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Elena, mi esposa

Relato enviado por : mario.viajero el 25/11/2011. Lecturas: 15395

etiquetas relato Elena, mi esposa   Dominacion .
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Resumen
Fin de semana con mi mujer. Dominación totalmente consentida


Relato
Conocí hace 21 años a Elena. Estábamos empezando en el bufete y nos gustamos enseguida. Nos casamos a los seis meses y durante siete años trabajamos como burros para ascender y conseguir una vida mejor que la que llevábamos. Con treinta y cuatro años ella y yo treinta y tres, un viernes me dijo que tenía
pensado lo del fin de semana.
-¿ Y que se te ocurrió?- Le pregunto.
-Nada, no te preocupes, amor.- Me responde sonriendo, y sobre todo sonriendo con la mirada, con esa mirada que me pone como una moto. En esa época lo único que hacíamos era trabajar y follar. No teníamos
casi vida social. Y de tener hijos ni hablar,nuestra carrera no lo permitía; pero ya lo habíamos hablado y ahora era el momento de intentarlo. Y en eso estábamos sin resultado ninguno, por lo menos de momento.
-Recuerda que este fin de semana me tocas a mí.- Me dice.
De vez en cuando, disfrutábamos de una fantasía. Esta era que, un fin de semana al mes, nos convertíamos en esclavo sexual del otro. Pero nada de humillaciones, ni dolor, ni nada de nada. Solo ganas de disfrutar y de sorprender al otro, conociendo lo que le gusta y lo que no le gusta, aunque en este caso, lo de no gustar, es difícil, ya que nos gusta casi todo. Bueno, a lo que vamos, mirándola empecé a relamerme. Mi mujer tenía mucha imaginación y gracias a ello, descubrí cosas que me encantaron. A las 19:00 h. nos encontramos en la cafetería y mientras tomábamos algo, me fijé que se había cambiado de ropa. Llevaba un traje chaqueta y falda, pero la falda,mas corta de lo normal.
-¿Cuando cambiaste la falda, cariño? -Le pregunté.
-La tengo en el despacho, guardada, para un apuro.- Me responde poniendo ojitos.
-Bueno,¿ Que se te ocurrió?.
-Tranquilo,- Me dice- ya lo sabrás. Aun no hemos llegado a la casa.
Pagamos y nos subimos al coche. Ella conduce y mientras circulamos le voy acariciando los muslos, que quedaron al descubierto al sentarse. Ella sonríe y abre un poco las piernas,mientras habla. Yo me voy excitando y la polla se me pone dura. Elena me mira y sonríe y apartándome la mano sigue conduciendo. A las dos horas llegamos a una casa rural con su establo y todo. Estábamos solos, no había nadie en kilómetros a la redonda, y Elena al bajar del coche me dice:
-Eres mio. Este fin de semana eres mio y yo soy tu ama.
Agarrándome por el cuello me obliga a bajar la cabeza a sus senos y con la boca le agarro un pezón por encima de la blusa. Acariciando y besando la empecé a mordisquear. Trataba de excitarla lo mas rápido posible mientras ella me sujeta la cabeza.
-Venga Juan,come, hazme gozar que tengo el chocho empapado. Llevo todo el día pensando en este fin de semana y no te voy a dejar en paz hasta que me revientes el coño.
Al hablar así me está diciendo lo caliente que está y las ganas de follar que tiene. Mesando mis cabellos, me fue bajando la cabeza, y mientras se apoya en el capó del coche, abre sus piernas y subiendo la falda me mete la cara entre sus piernas.
-Dios, que caliente está.- Pensé mientras empuja mi cabeza y noto que la cabrona no lleva bragas ni tanga ni nada. Lo único que lleva son las medias sujetas con un liguero negro, como ella sabe que a mi me gusta. Al empezar a hacerlo, pude notar su calentura, ya que ella no era de hacerlo al aire libre. Era de las pocas formas en que no se encontraba cómoda. Le gustaba mucho la intimidad y que nadie tuviera la oportunidad de verla. Por eso al hacerme chuparle el coño allí, en medio de la nada, apoyada en el coche y con las piernas abiertas, supe que este fin de semana iba a ser especial y me gustaría saber que estaba tramando.
