intentó ir al frigo bar pero me abalancé sobre él, como poseída me colgué de su cuello rodeándolo con las piernas, sus manos me sostuvieron por mis muslos y por mis nalgas, estaba caliente, húmeda por su culpa, lo besé con ardor, sus bigotes me hacían cosquillas, mi lengua penetró su boca y se cruzó con la suya, los brazos de ese oso me sostenían con fuerza, me levantó aún más en el aire dejando mis pechos a la altura de sus labios, besó la tela rasada que los cubría, me embriagaba en placer, me mordisqueaba los pezones con sutileza, me hacía desear, sentía mi clítoris hincharse bajo mi bombacha
Relato
LA TRAICION
Nos situamos a fines del dos mil diez, Sofi, mi hija mayor terminaba sus estudios primarios y los padres nos habíamos dedicado a organizar su viaje de estudios, en estos lados se acostumbra llevar a todos los chicos a un viaje de despedida, como premio sus primeros años de enseñanza.
El viaje es típico, hay dos o tres empresas que se dedican de lleno a estas cosas, trayecto ida y vuelta en bus, excursiones, alojamiento, comidas, o sea, todo lo que hiciera falta para pasar un momento inolvidable.
Como estamos hablando de niños promedio de once años, la empresa nos daba un pasaje para adulto por cada diez escolares, esos padres debían hacer las veces de tutores y estar al cuidado por cualquier problema que pudiera ocurrir, alguna enfermedad, algún accidente, algún problema, como así también ser los que tuvieran ojo crítico para que la empresa cumpliera todo lo pactado.
Los tres viajes para mayores otorgados serían repartidos por votación de los niños, pero excepcionalmente nos ofrecieron a Matías, mi esposo, o a mi uno de los lugares, es que los otros padres sabían de los problemas crónicos de asma que sufre nuestra pequeña Sofía y cuán importante era que alguno de nosotros estuviese siempre cerca.
Mi marido y yo entonces discutimos quien de los dos haría el viaje y concluimos que fuera yo la elegida puesto que él tenía responsabilidades impostergables en el trabajo y mi suegra estaría al cuidado de mis otros dos niños más pequeños, recuerdo sus palabras:
- Andá mi amor, trabajas mucho en casa y necesitas descansar un poco, disfrutá vos también, nosotros nos arreglaremos sin vos, es una semana… además, quién puede cuidar a Sofi mejor que vos?
Así fue que preparé doble equipaje y vivimos con expectativa esos días previos. El Sábado Matías nos llevó en auto hasta la estación de ómnibus, la despedida fue muy nostálgica, tenía los ojos llenos de lágrimas, temía extrañarlos demasiado, a él y a los niños más pequeños.
Nos despedimos con las narices pegadas al vidrio de la ventanilla, le decía a Sofi que saludara al resto de la familia, sería solo una semana, pero es difícil separarse de los afectos.
El imponente micro se meció lentamente, estábamos en movimiento y en unos segundos vimos desaparecer al resto de la familia que saludaba efusivamente como así también a todos los padres de los demás pequeños.
Pronto descubriría la locura de los jóvenes, la alegría y entusiasmo les brotaba por los poros, gritaban, reían, no se quedaban quietos, tenían suficiente adrenalina para hacer explotar el mundo.
También caería en la cuenta que era la única mujer entre los mayores, había dos padres, el coordinador de la excursión y dos choferes que se turnaban al mando.
Voy a centrarme en los choferes, ‘el colo’ un pelirrojo pecoso de ojos claros, cabello cortito, pasado a máquina, delgado, de unos treinta años, más o menos como yo, y ‘bigote’ un tipo grandote, moreno de ojos oscuros, cerca de los cincuenta y unos enormes bigotes, de una llamativa caja torácica quien parecía llevar el mando.
Y yo no tenía segundas intenciones en este viaje porque estaba y estoy muy enamorada de mi marido, pero bigote era mi tipo de hombre, tenía ese perfil de mexicano machote, de manos grandes y fuertes y sobre todo, me gustaba cuando un hombre llevaba el control.
Por último, que una mujer mire a otro hombre no es pecado, es natural, pero que pasa cuando ese hombre empieza a seducir y a provocar?
Y eso fue lo que pasó, bigote no perdió tiempo y en la primera de cambio comenzó a charlarme, a decirme cosas dulces y ricas, haciendo una guerra de trincheras en la que poco a poco fue venciendo mis resistencias, el colo también trataba de hacerlo, pero le faltaba diálogo y además no era mi tipo.
Así en cada ocasión, cada momento, cada oportunidad él estaba discretamente a mi lado, me fue enredando en su tela araña y mis repetidos ‘no’ eran cada vez más débiles. Él me decía ‘que linda leona’ haciendo referencia a mi abultada cabellera dorada, me gusta usar el pelo batido y lo más largo posible, evidentemente él sabía dónde pegar.
Los días fueron pasando y en la última jornada, cuando nadie lo notó puso una nota en mi mano, la misma decía: ‘mi leona, esta noche es la última noche, el colo no estará en el cuarto, te espero con un frío champagne, estaré despierto, sea la hora que sea’
Vaya propuesta, nunca había sido infiel, no pensaba serlo, pero ese hombre me podía y cuando tendría otra oportunidad como esta?, no quería hacer algo de lo que me arrepintiera toda la vida, pero tampoco quería arrepentirme de no haberlo hecho.
