que es bueno, vas ha dejar de ser señoriíto.
Ella se colocó tras de mi cuerpo, y con una de sus manos me abrió las nalgas, mientras que con la otra dirigía esa negra cosa, contra mi hueco. A pesar de la cosa esa que me había echado y de estar un buen rato metiéndome los dedos, vi el diablo cuando me comenzó a enterrar eso por el culo. Las lagrimas me corrían sola por el rostro, no tanto por el dolor que de por si era insoportable, sino también por la vergüenza que sentía por dejarme hacer eso. Pensaba sí desde un principio le hubiera quitado el fuete, nada de eso me estaría ocurriendo. Julia creo que me llegó a enterrar todo eso, ya que sentí su calido cuerpo contra el mío, y posteriormente comenzó a meterlo y sacarlo con fuerza.
Al principio me quedé quieto, como resignado a seguir sufriendo ese castigo que mi señora me daba, cuando de momento Julia me ha dado una fuerte nalgada ordenándome que moviera el culo. Como se lo imaginaran, lo comencé hacer en el acto, mientras que Julia me tomaba por la cintura, y continuaba introduciendo y sacando esa cosa de mi cuerpo. Al poco rato ya el dolor había dejado de ser algo insoportable, y comencé a sentir una sensación muy distinta y hasta agradable. A pesar de lo degradante morbosa y vergonzosa de la situación, me temo que hasta comencé a disfrutar plenamente que Julia me hiciera eso.
Digo el vejarme de esa manera, en cierto momento tenía mi verga más que dura, creo que a punto de estallar. Cuando ella con su mano la agarró, por unos segundo. Momentos que me sentí en la gloria, pero la soltó y dirigió sus delgados dedos a mis testículos, lo que comenzó apretar con bastante fuerza. Durante todo ese tiempo en que Julia me estuvo sodomizando, siguió insultándome y diciéndome que era un puto maricón que me gustaba que ella le diera por el culo. En parte tenía razón, el escucharla decirme perro, sucio, maricón, y cuanto insulto se le ocurriera, me hacía sentir único.
Después e un largo rato, Julia también alcanzó otro satisfactorio orgasmo, lo se por que cuando alcanzó el éxtasis clavo con fuerza sus uñas en mi espalda y nalgas. Tras lo cual después de tomar aire se levantó diciéndome, ya estas completamente domado. La verdad no dudo que tuviera razón, me soltó las cadenas todas incluso la que tenía puesta al cuello, y me ordenó que la siguiera, pero antes de eso retiró el arnés de su cuerpo, y con asombro vi como dentro de su vulva tenía introducida una pieza similar a la que me tenía metida por el culo. Cosa que hice a unos cuantos pasos de distancia deleitándome con la vista de su hermoso cuerpo, claro sin que ella se diera cuenta.
El resto del día ella se dedicó a dormir, mientras que a mi me dejó sentado al lado del poste. Bien pude marcharme, pero no me atreví a moverme. Cuando comenzó a oscurecer, veo que se para en la puerta vestida del todo y me indicó que fuera a comer. Apenas pasé por la puerta, me tiré al piso para ponerme a caminar en cuatro patas, tal y como ella me había ordenado que lo hiciera dentro de la casa. Al verme vi en su rostro una sonrisa de satisfacción. Parte de esa noche después de lamer un plato de sobras de comida en el piso lo pasé tirado a sus pies.
Cuando llegó la hora de dormir, Julia sencillamente me ordenó salir y obediente como un perro, le hice caso. A primeras horas de la mañana del día lunes, me despertó con un puntapié ordenándome que entrase en la casa y me vistiera, que el chofer debía pasar a recogerme después de las nueve de la mañana. Me vestí, arreglé y cuando salí de la habitación que supuestamente iba a usar mientras estuviera en esa casa, llegó el chofer. Julia ni tan siquiera se despidió de mí, para colmo el chofer un joven de unos veinte años, me miraba con rabia, no decía nada, pero podía sentir que estaba muy molesto conmigo.
Al llegar a la oficina Pepe el dueño salió a recibirme, al verme comentó. Mi mujer me dijo que te caíste de un caballo. Esas palabras me sorprendieron, ya que ignoraba que Julia fuera su mujer. Bastante avergonzado, le dije que era cierto, cuando Pepe comentó. Lo raro que en la finca no hay caballos, solo hay una yegua y es muy arisca y resabiada, hay que tenerle cuidado ya que da una patadas tremendas, te lo digo que la conozco desde hace años.
De manera figurada entendí que se refería a su mujer. Le di las gracias y me marché. Durante el trayecto fui pensando en que decirle a mi mujer. Pero al llegar a casa, ella me esperaba con una gruesa correa en su mano derecha, diciéndome, no se que cosa de que una mujer la había llamado y contado lo que había pasado el fin de semana.
La figura de Carla recortada por las luces que le venían del interior de nuestra casa, marcaban a la perfección sus curvas y sus largas piernas... Ella, esperando ahí, en el portal, ansiosa por recibir a Luis y Antonio para que le den caña delante de mí, hacía que mi morbo trepase hasta el cielo......
Relato erótico enviado por domo54 el 18 de January de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 40349 veces
Si te ha gustado Dominado por una pequeña mujer… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Dominado por una pequeña mujer….
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:21) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF Horus87
(14 de September de 2010 a las 19:59) dice:
La verdad es que he sido incapaz de leerlo, la puntuación rompe totalmente lo que pueda contar esta historia...Es una pena.
Registrate
y se el primero en realizar un comentario sobre el relato Dominado por una pequeña mujer….
Vota el relato el relato "Dominado por una pequeña mujer…" o agrégalo a tus favoritos