Así Juanillo, chupa, chupa y dame gustillo.- Me decía mientras movía las caderas como si quisiese rozar mas su intimidad con mi boca. Alcé la vista y la observé mientras se quitaba la chaqueta y la blusa. Esa blusa blanca voló al suelo y se quedó con los pechos al aire.
-Ama,¿Que quieres que te haga?. Dímelo,que lo que mas deseo es hacerte disfrutar- Le digo, mientras se acaricia las tetas y agarra esos pezoncitos que me vuelven loco y que ella lo sabe.
Elena era una mujer de bandera. No muy alta, alrededor del metro sesenta y siete pero con unas formas muy destacables. Unas piernas largas y torneadas, después de muchas horas de gimnasio, los pechos eran grandes para su estatura, una 95, con las aureolas grandes y unos pezones que se ponían duros con el menor roce. Una cinturita estrecha que me encantaba agarrar y un culito hermoso. Tenía un trasero duro y perfectamente formado. Pero lo que mas me atraía de ella era su pelo. Una melena negra y larga, suave y brillante a la que sabía sacarle mucho jugo en nuestras noches locas. Los ojos negros y rasgados no solo miraban si no que también sonreían. Vamos, que era lo que se dice una belleza latina, una mujer caliente que sabía lo que quería y como conseguirlo. Yo, sin embargo, soy alto, metro ochenta y siete, y al igual que ella las horas del gimnasio moldearon mi cuerpo y a pesar de no ser culturista, tengo los músculos bien marcados, con poco índice de grasa y una polla que sin ser enorme,19 cm., si es bastante gorda,unos siete cm. de grosor lo que a Elena la volvía loca.
-No quiero nada esclavo, solo chupa hasta que te diga basta.- Me responde jadeando. Al oír estos jadeos me amorro bien y le digo:
-Goza zorrita, goza que luego te tocará a ti trabajar.- Le respondo sin para de mover la lengua y de rozar su coño con mis labios. Al notar que su orgasmo se acercaba, le agarré su culo con las manos, y sin dejar que escapase, puse todo mi empeño en hacerla correr y mientras se iba, intentaba no caerse del capó agarrándose de mi pelo y aullaba. Siempre era recatada en sus gemidos, no le gustaba hacerse notar, la mayoría de sus orgasmos eran silenciosos y solo los notabas en sus espasmos y en los jugos que soltaba y que a mi me encantaba lamer y beber. Pero allí, al aire libre, sin nadie alrededor, se dejó ir, y chillando se corrió de una manero que pocas veces le vi.
-DIOOOOSS, amor que corridón, que ganas tenía de irme. Llevo caliente todo el día.- Me dijo mientras recuperaba el aliento. Poniéndose de pie y sonriendo con esa carita de puta viciosa me cogió el paquete y apretando me dice:
-Mete las maletas dentro, rápido.-Y a paso vivo, con las tetas al aire y la falda remangada hasta la cintura viéndose el coño y el culo, entró en la casa. Agarré las maletas y entré en el salón. Dejando el equipaje en el dormitorio me chilla:
-Juan, desnudate, este fin de semana no usaras ningún tipo de ropa y quiero que empieces ya a andar desnudo.-Haciéndole caso me quedé en pelotas y me acerqué hasta el baño que era donde se encontraba ella y la vi mientras se retocaba el maquillaje.
-Joder,que buena está.- Pensé mientras seguía sin poder creerme la suerte que tenía al enamorarse de mi. Me miró y sonrió.
-Vamos,-me dice-sígueme. Caminamos desnudos hasta el salón y agarrándome la polla me saca fuera de la casa y me arrima al porche, pega mi espalda en la pared y me dice:

-Ahora te toca a ti, disfruta porque será la última mamada que te haga este fin de semana.- Me dice al tiempo que se pone de rodillas y comienza a comérmela como a mi me gusta. De pie y ella de rodillas como una esclava a mis órdenes, lame, chupa y mueve su mano para hacerme correr rápidamente; y por supuesto que lo consigue. Me corro en su cara ya que en el último momento saca la polla de su boca y alejándola de su cara deja que mi lefa resbale por su cara y labios hasta sus pechos. Levantándose me besa en la boca, manchándome con mi propia corrida, pero no me importa nada, con lo excitado que estoy, todo me da igual. Con unas toallas que sacamos de la casa nos acostamos en la finca y nos ponemos a tomar el sol, y al notar como nos calentaba la piel, yo, me vuelvo a excitar e intento acariciarle el coño.
