Fui Follada en la sala de un cine triple X

Sabía que mi capricho libidinoso revolucionaría el estar de todos aquellos hombres que me rodearían. Soy una mujer de ideas promiscuas en un mundo de machistas, lo cual me hace una provocadora, puta y caliente por añadidura. Desde hace tiempo se me había fijado una fantasía y ya no habría quien me hiciese cambiar de parecer. 

Era la primera vez que iba entrar a un cine XXX. Antes de decidirme a bajar por las escaleras que daban a ese suburbio de perversiones y placer carnal, me empoderé y me deje llevar por el impulso de mi calentura y claro también por la curiosidad de comprobar si mi fantasía de irrupción femenina cumpliría su objetivo. 

La erotización de mi deseo era poder compartir con un grupo de desconocidos una calentura que me consumía y que necesitaba exhibir en un antro del sexo, y que mejor que un cine porno, eso me incitaba y me excitaba de una manera que fantaseaba con la posibilidad de presenciar y participar de una masturbación colectiva. Y si tenía suerte ganarme también unas mamadas de verga o incluso una buena cogida por el precio de una entrada al cine. 

Me dirijo a la boletería y lo primero que diviso es a un hombre mayor y con aspecto decadente atendiendo, creo que cuando me vio frente a la ventanilla casi le da un infarto, tal y como si hubiera visto a un fantasma. De seguro yo era de las pocas hembras o quizás la única que se atrevía a visitar ese tipo de salas de cine. Me mira fijamente y me pregunta que se me ofrece, yo le respondo una entrada, y me dice que las películas que ahí daban eran “cochinas” y que solo entraban hombres. Le respondo que lo sabía y que por lo demás el anuncio de las películas “cochinas” no tenía ninguna cláusula que digiera “solo para hombres”. Ante mi convicción y templanza no le quedó más que acceder a mi mandato y venderme la entrada, pero sin antes advertirme que lo que pasara adentro era mi completa responsabilidad. Le respondí a mi manera con una sonrisa maliciosa. 

Lista con la entrada en mano me dirijo hacia donde había una gruesa cortina intuyendo que era la puerta de ingreso, la corro con premura pues no quería que nadie se percatara que una mujer iba a entrar (por el momento), pero inmediatamente me asalta el boletero para cortar mi entrada y cuando me ve me dice “usted no puede entrar aquí” yo le respondo ¿a no? aquí está mi boleto, se resigna me guía con su linterna hacia un asiento, yo le digo que me sentaré en la última fila por lo tanto no necesito que alumbre. 

Ya instalada en la butaca era inevitable sentirme una mujer “cojonuda”, eso me ponía más caliente aún, ahora me quedaba disfrutar de varias folladas en pantalla gigante y de pasada algo de eso en la realidad para ésta humilde servidora. La película que ya se estaba exhibiendo, mostraba a un grupo de negros con unos vergones enormes penetrando por delante y detrás a una tetona que gritaba de dolor y del gran placer de ser poseía por tremendo pedazos de carne… lo digo por experiencia. Mi calentura se exacerba sintiendo un deseo incontenible de tocarme. Pero como soy una dama y era primera vez que estaba en un cine de esos debía aguantarme para primero observar que ocurría alrededor. 

Lo primero que llama mi atención es efectivamente la presencia exclusiva de solo hombres, no había ni una sola mujer aparte de mí, lo cual era de suponer porque ¿Qué tipo de Eva se atrevería a entrar sola a un paraíso erótico donde habitan puros Adanes?... Bueno, la respuesta es simple: solo una como yo!! Lo otro destacable es que lo más cerca que estaba un tipo del otro era separado por al menos 4 butacas. Había de todo, desde el curadito que se queda dormido después de pajearse, hasta el oficinista de traje que también se pajea, pero no se queda dormido porque después deberá volver a su honorable trabajo. El olor del ambiente no era precisamente a perfume (y tampoco es lo que me esperaba). Se respiraba la calentura colectiva de los hombres y porque no decirlo algo de olor a semen también, ósea, entre tanta verga estimulada por horas y horas el ambiente se impregna a ese exquisito olor a leche de macho lo cual me ponía a cada minuto más cachonda. 

