Seguramente muchas de las que como yo, entran a practicar la profesión más antigua del mundo, lo hacen mayormente por necesidad.
Relato
En mi caso, yo misma me decía al principio, que fue a consecuencia de la emergencia que mi marido, y yo atravesamos, cuando estando en Barcelona de vacaciones, ya por marcharnos de regreso a casa, mi esposo Ignacio, agarró una gran borrachera, tan grande fue, que ni cuenta se dio de que le habían robado su cartera, además para colmo, él terminó preso, por alteración a la paz, armar escándalo en la vía pública, y resistirse al arresto, entre otras cosas.
Esa noche, nos encontrábamos disfrutando de un Botellón, cuando nos sucedió eso. Sin un solo centavo, yo misma estuve a punto de quedarme detenida. Ya que el oficial que detuvo a mi marido, según él yo era una puta, que estaba haciendo la calle, cuando arrestaron a Ignacio. Si me preguntan a mí, es cierto que andaba vestida de manera algo informal. Pero para el guardia, por mi manera de vestir, definitivamente era una puta más.
No es por nada, pero andaba con unos pantalones vaqueros, que además de ser extremadamente cortos, me quedaban bastante ajustados, tanto que me quedaban un poco más de media nalga por fuera. Y por si eso fuera poco, antes de salir del apartamento, me puse una chaquetilla de peluche amarilla, bien chillona, junto con una blusa negra, semitransparente, y sin más nada abajo. Por lo que sin mucho esfuerzo cualquiera podía verme las tetas con claridad.
Eso sin contar los zapatos negros, taco de aguja, que decidí usar para salir con Ignacio, acompañados por una medias negra de maya. Además de eso, venga el llamativo maquillaje que decidí usar esa noche, en fin cuando tras aclarar todo, regresaba a pie al apartamento, fue cuando me puse a pensar que realmente si parecía una verdadera puta, por mi manera de vestir. Para colmo de males, como le habían robado su cartera a Ignacio, necesitaba urgentemente algo de dinero.
Me dirigía al apartamento, cuando el conductor de un viejo Renault se detuvo a mi lado, y de manera bien descarada me preguntó cuánto cobraba. Lo cierto es que ni caso le hice, al vejete del Renault, pero de momento como que me di cuenta, de que de alguna forma o manera, podía hacer realidad una fantasía con la que siempre había soñado. Tenía la excusa perfecta, por lo menos para mí.
Ya que desde mucho antes de casarme, había soñado despierta, o fantaseado con hacerla de puta callejera. Así que a medida que caminaba rumbo al edificio, fui pasando por una que otra esquina, en la que varias tías se ofrecían a los clientes. A medida que caminaba, seguí pensando, la verdad es que en Barcelona, en realidad nadie me conocía, además Ignacio como yo, somos de mente abierta, es decir. Él ha sabido, cuando me he acostado con otro hombre o mujer, por boca mía. Al igual que yo, también por boca de él, me he enterado, cuando él ha llegado hacer lo mismo, tanto con otras mujeres, como con otros hombres.
Pero hacerla de puta callejera, eso la verdad es que aunque me había llamado mucho la atención, lo cierto es que nunca me había atrevido, una porque jamás se me había presentado la ocasión, y por otra parte, el temor a que alguna amistad, conocido, o familiar me fuera a reconocer, bastaba para que eso no pasara de ser una loca fantasía mía, o por lo menos eso pensaba yo, hasta esos momentos.
Cerca del pequeño edificio donde nos alojábamos, aparte de que había un sinfín de bares, y pubs, me di cuenta de que había mucho movimiento de gente, sobre todo de hombres en busca de compañía. Por lo que para entrar en calor, y darme valor decidí entrar al bar cercano, al apartamento que Ignacio y yo habíamos rentado por varios días. No bien ya había llegado a la barra, cuando un tipo como de unos cuarenta y tantos años, y con pinta de profesor universitario, se me acercó, con la vieja excusa de yo creo que te conozco, por lo que comenzamos a charlar.
No sé realmente cuáles eran sus verdaderas intenciones, pero una vez que me invitó un trago, de golpe, le dije son tantos euros. Él sonrió, y sin pérdida de tiempo me dijo, de acuerdo, pero eso sí quiero que hagamos de todo. Yo tras darme el trago, al tiempo que sonreía le respondí, como debe ser, así que sígueme. De lo más tranquilos, entramos al edificio, pasamos frente a la recepción, y continuamos con rumbo a mi habitación, sin que nadie se fijase en nosotros.
Ya en la habitación, me sentí tan y tan cómoda, desvistiéndome frente a ese desconocido, que cualquiera que me hubiera visto, pensaría que realmente era toda una puta. Así que no bien me quedé casi del todo desnuda, ya que por aquello de ser más excitante, me dejé el liguero y las medias puestas. Mi acompañante de inmediato tras quitarse los pantalones, su chaqueta, y la camisa, se me fue encima. Yo que como ya les dije, he tenido mis encuentros fuera de mi matrimonio, lo primero que hice fue llevarlo al baño, y frente al lavado extraer su miembro del interior, para aparte de revisarlo, lavarlo bien con agua y jabón, por aquello de la higiene.
Tras salir del baño y a medida que nos dirigíamos a la cama, el tipo ese comenzó agarrarme de manera bien atrevida mis nalgas, las tetas, al igual que mi depilado coño. Ya recostada en la cama, separé mis piernas, y dejé que él suavemente me comenzara a penetrar. Pero a medida que lo fue haciendo, yo comencé a gemir, exagerando un poco, el verdadero placer que sentía en ese instante.