-No cariño, por favor, ahora lo que me apetece es relajarme y para eso tengo que acabar de fumarme el peta tranquilamente.
Se queda tranquilamente fumando y tomando el sol mientras admiro su cuerpo. Realmente es una belleza, sin gramo de grasa y con los músculos bien formados. Nada de mujer musculada, pero si se nota todo el ejercicio que hace.
A los pocos minutos me aburrí y me tiré a la piscina. Y se me ocurrió que aunque este fin de semana la ama era ella, podía darle una sorpresa. Estuve unos diez minutos nadando, y cuando le voy a decir a Elena que se venga conmigo, lo que veo hace que se me olvide todo. Ella, acostada en la toalla, tocándose el coño mientras con la otra mano se retuerce un pezón. Tenía que haberlo supuesto. Con lo que le pone la maría, esto era lo que tenía que ocurrir. Salí de la piscina y dando un rodeo entre en casa por el ventanal del salón. Me dirigí a nuestro dormitorio y agarré unas esposas de tela y un vibrador especial. Salí y me la encontré casi como la había dejado, ni se enteró de mi salida. Pero se me ocurrió una fantasía que hace mucho que ella y yo teníamos. Entré de nuevo y me vestí con un chándal y me puse un pañuelo tapándome la cara. Volví a salir y dando un rodeo me dirigía a su espalda. La agarré por sorpresa y poniéndole una mano en la boca le dije:
- Si gritas te rajo el cuello zorra. Ni se te ocurra dar un sonido- se me quedó mirando con cara de sorpresa y cuando iba a decir algo le suelto:
-¿ Que, que te creías?,¿ pensabas que te ibas a ir de rositas?. No pequeña zorra, serás una calienta pollas, pero yo te voy a enseñar a respetar a los hombres.
La coloqué boca abajo de sopetón y sin darle tiempo a defenderse le sujeté las manos con las esposas. A Elena le brillaron los ojos de deseo al darse cuenta de lo que se avecinaba. Empezó a moverse para soltarse pero ya tenía en la mano la cuerda. Con ella le até los tobillos y muslos y agarrándola por la cintura me la puse encima de los hombros y me la llevé al salón. Allí la tiré encima del sofá mientras no paraba de gritar, aunque reconozco que no demasiado alto. Cogí una corbata del dormitorio e hice una mordaza, apretando bien fuerte para que no pensase que le iba a ser tan fácil escapar. Al tenerla atada como un salchichón pude dirigirme tranquilamente al establo, a observar lo que allí había. Sonreí y regresé a la casa a buscarla. La agarré y me la llevé como un saco de patatas al establo mientras ella no paraba de moverse buscando escapar. Al llegar la tiré encima de un montón de heno y empecé a prepararlo todo.
Con un gancho colgado de una viga y una cadena la sujeté por las esposas al techo, tensé esa cadena y sujetándola conseguí que quedara completamente de pie y con los brazos estirados hacia el techo. Con la cuerda que tenía atada alrededor de los muslos, le sujeté cada tobillo lo mas separado posible y me alejé para observar que tal quedó mi obra, Allí estaba ella, de pie, piernas muy abiertas y brazos al techo sujetos por una cadena. Completamente indefensa, me empecé a desnudar y cogí la cámara de fotos y comencé a disparar.
-¿ A que no sabes lo que se te viene encima ahora, pequeña zorra?.¿ Te crees que después de excitarme te iba a dejar marchar sin recibir tu merecido?. Vas a saber lo que es bueno, nunca mas vas a ser una zorra.
