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EL CUMPLEAÑOS

coronelwinston Relato enviado por : coronelwinston el 06/06/2009. Lecturas: 10126

etiquetas relato EL CUMPLEAÑOS .
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Resumen
Cumplía 26 años. Quise dar una sorpresa a mi marido embaucada por sus deseos.


Relato
EL CUMPLEAÑOS


Era mi cumpleaños. Cumplía 26 años. Y estaba feliz. Me quise dar un regalo yo misma. No tenía quien me diera regalos, excepto mi marido. Y el, desafortunadamente, era poco amigo de esos detalles.

El es un hombre bueno. Se porta lo mejor que puede, que no es poco. Me hace el amor de manera regular y me lo paso bien, pero últimamente he notado algo en nuestra relación. Creo que le falta excitación. Mientras follamos, hablámos como todos los matrimonios y decímos cosas impulsados por el deseo y el placer del momento, aunque he llegado a pensar que las cosas que me dice mi marido son más reales que las que le digo yo.

He de decir, ante todo, que soy una mujer a la que le gusta disfrutar del sexo, pero siempre lo he hecho dentro de mi matrimonio, al menos, desde que estoy casada. Cualquiera que me conociera bien, diría que soy fácil de excitar. Quizá un poco viciosa. Puede que tenga razón y no se aleje de la realidad.
No le hago ascos al sexo, ni mucho menos, y me brindo a toda clase de experiencias que desee mi marido. Así, por ejemplo, he permitido que me de por el culo varias veces. Al parecer eso le gusta. Y la verdad, a mí tampoco me disgusta, pues eso me permite masturbarme a la vez que me penetra.

Cumplía 26 años y hacía cuatro días que no follaba con mi marido. En ese último polvo, recuerdo que el no paraba de decirme mientras me penetraba, que le gustaría verme con otro follándome, que le encantaría hacer un trío y así poder presenciarlo todo. En definitiva, le gustaría que yo tuviera dos pollas a la vez, la suya y la de otro hombre que no me conociera de nada y me usara a su antojo. Aquello, confieso que me excitó sobremanera y disfrutamos de un polvo muy bueno. Como mi marido ya me había hablado en varias ocasiones de aquello, decidí ofrecerle un regalo de cumpleaños. Aunque era yo quien le iba a invitar por ser mi aniversario.

Yo sabía que llegaría a casa, como todos los días a las 8 de la tarde. Saqué fuerzas de voluntad y valor de donde yo creía no las tenía y puse en marcha mi plan.

Para ello y después de pensarlo bien, sólo tuve que llamar por teléfono a uno de esos anuncios que hay en los periódicos y en las revistas, donde se vende y se anuncia sexo a montón. Llamé a un teléfono de esos y ese fue el que me convenció. Fue el primero y el único. Por la módica cifra de 400 Euros, me enviarían a casa dos jóvenes que según las palabras de la mujer que recibió mi llamaba, me colmarían de placer. Y vaya si lo hicieron.

Les di mi dirección y me dijeron que en una hora estarían en mi casa. Miré el reloj. Eran las 6 de la tarde. Me apresuré a ducharme y me vestí con ropa excesivamente cómoda. Puntuales como un reloj, a las 7 de la tarde sonó el timbre de la puerta de mi casa.

Dos jóvenes mayores que yo, de unos 28 o 29 años, casi iguales ambos, aparecieron en la puerta de mi casa. Se presentaron como los hombres que mandaba la agencia y les hice pasar. Nos sentamos en el salón de mi casa y les invité a tomar algo. Ellos rehusaron mi ofrecimiento y me preguntaron si el servicio era para mí. Les dije que sí. Pero les dije más. Les comenté que mi marido llegaría a casa en una hora y que ese día era mi cumpleaños y que yo quería darle una sorpresa. Pretendía que me pillara en casa con dos hombres haciendo un trío. Ellos se miraron y al cabo de unos segundos uno me preguntó, si eso, el que mi marido llegara a casa y nos sorprendiera, les traería problemas. Les dije que no, que mi marido era un tipo abierto y que según sus deseos sexuales, era lo que ambicionaba.

No parecieron muy convencidos ante mi explicación, pero a la vista de los 500 que deposité en la mesa, propina incluida, se animaron y se disiparon sus dudas. Me preguntaron cómo tendrían que actuar y yo les dije que por supuesto, como siempre lo hicieran. Que yo tendría que obtener placer de esa relación, y que ellos se limitaran a cumplir con su trabajo y a aislarse de todo lo demás. No pude evitar preguntarles si los dos serían los encargados de follarme o sólo lo haría uno. Ellos se rieron y me dijeron que serían los dos, si así yo lo deseaba. Les dije que estaba bien, que no me importaba y miré el reloj otra vez. Eran las 7,30 y mi marido llegaría en poco más o menos media hora. Nos fuimos a nuestra habitación y allí nos desnudamos.

