Durante toda mi vida de casada, jamás le había sido infiel a Isaías, mi esposo. Es más que yo recuerde, era algo que tampoco jamás había ni tan siquiera pensado. Contrario a la mayoría de mis amigas, conocidas, o de mis hermanas. Que en ocasiones, indiscretamente me contaban sus últimas aventuras.
Relato
Momento que lejos de envidiarlas, les aconsejaba que no hicieran locuras, de las que después podrían arrepentirse. Como fue es el caso de mi hermana, que aprovechando una noche, mientras su esposo estaba hospitalizado, convaleciente de una operación. Al terminar la hora de visita, en lugar de irse a su casa, dejó a sus hijas en la casa de nuestra madre, y salió con varias de nuestras amigas, y al Pub donde entraron, se encontró a un ex novio de ella. Según Rosalía después de pasar toda la noche bailando, recordando los viejos tiempos, finalmente él la acompaño hasta su casa. Y con el cuento de seguir recordando, ambos terminaron en la cama de mi hermana y mi cuñado. Rosalía me dijo que esa noche, Gustavo su ex novio, aparte de que la colmó de besos, y caricias, mientras le iba quitando toda su ropa, hasta dejarla completamente desnuda. Separó sus piernas, y le ha dado una tremenda mamada de coño, como nunca antes, ni su esposo lo había hecho. Ya después de eso, Gustavo hizo lo que le dio la gana con mi hermana. Ya que no tan solo acabó dentro de su coño, sino que aparte de eso la puso a mamar su verga, para finalmente penetrarla por el culo. Pero antes de que pasara un mes, Rosalía se dio cuenta de que estaba embarazada. El detalle fue que a mi cuñado, ese día le practicaron una vasectomía, que quien sabe por qué se le complicó, y lo debieron dejar hospitalizado. Pero bueno, eso fue lo que le sucedió a mi hermana, que me ha dado un hermoso sobrino, algo moreno, aunque mi cuñado es blanco papel. Pero según la propia madre de mi cuñado, es igualito a su difunto esposo. Que suerte ha tenido Rosalía, no creen. Pero en mi caso, lo que me sucedió, no tiene otra explicación, que no sea, que fue que me provocó hacerlo. Ya que cuando Isaías invitó a su futuro socio, Don José a cenar a casa. Como había escuchado decir a mi esposo, que el tal Don José, era una persona sumamente conservadora. Después de preparar la cena, me vestí de manera sencilla. Pero al llegar Don José a casa, no sé qué vi en él, que de inmediato me llamó tanto la atención. Ya que a pesar de tener más de sesenta años, usa una abundante barba de color gris, y su negro cabello con una que otra larga cana lo tiene casi tan largo como el mío. De estatura promedio, delgado, de caminar erguido, y elegantemente vestido. Que de no ser por esa barba gris, pensaría que era mucho más joven. Para colmo, un excelente conversador, entretenido, y sumamente caballeroso, que no perdía ocasión para alabarme por la exquisita cena, y el sabroso postre. Yo que hasta esos momentos, nuca, había ni tan siquiera pensado, en serle infiel a mi marido. Quedé gratamente impresionada, por Don José. Y por su discreta manera de mirarme, entiendo que también le llamé la atención. Claro que después de cenar, y compartir la sobremesa con nosotros, Don José se marchó. Y por primera vez en mi vida, mientras me encontraba en la cama disfrutando de las atenciones de Isaías, comencé a soñar despierta, con aquel hombre. Pensando que era él quien me introducía todo su miembro dentro de mi caliente y deseosa vulva, claro, que mi esposo, no se percató de nada. Pero como a la semana, Isaías me pidió que le llevase unos papeles a Don José, ya que él iba saliendo de viaje, a vender unas prendas de su taller, en New York. Yo prácticamente había desechado, la loca idea de volver a ver a Don José. Pero cuando Isaías me llamó desde el aeropuerto, pidiéndome que fuera a la casa de Don José a llevarle unos papeles, casi grito de la alegría. No sé qué me entró, yo que