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En mi trabajo, por caliente me volvi una zorra bien domada

bareta Relato enviado por : bareta el 28/04/2013. Lecturas: 12179

etiquetas relato En mi trabajo, por caliente me volvi una zorra bien domada   Dominacion .
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Resumen
Por ganosa y caliente, mi jefe me convirtió en una sumisa y obediente piruja, y me hace follar con quien quiere.


Relato
Tengo 19 años, trabajo hace 6 meses de cajera en una tienda de conveniencia en el turno vespertino, desde que entré me gustó mucho Abel, de 25 años y encargado de la tienda, mi cabeza soñaba y divagaba con lo que me podía dejar hacer por él, me le insinuaba, lo provocaba, hasta me dejé ver los calzones por adelante y por atrás, pero solo me trataba para lo indispensable, hasta hace 15 días, al cerrar la tienda e irse Fabián (el otro empleado), Abel y yo nos quedamos haciendo el corte del día, al terminar, me pasó su mano por mis nalgas y dijo:
-Martita, estás muy buena y te quisiera meter la verga.
Pensaba que cuando se me aventara, fuera de una forma más bonita y romántica, pero ni modo, yo también quería desde hacía tiempo, por lo que solo lo miré fijamente y respondí:
-¿De veras?
Apagó las luces exteriores y me llevó a la bodega, acomodó algunas cajas, sin más y toscamente me empezó a desabrochar la blusa y el sostén, al besar mis senos y morder los pezones, yo ya estaba bien caliente, cuando me quitó el pantalón y los calzones, se dio cuenta de lo mojada que estaba y dijo:
-¡A la niña le urge que se la cojan!
Ya completamente encuerada, me recostó sobre las cajas, se bajó los pantalones, se hincó frente a mí, abrió mis piernas y comenzó a darme deliciosas mamadas en mi conejo, estaba enloquecida, enajenada, cuando levantó su cara, su boca escurría parte de mis cuantiosos líquidos, luego acomodó la cabeza de su pito en mi dilatado hoyo y de un empujón la hundió hasta el fondo, apachurrando y pellizcando mis chiches, sus enérgicos tallones y lo grueso y rico de su verga, me provocaron varios orgasmos entre fuertes y deliciosos gemidos de placer, al poco rato me inundó el coño con potentes chorros de leche, agotados nos vestimos, luego cerramos la tienda, en la puerta me dio un beso en la mejilla y dijo:
-¡Mañana te vienes de falda y sin calzones!
-Al día siguiente, llegué con un vestido, pero no me gusta andar sin calzones, por lo que si me puse, en cierto momento y aunque los clientes no lo podían percibir, metió su mano bajo el vestido y me apretó el coño, diciéndome al oído:
-¡Te dije que no te pusieras calzones!, ¡Quítatelos!
Al ver su enojo, intenté ir al baño para hacer lo que pedía, pero de inmediato ordenó:
-¡No!, ¡Te los quitas aquí!,
Extrañada y esperando que la gente entre los exhibidores no me viera, disimuladamente me los bajé y quedaron a mis pies, Abel los levantó y los guardó en un bolsillo del pantalón, volvió a sobar mi panocha y dijo:
-¡Así quiero que ande mi putita!
La tarde continuó normalmente, en cierto momento en que no había mucha gente, Fabián me indicó:
-Dice Abel que vayas a la bodega, yo atiendo un rato el changarro.
Cuando entré a la bodega, Abel estaba sin pantalones y con la verga bien parada y solo exigió:
-¡Mámala!
Sumisa me acerqué, me incliné y empecé a darle suculentas chupadas al rico pito, ya bien ensalivado, me paró y alzó mis manos sobre la mercancía, quedó tras de mí, separó mis piernas y me clavó la verga por el húmedo coño, sus empujones me provocaron un plácido orgasmo, luego lo sacó, jaló un poco mi trasero hacia él, abrió mis nalgas y reciamente clavó un trozo de carne en mi culo, al escuchar mi doloroso lamento, dijo:
-¡Cada vez que no obedezcas te lo voy a dar por aquí!
-Pero…
-Te dije que no trajeras calzones, ¿O no?
Con el siguiente empujón, lastimosamente me lo hizo tragar en su totalidad, sin importarle mis lágrimas, estuvo tallando, hasta que me llenó el culo con una considerable cantidad de crema, se zafó, se puso los pantalones y se salió a la tienda sin decir nada, dejándome adolorida, llorosa y escurriendo por ambos lados, fui al baño y medio los limpié, estando en la caja, Fabián me dijo:
