Soy asiduo lector de relatos, hay algunos muy buenos que quedaron por algún motivo sin continuidad, tratare de hacerlo dándole mi propio estilo, pero respetando la esencia de los mismos.
Relato
Soy asiduo lector de relatos, hay algunos muy buenos que quedaron por algún motivo sin continuidad, tratare de hacerlo dándole mi propio estilo, pero respetando la esencia de los mismos.
Original: Humillando a una gorda , aquí algunos de sus párrafos
Aquello no era el típico bar. Iluminación muy pobre, colillas por el suelo, azulejos que hacía mucho tiempo que no habían visto una fregona, una barra grasienta, fuerte olor a vino rancio, a tabaco negro, a queso muy curado, a sudor masculino.
No es que mi acompañante llamara la atención por guapa o buena… la llamaba por gorda. 1.65 de altura y alrededor de un 200 k que se repartían en unas caderas anchísimas, grandes muslos y culazo enorme que ella trataba de disimular (sin demasiado éxito) con una falda larga hasta los pies, con mucha caída, negra por supuesto. Me había confesado en una de nuestras muchas conversaciones en el Chat que lo que más la acomplejaba era su gran barriga. Por este motivo, sobre un casi ridículamente pequeño y demasiado escotado top de tirantes blanco que dejaba a la vista gran parte de sus enormes y bamboleantes tetazas, llevaba una camisa negra, con únicamente los 2 últimos botones abrochados intentando taparla.
No era fea, al contrario, tenía una cara preciosa. Unos grandes ojos de un negro brillante. Unos labios muy sensuales y una sonrisa perfecta de blancos y alineados dientes, un cutis fino, una preciosa melena negra caía por su espalda…. Pero como yo le había dicho ya en varias ocasiones aquella tarde… "¿Quién se va a fijar en tu cara, por muy bonita que seas, con ese culazo que parece una plaza de toros y esas tetas que más que tetas son ubres de vaca lechera, gorda?"
Muy cruel, cierto. Pero es que a mi gorda le gusta que la humillen. Es lo que más caliente le pone. Llevaba meses contándomelo, explicándome sus fantasías más degeneradas. Yo desde que la conocí me había propuesto explorar ese lado oscuro, ponerla a mil y descubrir sus límites. Por fin había llegado el día.
"Te gusta el sitio ¿verdad gorda?"… Ella asentía calladamente… "Una guarra como tú no merece nada mejor"… Ahí mi mano empezó a buscar su pezón entre tanta grasa, no paré hasta encontrarlo, metiendo la mano por dentro del escote, y sacando la teta del sujetador ¡Dios! Aquello no era una teta, era una ubre. Hubiera necesitado 3 manos como la mía para cogerla entera. "Aunque quizá una granja de cerdos…. o un estercolero…. Jajajaja" Mis dedos pellizcaban aquel pequeño pezón sintiendo como se endurecía por momentos, mientras ella empezaba a respirar agitada. "¿Te pone cachonda esto eh?" Jadeaba "¡Que puta eres besar! Si todo lo hacia igual de bien con la boca lo íbamos a pasar muy pero que muy bien aquella tarde.
"Joder Ramón. Vas ha conseguir que me cierren el bar por escándalo publico mamonazo" La voz de José, el dueño de aquel antro y mi amigo del alma me devolvió a la realidad. Separé mi cuerpo del suyo no sin antes mirarla fijamente y, con la voz más autoritaria que supe poner, decirle: "Ni se te ocurra moverte o guardarlas o te largo para la calle a ostias y así medio desnuda" mientras acomodaba aquellas betazas blancas, suaves, acogedoras, calidas, coronadas de pequeños pero muy duros pezones, encima de la mesa, exhibiéndolas. La postura era un poco forzada, la obligaba a estar inclinada hacia delante, pero esto la ayudaba a tapar su cara con la melena, mirar hacia abajo, roja de vergüenza… Así permaneció inmóvil.
"Anda cabrón que te quejarás de la mercancía que te traigo. En la vida has visto tú unas tetas como estas. ¡Que coño tetas! En la vida has conocido a una guarra como esta. Nos lo vamos a pasar poco bien hoy… si es verdad todo lo que me ha contado la gorda" Guiñándole el ojo a mi amigo, que por supuesto sabía de que iba el juego, lo habíamos preparado todo juntos. La que no lo sabia era ella que se moría de vergüenza mientras nos escuchaba hablar con el mayor desprecio del que éramos capaces, como si no estuviera delante.
"Por su bien espero que lo sea. A ninguno de los dos nos gusta que nos hagan perder el tiempo y menos una calientabraguetas" Mi amigo hablaba divertido, sin dejar de mirarla de arriba abajo. Ella se mantenía en la misma postura en que la dejé, obediente. "¿Os traigo algo o vamos directamente al lío?" José parecía impaciente pero yo prefería ir despacio, quería que todo saliera bien.
