Alicia recibe la visita a consulta de un joven que dice tener una molestia en un testículo y acaba totalmente desfogada.
Relato
Os voy a contar la historia más interesante que me ha contado mi amiga Alicia, médico de cabecera. Llegó a consulta un chico, de unos veintitantos, a quien reconocía como vecino de su mismo bloque de pisos aunque no hubiera cruzado nunca palabra con él. Un chico ni feo ni guapo pero con un cuerpo bastante musculado. Entró con mucha educación y con cierta vergüenza a la hora de explicar lo que le pasaba: notaba una molestia en un testículo. Alicia no se lo pensó dos veces. Tenía que echar un vistazo. Le dijo al chico que se bajara los pantalones. Él obedeció, se puso de pie y se bajó los pantalones, dejando ver un buen bulto en sus boxers. Alicia se puso de rodillas. Pensó en pedirle ahora que se bajara los boxers. Pero notó cierta flojera, primero en las piernas y también en sus manos, con un aire más delicado que de costumbre. Tanto que sus dedos se posaron solos sobre sus muslos. La voz, más aflautada que antes, dijo Pues vamos a echar un vistazo, mientras bajaba lentamente los boxers. Al descubierto quedó un miembro bien hermoso, más grueso de los que Alicia había disfrutado. Tuvo que decirse a sí misma que donde tenía que mirar era a los testículos. El problema es que, al acercarse a ellos, la polla quedaba muy cerca de su cara, a unos centímetros de sus labios y sus mejillas enrojecidas. Con su mano derecha empezó a palparlos con suavidad. El chico se estaba excitando, porque Alicia notaba que la polla estaba creciendo. Para observar mejor sus testículos, decidió levantar el miembro con la mano izquierda. Se dio cuenta de que estaba nerviosa, porque sus finos dedos se deslizaban sobre esa piel tersa y caliente. Estaba provocando el sudor del chico, quien con esos dedos que parecían jugar con su polla, no podía evitar que se levantara sin remedio. Así que le miró y le dijo, con una voz que dejaba claro que estaba disfrutando del espectáculo, que por favor se sujetara El pene con la mano, para poder disfr... digo, observar mejor sus testículos. Quizás con la idea de tranquilizar al chaval acabó la frase con un guiño y una sonrisa, y así se dió cuenta de que estaba perdiendo el control. El chico acercó su enorme mano, que era más grande que la cabeza de Alicia, y sujetó su polla. Alicia apenas pudo concentrarse con esa polla a un palmo de su cara. Una mano en el muslo, la otra acariciando un testículo. Y el chico empezó a dejar bajar y subir su mano lentamente recorriendo la polla, que ya parecía explotar. Alicia no podía dejar de mirar la hermosa polla tan cerca de sus ojos. Y el chico tampoco pudo más y en un arrebato cogió la cabeza de Alicia con la mano libre y le metió la polla en la boca. Si había alguna parte de la mente de Alicia que podía haber dicho que eso no estaba bien desde luego se mantuvo callada porque Alicia reaccionó envolviendo como podía esa polla con su lengua para dar más gusto al chico. Él se retorcía de gusto y ella se puso a morrearle la polla, haciendo ventosa con sus labios, dejando así salir toda su excitación, mientras con una mano acariciaba los testículos y con otra masturbaba al grandullón. El chico se quitó la camiseta, dejando claro que le gustaba que le mirasen las chicas mientras se las follaba y Alicia se puso de pie. Se morrearon y el chico hizo que se diera la vuelta y le ofreciera su trasero. Su brazo era fuerte pero Alicia no oponía resistencia para quedar a su merced, sobre la mesa, con el culo a su disposición. Le bajó los pantalones y empezó a frotar su miembro contra sus labios vaginales, mientras Alicia desabrochaba su sujetador (ella también conoce sus virtudes). La polla jugaba en la húmedad de Alicia mientras cogía las tetas con sus dos manos. Entró de golpe. El delgado cuerpo de Alicia se erizó como un gato y él empezó a embestir. Así estaría medio minuto, dejando a Alicia en un estado de placer lujurioso y cierto mareo, con chiribitas rodeando sus mejillas. De repente paró para empezar a lamer el agujero de su culo. Alicia resopló dejando escapar un "ufff" y bajó la cabeza contra la mesa. No iba a tener escapatoria. Por un momento pensó en la suerte que tenía mientras sus compañeras estaban trabajando. Pero esos lametones le hicieron perder la consciencia, hasta que empezó a notar esa carne caliente y suave entrando por su culo, despacio. Moría de placer. Sus mejillas ardían mientras la polla le partía en dos. Salía despacito, recorriendo todos los resortes de su placer mientras volvía a penetrar su agujero más pequeño, ahora entregado, cálido, chorreante que besaba a esa polla en toda su superficie. El gigante le agarró del delgado cuello mientras hincaba la polla cada vez más rápido. Ya estaba entrando toda y el agujero de Alicia era inconmensurable, toda ella era un regalo para ese chico. Una mano apareció para masajear el clítoris, cosa que llevó al séptimo cielo a Alicia. Cualquier cosa que hiciera ese desconocido joven le haría morir de placer. Y finalmente, se corrió dentro de ella.
Disimularon como pudieron, y desde entonces Alicia va muy feliz a su trabajo.