Con mi espososa siempre vivimos felices, pero un día llegó la colo, una vexina que cambiaría nuestras vidas... ó no?
Relato
Con mi esposa Graciela compartimos un feliz matrimonio hace mas de diez años, ella está muy buena y yo modestia aparte, me mantengo en forma. Ella trabaja en un banco, todas las mañanas se ausentaba de casa mientras que yo soy el responsable del mantenimiento eléctrico en una empresa en las afueras de la ciudad, trabajo en turnos rotativos, por lo cual cuando estoy de mañana nuestros horarios coinciden, pero cuando me toca tarde ó noche quedamos muy desfasados y casi no nos vemos.
Alquilamos una casita interna, en realidad es un complejo de dos casitas simples y de construcción gemelas, cocina, comedor, un dormitorio, baño, las dos iguales, y comparten un patio trasero común solo dividido al medio por un pequeño tejido.
El resto de las paredes, eran tapiales de otras edificaciones, por lo tanto, salvo ese patio casi compartido, el resto daba una inusual privacidad.
Hace justo un año, los inquilinos vecinos que teníamos se fueron por lo que quedó vacía y nuevamente se ofreció en alquiler. Así se fue el último mes de Otoño y casi todo el Invierno, a fines de éste y entrando la Primavera llegó la nueva inquilina, yo siempre fui un buen marido y me porté muy bien con Graciela, pero la prueba que llegaría no sería tarea fácil para mi…
Una tarde escuchamos los ruidos de mudanza, y su vocecita cautivante. Al otro día sonó el timbre, venía a presentarse, mi esposa la hizo pasar y mientras charlábamos para conocernos y compartíamos unas galletitas fui quedando impactado por su belleza angelical, no medía mas de 1,60 mts., una carita redonda de naricita respingada, unos delicados y sexys anteojitos de aumento escondían unos ojazos celestes, su pelo cortito y engominado acomodado prolijamente y teñido de rojo, esto le valió que al poco tiempo fuera conocida en el barrio como ‘la colo’. Ese día estaba con un amplio vestido, sin embargo no podía disimular unos pechos prominentes y una silueta privilegiada. Hablando nos enteramos que era solterita y sin compromiso, unos años menos que nosotros y era instructora en un gimnasio. Tenía una voz suave, y una sonrisa compradora, Graciela siempre fue una mujer muy celosa y posesiva aunque yo no le diera motivos, por lo que pensé: ‘quilombo en puerta…’
Me equivoqué, los días pasaban con una inesperada calma, de echo comprobé que se llevaban bien y se hicieron muy compinches, yo trataba de evitar problemas. Con el correr de los días fue llegando la Primavera y los primeros momentos de calor… ahí se me complicaron las cosas, descubrí su hermosa silueta, era veneno en frasco chico, con lo petisa que era impresionaban las grandes tetas que tenía, una cinturita de avispa y un gran culo unas piernas bien macetudas, sugerentes. Tenía un serio complejo con su estatura, de hecho siempre estaba con zapatos de altos tacos, delicados, de unos 15 centímetros como mínimo, solamente se dejaba ver en zapatillas cuando iba a sus clases ó cuando salía a hacer algún deporte. A propósito, recuerdo que yo le había tomado los horarios, cada vez que salía yo también lo hacía disimuladamente, siempre y cuando Graciela no sospechara, era un placer observarla, siempre vestida con conjuntos súper adherentes de licra, verla caminar era un deleite, sus pechos saltaban al compás de sus pasos, su culo regordete acaparaba todas las miradas, siempre se escondía una pequeñísima bombachita debajo. Mención especial para los días que salía a dar vueltas en su bicicleta media carrera, imaginen su orto sobresaliente comiéndose el pequeño asiento, adoraba cuando usaba un ciclista rojo, azul y blanco, por Dios, hubiera pagado para verla…
Cuando llegó al fin el verano el combo mortal con mi señora fue mucho para mi, es que Graciela no era fea ni mucho menos, estaba tan ó mas buena que la petisa, rubia de ojazos verdes y una silueta mucho mas estilizada, de hecho a favor contaba fácilmente con 20 centímetros mas de altura y tal vez en su contra tener unos pechos mucho mas pequeño, por el resto, flor de hembra! Su culo era un toque mas pequeño que el de la vecina, pero sin dudas mas armónico y mejor formado. En el patio del fondo habíamos armad una piletita de lona, yo me enloquecía viéndola mojarse y tomar sol con una pequeñísima colaless gatopardo que dejaba sus nalgas al descubierto. El tema es que también mi vecina tomaba sol casi en bolas… también usaba una minúscula tanga, roja como su cabello, tenía problemas para mantener los pechos dentro del corpiño, permanentemente amenazaban escaparse.