"No tengas prisa macho, para meter el pan hay que calentar bien el horno… Aunque me da a mi que este horno está ardiendo ya" "jajajaja" Reímos los dos, mientras yo ponía la mano en su entrepierna, por encima de la falda, mientras hacia referencia al horno. "A mi tráeme una cerveza… y a la gorda un agua… ya tragará algo más consistente dentro de un rato"
"Lo has hecho muy bien putita mía. Estoy muy orgulloso de ti y se que aún voy a estarlo mucho más. Me gustan las zorras obedientes y humilladas y me gustas tú" Me levanté del banco. Ella me miro asustada, en silencio, sus ojos me pedían que no la dejara. Yo simplemente me senté en una silla frente a ella, busqué en los bolsillos de mi chaqueta y, sacando un paquete, le dije: "Como te has portado tan bien hasta ahora tengo un regalo para ti" Se lo pasé y, mientras lo abría continué hablando: "Es un huevo vibrador con mando a distancia." Le enseñé el mando en mi mano derecha. "Hazlo como quieras, en la postura que desees o te sea más fácil, pero quiero que te lo metas en el coño ahora sin sacarte las bragas"
Me miró insegura. Habló por primera vez desde que estábamos en el bar, con su voz dulce, casi susurrando, avergonzada, excitada "¿Aquí? ¿No puedo ir al baño y metérmelo allí?" Mirándola fijamente y poniendo la voz más autoritaria que pude sentencié "Aquí y ahora ¡Espabila puta!"
"¡Joder!" Exclamó José que venia a servirnos las bebidas. Se tuvo que sentar, más bien se dejó caer de la impresión. No dejaba de repasarla de arriba a abajo, la gorda lo ponía tan caliente como a mi. "No te cortes" Yo bebí un trago largo de cerveza, necesitaba refrescarme. Mi amigo se levantó como un resorte y fue derecha a ella. La agarró, separándola de la mesa y la atrajo hacia si, morreándola con pasión mientras recorría aquel enorme cuerpo lleno de curvas, sobándola por todos lados. Cuando se despegaron bajó hasta sus tetas y empezó a mamárselas. El ruido de los chupetones se mezcló con el de los gemidos de ella.
"Mar, cariño" Era la primera vez en toda la tarde que me dirigía a ella por su nombre y con ternura. Trataba de darle seguridad porque a partir de ese momento iba a desencadenarse todo. "Dile a mi amigo que es lo que eres" Nos miró, primero a mi, luego a José… aquella era la mirada más lasciva y caliente que habíamos visto en nuestra vida y los dos habíamos sido muy puteros desde siempre "Soy la gorda más guarra y caliente del mundo." Susurró entre gemidos. "Muy bien, vamos a comprobar si eso es cierto" dijo José que estaba deseando empezar ya con lo que teniamos planeado.
Regresamos al antro, la gorda vestía una corta remera de cuero, una cortisima minifalda del mismo material y botas altas, su panza colgaba graciosamente, estaba pintada abundante y de su cuello colgaba una larga cadena que ataba a un costado de su cintura.
Al ingresar todos la aplaudieron, la gorda fue paseada ante todos que la manoseaban, insultaban, pellizcaban o castigaban con sus cintos, luego la lleve directamente a una gran jaula que había sido instalada en el centro del lugar, donde solo cabía parada y tenia poco movimiento, en el piso había pasto y de sus costados colgaban carteles de primer premio a la vaca erótica, un desdentado presentador hizo las delicias al anunciarla mientras la picaba con un palo con punta.
Por ser quien la llevaba me pasaron una picana de muy bajo voltaje y con ella la obligaba a mugir, ante las risas e insultos hacia ella de los presentes la gorda incomoda por el poco espacio fue sacándose la remera, dejando al descubierto sus inmensas ubres, que girando incomoda mostró a todos mientras ella misma retorcía sus pezones le pase dos pesadas campanas que mediante pinzas cocodrilo (dentadas) colgó de los mismos, pasamos la cadena de su cuello por el techo de la jaula y la enganchamos en unas pequeñas vigas que giraban como ventilador , arrimándola a un costado ate sus manos atrás de su nuca , luego la picanee en sus ubres ,concha y culo ,para que las campanas sonaran insistentemente mientras ella giraba obligadamente.
Del piso salieron dos palos uno con una mano cerrada y el otro con un gran dedo enganchado a un resorte flexible, la mano entro directamente en su inmensa concha, el dedo en su culo, la dejamos sola, pero cuando las campanas paraban de sonar, los palos automáticamente comenzaban un movimiento de vaivén penetrándola,lo que la obligaba a tener siempre sus ubres en movimiento.
Cuando todos estaban ya bastante borrachos, la sacamos de la jaula, sus piernas temblaban, y sus ubres se estiraban por el peso de las campanas, a los badajos les pusimos unas finas pero largas sogas, desde donde cada uno que requería sus servicios tiraba para llamarla haciendo sonar las campanas, la gorda debía acercarse para que le introdujeran una botella ya consumida en su sexo o en el culo según quisiera , mientras ella debía mugir hasta acabar , quien lograra ordeñarla en menos tiempo se ganaba el premio final ,que no era otra cosa que usar a la gorda como vaca mecánica , que consistía montarse en ella estando a cuatro patas , solo tomado de su cabello , mientras tres personas la picaneaban, castigaban con un cinto y la tercera tiraba de las sogas que movían la campana hasta hacerlo caer tres veces ….