Mi abuela Sofía quedado viuda a los 49 años y empezó a salir con un hombre maduro, de aproximadamente 47 años, llamado Mario, alto, como de 1.80 y robusto, con algo de panza, no era precisamente guapo, pero era un muy buen hombre, fue el primer novio que le conocí, y me cayó bien, era respetuoso y cordial y trataba muy bien a mi abuela, así que no pusimos ninguna objeción a su noviazgo en la familia, creo que mi abuela merecía ser feliz, , Mario era separado, y tenía un hijo que se llamaba Manuel 2 años mayor que yo, al poco tiempo se casaron y se fueron a vivir a su casa.
El problema fue que vivía en una pequeña casa de interés social, lo cual no me importaba, pero solamente tenía dos recámaras, por lo que tenía que compartir recámara con Manuel cada vez que me quedaba algún fin de semana o una semana de vacaciones por los estudios de la universidad, el tener que compartir su recámara, no le agradó mucho, y fue un poco distante y cortante conmigo al inicio.
El problema con muchas casas de interés social, es que, para abaratar costos, son construidas con materiales de baja calidad y las paredes son huecas, por lo que desde la recámara que compartía con Manuel las veces que me quedaba escuchábamos todos los ruidos de lo que pasaba en la otra recámara, incluso si le bajaban la cadena al W.C., abrían la regadera o algún cajón, todo se escuchaba, incluso si se hablaba en voz baja, pero lo peor, era que a pesar de los esfuerzos de mi abuela y Mario, por no hacer ruido, era inevitable oír cuando tenían sexo, se escuchaba el bamboleo y chirrido de los resortes de la cama, el golpeteo de las embestidas de Mario contra el cuerpo de mi abuela, el resoplar de Mario cuando penetraba a abuela y los gemidos ahogados de ella, aunque intentaban no hacer ruido, era imposible no escuchar, y como todo recién casado Mario era un marido muy fogoso, le daba a mi abuela unas largas e intensas cogidas cada noche.
Lo anterior era un tormento para mí, es algo muy incómodo escuchar cómo se están jodiendo a tu abuela, pero para Manuel era algo que le excitaba mucho, sonreía en forma burlona cada que empezaba el concierto de cada noche y se sacaba la verga para masturbarse sin importarle que estuviera presente.
Al paso de los días su trato fue menos duro y empezó a intercambiar algunas frases conmigo, en las noches me decía que mi abuela estaba muy rica y que le encantaría cogérsela, lo que me molestaba y le decía que era un pervertido, él solamente se reía y burlaba de mis enfados.
Mi abuela tenía la casa donde vivió con mi abuelo, cada semana se iban para «darle una vuelta y cuidarla», visitas donde nunca nos invitaban, Manuel me decía que se iban allá para coger y sonreía burlonamente, lo cual era lógico, eran un matrimonio recién casado y necesitaban un lugar dónde pudieran dar rienda suelta a sus instintos sexuales, ya que, aunque tenían sexo casi todos los días, se reprimían, intentando no hacer ruido, realmente sin éxito, a pesar de sus esfuerzos.
Entre semana la escena se repetía día a día, Mario había resultado un amante insaciable, un verdadero semental, se cogía a mi abuela cada noche, Manuel se burlaba y me decía que mi abuela era muy caliente y rica y que ya debería tener el coño bien abierto y rozado de tanta verga: Los ruidos de la pareja teniendo sexo, eran la rutina de cada noche, hasta que una noche todo cambió.
Escuchamos los susurros de mi abuela que se quejaba:
• No Mario, por allí no,, duele, con sólo apoyar la puntita ya me duele mucho, y con tu verga tan gruesa me vas a destrozar, mejor dame por el coño.
Y la voz de Mario convenciendo a mi abuela también susurrando:
• Anda Sofía tranquila. déjate, me encanta tu culo, es hermoso y delicioso, estoy loco por él, quiero estrenarlo, te prometo que te lo haré muy despacito, ponte flojita, no aprietes, vas a ver que te va a gustar.
• Mario seguía insistiendo y mi abuela negándose hasta que escuchamos un ligero gritito de mi abuela
• Ayyyyy, Mario es muy gruesa, me dueleeeeeeee, sácalaaaaa. siento que me partes, no aguanto, basta te lo ruego.
• Ya entró la cabecita, hermosa, relájate, lo peor ya pasó, entró lo más grueso, confía en mí, no voy a continuar amor, afloja, relájate, no voy a lastimarte, voy a esperar que tu culo se acostumbre al diámetro de mi verga, ya verás que te va a encantar, falta poco, pronto sentirás placer.
Al cabo de unos minutos los gritos ahogados cesaron y se convirtieron en ligeros gemidos.
• Ayyy, Mario que bárbaro, pero tienes razón, ya no duele tanto, me arde un poco pero es tolerable, puedes seguir, pero despacito, no me lastimes.
• No hermosa, no quiero lastimarte, seré muy cuidadoso, quiero que goces, pero para lograrlo, tienes que relajarte, aflojarte, confía, pronto, muy pronto sentirás placer, así, que rico, así preciosa, muy bien, tranquila, ya va entrando, casi entra toda.