Ese mi primer cliente, no hubo cosa alguna que no hiciéramos entre los dos. Aparte de dejarme dar por el culo, también por un buen rato me dediqué a mamar su verga, la que ocasionalmente comparaba con la de mi marido. Pero lo que yo creo que más le encantó a él, y me refiero a mi primer cliente, fue que constantemente yo no dejaba de decirle lo sabrosa y gruesa que era su verga, lo mucho que me gustaba sentir cuando me la enterraba, al tiempo que como una salvaje, yo movía mis caderas. Bueno todo eso tuvo su ganancia, ya que aunque antes de acostarnos, él me pagó lo acordado, al retirarse, dejó sobre la mesa de noche, unos cuantos billetes más.
Así que después de darme una buena lavada de coño, culo, y boca volvía a bajar a la calle, ya mucho más confiada, y descarada. A tal grado que el resto de los otros clientes con que me acosté, los contacté en la calle, tal y como yo lo había soñado. Realmente no fueron nada del otro mundo, pero como disfruté la experiencia de hacerla de puta, caminar de manera seductora, moviendo mis caderas de lado a lado, escuchar cada una de las cosa que le dicen a una, algunas simples estupideces, pero otras que les aseguro que pondrían roja de vergüenza a la puta más guarra que exista. El negociar mi coño, o mi culo, con ellos, en fin la pasé en grande.
Quizás porque me dieron algo de lastima, ya en la madrugada, llegaron unos chicos, entre 18 y 20 años, eran tres, pero de lo único que disponían, era si acaso para uno. No sé si fueron sus caras, en las que se reflejaba el deseo que tenían por mí, o que simplemente yo deseaba hacerlo. Por lo que apenas entramos al apartamento, les ordené que se desvistiesen, sin hacerlo yo.
Ya estando los tres completamente desnudos, comencé a jugar con sus respectivos miembros, y dejando que ellos a su vez me fueran quitando la ropa, hasta quedar lista para que los tres, a un mismo tiempo hicieran conmigo lo que yo deseaba, que hicieran. Al grado que a uno de ellos medio gordito, antes de que me enterrase su verga, lo puse a mamar mi coño.
Yo me levanté a eso de las doce del día, hedionda sudor, y sexo. Pero feliz de haber llevado a cabo una de mis más locas fantasías, la de ser puta de verdad, verdad. Después de bañarme, y secarme, mientras me vestía, encontré bajo nuestra cama, la cartera de Ignacio. Al muy cabezota, seguramente se le había caído al vestirse, antes de salir la noche anterior. Ya debidamente vestida, fui a donde Ignacio se encontraba detenido, llevando su cartera, y el dinero de hacer falta para pagar cualquier multa, que le hubieran impuesto.
Pero cuál no sería mi sorpresa, al ver que, justo cuando yo llegaba, uno de los guardias, prácticamente fuera de donde Ignacio había estado detenido, le decía. Ya sabe, usted nunca ha estado aquí, no tenemos registro de su arresto, y si le da por decir lo contrario, lo acusaremos de intento de fraude. Ignacio sin decir nada, dio media vuelta, y comenzó a caminar. Pero apenas me vio, me di cuenta de que contrario a lo que yo esperaba, se veía muy feliz, y contento.
Sin decirme nada, me agarró por el brazo, y me hizo caminar en dirección a nuestro apartamento. Ya en el camino me dijo. Que lo habían encerrado en una celda, con tres tíos, y a pesar de que él había pedido que lo cambiasen de celda, lo dejaron en ella. En fin los tres tipos esos le comieron el culo, aparte de que también lo pusieron a mamar. Claro que cuando los guardias se dieron cuenta, ya era tarde. Así que para evitar un escándalo, algún superior, ordenó que lo soltaran.
Yo me quedé sorprendida al escuchar lo que le había pasado, pero cuando comencé a contarle todo lo que tuve que hacer, para obtener el dinero para sacarlo de la cárcel, Ignacio apenas llegamos al apartamento, me ha dado como buen cabrón que es, una tremenda clase de clavada, que aun la estoy disfrutando…
me tocaba el culo y me morreaba, mientras yo miraba a mi novio, estaba rodeada por tres hombres manoseándome, pellizcándome, seis manos y tres bocas me buscaban ansiosos...mientras ponía cara de cachonda, aun mas de lo que estaba, mientras miraba a mi novio, abriendo mi boquita y jadeando
Relato erótico enviado por culona69 el 20 de September de 2012 a las 00:19:31 - Relato porno leído 156123 veces
Hola me llamo lupita y como lo dice el titulo soy una madura cachonda y muy puta, me encanta el sexo, me gusta que me traten como a una verdadera puta, me encnta que me la metan por el culo y me coman todo mi trasero.
Relato erótico enviado por madura cachonda el 11 de September de 2013 a las 01:05:30 - Relato porno leído 154100 veces
Desde hace más de seis meses, que Antón mi marido, se encuentra preso, y la verdad es que con tres cadenas perpetuas en sus costillas, la única manera de que yo lo vea es, o a través de las rejas, los días de visita, o que él se llegue a fugar, lo cual es un poco menos que imposible. Por lo que comencé a arreglarme para salir a buscar trabajo, en algún restaurante de comida rápida. Fue cuando mi primo, mi hermano, y Darío el hermano de Antón, pasaron a visitarme a casa…
Relato erótico enviado por Narrador el 05 de February de 2015 a las 00:20:40 - Relato porno leído 70436 veces
Si te ha gustado La hice de puta, en Barcelona… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar La hice de puta, en Barcelona… .
narrador
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:22) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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