-Ve al baño, te está chorreando algo por las piernas.
Lo hice y esperé a que ya no goteara nada, seguí trabajando con dolor en mi trasero, después de cerrar Abel me pidió que se lo volviera a mamar, hasta que me tragué su leche, cuando salimos, me volvió a dar un tierno beso en la boca y ordenó:
-¡Mañana sin calzones ni brasier!
Me puse una falda holgada y una playera ajustada, nada abajo, en cuanto llegué al trabajo, Fabián me dijo que Abel me esperaba en la bodega, al entrar, había una improvisada cama con cajas, de inmediato Abel dijo:
-¿Mi putita está lista para coger?
-Siiiii, contesté trémulamente.
-¿Ahora sí me obedeció la puta?
Sin decir nada, levante mi playera y brotaron mis endurecidos senos, Abel sonriente, se bajó la ropa inferior, se recostó boca arriba en las cajas y exigió:
-¡Súbete, tú solita te lo vas a clavar!
Me paré en las cajas con los pies a los costados de su cintura, enseñándole que bajo mi falda estaba un inflamado, mojado, goloso y descubierto coño, por donde rápidamente se perdió su verga, al darme un ágil sentón, mientras él me apretujaba las chiches, yo subía y bajaba tallándome con la dura estaca, tuve dos orgasmos, luego me acostó, se trepó en mí y me estuvo cogiendo un buen rato hasta que se vació. A media tarde, me volvió a provocar otro orgasmo en una rápida cogida llenando mi coño de leche. Al cerrar, otro dulce beso y aclaró:
-¡Mañana, mi putita igual, sin ropa interior y obediente a lo que quiera y diga!, ¿OK?
-¡Si, papá!
Al día siguiente, me llevó tres veces a la bodega, pero solamente me excitó y súper calentó con su boca y dedos, todo mi turno estuve ansiosa por cerrar la tienda, cuando llegó el momento, Abel y yo entramos a la bodega, pero me sorprendí al ver sentado en la innovada cama a Fabián con semblante de preocupación, por lo que rápidamente Abel dijo:
-¡Ya guey, quita esa jeta!, ¿Vas a querer o no?
Fabián asintió con la cabeza y Abel me miró retadoramente diciendo:
-¡Mi putita va a dejarse coger por este guey!
-¡Pero Abel!, es que…
Su mano se posó en mis desnudas nalgas, un dedo picó mi asterisco y cuestionó:
-¿Vas a obedecer?
Agaché la cabeza, me empujó hacia las cajas, dócilmente me acosté boca arriba y cerré mi ojos, sentí como alzaban mi blusa y chupeteaban mis senos, luego levantaron la falda y mamaron deliciosamente mi coño, ya estaba ardiendo cuando asentaron una dura cabeza en mi boquete y en el momento del primer empujón con la rica enterrada, abrí los ojos, mirando junto a mi cara la tímida expresión de Fabián y escuché:
¡Anda piche Martita, quiero ver a mi putita gozar como si me la estuviera cogiendo yo!
Otro rico empujón y me la engullí toda, subí mis pies a las nalgas de Fabián, mis brazos rodearon su cuello y comencé a gimotear de placer, dos agitados orgasmos entre -así Fabis, así-, -dame más-, -así, así-, y luego su ardiente leche saturando mi enardecido coño. Cuando Fabián lo sacó, me levanté jadeante y fatigada, pero Abel, me empujó sobre las cajas boca abajo y con los pies en el suelo, prácticamente quedé arqueada y de repente sentí como Abel ocupaba el reciente agujero dejado por Fabián, entre las enérgicas fricciones, escuché:
-¡Que te lo lave!
Fabián puso frente a mi boca su decadente pito, animosa, se lo empecé a chupar degustando el sabor de nuestros jugos que tenía untados hasta que se endureció, con sendas trancas en mi coño y en la boca, no pude gemir, solo pegué en las cajas desaforadamente al tener un exagerado orgasmo, segundos después, ingerí el néctar que Fabián echaba en mi boca mientras Abel atestaba mi intimidad con una copiosa y nutrida cantidad de leche.
Al salir de la tienda, Abel como siempre me propinó un tierno beso, Fabián rezagado, lo atraje hacia mí y dije:
-¡Tú también te mereces un besito!
-¡Pero lo putita, es solo para mí!, replicó Abel.
-¡Está bien papá!, ¡No te enojes!, ¡Sigo siendo tu putita y me dejo coger por quien tú me digas!
Desde ese día, estoy más tiempo en la bodega que en el mostrador, ya sea con Abel, Fabián o con quien Abel me dice, hasta ahora no me lo ha metido por atrás, quiere decir que me he vuelto muy sumisa y obediente, aparte de ser bien puta.

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