Escuchaba algunos grititos y gemidos de dolor y placer ahogados de mi abuelay resoplidos de Mario y entonces escuché a mi abuela susurrar:
• Ay que cabrón eres Mario, ya me la metiste toda, aghhh, no puedo creer que me haya entrado entera en mi culo, arde, pero es una sensación tan intensa, tan plena, nunca me había sentido tan llena, que verga tan rica tienes, todavía arde un poco, pero me gusta, sigue amor, sigue cogiéndome despacito, así, que rico.
• Ufff, Sofia , me encanta tu culo es tan suavecito y apretadito, aghhhh, que rico, me gusta como aprieta mi verga, tienes el culo riquísimo, nunca he gozado tanto, el placer apenas empieza, aguanta un poco, me voy a empezar a mover, vas a morir de placer, vas a ver que cogida tan rica te voy a dar, uffff
Los gemidos y resoplidos fueron aumentando de frecuencia e intensidad Ya casi, ya casi, ya me viene la leche amor, te voy a llenar de leche, agghhhh, tengo los huevos bien cargados, ahhhbh, ahhhhhhhh.
Luego escuché un suspiro y gemido final, muy agudo. Después de algunos minutos de silencio escuché:
• Ufff, tienes un culo delicioso, espero lo hayas disfrutado y esta sea la primera vez de muchas que me entregas el culo- dijo Mario.
• No te miento, me ardió mucho, pero lo disfruté mucho también, fue tan intenso, acepto entregarte la culo, pero no todos los días,
No te preocupes amor, la próxima vez ya no te dolerá tanto, ya te inauguré, me encantó desvirgarte el culito, tu culito ya está desvirgado y la próxima vez será puro placer, poco a poco los susurros se fueron apagando.
Al otro día noté que mi abuela caminaba con algo de dificultad, yo no dije nada, pero Manuel la interrogó a la hora de la comida.
• Que pasó Sofia, noto que caminas con dificultad- expresó Carlos.
Mi abuela se puso un poco turbada, su cara se sonrojó, pero respondió
No es nada, Carlos, me torcí un tobillo al ir de compras, pero pronto estaré bien.
Debe tener más cuidado señora, lástima que mi padre no pudo acompañarla, seguramente no se hubiera lastimado.
Un fin de semana que me quedé en casa de mi abuela, Salí de mi recamara, y sigilosamente me paré en la puerta de la habitación de mi abuela. Fue cuando comencé a escuchar cómo se besaban, y como mi abuela le fue diciendo que cosas le gustaría a ella, que él le hiciera. Fue cuando me di cuenta de que por medio de la vieja cerradura, podía ver claramente la cama de mi abuela, y por lo tanto a ellos dos. Ya para cuando me puse a ver, los dos ya se encontraban completamente desnudos, besándose y acariciándose como locos.
Yo no podía creer lo que estaba viendo, como mi abuela, movía su cuerpo, a medida que su marido le enterraba toda su verga. Gimiendo, y suspirando profundamente, ella le pedía más, y más. Lo que desde luego Mario, al parecer, y por lo que yo podía apreciar desde mi lugar de observación, la satisfacía plenamente. Si ver como Mario le enterraba toda su verga me impresionó, más me impresioné cuando después de un buen rato, y de que mi abuela disfrutó de un lujurioso orgasmo. Ella sin perdida de tiempo se dedicó a mamar el miembro de su marido, quien también por lo visto, lo disfrutaba muchísimo. Yo a todas estas, a medida que los fui viendo tener sexo, en un sin número de posiciones, y de distintas formas y maneras, mientras yo estaba pegada al ojo de la vieja cerradura, observando todo sin perder detalle alguno.
Realmente mi abuela, y su marido me dejaron sorprendida esa noche, no tanto por todas las cosas que hicieron sobre la cama, sino más bien con la energía con que las hacían. En cierto momento en que mi abuela fue a su baño para asearse, vi que se tendió sobre su cama, abrió al máximo sus piernas, y de inmediato vi como Mario , enterró su cara dentro del coño de mi abuela, la que por un largo rato disfrutó de todo aquello, que su Mario le estuviera haciendo con su boca, lengua, y de seguro hasta con sus dientes, ya que en ciertos momentos, ella mientras sujetaba la cabeza de él contra su coño, no dejaba de decirle. Si sigue así cométela, muérdemela, que rico. Yo a todas estas, mientras los estuve observando, Cosa por la que al siguiente día, prácticamente me vine levantando de mi cama, casi a eso de las once de la mañana.
No puedo esperar para regresar a la casa de mi abuela a disfrutar de nuevos encuentros.
Como mi marido va creando situaciones en las que me convierte en exhibisionista, llegando al grado, no se si planeado o no, llegar a un extremo en que permito que varios de sus amigos me posean, por todas partes de mi cuerpo.
Relato erótico enviado por Anonymous el 22 de January de 2014 a las 21:38:59 - Relato porno leído 219645 veces