La colo y mi señora se habían hecho muy amigas, imaginen mi posición, mas de una vez llegaba cansado del trabajo y me las encontraba a ambas en la pileta, todas mojadas, de pura jarana y risas, ó verlas a las dos culo para arriba entregadas el Dios Febo, dorándose… era mucho para mi, parecían hermanas mas que vecinas y la colo no se inmutaba por mi presencia, sacaba culo ó se acomodaba las gomas como si nada, no parecía importarle que la estuviera observando…
El Otoño se acercaba, esa semana me tocó turno noche, salí a las ocho horas, tomé el colectivo a casa con la idea de llegar tipo nueve de la mañana. Como Graciela salía para su trabajo temprano antes que llegara, acostumbraba a dejarme una nota con las novedades e indicaciones, algo de rutina, pero ese día fue diferente, la nota empezaba como de costumbre, Alberto, bla, bla bla ,bla y la última frase me mató: ‘ah! me olvidaba, me dijo la colo que tuvo un problemita con el velador, si podés y no estás cansado andá y dale una mano’….
No leí mas, dejé caer la nota y un escalofrío corrió por mi piel, me excité pero me contuve, es solo mi imaginación… cansado? que es eso… por las duda me afeité y me perfumé un poco, pero creo que corría antes de caminar… era solo un velador….
Tomé mis herramientas y caminé presuroso de la vecina, golpee la puerta y esperé, al ratito se entreabrió la puerta y asomó su cabecita colorada
- Hola Alberto, sos vos…
- Si Colo, como estás, Graciela me dejó una nota por un velador, no se…
- Si, si, … si no es molestia podrías revisarlo? Yo no entiendo nada…
- Por favor, es un placer
Abrió un poco mas la puerta permitiéndome el ingreso, avancé y sentí la puerta cerrarse detrás de mi, cundo giré para hablarle casi me da un ataque al corazón… infartante sorpresa! Un body de red blanco ajustadísimo, terriblemente cavado en las caderas, unas medias bucaneras también de red haciendo juego y unas botas hasta las rodillas, eso si, con taco chinos de unos veinte centímetros, quedé sin habla… mis ojos se fueron a sus pechos, nunca los había observado desnudos, eran terribles, intimidantes, sus pezones rígidos escapaban entre el calado del body, - y? apuró, lo vas a arreglar ó no? Y dándome la espalda caminó lentamente hacia el dormitorio, meneando las caderas, ahora mi vista se dirigió directo a su culo bronceado, era grande, muy grande, el body atrás terminaba en un hilo dental que abrochaba en la espalda. Me quedé tieso pensando… me sentía mal por mi esposa, no podía engañarla, la amaba demasiado, el cargo de conciencia sería terrible, pero tampoco podía dejar pasar esta oportunidad, casi un año esperando este momento…
Me decidí, a todo ó nada y avancé al dormitorio, la vecina me esperaba en la puerta y me hizo pasar primero, si antes me había sorprendido ahora si que estaba en problemas, esto si que jamás lo hubiera imaginado, Graciela estaba en la cama esperando…. no supe que decir… qué podía decir?. Ella entre carcajadas dijo:
- Ah! pillo!!! A donde ibas?...
Ya comenté que mi señora también era hermosa, y estaba particularmente preciosa… tenía un camisolín negro de seda transparente donde resaltaban sus blancas tetitas y dejaba ver un culotte less, portaligas y medias al tono, ella estaba descalza…
- Correte que empieza el show dijo la petisa mientras me sacaba de mi letargo y me enviaba a un costado. Graciela a todo esto puso un tema muy lento, muy meloso, muy strip….
