No se como sucedió, no se por que sucedió, no me explico lo ocurrido, pero ocurrió.
Ella era una mujer interesante amante de la falda corta y a mi me encantaba cuando se inclinaba a recoger algo de frente a donde estaba sentado por que podía verle sus tangas rosadas, su color favorito y sus piernas enfundadas en unas delicadas medias negras y debido a su corta falda mostraba sus encantos.
Relato
En la bodega del forraje.
Me presentaré mi nombre Ricardo Patricio, mas conocido como Ripato, como me bautizó como apodo una prima, cumpliré en dos meses más mis quince años, las chicas solo me interesan para molestarlas o para jugar con ellas, enamoramientos cero, interés en las mujeres a lo mejor por curiosidad, me interesaría por conocer mas de las diferencias entre ser un hombre y ser una mujer, físicamente hablando. Flaco, si musculoso por que me agrada colaborar con mi abuelo y ayudo a esta con grandes piezas de pieles por ser talabartero y ayudo en la fabricación de correajes y otros arneses, esto ha fortalecido mis brazos, además me encanta cortar leña con el hacha. Según todas las damas que llegan al negocio de mi abuelo alaban mis grandes ojos expresivos y de largas y onduladas pestañas.
Siempre me aconsejaba mi abuelo con respectos a las mujeres, me decía, nunca mires a una casada, son problemas, cuidado con las viudas son extremas y no saben callar. Tú eres un hombre, un caballero recordaras siempre que un caballero nunca habla mal de una dama, un hombre no tiene recuerdo de ninguna mujer aun que ambos hayan compartido la misma cama, un buen macho no tiene recuerdos de ninguna hembra.
Lo escuchaba, pero no lo comprendía…, hoy recordando lo acontecido logro comprenderlo aunque ahora esta lejos de mi en otra ciudad.
Hace seis meses que llegamos a esta pequeña ciudad donde mi padre es jefe de la estación con cinco personas a cargo. Una de esas personas es don Aníbal de 50 años casado con doña Lucrecia 35 años un hijo Juan Alberto de casi 13 años no habían mas hijos decía ella por la falta de empeño de su marido.
Ella era una mujer interesante amante de la falda corta y a mi me encantaba cuando se inclinaba a recoger algo de frente a donde estaba sentado por que podía verle sus tangas rosadas, su color favorito y sus piernas enfundadas en unas delicadas medias negras y debido a su corta falda mostraba sus encantos. Me miraba cuando se inclinaba con sus rodillas a medias juntar mostrándome sus encantos y me sonría al verme transpirar por los deseos de ver más. A ella le gustaba que fuera a su casa para ayudar a su hijo en las tareas. Le gustaba verme cerca y a veces sentía su respiración sobre mi cuello cuando estaba enseñándole a su hijo las materias y ella acariciaba mi dorso y brazos. Me decía tu eres el macho dominante, eres una delicada persona, me encanta tu presencia en mi casa, acariciándome en mi cabeza alborotándome el pelo, le gustaba abrazarme y a veces hasta me acariciaba mimándome y ofreciéndome bebida, helado, etc.
Esta dama eso si tenía un punto negro, según los compañeros de trabajo y de los vecinos, ella era no voy a decir alcohólica, pero si amiga del vino. En sus ratos de ocio tomaba su vaso de vino y no uno, dos o tres.
Ese día fui como de costumbre a ver a su hijo para ayudarlo en sus tareas, pero este no estaba, había salido con su padre y su madre en un mar de lagrimas lloraba por ser tratada duramente por este su marido. Ella ese día vestía una bata casi transparente que poco ocultaba y como de costumbre súper corta.
En su desgracia había bebido sus copas de vino.
Hola, me dice vienes por Juanito se fue con papá al estadio salieron hace unos veinte minutos y como son las cinco no llegan por aquí hasta pasada las ocho y media de la tarde, pero pasa Juanito no está, pero estoy yo para atenderte y mimarte, acariciarte y abrazarte, tu sabes que a mi me encanta tu presencia, para mi eres mi macho dominante, me encanta tu presencia si deseas algo dímelo y te lo otorgaré, tenía una copa de vino vacía en la mano y en la mesita del living una botella a medias, sabía que le encantaba el vino por comentario que escuchaba en el barrio, acércate me dice, tomándome de mi mano derecha me dice recuéstate aquí a mi lado en este sofá, y me instala entre ella y el respaldo de este, mi machito esta aquí a mi lado, te gustan mis piernas me dice recogiéndose su corta falda, me gusta como me miras cuando me inclino, aprovecha machito que estamos solos y el torpe de mi marido fue al estadio, no quise ir por que sabia que vendrías.
Se acomoda de lado subiéndome una pierna sobre mi estomago, estoy un poco temeroso y no se que hacer, casi inconciente mi mano se ubica sobre la pierna sobando su muslo, sigue dice, es agradable sentir tus dedos sobre mi cuerpo, me mira y besa mi mentón, el olor etílico llega a mis narices, al tratar de acomodarme mi mano roza uno de sus senos ella suspira y ese seno en su pezón se pone tieso. Lo palpo y ella se estremece, Dios, sabes que me intereso en ti, tienes un aire que me embriaga, mas de lo que esta ahora pienso, continua diciéndome tómame soy tuya, no se que hacer, así que ella me guía, por aquí dice metiéndome mi mano entre sus senos, saco uno de esto y lo acaricio llevándolo a mi boca besándolo, comienzo a realizar maniobras que escuchaba de los niños mayores cuando conversaban entre ellos de que cosa le hacían a las chicas, y meto una mano en su entrepiernas…, si, gime…, sigue, si, deseo tu mano ahí. No sabiendo que mas hacer de repente ella se levanta dejando caer su bata y ropas interiores quedando desnuda frente a mí, mis ojos se me salían de las órbitas primera mujer desnuda que veía de cuerpo presente, luego me desnuda dejándome desnudo de toda ropa, mira mi pene que con tanto alboroto se había confortado y robustecido tomándolo entre sus manos y se lo lleva a sus labios chapándolo y lamiéndolo alegre, mi miembro nunca había sido tratado tan golosamente y creció robusteciéndose hasta hacerme doler al desarrollarse hinchado, tieso y vigoroso deseaba hembra aunque nunca había tenido una, pero esperaba perder su inocencia y convertirse en un pene de un hombre semental y procreador.
