Feliz encuentro con mis hermanos… ( CON fotos)

Al siguiente día después del entierro, como habíamos quedado, tanto Martín como Ricardo pasaron por mi casa, y después de que cenamos, y hasta nos tomamos varios tragos, nos sentamos en el sofá de mi sala a conversar. Algo que no se me olvidaba, fue una vez que nuestro padre, a los tres nos agarró a correazos. Pero la razón de por qué lo hizo, la verdad es que no me acordaba. Y al decírselo a mis hermanos, de inmediato Martín me preguntó cómo era posible, que lo hubiera olvidado, si yo fui la que comenzó con aquel juego de bañarnos bajo la lluvia, sin ropa. Pero la verdad es que no me acordaba de nada, solo de que estuve como tres días en cama, por la fuerte paliza que me dio mi padre. Ricardo al terminar de escucharme me dijo. Vamos Anita acuérdate que ya nos habían regañado por bañarnos bajo la lluvia, porque después podíamos agarrar un catarro, por quedarnos con toda la ropa mojada, y fue idea tuya la de que nos la quitásemos para no mojarla, ni ensuciarla. Ya al escuchar a Ricardo, como que comencé acordarme de algo, y así se los hice saber, mientras los tres terminábamos de beber lo que teníamos en nuestras copas, las que de inmediato llevé a la cocina, ya que no tenía más nada que ofrecerles. Pero al regresar a la sala, Martín me preguntó, si me acordaba lo que habíamos estado haciendo, después de que nos quitamos toda la ropa, y nos pusimos a correr desnudos por el patio trasero de la casa. La verdad es que me dio algo de vergüenza, pero recordé que jugábamos persiguiéndonos mutuamente, mientras la lluvia caía, pero en una de esas, creo que fue Ricardo quien se resbaló, por el lodazal que se había formado, y tan desnuda como mis dos hermanos, sin pensarlo mucho, me le tiré encima. Claro que en esos momentos los tres aunque todavía no estábamos desarrollados, comenzamos a sentir algo de curiosidad, ellos por mi cuerpo, y yo por el de ellos. AL punto que cuando estuve encima de Ricardo, agarré su miembro, y vi con asombro como en cosa de pocos segundos se le había parado. Mientras que Martín y Ricardo les llamaba la atención mi coño, y mis pequeños senos. Y mientras que yo permanecía con las piernas bien abiertas, mostrándoles mi coño, fui sintiendo los dedos de mis hermanos acariciándolo, mientras que asombrada no dejaba de manosear sus parados miembros. Fue justo en esos momentos, que nuestro padre nos encontró a los tres en el medio del patio, desnudos, y tocándonos. Claro que después de la pela que nos dieron a los tres, no nos quedaron más ganas de volver a jugar, además al poco tiempo los viejos se separaron, y como al año se divorciaron. Pero en esos momentos en que los tres recordábamos aquello, Martín mirándome de manera rara, me preguntó si yo seguía sintiendo la misma curiosidad que él. No sé si fue que habíamos estado bebiendo, o el hecho de que llevaba tantos años sin ver a mis dos hermanos, pero riéndome como una verdadera tonta, le respondí que sí. Fue cuando Ricardo dijo, que te parece si para recordar aquellos tiempo, me dejas que te quite la ropa. Yo no sé en qué estaba pensando yo, que en lugar de decirle que no, lo que le dije fue que sí, pero con la condición de que ellos también se quitasen toda su ropa. Y en la misma sala, Ricardo y Martín me comenzaron a desvestir, y una vez que me quedé completamente desnuda ante ellos dos, comencé por ir desvistiendo a Ricardo. A quien apenas le quité sus pantalones, su miembro emergió bien erecto. Fue cuando él me dijo, te acuerdas de cómo te lo llevaste a la boca, la primera vez. Yo la verdad es que de eso no me acordaba, pero al tener ante mis ojos aquella cosa bien parada, me dejé llevar por lo que me decía mi hermano, y sin dudarlo por un instante me lo llevé a la boca. AL fin y al cabo, no era la primera vez que le mamaba su miembro a un hombre. Pero eso no se los dije a mis hermanos, no fuera hacer que pensaran mal de mí. Yo por un buen rato estuve mama que mama, la verga de Ricardo, hasta que Martín, que aún seguía completamente vestido, nos miraba, y nos propuso que los tres fuéramos a mi dormitorio. Ya en la cama tanto Ricardo como Martín y yo, nos encontrábamos completamente desnudos, y entre sus besos y caricias por todo mi cuerpo, comencé a sentir como Martín me fue penetrando por mi coño divinamente. Mientras que yo al mismo tiempo no dejaba de mamar la verga de Ricardo. Durante el resto de la noche, mis dos hermanos me hicieron sentir un gran placer, incluso cuando Martín me propuso que me dejara dar por el culo, yo no me opuse, y gustosamente le ofrecí mis nalgas. Era algo increíble, yo no me cansaba de mover mis caderas, ni de mamar sus vergas, al tiempo que ellos dos me hacían sentir la mujer más feliz del mundo. Al día siguiente, al despertarme, y encontrarme completamente sola, me recriminé a mí misma, todo lo que había hecho con mis dos hermanos. Pero a medida que comencé a ducharme, me di cuenta de lo mucho que me había gustado, por lo que cuando los dos, o alguno de ellos se encuentran en la ciudad, con gusto les ofrezco mi casa para que se queden, cosa que ya han hecho en varias ocasiones.