Agarré un estrecho cinturón que tenia tres cadenitas sujetas y se lo coloqué en su cintura. Con el vibrador se lo enchufé en el culo al tiempo que ella soltaba un suspiro que casi no se le escucha por la mordaza. Al metérselo sujeté los extremos de las cadenas a la base del vibrador impidiendo que este se salga de donde está alojado y lo coloqué en on. Este es un vibrador con mando a distancia. Lo hemos usado en cafeterías y restaurantes ya que se puede utilizar a menos de dos metros de distancia. Con unas pinzas de la ropa le sujeto los pezones y se los aprieto un poco mas con los dedos y ella a la vez suelta un quejido.
- Quéjate zorra, que esto no es nada con lo que te espera.
Me puse detrás de ella y empecé a sobarle el culo con una mano, mientras con la otra le empecé a meter un dedo por el ojete. Ella se intentaba revolver pero al estar tan sujeta apenas se movía, pero notaba como el placer iba creciendo en su interior, como cada minuto que pasaba se encontraba mas mojada y excitada.
- ¿ Sabes que estoy pensando?- le pregunto- mira, mientras tu estás tan fresquita, yo tengo que llevar esto en la cabeza para que no me reconozcas y siento demasiada calor a si que lo vamos a cambiar.
Estando a su espalda, agarro un trozo de tela que tenía guardado y se la coloco como venda en los ojos. Al acabar, me saco el pañuelo con el que ciertamente pasaba mucha calor y acercando mi boca a su oreja le digo:
- Y ahora putita, empieza lo mejor. Nos vamos a divertir de lo lindo, por lo menos yo.
Me puse delante de ella y le agarré los pezones con mis manos, llegando a retorcerlos un poco, lo justo para sentir algo de dolor, pero sin pasarse. Por suerte, nos conocíamos muy bien y sabíamos hasta donde llegar cada uno de nosotros. Sujeté las cadenas lo mas tirantes posibles para que el vibrador se incrustara lo mas profundo en Elena y la agarré del pelo echándole la cabeza hacia atrás mientras le besaba la boca. Le metí la lengua lo mas profundo y le llené la cara de saliva. Me encanta verle la cara llena de mis babas. Y mientras le hacía esto, le agarré un pezón y lo comencé a excitar al tiempo que encendí el vibrador. Al principio al mínimo, le fui subiendo de potencia mientras mi mujer se retorcía intentando escapar. Pero tenía que seguir y empecé a buscar lo que necesitaba para hacer lo siguiente que se me había ocurrido. Mientras ella seguía retorciéndose por el vibrador que a estas alturas ya lo había puesto al máximo, encontré una mesa grande, como las de los talleres, una mesa de trabajo metálica y con las patas atornilladas al suelo para que o se mueva. Encontré mas cuerda y una fusta de caballo.
-Va a ser divertido – pensé con una sonrisa.
Volví junto Elena que seguía retorciéndose y cayéndole los jugos por los muslos. Eso es una imagen que me excita enormemente. Ver una mujer tan excitada que sus jugos le resbalen y que esa excitación sea por mi culpa me pone mucho. Le saqué la mordaza y le pregunté:
-Bien zorrita, ¿que me dices?,¿ quieres parar?
-¿ Que pasa, eres tan poco hombre que no te atreves con una mujer atada?. Si crees que necesitas ayuda, ve a buscarla que yo te espero aquí- me suelta desafiante-. Aun no conseguiste nada, solo atarme y porque me atacaste por la espalda. Eres un cobarde maricón.
Me soltó eso de repente, con una sonrisa al tiempo que me escupía en la cara. Al hacerme eso le solté una bofetada y se quedó con la boca abierta ya que era la primera vez que le pegaba, aunque ella me lo había pedido varias veces. Aproveché a descolgarla y desatarle los tobillos pero enseguida reaccionó llamándome de todo, insultando y diciendo que cuando consiga soltarse voy a saber lo que es bueno. La acerqué a la mesa sujetándola por el pelo y la coloqué encima, boca abajo, sujetándole las esposas a la parte delantera de la mesa con la cuerda que ya había preparado. La até bien fuerte porque quería estirarla bien. Luego cada pierna la sujeté a una pata de la mesa y ya la tenía bien sujeta. No se podía mover casi nada, y solo verla en esa postura, con el culito en pompa, me estaba poniendo cardíaco. Volví a conectar el vibrador a la máxima potencia, y con lubricante comencé a jugar con su culo, dándole con la fusta en sus nalgas hasta dejárselas bien rojas, y metiéndole de golpe dos dedos en su estrecho culito. Agarré el dilatador anal y se lo incrusté hasta el fondo de su culo haciendo que gritara. En ese momento tenía su coño y culo ocupados por sendos aparatos, por tanto me acerque a su cara y le ofrecí la polla para que tuviese los tres agujeros ocupados. Y la chupó con fruición, como si fuese lo último que iba a hacer en la vida. Yo estaba en el séptimo cielo viendo como la putita de mi mujer chupaba mi polla y a la vez recibía placer por sus otros dos agujeros.