Una vez allí, les comenté que cuanto tiempo duraba el servicio, y ellos amablemente me dijeron que el tiempo necesario. Les dije que tal vez, mi marido, al vernos en la cama a los tres, se uniera a la fiesta, y quería saber si ellos tendrían inconveniente. Me contestaron que no, en absoluto, que ellos hacen sus servicios a matrimonios, hombres sólos y mujeres solas. Todo valía. El dinero es el dinero.

Los dos hombres se quitaron sus slips y yo permanecí con la braga y el sujetador. He de decir que sus dos pollas me parecieron de maravilla desde el mismo momento en que las vi aún flácidas. Uno de ellos, pues no se sus nombres, me dijo que podíamos empezar para ir calentando el ambiente y así cuando mi marido llegara, no tener que sobreactuar más rápidamente. Me pareció bien y les dije que como empezábamos.

Ellos se aproximaron a mí y me empezaron a tocar todo mi cuerpo sin olvidar parcela descubierta. Nos dejamos caer en la cama y miré otra vez el reloj. Eran las 8 menos cuarto. Aquellos mozos, o mejor dicho, aquellos hombres, me estaban excitando con sus caricias. Y eso que eran aún superfluas. Sonó como el desechar de la llave y me incorpore sobre la cama. Los dos hombres se quedaron sentados en ella acariciándose sus pollas en un ir y venir de manos arriba y abajo. Me acerqué a la puerta y les mire a ellos. Volví a mirar en la puerta y allí estaba él, mi marido, con su maletín y su traje. Había llegado a casa un poco antes de lo previsto. Tal vez por mi cumpleaños pensé. Me volví a la cama y me tumbé entre los dos hombres mientras les decía en voz baja que mi marido había llegado, que empezáramos cuando ellos quisieran.

Y ya lo creo que empezaron. No tardaron en quitarme el sujetador. Yo me animé y tomé con cada unas de mis manos sus pollas, y empecé a masturbarles para endurecerles sus miembros. Procuré dar un gemido seguido de otro más fuerte, pues si quería que mi marido viera aquello, debía advertirle que estaba en la cama, pero que no estaba sola. No quería que me sorprendiera entrando en la habitación y verlo todo de sopetón, cosa que por otra parte, no me importaba mucho, pero tampoco quería que armara un escándalo.

En mi casa casi siempre están encendidas las lámparas por todas las habitaciones. Y ese día no fue menos. Me encargué de preparar el ambiente. Mi marido no tuvo que encender ninguna luz. Al yo jadear fuertemente, y como había dejado la puerta de nuestra habitación abierta, oí como me llamaba por mi nombre. Por supuesto no le contesté. Quería que se acercara a la puerta de la habitación y se encontrara aquel cuadro allí. Y vaya si lo hizo. Tapada por los dos hombres que se cebaban en caricias sobre mi cuerpo, pude descubrir su cabeza asomándose a la puerta y retirándose de inmediato, para quedar en la penumbra en un lugar que yo no le viera. Y ahí empezó todo.

Con sus dos pollas en la mano y ellos tumbados en la cama, yo iba y venia con mi boca de una a la otra, chupando, lamiendo sus cojones y absorbiendo sus penes lo mejor que sabía. Ellos no paraban de tocarme los pechos y uno de ellos me tocó a través de mi braga el coño. Yo estaba excitadísima, no se si por la escena que allí se representaba, y que me constaba que estaba presenciando mi marido, o por las caricias de ellos y el tacto en mis manos de sus dos hermosas pollas. Me incorporé ligeramente y saqué mis bragas dejando mi coño expuesto a sus manos y a sus bocas, pues uno de ellos, después de oscultarme con su mano, se puso a lamerlo de inmediato. Ya no me centré mas en mi marido, sabía que estaba viéndolo todo. Me dejé llevar por el placer, la lujuria y el sexo. Y me di a ellos lo mejor que sabía, que no era poco. Colaboré quizá en demasía en mostrarme como una puta viciosa.

El sexo se apoderó de aquella cama y primero uno, luego otro, fueron follándome por orden. Yo esperaba que mi marido se uniera a la fiesta, pero no se acercaba a la habitación. Me apoyé con las rodillas y las manos en la superficie de la cama y ofrecí mi coño a uno de ellos mientras el otro era bien lamido por mi boca. Sentí como se incustraba dentro de mí y me golpeaba con furia, lo que casi provoca que me atragantara con la polla del otro. Al rato cambiaron de posición y yo tomé con mi boca, la polla del que me había estado follando momentos antes. El otro se agarró a mis caderas y después de dilatar mi ano, penetró con alguna dificultad en el. Y digo esto porque su polla era la más hermosa de las dos.
Un tiempo que no sabría precisar en su medida, estuvimos de esa guisa. Mientras me follaba por el ano y yo lamía la polla del otro, llevé mi mano a mi coño y allí empecé a acariciarme. Aquello provocó un auténtico orgasmo en mi ser. Chillé como una loca, para lo cual me tuve que deshacer de la polla que me colmaba la boca.