En tanto Lucrecia la señora de la casa, casada con hijo, respetada como dama chupaba desesperada mi pene hasta que este se desarrollo descomunalmente y ella me abraza subiéndome sobre ella ubicándome entre sus piernas mi miembro, ella lo ubica en su vulva mojada con sus emisiones permitiendo que este resbalara suavemente por su vagina hasta clavarse en las profundidades de su matriz, su útero se alegro de recibirlo y comenzó una serie de movimientos voluptuosos de su cadera mientras gemía, lloraba, abriendo su boca para respirar desesperada al sentir ese joven, pero potente pene, no se como mi cuerpo empezó movimientos de entraba y salía de su matriz, hasta que tantas entradas y salidas de su útero tienen un premio y este pene es bañado por los líquidos seminales que la mujer aporta en su desesperación perdiendo la razón de su existir en este ansiado apareamiento, estos líquidos permiten un mejor desempeño de mi pene en las entrañas de esta hembra desbocada cuando siento que mi duro pene comienza a vibrar y contraerse eyaculando su semen que yo pensé que me orinaba dentro de la señora Lucrecia, pero no era mi semen descargado en la matriz de la hembra perdiendo mi virginidad en mano de esta madre Lucrecia, mamá de Juanito esposa de don Aníbal, hoy mi protectora y la hembra que me había transformado en un macho quitándome la niñez y en sus brazos llevado a la madurez sexual transformándome en un macho semental al inundar su matriz con mi semen. No pare ahí mi mente pedía más, continúe con mas movimientos de entrada y salida de mi pene, lo sacaba hasta casi la mitad y volvía con ansias a enterrarlo en su vientre, ella acompañaba a mis movimientos con grandes oscilaciones de su cadera que la llevaban a gemir y arañarme mi espalda donde enterraba ella sus dedos, estábamos locos tratando de penetrarnos uno en el otro lo que era imposible, de pronto nuevamente las cabeceos de mi pene y las paredes de la vagina que cobijaba mi pene se contraían y lo soltaban, fue lo mas maravilloso mi pene inyectando nuevamente su semen en ella y esta gritando, abrazándome mientras locamente se revolvía alterada por sus orgasmos y de satisfacciones de sentir mi tibia leche en sus entrañas.
Caí a su lado desmoronado con el placer de haberme convertido en un hombre en los brazos de Lucrecia, esta me acariciaba y me repetía mi semental fui tuya mi semental, soy tu esclava, eres mi amo y señor.
Me abrazaba y me acariciaba esto mi vida me dice nadie debe saberlo, nadie debe saber que te pertenezco, que fui tu mujer, que eres mi amante, que te pertenezco y soy tuya, que tu regaste mi jardín interno que cuido en mi matriz.
Ahora debes irte ya son mas de las siete y media y pronto llegara el gruñón de mi marido. Recuerda que eres mío, que soy la única con derecho a recibir tu semen en mi vientre. Ahora ándate, te espero mañana. Recuerda soy la única mujer con permiso para recibir tu semen.
Volví a casa agotado me recuesto sobre mi cama y me dormí, mamá sorprendida me dice si estoy enfermo, no le digo solo tengo sueño, me serví un emparedado y me fui a dormir. Al día siguiente domingo, me levante temprano con la escusa de salir a trotar, al salir mis pasos se dirigen a casa de mi ahora amante Lucrecia, tengo que esperar como media hora en el patio antes de sentir movimientos en la cocina, ahí estaba Lucrecia con una delgada camisa de tul que apenas cubría su desnudo trasero apreciando entre sus piernas esa depilada vulva codiciada por mis apetitos carnales, entre y ella sorprendida me dice cuidado mi marido acaba de entra al baño a ducharse nos puede sentir…, no escucho, la afianzo fuertemente entre mis brazos bajándome mis calzas de deporte la inmovilizo contra mi pene el cual desesperado se introduce en esa vulva abriéndola, ella gime al contacto, y suspira cuando esta perfora sus entrañas, no me rechaza se acomoda sobre la mesa echándose sobre ella, permitiéndome disfrutarla locamente, como rozaba contra el suelo esa pobre mesa, esta solo gemía vanidosa de la violación que estaban produciendo en contra de su deliciosas entrañas, diez minutos después mi semen inundaba sus entrañas resbalando por sus piernas las emisiones de nuestros jugos que excedían de su vulva, respira agitadamente y me besa diciéndome ahora ándate y vuelve como a las diez ahí salen estos hombres de casa a la iglesia, te estaré esperando. Mientras salgo escucho al pobre atropellado de don Aníbal saliendo del baño.
Vuelvo a casa maravillado de mi encuentro voluptuoso, tomo mi desayuno y espero las diez de la mañana. Soy un hombre que tiene su propia mujer en donde descargar sus emisiones amatorias. A mis casi quince años tenía como mi amante a una mujer de desesperada carnalmente de 45 años, esposa de otro hombre, madre de un amigo y apasionada por mi semen lo que me excitaba.
Hoy cumplí mis 15 años y pediré mi regalo a Lucrecia.