- Sigue zorra. A si que no me la volvías a chupar mas verdad, ¿ y que es esto que estás haciendo?. Te dije que te iba a castigar por ser tan calienta pollas y solo estamos empezando.
Alargué una mano y le cogí una pezón estirándoselo hasta que sus quejidos hicieron que aflojase un poco, pero al tiempo que con la otra mano empujaba su nuca contra mi. Y se corrió, como una puta se vino mojando la mesa y temblando.
- Por favor Juan, para un poco con los vibradores. Vas a hacer que no pueda mas demasiado pronto y quiero seguir disfrutando.
- Parece que se te olvida que esto es para mi- le digo- tu dejaste bien claro que no me la volvías a hacer. Y recuerda, eres mi puta, para esto te contraté y te voy a usar para lo que me convenga.
En eso oí al casero llamándonos. No me quedó mas remedio que ir hacia la casa antes de que se le ocurriera entrar en el granero. Pero antes de salir, le volví a poner la mordaza bien fuerte para que no soltara ni un ruido y además le unté el coño con un lubricante de sabor que además calentaba. A ella le gustaba mucho porque el coño se lo dejaba de lo mas caliente y a mi me encantaba por su sabor dulzón, aunque me gusta mucho mas el sabor de coño al natural.
Al salir me encontré a nuestro casero dando vueltas alrededor de la casa y me acerqué a el. Me estuvo preguntando si estábamos cómodos y si necesitábamos algo. Le respondí que no, que muchas gracias pero estábamos perfectos.
-¿ Y su encantadora esposa?,¿ Donde se encuentra?- me dice.
- A salido de compras mientras arreglo un poco la cocina- respondo.
A los diez minutos se iba a marchar pero se dio cuenta que le faltaba el perro. Le ayudé a buscarlo pero no lo encontramos.
- Bueno, no hay problema, no se preocupe. Sabe perfectamente donde se encuentra la casa y ya regresará por si solo- me dice al tiempo que se sube en la camioneta y se marcha.
Regresé al establo después de unos veinte minutos, y lo que me encontré, casi hace que me corra en los pantalones. Ella seguía sujeta a la mesa pero entre sus piernas me encontré al perro que estábamos buscando. Le estaba lamiendo el chocho de arriba a abajo mientras Elena soltaba ruidos e intentaba mover sus caderas para librarse del mastín. Se me puso dura como jamás la había tenido y lo agarré por el collar sacándolo de allí. Di la vuelta a ver como se encontraba. Tenía los ojos llorosos y jadeaba y mientras intentaba que se relajase le aflojé la mordaza. Me miró y me dice:
- Esto jamás te lo voy a perdonar.
- Pero cariño, no sabía que el chucho se encontraba aquí. Lo siento. ¿ Te hizo daño?.
- No, todo lo contrario. Hizo que me corriese varias veces. Entre sus lametones y los vibradores me corrí como nunca, pero al estar sola me encontré tan indefensa que tuve miedo.
- Lo siento, no te preocupes que te desato en un momento.
Me miro a la cara aun atada, con las lágrimas cayéndole por el rostro, y me dice:
- Si me sueltas, busco ese chucho y hago que te viole ese culo. Sigue con lo que estas haciendo. Lo que quiero es que me violes, pero tu, no un perro sarnoso. Debe ser de lo poco que no me atrae en el sexo.
