Continuacion del fin de semana caliente en una casa rural, donde mi mujer y yo damos rienda suelta a nuestras fantasias......
Relato
Llegamos al hotelito rural y nos registramos. El hotel por así llamarlo de algún modo, era una casa rural al pie de la montaña donde empezaba el valle. El matrimonio que la gestiona nos explicó que la casa se componía de dos alturas, en la planta superior había cuatro habitaciones con baño completo, y en la parte inferior la recepción, un aseo, la cocina y un salón-comedor-sala de estar. También nos explicaron que el horario de atención al publico era de 8 de la mañana a 11 de la noche, fuera de ese horario ellos no estaban puesto que no vivían en la casa. Nos comentaron que nos darían una llave por si nos gustaba salir y llegar mas tarde de las 11 y que si lo deseábamos, previo pago, podían dejar cargada la barra del bar que tenia el salón por si queríamos quedarnos en la casa. Que ese fin de semana tenían alquiladas otras dos habitaciones a otros dos matrimonios que venían juntos. Con un "os esperamos a la hora de la cena, a las 9, pasenlo bueno" se despidieron y subimos a nuestra habitación a deshacer las maletas.
Después de colocar la ropa en el armario, mi mujer se metió a darse una ducha, yo me dedique a observar el paisaje desde el balcón. al rato llegó un coche por el camino que aparcó frente a la casa junto al nuestro, se bajaron dos matrimonios mas o menos de nuestra edad. Parecían alegres y bromeaban entre ellos, "por lo menos no vamos a desentonar y será una oportunidad de conocer gente", pensé. Recogieron varias bolsas de supermercado y entraron a la casa.
En eso mi mujer salió de la ducha, envuelta en una mini-toalla que le cubría justo por encima de los pechos y tapaba lo justo por debajo. Se la veía hermosa, con un brillo en la cara que denotaba lo segura de si misma que estaba, sobretodo después del atrevimiento de la gasolinera. Me acerqué a ella y la dí un beso húmedo, apasionado. Ella me abrazó y la toalla se deslizó por su cuerpo cayendo al suelo. Mis manos acariciaron su espalda mientras la besaba en el cuello y los hombros.Mi mujer se vuelve loca cuando lo hago y hasta se le pone la piel de gallina, es un de sus puntos débiles. Metió sus manos bajo mi camiseta, levantandola para quitarmela. Me besó el pecho y con su lengua acarició los pezones. Los mordisqueó haciendo que estos reaccionaran de placer. Sus manos desabrocharon mi pantalón y cayó por su propio peso hasta mis tobillos. Continuó besándome mientras comenzaba a bajar por mi pecho. Tiró de mis calzoncillos descubriendo mi miembro. Jugó con el capullo dándole besos y la engullo. Acariciaba con su lengua el glande. Con ritmo lento comenzó la mamada, turnándose para lamerla a lo largo. Con una de sus manos me acariciaba los huevos. Después de un rato realizó el camino inverso y volvimos a fundirnos en otro apasionado beso. La levanté en brazos para tumbarla en la cama, la besé los pechos jugando con la lengua en su redondez mientras se los acariciaba, ella gimió. Hice el camino hasta su cueva entre besos y caricias. Una vez estaba con su sexo a la altura de mi boca, exhale sobre él antes de comenzar a lamerlo, desde abajo hasta llegar a su clítoris. Un escalofrío recorrió su cuerpo y volvió a gemir. Comencé a lamer y sorber sus jugos hasta que entre convulsiones, retorciéndose, intentando huir del placer de mi boca se corrió. Tiro de mi pelo para atraerme hacia ella, darnos otro apasionado beso y rogandome al oído me solicitó que la penetrara, que me necesitaba dentro de ella. Apoye la punta de mi polla a la entrada de su coño y me deje ir, gracias a sus jugos entro de una vez llegando hasta el fondo. Primero despacio, empecé a hacerle el amor, ella me rodeo con sus piernas, empujándome contra ella para disfrutar de otro orgasmo. Me pidió que la diera mas fuerte, que la tratara con dureza, que la follara. La abrí mas las piernas y erguiéndome empecé a bombear con fuerza. Sus tetas se movían al compás de mis embestidas, ella gemía a cada empujón y se agarraba con fuerza a las sabanas de la cama. Empezó a gemir mas fuerte, casi a gritar y tuvo su tercer orgasmo al tiempo que yo me corría con furia en su interior entre gruñidos. Caímos rendidos abrazados hasta la hora de la cena.
Cuando desperté mi mujer se estaba duchando, me levante y entre a ducharme con ella. Después nos vestimos para bajar a cenar. Yo me puse unos pantalones ibicencos y una camisa a juego. Ella no sabia que ponerse, me pidió consejo entre un top negro de manga corta o una blusa hippie. Yo después de ver a los otros huéspedes no quería perder la ocasión de que mi mujer siguiera despertando sus nuevas dotes de calienta machos. La propuse un vestido negro elástico muy cortito, por delante forma dos triángulos que cubren los pechos haciendo un escote hasta el ombligo y se atan por detrás del cuello. Llevaba toda la espalda al aire, dejando claro que no llevaba sujetador. El vestido y unas sandalias atadas al tobillo eran su único atuendo. Se pinto y perfumo para bajar a cenar.