estaba lista para ir a visitar a una amiga mía, apenas Isaías terminó la llamada, me quité toda la ropa que tenía puesta, me di una refrescante ducha, y con toda mi calma elegí la ropa que me iba a poner, para ir a la casa de Don José. Por lo general en muy pocas ocasiones me pongo una mini falda, ya que tanto a Isaías como a mí nos parece, que muestro mucho, es más en una ocasión, después de comprarme una que me pareció un primor, cuando me la puse, me di cuenta, que por más que me la jaloneara para abajo, apenas daba dos pasos mostraba mis nalgas, y gran parte de mi coño, por lo que en ese momento, me la quité y busqué otra falda que ponerme. Pero en ese instante, fue en lo primero que pensé en ponerme, además de una blusa negra, semitransparente, que las veces que me la he puesto, ha sido usando una chaquetilla cerrada, la que no me iba a poner esa tarde, ya que de hacerlo, no mostraría mis senos. Desde luego, que busqué mis zapatos de tacos aguja, negros, los más altos que tengo, para que mis largas piernas se destaquen. Y de ropa íntima, únicamente me puse una diminuta braga, tipo hilo dental, también semitransparente pero de color crema. Así que después de que agarré un pequeño bolso de mano, y los papeles que me pidió Isaías que le llevase a Don José, me monté en mi coche, y me dirigí a la dirección que me dio mi esposo. En el trayecto iba pensando, como iba a actuar, si como una inocente esposa, o como una mujer deseosa de tener sexo. Hasta que ya casi llegando a la casa de Don José, decidí que actuaría, según fuera necesario, para lograr mi objetivo. El caserón de Don José, está fuera de la ciudad, y apenas llegué a su puerta, él personalmente me recibió, para luego indicarle a una empleada, que se tomara el resto del día libre. Lo que aquella señora mayor, pareció agradarle bastante. Casi de inmediato Don José, me hizo pasar a una especie de despacho y oficina, en la que me pidió que tomase asiento, en un cómodo sofá rojo. Yo en cierto momento, justo antes de tomar asiento, dejé caer los papeles que le llevaba, y casi de inmediato, dándole la espalda, me incliné a recogerlos, mostrándole de manera inocente, mis descubiertas nalgas, y gran parte de mi coño. Don José que se encontraba como a dos metros de mí, sin duda que se me quedó viéndome el culo. Mientras que yo trataba de recoger aquel sobre en el que llevaba los papeles. Que por casualidad, en dos o tres ocasiones, se me escapó de entre mis manos. Cuando de repente, sentí algo bien duro y caliente, justamente pegado a mis nalgas, mientras que sus manos me agarraron por las caderas, diciéndome. Ya veo que no te gusta andar con rodeos, y a mí tampoco. Yo me enderecé, me di la vuelta, y tras dejar los condenados papeles sobre una pequeña mesa, Don José me abrazó, y sin más ni más me plantó un fogoso beso, introduciendo su lengua dentro de mi boca, al tiempo que comencé a sentir como sus manos acariciaban todo mi cuerpo. No lo podía creer, yo estaba actuando como si solamente me importase, que él me llevara a su cama. Así que a medida que seguimos besándonos, yo misma solté el broche de mi pequeña falda, dejándola caer hasta el piso, para luego, sin mucho esfuerzo soltar los broches de mi blusa, quedando mis senos al aire. Hasta que nos separamos, momento que aproveché, para agacharme frente a él, llevando mis manos de inmediato a la correa de su pantalón, soltarla, y de igual manera soltar el botón y bajarle la cremallera. Mientras que él estando de pie me observaba. En ese instante, me pareció que era lo más adecuado, que debía hacerle a Don José. Con la clara idea de expresarle sin palabras, hasta donde estaba dispuesta a llegar con él. Apenas extraje su erecto miembro, mentalmente lo comparé con el de Isaías, y la verdad es que me pareció casi del mismo tamaño, por lo que sin perder tiempo me lo llevé a la boca. Y