una experiencia en un club con su tenista favorita y su equipo
Relato
Siempre me ha fascinado el tenis femenino. llamadme perverso, pero noto algo excitante en estas chicas con su falda corta y esos gemidos en cada jugada. por eso, cuando me dejaron, pedí trabajar en lo que fuera en el club de tenis. no era gran cosa, pero para mí era excitante.
Me dieron un trabajo muy sencillo. me encargaba de la limpieza de los vestuarios. al ser un club pequeño, pensaban que una sola persona se podría hacer con toda esa labor. la paga no era gran cosa, pero así podía pagarme algún capricho. sin embargo, lo mejor era poder ver a esas jugadoras, como el sudor recorría sus muslos, como los pezones se les marcaban duros, como apretaban los dientes con cada raquetazo... para mi era el paraíso.
pero un día pasó algo que lo cambió todo. al ser una pista pequeña, aunque de calidad, en ocasiones se reservaba para profesionales que querían entrenar con intimidad, lejos de las cámaras y de los curiosos. el club se cerraba para ellos. pero los que trabajábamos allí no veíamos nada. nos daban el día libre, aunque siempre sabíamos que habría algún ídolo. y eso sucedió. me pidieron que estuviera en el club. una de las pistas sería reservada para alguien. ¿podría ir? el trabajo es una lata, pero merecerá la pena, me dijeron. ¿y por qué no? allí me fui y me pidieron que me encargara de todo lo que me pidieran aquellos clientes especiales.
esa tarde se respiraba tranquilidad. no había casi nadie del club y ningún cliente de los de siempre. pero al llegar a la pista en la que me habían citado noté algo de movimiento. un segurata me paró. al darle mi nombre, me dejó pasar y me dijo que yo era el asistente que esperaban. inmediatamente una chica trajeada, carpeta en mano, me atendió. menos mal que estás aquí, necesitamos que estés aquí. ella está entrenando y no queremos intrusos. nos han dicho que nos puedes ayudar a que martina no tenga problemas. ¿martina? oh, ahora lo entendía: era la hermosa jugadora martina. mi favorita. la diosa del tenis. su cuerpo pequeño me parecía delicioso: tetas pequeñas pero puntiaguadas, cara atractiva, muslos impresionantes y un culo genial.
la vi dando raquetazos. ufff, era un sueño. jugaba con rabia porque para regresar a las pistas. la ayudante la animaba mientras martina contestaba a las pelotas que le lanzaba una máquina. su segurata controlaba la puerta. me encargaron que fuera a por bebidas, toallas, hielo, un botiquín por si acaso... de todo. pedía y pedían para la estrella. me daba igual. por ella valía la pena. estuvo casi dos horas seguidas con la raqueta. cuando acabó me la presentaron. ella estaba sudada, brillante de sudor, pero no perdió la sonrisa al saludarme. la acompañé hasta el vestuario, cerrado solo para ella. entró y se encerró allí con su secretaria.
yo me notaba excitadísimo. mi favorita tenista estaba al otro lado de la puerta, desnudándose y metiéndose en la ducha. eso era demasiado. no sabía qué hacer. salí fuera y me quedé sorprendido de una escena: el segurata de martina se estaba haciendo una paja. se había sacado una potente tranca y oculto entre matorrales cercanos al vestuario estaba dándole. lo entendí: a él también le ponía su jefa. me quité el pantalón y le pregunté si podía seguirle. se asustó ante mi cara dura, pero comprendió que pensábamos lo mismo. qué martina tenía un polvazo. empezamos a pajearnos, los dos con nuestros rabos a tope, humedas las puntas. nos notábamos muy excitados y necesitábamos coños. con el pulso a mil por hora, le dije que me acompañara, que abriría el vestuario. no me daba cuenta de lo que decía, pero el tipo me siguió. abrimos y... martina tenía su pequeña fiesta: su secre la estaba enculando con una raqueta. los dos nos acercamos a martina y le metimos a la vez nuestras pollas en la boca. ella no se quejó y comenzó a comerlas con hambre.
su secre se desnudó del todo. no estaba nada mal. una cuarentona potente que se puso como una moto al vernos, pero que sabía que su jefa mandaba. por eso se vino a nosotros, pero nos abrió el culo y empezó a lamernos el ojete. iba cambiando de uno en uno, saboreandonos mientras follábamos la boca de martina. no pude reprimir gemir y gemir. martina lo hacía brutal. se puso en pie y nos cogió las pollas uniendolas como si fueran una sola grande y enorme. empezó a pajearnos mientras cada uno le comía una teta, mamándola para no dejarle ni una gota. no aguantamos mucho más y una explosión de semen salió de nuestros rabos en dirección a la cara de martina. su secre dejó nuestros culos y lamió la cara de su jefa.
EL ESPOSO DE LETICIA ESTABA FUERA DE LA CIUDAD LO QUE APROVECHAMOS PARA FORNICARLA TODA AQUELLA NOCHE, LE DIMOS POR ELCULO BAÑANDOLE EL ROSTRO DE ESPERMA.
Relato erótico enviado por Anonymous el 28 de October de 2008 a las 00:14:11 - Relato porno leído 98005 veces