Cuando llegamos al salón, los otros huéspedes ya estaban sentados a la mesa. Los saludamos e hicimos las presentaciones. Ellos se llamaban Carlos y su mujer Natalia, y Javier y su mujer Sonia. Nos sentamos con ellos dado que en el salón solo había una gran mesa para todos los huéspedes. Mientras dábamos cuenta de los platos que nos servían, estuvimos conversando de temas variados y nos enteramos que habían venido a celebrar el cumpleaños de Carlos.
Javier - Nos dijeron que estaríamos solos, que no había mas huéspedes alojados en todo el fin de semana.
Yo - Es lógico, nosotros llamamos ayer, pues hemos preparado el viaje de manera imprevista , ya que por el trabajo nos es difícil coincidir los dos un fin de semana.
Natalia - Esperamos no molestaros mucho, porque teníamos pensado poner música, bailar y tomarnos algo cuando los dueños se retiren por la noche.
Sonia - Ya conocíamos la casa de otra veces y por eso vinimos a celebrarlo aquí. Si no hay mas invitados tenemos la casa para nosotros solos.
Mi mujer - A nosotros no nos molestáis. No queremos cortaros el royo.
Carlos - Gracias, de todas formas espero os unais a la fiesta de cumpleaños que haremos mañana.
Mi mujer y yo intercambiamos miradas y aceptamos.
Mi mujer - Pero nos retiraremos pronto para no molestaros.
Carlos - Una chica tan guapa como tu nunca molesta.
Durante la cena, Carlos no había dejado de tirarle miradas a mi mujer. Se notaba que le había gustado.
Javier - Bueno pues no se hable mas, mañana despues de la cena, cuando se vayan, la montamos.
Nos reímos todos y terminamos la cena charlando amablemente. Una vez acabada la cena nos pasamos al otro extremo del salón donde había tres sofás colocados a modo de U. Javier y yo en el primer sofá, Sonia y Carlos en el siguiente, y mi mujer y Natalia en el restante, quedando pues las mujeres a un lado y los hombres a otro, estando Sonia y Carlos en el centro. Las mujeres pronto hicieron corrillo para hablar de sus cosas y nosotros igual de las nuestras.
Despues de un rato, al mirar hacia donde estaba mi mujer, vi que estaba de lado, hablando con Natalia, debido a que tenia cruzadas las piernas, se le veía todo el muslo gracias a lo corto y apretado del vestido. Javier no perdía ojo intentando ver algo mas. Se le adivinaba el principio del cachete. El cuerpo de mi mujer empezaba a dejar huella en Javier. Le hice una señal a mi mujer disimuladamente para que se diera cuenta de lo interesado que estaba Javier en su cuerpo. Ella rápidamente tiro del vestido para taparse, a lo que yo le hice una mueca de desaprobación y con otra señal le insinué que se dejara llevar. Mi mujer lo entendió a la perfección pues empezó a moverse para que la minifalda descubriera mas carne. Casi se le veía medio cachete. Al mismo tiempo jugaba con su dedo en el escote permitiendo ver medio pecho desde la posición de Javier y yo, casi hasta el pezón. Todo lo hacia con disimulo como si tuviera calor. Javier sudaba intentando que nadie nos diéramos cuenta de lo que sus ojos no podían dejar de observar. Mi mujer descruzo las piernas y se sentó con ellas juntas en dirección a Javier. En un momento dado, que vio que Javier miraba, abrió de manera descuidada las piernas para dejar ver su coño depilado y volver a cruzar las piernas. La cara de Javier era un poema, se le caía la baba, y Carlos hablando y riendo conmigo sin enterarse de nada. El proceso lo repitió unas cuantas veces mas a la vez que seguía jugando con su escote. Hizo saber a Javier que le había descubierto abriéndose de piernas, para mientras Javier le miraba el coño, mirarle a su vez a los ojos y cerrar rapidamente las piernas. Cuando Javier levanto la vista se encontraron con la mirada y mi mujer lejos de hacerse la sorprendida, le guiño un ojo. El juego continuo durante al menos media hora, nos habíamos terminado las copas y todos nos retiramos, además, nosotros, teníamos pensado levantarnos pronto e ir a hacer senderismo, una de nuestras aficiones.
Una vez en la habitación, estuvimos comentando lo ocurrido.
- Vaya con Javier, no te quitaba ojo. - Le comente a mi mujer
- Pues seguro que se ha llevado un buen calentón solo había que ver el bulto de su pantalón - Respondió ella riéndose.
- Parece que se te esta pasando la vergüenza esa que tenias.
- Ya te dije que en este viaje acataría todo lo que me pidieses ¿no?. Y la verdad es que me esta gustando, estoy salida perdida.
- Pues a mi me gusta que seas tan zorra.
- Pues este fin de semana seré tu puta preferida. Ya lo veras.
- ¿Te gusta Javier? parece que no te importaba que te viera el coño.
- No esta mal pero me gusta mas Carlos, tiene un culito muy rico.
- Se me esta ocurriendo una idea.... pero ya te la contaré mañana, cariño.
Nos desnudamos, nos acostamos y volvimos a hacer el amor. Despues cansados, nos dormimos hasta el día siguiente.
Como mi marido va creando situaciones en las que me convierte en exhibisionista, llegando al grado, no se si planeado o no, llegar a un extremo en que permito que varios de sus amigos me posean, por todas partes de mi cuerpo.
Relato erótico enviado por Anonymous el 22 de January de 2014 a las 21:38:59 - Relato porno leído 219703 veces