comencé a mamárselo, de la misma manera que en muy raras ocasiones se lo he mamado a mi marido. Pero no con la misma intensidad, ya que me impresionó lo caliente que se sentía dentro de mi boca, a medida que se lo iba chupando lentamente. Al levantar la vista, me di cuenta de que Don José me observaba, con una especie de mirada entre lujuria, y satisfacción, que se reflejaba en sus ojos, lo que en cierta manera me excitó más aún. Hasta que él mismo, me indicó que me detuviese, sacando su erecta verga de mi boca, y tras acomodársela dentro del pantalón. Ofreciéndome su mano, para que me pusiera de pie. Lo que apenas hice, tal y como me encontraba, me condujo a la parte superior de aquella casona donde se localiza su dormitorio. En donde ya aun lado de su cama, comenzamos nuevamente a besarnos, mientras que él se fue quitando toda su ropa, con mi ayuda. Entre aquellos salvajes besos, y sus desvergonzadas caricias sobre mi coño, yo separé mis piernas, mientras que él colocándose tras de mí, de inmediato comenzó a enterrar su caliente y dura verga, dentro mi coño, como su miembro se iba abriendo paso, entre los labios de mi vagina, y sabrosamente fue penetrando mi vulva. Al mismo tiempo que con una de sus manos, sabrosamente presionaba mi clítoris, haciéndome gemir profundamente de placer. Mientras que yo deleitándome, por todo eso que me hacía sentir, movía mis caderas, con tanta fuerza, e intensidad como hacía mucho tiempo que no lo hacía. El miembro de Don José entraba, y salía una y otra vez de mi vulva, y cada vez que él me volvía a penetrar, creía que lo hacía con mucha más fuerza. Arrancándome profundos gemidos, y gritos de placer. Lo más agradable de todo, era que a diferencia del pobre Isaías, Don José por más duro que me diera por el coño, no se venía. Yo seguí sintiendo, como su verga, sin cesar entraba una y otra vez de mi caliente, húmeda, y sensible vulva. En cierto momento, sin decirme nada, extrajo toda su verga, hizo que me diera la vuelta, y ya estando frente a él, separando mis piernas. Después se colocó sobre mí, para volver a introducirme todo aquello, que en esos momentos me estaba haciendo tan feliz, chupando mis senos, mordisqueando mis pezones, y enterrando de manera ininterrumpida todo su vigoroso miembro. Yo comencé a disfrutar de una serie de enloquecedores orgasmo, mientras que José, continuaba clavándome su sabrosa verga una y otra vez, sin dar muestras de que se fuera a venir. Al rato, mientras yo deliraba de placer, volvió a cambiar de posición, colocándome con mis piernas hacia arriba, mientras inmisericordemente él seguía sabrosamente taladrando mi coño, con su herramienta. Yo perdí la cuenta del número de veces, que me hizo disfrutar de múltiples clímax, como nunca antes los había disfrutado en mi vida, y de manera tan seguida. Hasta que sin previo aviso, me colocó bocabajo, me agarró las nalgas, las separó con sus manos, y comencé a sentir, que me penetraba por el culo. Cosa que en ocasiones mi marido, le gusta hacerme. Yo chillé, pero de placer, creo que sonaba como una cerda en celo, ya que al mismo tiempo que sentía como su verga, seguía entrando y saliendo, de entre mis nalgas, José volvió agarrar mi coño con una de sus manos, apretándolo de forma y manera tal, que volví a disfrutar de otro salvaje orgasmo. Mientras que él se vino del todo dentro de mi culo, al tiempo que me sonó una ardiente nalgada. Yo me quedé tirada en su cama, sobándome las nalgas por un largo rato, completamente agotada, pero extremadamente satisfecha, de lo que había hecho. Mientras que él fue al baño, lo escuché orinando, para luego seguir escuchando mientras que se duchaba. Estaba medio dormida, cuando sentí su adormilado miembro, oloroso a jabón, que lo colocó sobre mis labios. Por lo que sin dudarlo, aun con mis ojos cerrados, me dediqué a mamárselo, chupándolo