Sacaron de mí dos orgasmos como nunca antes había sentido. Y también sacaron mi divorcio. Mi marido no entendió aquello y no supo ver que era mi regalo de cumpleaños para él. La escena terminó como el rosario de la Aurora. Mi marido esperó a que ellos terminaran conmigo. Cosa que hicimos nada más correrme, pues como mi marido no acudía, les dije que ya habíamos terminado.

Ellos se vistieron y se mostraron un tanto violentos. No olvidaban que al salir de la habitación probablemente se encontraran con mi marido. Por suerte no fue así. Mi marido en vista de lo que había presenciado, optó por marcharse al jardín y permanecer allí hasta que los vio desaparecer de nuestra casa.


Después de irse ellos, mi marido regresó a la casa y me invitó a sentarme en el salón con el para hablar. Después de una charla de la que poco recuerdo, terminó con nuestro matrimonio. Lloré todo lo que se puede llorar y le pedí perdón, pero de nada valió. Le traté de explicar porqué lo hice y con que finalidad. No quiso saber nada. Su decisión ya la había tomado mientras esperaba en el jardín a que esos dos individuos acabaran de follarme. Recogió algunas cosas en un pequeño bolso de viaje y se marchó dejándome allí sentada inundada en lágrimas.

El divorcio se tramitó sin llantos y sin problemas. Yo comprendí que era lo mejor después de lo que había pasado. No nos hemos vuelto a ver.


Ahora tengo otra pareja. Este tipo tiene un pene exagerado para ser un tío de 40 años. Me folla por donde quiere y cuando quiere. Su capacidad de aguante es increíble. Y me trata como a una puta. Y he descubierto que eso me gusta. Pero no está sólo. Tiene una hija de 12 años. Le he puesto una condición inexcusable para seguir con nuestra relación. Cada uno viviremos en nuestra casa, aunque seamos pareja, así yo podré llamar a la agencia que me envió esos dos hombres tantas veces como quiera y no correré el riesgo de perder esta polla que me satisface. Este hombre es un anticuado y no entendería eso de que yo esté con otros hombres. Dinero para pagarles no me falta.

Antonio me colma de detalles y económicamente no marcha mal. Me da dinero y procura que no me falte de nada. Supongo que así creerá que me tiene más segura. Desde que estoy con él, he llamado a la agencia cinco veces más. El no sabe nada de lo que hago. Ni lo sabrá. Es mi secreto. Por eso no quiero vivir en su casa. A parte está su hija, que aunque no nos llevamos mal, no olvida a su madre fallecida unos meses atrás. Hacemos vida de matrimonio, comemos juntos en su casa o en la mía, pero al llegar la noche, cada uno se va a su cama. No quiero perder este chollo que he encontrado, pero tampoco quiero dejar mis deseos sexuales aparcados. La experiencia de mi matrimonio fue suficiente. Mucha boca y luego nada. Yo estaba dispuesta y el se rajó.

Coronelwinston


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Comentarios enviados para este relato
marianolopez (8 de June de 2009 a las 13:04) dice: Le sigo, no lo dude. Cada vez me guista más como escribe. Un saludo de un admirador.

Lachicaromy (7 de June de 2009 a las 13:44) dice: Como siempre muy bueno coronel, aunque no es el estilo que acostumbras. Creo que no podras superarte a ti mismo en otro ralato tan genial como: LA ZORRA, LA PUTA DEL BAR Y LA RUVIA CHANEL NUM 5.. Por favor no dejes en el olvido a Ramiro Bocanegra, porque a muchos de tus lectores nos fascina. Un beso

manuelmonroe (7 de June de 2009 a las 12:29) dice: ¡Muy bueno…magnifico!. Creo que debo “cogerle rueda” como dicen los ciclistas. De todas maneras, insisto, gracias por los conceptos emitidos por mis relatos coronel, perdón, general. Saludos... manuelmonroe.

chantajista (7 de June de 2009 a las 07:45) dice: carajo....este relato si que desborda morbo, eso de que la tipa esta se entrega sin reparo alguno a dos hombres, me gusto bastante,y luego que se va con otro tipo que la trata como puta...jejejeje....que excelente historia

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:29) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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