Me fui a una silla del costado y me preparé para el show de mi vida… se pusieron frente a frente, se abrazaron y comenzaron a comerse las bocas, la vecina, a pesar de sus tacos altos no alcanzaba a equiparar la altura de mi señora, miraba boquiabierto, se balanceaban al compás de la música, siguieron hasta que terminó el tema, calentándose a fuego lento…
La colo tomó el camisolín de mi señora y se lo sacó lentamente desnudando sus pechos, ahí comenzaron un ritual de acariciarse pezones contra pezones, las tetas gigantes de la petisa contrastaban con la pequeñez de los de Graciela, luego de un rato la colo tomó los cachetes de mi señora con rudeza, siguió hasta el pequeño culote y tiró con fuerza hacia arriba, metiéndoselo bien adentro de su raja y provocando un sobresalto en ella. Mi señora reaccionó y no quiso ser menos, la separó y la empujó sobre la cama, se sacó el pequeño culotte quedándose solo en medias y portaligas y se abalanzó sobre la otra, la giró y le desabrochó el body, con lo cual su culo y su concha quedaron totalmente desnudos…
Se besaron un rato mas, yo miraba con una calentura terrible, incrédulo, nunca había visto a dos mujeres haciendo el amor, y menos a mi esposa, hasta que mi vecina me dijo: - dale, te vas a quedar ahí todo el día?, salté como un resorte y me tiré al medio, acaricié sus vaginas, ambas estaban suaves, totalmente depiladas, entonces las abracé por la cintura una a cada lado y dejé la cabeza ala altura de sus pechos, una a mi izquierda y la otra a mi derecha, mientras ella volvían a besarse yo me deleité lamiendo esas gomas especialmente los de mi vecina que aun se mantenían prisioneros por la red del body, que tetas! No me alcanzaba mi ser para devorarlas!!!. Mis manos aprovechaban a acariciarle los culos a ambas, no me privaba de nada!!!
Graciela tomó el mando sentándose sobre mi verga rígida, se la metió toda en la concha, la sentí deslizarse hasta el fondo, que rica! y me cabalgó, tomé sus piernas torneadas, sus cachetes, su hermoso culito, la colo viendo que quedaba afuera se sentó sobre mi cara poniendo su concha pelada en mi boca, la chupé, suave, delicada, me encantaba, su orto a centímetros de mis ojos parecía gigante, sabía que mucho mas no resistiría. De repente mi esposa salió de su posición y mi vecina se inclinó hacia delante quedando en posición de 69, tomé entonces sus cachetes y se los abrí bien, al hacerlo veía dilatarse su ano antes mis ojos, seguí lamiendo y lamiendo su clítoris al tiempo que ellas ahora me chupaban la pija al mismo tiempo. Mi vecina fue la primera en acabar, sentí su orgasmo, sus contracciones, sus gemidos, todos en mi boca, esa petisa me enloquecía.
Ahora si, dije, a disfrutar, me relajé con el orto ese en mi cara, no podía ver que hacían pero era hermoso, me pajeaban entre ambas, sus lenguas recorrían mi miembro, se besaban y ponían mi cabeza al medio, por arriba, por abajo, nunca había sentido algo tan bello, nunca dos mujeres se disputaban mi verga al mismo tiempo, sentía mi orgasmo llegar en cualquier momento, no podía contenerlo, en eso Graciela dejó mi pija, se acercó donde estaba y comenzó a lamerle el ano a la colo, fue muy excitante, yo le habría los cantos y ella le lengüeteaba el esfínter…. La colo acentuó la chupada y mi pija empezó a escupir leche, me parecía un montón, yo sentía que acababa y acababa, la leche caliente chorreaba por mi miembro y mi vientre… cuando terminé la vecina se dio vuelta con la cara manchada de esperma, sus labios se saboreaban, la miró a ella y se fundieron en un nuevo beso, ahora lleno de leche.
