Se cuenta la historia que una ama que debe subsistir con la leche que le puedan proporcionar sus
vaquitas de dos patas.
Relato
Mis amos me habían ordenado que cogiese dos bañadores y dos toallas, las metiese en una bolsa con mi nombre y, que esperase a que pasara un taxi a recogerme, a las cinco de la tarde, en punto.
Conforme nos íbamos alejando de la ciudad, iban aumentando mis temores, no sabía dónde me llevaba, aunque resultaba simpático el chófer, él había cobrado anticipadamente el viaje. Se desvió de la nacional, de la comarcal y por un camino particular, bastante ancho, iba subiendo por un prado, en el que se veía alfalfa, verduras y alguna chopera que otra.
Bajé del vehículo y en la puerta, de una especie de granja abandonada, me recibió una señorita rubia, de veintitantos años, guapa y con curvas, no parecía para nada una modelo de pasarela, vestida con un bañador negro con manchas blancas, me pregunto el nombre, me pidió el carnet y dijo que me quedase en calzones, que metiera dentro de la bolsa marrón toda la ropa. Ella se quedó mi DNI.
- Por favor pasen a la nave central y esperen sentados a que llegue la Ama, por favor, no hablen, nos dijo la sirvienta rubia, que era la única hembra que vimos.
La nave central, era la zona de ordeño, yo conté seis depósitos, con sus succionadores correspondientes; en la parte izquierda del habitáculo, una mesa robusta de madera con argollas de hierro, al lado una mesa de plástico, con cajas cerradas, vasos de plástico, servilletas, rotuladores, una balanza y un peso. Esta nave estaba comunicada con el patio central, con una extensión de 300 m2, y en la zona lateral los establos, calculo que habría en plena producción, unas sesenta vacas. Adosado al corral hay una vivienda rústica, con 4 habitaciones, dos baños, cocina, salón…
-Levantaos que entra la Ama, una morena de 35 años, que luego nos enteramos, o se rumoreaba que su permanencia en la granja era un duro castigo de su amo y esposo por haberlo menospreciado, dijo la rubia.
-Cuando, termine de hablar Laura, la rubia con bañador, os mostrara, las instalaciones y la obedeceréis en todo, so pena de castigo. Si ella nombra un capataz, lo obedeceréis igual. Ella os leerá las normas de la granja. Dijo la Ama.
“A partir de ahora, sois vacas y vuestra misión es dar leche, en la mayor cantidad posible durante un mes, os ordeñareis u os ordeñaran en cualquier momento y lugar, no podréis hablar entre vosotros, sólo responderéis, si se os pregunta, a mí me llamaréis señora Laura yi a la AMA, mi Ama, si nombramos algún encargado, tendrá el tratamiento de señor. Si alguien incumple las normas podrá ser castigado. Al tocar el cencerro iréis todos a vuestro sitio del reloj, so pena de castigo grave. Quien escupa o eche cualquier líquido a un vaso, se le aplicara el castigo ejemplar, os beberéis aquello que se os dé. Los castigados no podrán manchar el círculo, so pena grave.
Los castigos son:
-Leve: atado de brazos y en posición de cuclillas, con los huevos atados con un cordón y sujetos a la mesa de media a dos horas.
- Mediano: en el centro de la nave podréis permanecer amarrados hasta 24 horas. (Hay un círculo amplio, cómo un reloj con argollas en el suelo, para sujetar a los 24 siervos , si hace falta)
- Grave: Seréis azotados en la Cruz de san Andrés que veis al fondo. Hay cuatro tipos de látigos a usar.
-Muy grave, acumulación de 3 graves .Castigo ejemplar: a discreción del ama.”
Nuestra ama siempre estaba acompañada de dos jóvenes, sus carceleros y verdugos. Ésta desapareció enseguida.
-Bueno señores, hagan un circulo una vez hayan cogido un vaso de plástico y se sitúan alrededor del reloj de argollas que les he indicado. Esclavos, ahora se deshacen de sus calzones y se masturban, cuando hayan terminado, se ponen en fila. Los cuatro últimos tendrán sorpresa. Dijo Laura
Me quité mis eslips, por cierto soy la vaca número 7, y me masturbé con ganas, no quería el premio de los 4 últimos. En la fila me puse el doceavo.
La rubia dijo- los cuatro últimos, que vayan recogiendo en sus vasos la leche la de sus compañeros y que la traigan. Calculo, unos dos dedos de leche en cada vaso, que ella dejó encima de la mesa complementaria. Laura toco una campanilla y apareció la Ama se puso detrás de la mesa y mirando a los esclavos se bebió los 4 vasos de leche recién ordeñada. Retirándose con cara de pocos amigos
Serían las 5 de la tarde del uno de septiembre.
-Salid todos al patio menos los 4 últimos, que los tendremos un rato en la tabla, así llamaban a la mesa de castigos. Una hora en cuclillas les sentará muy bien a los escuálidos estos. Ordenó Laura
A todos nos extrañó lo del Ama, y pensábamos conjeturas, sin hablar, a las seis salieron al patio los castigados.
A las 10 de la noche, estábamos desnudos en el patio, sonó el cencerro y entramos corriendo al reloj.
- Tenéis que coger un vaso y masturbaos, depositad la mayor cantidad de leche posible, los 4 primeros serán encargados y los 4 con menor cantidad serán castigados. Dijo Laura
De los cuatro campeones, uno eyaculó 25 g y 24, 18, y1 5 g los otros tres ganadores, a los cuales les hicieron encargados. Ya nos podían ordenar cosas y llevaban una pajarita como distintivo. Yo en 5 horas de descanso, eyaculé 13 g, calculo que, se sería un cuarto de litro lo que nuestra señora se bebió para cenar.
-Bebeos los 20 mejores un vaso de leche, nos ordenó la rubia. Tenían todos una pajita, por si en algún momento teníamos los brazos atados. Estaba sabrosa, no igual que la del último, que la tomó con sal, y no podía negarse a tragársela toda.
Los 4 señores durmieron en una litera de la casa y los demás, en los que yo me incluyo, en la paja de los establos, como vacas. Los 4 castigados permanecerían amarrados al suelo del reloj toda la noche. (No los dejaron dormir)
Serían las siete de la mañana cuando sonó el cencerro y nos fuimos corriendo al círculo, donde permanecían los 4 castigados. Laura los liberó y nos mandó a todos salir al patio, allí con una manguera de agua nos duchó, permaneciendo en posición de firmes, algunos aprovechamos para beber y los castigados para mear.
Los días pasaron y nos dimos cuenta que seríamos el alimento de nuestra ama, durante un mes , que sin nuestra leche moriría de desnutrición , por eso cada vez, cada día estaba de peor genio y nos castigaba y humillaba más y más. Supimos que el límite de azotes era de 100 durante los primeros 10 días, de 200, del 11 al 20 e ilimitado los últimos 30 días.
Recuerdo que el día siete nos hizo formar una fila en círculo y alineados, formando un tren circular , así , de esa guisa teníamos que masturbar al de delante y dejarnos masturbar por el de atrás, durante media hora, el que menos leche sacase del otro sería azotado 100 veces y devuelto a su amo o ama. Ya que podríamos ser devueltos si la Ama quería, en cualquier momento. Fue la tercera vez que masturbé a un hombre.
Cada día, la veíamos más delgada y exigía más y más y todo eso le pasó por hacerle ascos a una mamada a su amo. Terrible condena a una esclava-ama…Puede que os cuente el resto de la historia…