Tal y como iba de excitado, solo pude ponerme detrás de ella y sacándole el vibrador de su coño pero dejando el del ano se la metí. Le entró suave gracias a todos los jugos que en ese momento le resbalaban del coño. Empecé a meter y sacar la polla al tiempo que movía el plug dentro de su ano. El roce del interior de su chocho y el que causaba al mover el aparato de su culo hizo que a los pocos momentos me corriera como un colegial. Le llene de semen el interior de su coño y al separarme vi como unas gruesas gotas le resbalaban fuera de el. Lo que mas me ponía era la sensación de mando, la dominación, sentirme el amo y que todo lo que yo hacía era para sentir placer sabiendo que ella estaba completamente de acuerdo. Al sacarla me puse delante de ella y no hizo falta que le dijera nada, empezó a mamar como si le fuese la vida en ello. Pero en eso me mordió la polla, no lo suficientemente fuerte como para lastimarme pero si para sacársela de la boca.
- ¿ Que coño haces,zorra?. ¿Es que acaso te dije que la mordieras?.
- Y tu, ¿Te crees que iba a dejar que me violaras sin resistirme?. Vuelve aquí y te voy a enseñar lo que es bueno, cobarde. Incluso atada e indefensa como estoy valgo mas que tu, mariconazo.
Le miré a la cara y vi su gran excitación. No era para menos, esta es su gran fantasía, y saber que la iba a realizar y además sin peligro, la estaba poniendo caliente como una perra.
-¿ A si que quieres jugar duro, no perra?. Pues juguemos, te voy a enseñar como disfruta un hombre.
Al tiempo que le digo eso, la cojo por la barbilla y levantándola la cabeza le doy un par de bofetadas, no demasiado fuerte para doler, pero lo suficiente para moverle la cara de un lado a otro y dejarle las mejillas rojas.
- Vas a entender dentro de nada quien es el amo aquí. Y para tu información, no eres tu- regresé a su culo dejando que mi esposa suelte toda clase de insultos, y agarrando un dildo bastante mas gordo que el anterior, lo lubriqué y sin esperar se lo metí hasta el fondo. Entonces gritó. Soltó un berrido que si llegamos a tener vecinos seguro hubiesen llamado a la policía. Pero allí no había nadie, era total y absolutamente mía. Con la venda le volvía tapar los ojos y encima le puse el pasamontañas, le desaté los tobillos y volví a atarlos uno contra el otro, dejando unos cuarenta cm. de cuerda para que pudiese andar pero con dificultad para no escapar. Entonces comencé con las manos y desatando una primero y luego la otra se las sujeté a la espalda con las esposas y empujándola la volví a dirigir a la casa.
Entrando le digo:
-¿ Que, ya sabes quien manda aquí?.
- No cabrón, aun no lo se. Pero te aseguro que cuando me suelte el que lo va a saber eres tu- me responde.
Agarrándola, le saqué el pañuelo de los ojos, y la empujé hacia el suelo. Al no poder mover bien las piernas y con las manos a la espalda estuvo a punto de caerse pero la conseguí sujetar a tiempo. Me acerqué a uno de sus oídos y le susurro:
Perdona Elena, no quería hacerlo tan fuerte.
¿ Que pasa, tienes miedo de que cuando me suelte me vengue de ti?- me dice sonriendo.
Al verle la cara me di cuenta de que si yo me lo estaba pasando bien, ella lo pasaba bastante mejor y me dejé de tonterías y me puse a hacerlo lo mas real posible. La agarré del pelo y la tiré al suelo y poniéndome encima de su espalda le abrí las piernas lo poco que las ligaduras me lo permitían. Me agarré la polla y sacándole todos los aparatos que tenía dentro de ella se la enchufé por el culo. Entro casi sin dificultad, en parte por esta bastante abierta, y en parte por lo lubricada que tenía mi polla, y también por las ganas de follar que ella tenía. Agarrándola de las caderas empecé un mete y saca fortísimo, notando como mis huevos le golpeaban su coño. Ella gritaba de gusto, pero al mismo tiempo no dejaba de insultarme.
- Cabrón, cuando me suelte voy a contratar un negro para que te destroce el culo. Pero no pares, JODERRR, que gusto. Diossss, Juan, me corro. Que manera de correrme, es como si me fundiese.
Solo oírla me ponía cardíaco. Estaba viendo como mi esposa se corría con una fantasía que la mayoría de las mujeres repudiarían. Y ella lo estaba pasando como nunca.