Quedé fuera de juego, ellas no, la colo abrió un cajón del placard, sacó un vibrador, le puso un preservativo y lo lubricó, a todo esta mi señora la esperaba con las piernas abiertas, con su concha deseosa, la otra no se hizo esperar, se acomodó abajo, uso el vibrador en velocidad mínima y jugó sobre el clítoris de mi amada. Luego bajó y se lo introdujo todo hasta el fondo, fue aumentando la velocidad lentamente, al tiempo que le comía el clítoris, lamiendo y lamiendo, Graciela se retorcía de placer, llevó la velocidad al máximo hasta lograr arrancarle un orgasmo de su botoncito de amor, gritaba como una condenada! A todo esto yo estaba nuevamente con mi pija dura, durísima, ellas terminaron con el juego, Graciela le dijo algo al oído y luego se dirigió a mi: - vení mi amor, yo se lo que te gusta, vení y tomalo….
Ella sabe que soy adicto al sexo anal, las dos se pusieron entonces una al a par de la otra, en cuatro patas, dándome el culo para donde estaba, mi corazón parecía salirse de mi pecho, esos dos culos preciosos solo para mi!!!. Me acerqué y contemplé excitadísimo sus culos rebosantes, dorados por el son, con esas marcas blancas de las diminutas mayitas que usaban, sus argollas lampiñas…mi pija explotaba, me iba a culear alas dos!!! Primero fui a mi vecina, la tomé de sus anchas caderas y le lamí todo su anillo marrón, pesé mi lengua por el hasta cansarme, deslicé mi lengua en su agujero una y otra vez, se fue abriendo casi sin resistencia, luego hice lo mismo con el de mi amada, me divertí con el de ella. Ahora si! apoye mi pija en el esfínter de la colo, la tome de la cintura y la traje hacia mi, entró limpita hasta el fondo!, su anillo apretaba mi pija, empecé a bombearla al mismo tiempo que introducía dos dedos en el culo de Graciela preparando el terreno, pero estaba muy excitado y ella se dio cuenta.
La colo, luego de rebotar varias veces las nalgas contra mi cuerpo gimiendo como loca, dejó caer su pecho contra el colchón, abrió bien el culo con sus manos y dijo – dale, llename de leche! Pasé una pierna a cada lado y arremetí desde arriba nuevamente, Graciela se puso por detrás y tomó mi verga bien desde la base masturbándome lentamente, ahora, le sacaba la pija y miraba su culo dilatado, una y otra vez, no pude aguantar, saqué el miembro rígido y mi amada me hizo acabar, saltó un chorro directo al cráter que había abierto, y otro y otro, y otro mas, hasta llenarlo, seguí acabando, la leche corrió hacia abajo por los labios de su argolla, luego metí nuevamente mi pija ahí adentro, para terminar… la cochina de Graciela a todo esto le estaba chupando la concha llena de leche, disfrutaba cada momento….
Creo que aun no se la había sacado cuando alguien me toma del hombro, no quise saber nada, pero insistió mas fuerte:
- Señor… señor…
- Señor, por favor, acá termina el recorrido!!!
No entendía nada… miré confundido y reaccioné luego de unos segundos…
- Señor, se quedó dormido…
Estaba en el colectivo, al final de línea… con una gran hinchazón entre mis piernas, me bajé maldiciendo mi puta suerte… fue tan real… Suspiré desahuciado, caminé hasta casa, abrí la puerta y tomé la nota sobre la mesa:
Mi amor: bla, bla bla ,bla Un beso, te amo yo, PD: si no te jode pasá de la vecina, se le quemó la plancha, dale un mano….
Comencé a notar placer, pues su polla restregándose contra mi clítoris me hizo sentir algún que otro espasmo. Mire otra vez a mi marido. El se la estaba meneando mientras veía como me follaba Ramón. Aquello parecía gustarle. Seguro. Ramón tiene un buen cipote y sabía usarlo como debe ser. Yo levantaba mi culo para que penetrara más a fondo......mientras miraba a mi marido.
Relato erótico enviado por coronelwinston el 16 de March de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 131228 veces
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doctoramor
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