de manera desesperada, y tragándomelo casi por completo. Hasta que después de un buen rato, se vino prácticamente dentro de mi garganta, haciendo que me tragase, gran parte de su leche. Cuando me desperté, a mi lado encontré una blanca bata de baño, fui y me di una buena ducha, aseándome y expulsando todo su semen de mi culo. Luego bajé con aquella corta bata puesta, y lo encontré en su biblioteca, o despacho. Leyendo los papeles que le llevé. Yo me sentía tan satisfecha, que cuando me dijo. Hace mucho tiempo que no me acuesto con una puta como tú. La verdad es que no me sentí ofendida en lo más mínimo. Es más lo tomé como un alago. Pero de inmediato me siguió diciendo, al tiempo que me quitaba la bata. Lamentablemente si tu esposo, y yo llegamos a un trato, no volveremos a encontrarnos, ya que yo respeto mucho a mis socios, como para acostarme con sus mujeres. Y mientras me decía eso, comencé a sentir sus dedos, acariciando la piel de mi depilado coño. . Yo no sé qué sentí, si el temor de no volvernos a ver, o la posibilidad de que no se hiciera socio nuestro, ya que sin su aporte, eventualmente Isaías se vería en la obligación de irse a la quiebra. En ese instante me dijo, aunque aún nos queda la opción de que tú marido, me venda la totalidad del negocio, siempre y cuando se quede como gerente. Lo que en nada afectaría nuestra relación. Lo único que me hace falta, es que lo convenzas de venderme la totalidad de la firma. Lo que aparte del beneficio económico inmediato producto de la venta. Recibiría un cuantioso sueldo, y para el resto del mundo, ustedes seguirían siendo los dueños. Ya en ese momento, me tenía arrodillada ante él, mamando nuevamente su miembro, como toda una puta. Hasta que se le volvió a poner bien duro, y colocándome de espaldas a él, sentí como me lo volvió a enterrar entre mis nalgas. Para mí el mensaje fue bien claro, y a mi humilde manera, cuando Isaías, indignado me comentó, lo que Don José le había propuesto. Yo zalameramente, le hice ver que eso era lo que nos convenía. Ahora Isaías es un empleado de Don José. Por lo que regularmente tiene que salir en viaje de ventas. Mientras que a mí me provoca seguir siendo la puta, de Don José.
me tocaba el culo y me morreaba, mientras yo miraba a mi novio, estaba rodeada por tres hombres manoseándome, pellizcándome, seis manos y tres bocas me buscaban ansiosos...mientras ponía cara de cachonda, aun mas de lo que estaba, mientras miraba a mi novio, abriendo mi boquita y jadeando
Relato erótico enviado por culona69 el 20 de September de 2012 a las 00:19:31 - Relato porno leído 156090 veces
Hola me llamo lupita y como lo dice el titulo soy una madura cachonda y muy puta, me encanta el sexo, me gusta que me traten como a una verdadera puta, me encnta que me la metan por el culo y me coman todo mi trasero.
Relato erótico enviado por madura cachonda el 11 de September de 2013 a las 01:05:30 - Relato porno leído 154065 veces
Desde hace más de seis meses, que Antón mi marido, se encuentra preso, y la verdad es que con tres cadenas perpetuas en sus costillas, la única manera de que yo lo vea es, o a través de las rejas, los días de visita, o que él se llegue a fugar, lo cual es un poco menos que imposible. Por lo que comencé a arreglarme para salir a buscar trabajo, en algún restaurante de comida rápida. Fue cuando mi primo, mi hermano, y Darío el hermano de Antón, pasaron a visitarme a casa…
Relato erótico enviado por Narrador el 05 de February de 2015 a las 00:20:40 - Relato porno leído 70340 veces
Si te ha gustado Fue algo que sencillamente me provocó hacer… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Fue algo que sencillamente me provocó hacer….
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:24) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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