Al estar a punto de correrme preferí salir de su culo y agarrándola por el pelo la arrastré hasta el sofá, la agarré por los brazos y la levanté colocándola de cara hacía mi, con las piernas cerradas y las manos a su espalda. Fui a la cocina y agarré un cuchillo, regresando al salón. Me acerque a ella y agachándome corté las ligaduras, pero la cabrona de ella, en ese momento me soltó una patada que si me agarra me salta los dientes.
-Ay Juan, lo siento. No quería hacerte daño- me dice.
- No te preocupes preciosa- le respondo- no me tocaste, pero yo a ti si te voy a tocar.
Le dije eso al tiempo que separando sus piernas coloqué la boca en ese maravilloso coñito. Realmente lo tiene muy sabroso y me lancé a chuparlo y lamerlo. Acariciando su clítoris con los labios y la lengua comencé a intentar hacerla correr. Quería destrozarla, ya que sabía que ella, aunque sea multiorgásmica, al llegar a cierto número de orgasmos, quedaba destrozada e incluso le dolía. Y eso era lo que quería, llegar a ese punto en que me iba a suplicar que la dejara en paz, pero no por el sufrimiento, si no por el placer, demasiado placer para ella.
Se lo estuve comiendo hasta que me dolió la lengua, pero escuchar sus gemidos me hacía intensificar los movimientos linguales y al conseguir su corrida paré a descansar.
- ¿Como te encuentras zorrita?. Espero que te lo estés pasando bien ya que solo hemos empezado- le dije.
La agarré sin dejarla contestar y la coloqué encima del brazo del sillón, boca abajo, y agarrando el vibrador que le había metido en el coño, ahora se lo incrusté en el culo. Empecé a moverlo como sabía que a ella le gustaba.
- Joder Juan, como me gusta que me violes- jadeaba Elena- si sigues así vas a acabar conmigo demasiado pronto. Ya no se las veces que me fui patas abajo- me dijo suspirando.
- Espera pequeña que queda el acto final.
Con el vibrador metido en su culo, que a estas alturas lo tenía abierto como jamás se lo vi, me agarré la polla y se la metí de golpe por el coño. Estuve bombeando casi veinte minutos (gracias a las veces que ya me había corrido) y cuando se acercaba la próxima corrida, puse el vibrador a la máxima potencia. Entre el roce de su conejo y la vibración del aparato que me llegaba perfectamente a mi polla me preparé para echarle toda la leche dentro. En ese momento se corrió. Y no fue una corrida normal. Empezó a jadear y chillar mientras salían jugos de su chocho. Al notarlo yo también me fui. Note unos latigazos en mi polla mientras descargaba todo mi deseo dentro de ella y no paraba de sobar y apretar sus magníficas tetas.
- Dios Elena, que polvazo. Estoy reventado.
Y yo también- me dice sonriendo- pero que sepas que no has acabado conmigo.
Ya zorrita, pero ¿ quién te ha dicho que he acabado?.
Saliendo de dentro de ella le agarro por un brazo y la ayudo a levantarse.
Juan, quítame el vibrador. No voy a poder andar con el metido.
En ese momento era cuando la iba a llevar al dormitorio para atarla a la cama pero se me ocurrió otra idea.
Elena, y si te digo que te vistas para bajar al pueblo a tomar algo, ¿ tu que dirías?.
Que no tengo ninguna gana de vestirme ahora mismo. Aun me tiemblan las piernas.
Hazlo- le digo mirándola seriamente- Quiero una falta corta, pero que no sea minifalda, y una blusa
que transparente pero que no enseñe. Eres mi puta y quiero que me excites en la calle. Ah, y que no se te olvide, nada de ropa interior.
Ella sabía perfectamente como me ponía cuando se vestía así. Solo tenía que decir que no llevaba bragas para que yo me pusiese como una moto. Me miró y sonriendo me dice:
- Suéltame a ver que se puede hacer.
Así lo hice. Le saqué las esposas y se fue a vestir mientras yo hice otro tanto. A los treinta minutos estábamos camino del pueblo. Al llegar aparcamos, pero antes de salir del coche le digo:
Ábrete de piernas zorra.