Ya tanteado el entorno me relajo me toco con disimulo las tetas y ahora sí me dispongo a sobajearme, en ese preciso momento es cuando los negros de la película comienzan a expulsar al mismo tiempo los chorros de semen sobre la mujer que se estaban cogiendo. Yo por mi parte feliz de poder justamente estimularme con esa escena, pero para mi mala suerte justo un hombre algo mayor que estaba en la fila delantera a unas 3 butacas más allá se me adelanta y comienza a masturbarse tan rápido que hacía vibrar toda la fila de asientos y al parecer no había distinguido que yo era la única señorita entre tanto caballero. Lo que si se notaba es que él era cliente frecuente, porque no tenía ni un desenfado en tener a alguien relativamente cerca para masturbarse sin mesura, aunque puede ser que tal vez sí me había visto y que se estaba mandando una paja para darme la bienvenida, en fin, fuera de sarcasmos confieso que estaba tentada a ofrecerle mi boca o mi mano para ayudarlo a acabar. Pero por mientras me tocaba solita. 

Supongo que no todo el mundo se estaba masturbando, pero al menos si una mayoría se estaba tocando en un silencio sepulcral ante los gemidos y gritos de los actores de la película. Lo cual hacía que al menos en parte se estaba cumpliendo mi fantasía. Pasan unos 20 minutos de puro porno en la pantalla y hasta el momento nadie se había percatado de mi presencia, la película llega a su fin. Inmediatamente se encienden las luces para hacer un break antes de comenzar la otra película, lo cual me pilló de sorpresa no solo a mí, sino a varios hombres que se pararon para salir y al verme quedaban tan impactados y estupefactos como el tipo de la boletería. Era de esperar que mi presencia transgredía toda lógica o regla machista que les otorgaba solo a los hombres el derecho a presenciar el arte del porno en un cine, pero yo no estaba ahí para discutir eso con ellos, yo estaba ahí precisamente por ellos y para ellos, el problema es que eso aún no lo sabían. 

No me escondo, ni trato de salir arrancando, tal como muchos de ellos incluyendo al viejo de la fila delantera que cuando se percató que yo era una mujer, se tapa completamente la cara con un periódico escondiéndose tras de él. En cambio había otros que me daban una mirada lasciva y se saboreaban dándome la bienvenida. Yo por mi parte digna y desafiante (además de caliente) me mantenía sentada a la espera de la próxima película y a la espera de ser abordada por al menos un par de ellos. 

Cuando se apagan las luces se comienzan a escuchar comentarios entre ellos, e incluso ya iniciada la otra película seguían rumoreando. Paso que comenzó a haber movimiento al interior de la sala, de los 20 espectadores que había al principio solo quedaban 7 (mi número de la suerte) y éstos se pusieron de acuerdo para rodearme sentados en torno a mi butaca, me miraban con calentura pero ninguno me tocaba. La película seguía su rodaje y la única que la atendía era yo. Podía sentir como contenían el impulso de tocarme y hacerme completamente de ellos. Cuando la película llega al climax con su escena más caliente, yo osadamente les digo en un tono indecoroso: -“Quiero que me hagan lo mismo”. Y claro fue el empuje para que se animaran a abordarme sin mayor pudor. Algunos ya tenían la verga fuera del pantalón así que a dos manos comencé a pajearlos y también aprovechaba de mamar las vergas que ya estaban más erectas. Me desprendieron de mi ropa y un moreno maceteado se sentó en mi lugar y me clavó una verga gruesa y dura por mi concha, me bombeaba con tal fuerza que me hizo conseguir dos orgasmos casi al unísono, yo la muy puta mientras me clavaban me tragaba la verga de un tipo que estaba justo en la butaca delantera, el resto me tocaba y chupaba las tetas, mientras yo seguía apretando con la mano esos miembros duros que estaban ahí para satisfacer mi elevada calentura. De reojo me pude percatar que el boletero observaba la escena mientras se masturbaba. Mis gemidos ya se confundían con los gemidos de las actrices que se estaban follando en la película. La diferencia es que los míos eran parte de un goce real y no de una ficción. Cabalgue a 3 ó 4 tipos, al resto se las chupaba y se las corría, ellos en agradecimiento a mi esmerado sacrificio me distribuían sus eyaculaciones por las tetas y el rostro. Estuvimos prácticamente todo el transcurso de la película follando de forma descarada. Llegue a perder la cuenta de mis orgasmos, no obstante, me encargue que todos esos caballeros tuvieran el suyo y quedaran satisfechos. Tanto así que una vez que acabo el último, uno de ellos saco de su bolso un rollo de toalla absorbente la repartió a los demás y entre todos se dedicaron a limpiarme los restos de semen que tenía distribuido por el cuerpo… así da gusto, todos unos gentlemen. 

Antes que terminara la película y se encendieran las luces, todos volvieron a sus puestos originales, incluyendo al boletero; no sin antes decirme algo sucio a modo de halago, además de dejarme extendida la invitación para que volviera a ver películas con ellos cuando quisiera.