Me miró con una cara de traviesa y de salida que no podía con ella, y con la misma apoyó los talones en el asiento del coche. Agarré el vibrador que tenía escondido y se lo metí hasta el fondo en el coño, y con las cadenitas lo aseguré a su cintura.
De aquí no sale hasta que yo se lo permita. Vamos, que te invito a tomar algo.
Entramos en el local y nos sentamos en una mesa. Al llegar el camarero pedimos algo de picar y unas cervezas. A los dos minutos volvió con el pedido y mientras lo colocaba en la mesa, encendí el vibrador a velocidad media. Creí que se atragantaba. Se empezó a poner roja y abrir la boca como buscando aire, mientras aboné la consumición. Preferí hacerlo en ese momento por si teníamos que salir a marchas forzadas. Me quedé mirándola como se le acercaba el orgasmo y no podía hacer nada para remediarlo. Nos encantaba jugar de esa manera. Ya lo teníamos hecho en varias ocasiones y cada vez nos gustaba mas. La sensación de goce y saber que no puedes demostrar nada, por que todo el mundo te puede ver nos encendía mas si cabe.
Juan, no seas cabrón. ¿ O es que quieres que todo el mundo vea como se corre tu mujer? - me dice-.
No cariño, por nada del mundo haría eso. Lo que si me gustaría es que todo el mundo viese como se corren las putas como tu- y en ese momento coloqué la vibración al máximo al tiempo que con una mano le agarré un pezón y se lo retorcí suavemente. Boqueó, se tapó la cara con las manos y se corrió.
Noté como se estremecía y como su cara iba cambiando de color.
-Por favor, para ya. Me estas matando y aquí no puedo gritar como quisiera- me suplica susurrando-.
Apagando el aparato la dejo coger aire y la agarro por una mano.
Venga- le digo- corriendo al coche.
No se si podré correr- me dice cansada- estoy reventada. Tengo el coño en carne viva y en el culo me entra ahora un tren de mercancías.
Suelto una carcajada y la beso. Le como la boca y su lengua, me encanta su sabor de hembra salida. Al echarle mano a su coño, noto el aparato pero también noto lo húmeda que está. Salimos a la calle y calculando que el coche lo tenemos como a trescientos metros, tiro de ella corriendo a la vez que vuelvo a encender ese aparatito que tan bien lleva camuflado. Creí que se caía al suelo, en medio de la carrera comenzó a gozar y al apoyarse contra el coche se volvió a correr pero esta vez sus piernas no pudieron sostenerla y se derrumbó. Por suerte llegué a tiempo de sujetarla y conseguí meterla en el coche al tiempo que note como su corrida me mojaba la mano y ella me decía sin fuerzas:
-Por favor, para ya. Estoy rota, mojada, cansada y desecha. Tu ganas, no puedo mas. Dejame descansar.
Me reí y apagando el vibrador le digo:
Descansa mi amor. Lo hemos pasado muy bien, y ahora descansa que mañana me toca a mi.
De eso nada- me dice- este fin de semana soy tuya, pero la próxima vez me tocará a mi y ya veremos quien gana.
Llegamos a casa y la subo en brazos al dormitorio, la desnudo y la meto en cama mientras me sonríe y me da besitos por toda la cara.
¿Sabes que estoy pensando?.
No, ¿que es?- le respondo.
Que poder hacerte para devolverte esta putada- dice sonriendo- pero ahora solo quiero que te acuestes aquí conmigo y descansemos.

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Categoria: Dominacion
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Relato erótico enviado por GUILLERMINA el 03 de August de 2005 a las 18:15:15 - Relato porno leído 126439 veces
El ingreso a la esclavitud tiene su precio y ellas están dispuestas a pagarlo sin importar que tan caro pueda salirles.

Relato erótico enviado por Anonymous el 24 de March de 2009 a las 16:53:18 - Relato porno leído 93011 veces
Todo empezó en una charla....hasta que Carla me convirtió en Un Marido Dominado, Sumiso y Cornudo
Relato erótico enviado por domo54 el 16 de January de 2009 a las 18:15:48 - Relato porno leído 88076 veces
Si te ha gustado Elena, mi esposa vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Elena, mi esposa. mario.viajero te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:06) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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