Después de cenar, fui al cuarto, la respuesta era ‘no’, acomodé a las dos pequeñas que compartían la habitación conmigo en sus camas para luego ir a la mía dispuesta a dormir, comencé a dar vuelta y vueltas sin poder conciliar el sueño, la imagen del chofer estaba en mi mente, cambié de planes.
Sigilosamente me incorporé asegurándome que las niñas dormían, acomodé mi cabello y asomé la nariz al pasillo, silencio sepulcral, caminé descalza por la mullida alfombra, apenas con mi baby doll fucsia para llegar al dormitorio de bigote, tantee el picaportes y la puerta se abrió, él estaba esperándome como había escrito, mirando la televisión, al verme exclamó
- Sabía que vendrías mi Leona, conozco a las mujeres como tu apenas las veo…
Intentó ir al frigo bar pero me abalancé sobre él, como poseída me colgué de su cuello rodeándolo con las piernas, sus manos me sostuvieron por mis muslos y por mis nalgas, estaba caliente, húmeda por su culpa, lo besé con ardor, sus bigotes me hacían cosquillas, mi lengua penetró su boca y se cruzó con la suya, los brazos de ese oso me sostenían con fuerza, me levantó aún más en el aire dejando mis pechos a la altura de sus labios, besó la tela rasada que los cubría, me embriagaba en placer, me mordisqueaba los pezones con sutileza, me hacía desear, sentía mi clítoris hincharse bajo mi bombacha, acariciaba sus cabellos, su espalda, sus brazos, él era toda pasión, un volcán, me iba a coger y quería que lo hiciera…
Me las arregle para dejar caer los breteles de mi baby doll, desnudando mis tetas ante sus ojos, él se quedó sorprendido y maravillado por el exagerado tamaño de mi busto, mis tetas eran grandes, redondas y macizas, bigote enterró su cabeza la medio, no le alcanzaba la boca para degustarlas, fui yo que inclinándome suavemente llevé la izquierda a sus labios, luego alterné al otro lado, lamía mis pezones llenándolos de saliva, los pelos de sus bigotes provocaban en mi un inusual cosquilleo que me arrancaban risas…
Me tiró como un paquete sobre la cama y mientras se desnudaba confesó:
- Son las mejores tetas que vi en mi vida… y mirá que vi tetas…
Terminé de desnudarme, su verga estaba dura, volvió sobre mí para ponerla entre mis pechos, haciéndola perder entre ambos, para moverse hacia atrás y hacia adelante, su miembro duro se perdía entre mis suaves capullos, era todo una locura…
Giramos sobre la cama, volvimos a besarnos y a revolcarnos, el pasaba su mano cerca de mi intimidad haciéndome desear, tomé un preservativo que estaba sobre la mesita de luz, el me miraba fijamente, lo puse en mi boca y fui sobre su pija, fui introduciéndola en mi boca de manera de ir cubriéndola con el preservativo, esto enloquecía a mi esposo y surtió el mismo efecto con bigote, una vez protegido comencé a lamerla, a comerla, su carne parecía contenida dentro del fino plástico, acaricié sus testículos, los besé, los lamí, los metí en mi boca succionándolos con delicadeza pero con fuerza, lo hacía desear, no le chupaba la pija, solo hacía tiempo en sus bolas.
Volví a abrazar su pija entre mis pechos para masturbarlo dulcemente…
No aguanto más y casi arrastrándome de los cabellos me llevó sobre el haciendo que lo montara, cara a cara, con una pierna a cada lado, con mis pechos colgando sobre su rostro, tomé su pija con mi mano y apuntándola a mi agujero me senté sobre ella, sabía que a los hombres le gustaba que hiciera esto, entró hasta el fondo, estaba toda mojada, me moví sobre él, rítmicamente, mi vagina comenzó a largar pequeños orgasmos, sintiéndome tan llena, tan completa, mi hueco comía con avidez su miembro, recorriendo la totalidad del mismo, bigote mientras tanto se deleitaba lamiendo mis pezones que se bamboleaban de un lado a otro, mientras gemía le preguntaba:
- Te gusta? mmmm... te gustan mis… mmmm… mis tetas? mmmm… te gusta co… mmmm… cogerme?... mmmm…
Pero él no respondía, mientras seguía compenetrado tomó gel lubricante que había sobre la mesita de luz para luego llevar sus dedos a mi trasero, sin dejar de cogerme sentí uno introducirse rítmicamente en mi esfínter, ablandando, luego dos, por último tres, le dije entonces:
- Degeneradito mmm… mío, me la mmmm… vas a dar mmmm… por el culo? mmmm…
Pero la traición se acercaba y lo que leerán pasó en no más de diez segundos, sin darme cuenta había llevado mis manos a mi espalda sosteniéndome con fuerza, no sé de dónde, ni como, ni cuando el colo había saltado sobre el colchón poniéndose a mis espaldas, bramé con locura tratando de moverme y zafar de la situación
- Degenerados! qué hacen? quien se creen que soy? Una putita barata? Déjenme! Putos de mierda!!!
A todo esto el colo me tomaba por detrás, sentí su verga forzar mi trasero y meterse en mi culo, que hijos de puta! en un abrir y cerrar de ojos uno me la daba por la concha y otro por el orto, mis protestas fueron cediendo a medida que empezaba a disfrutar de un placer incomparable, lo loco de la situación me hacía gritar como cerda, disfrutaba como nunca, acaricié mi concha y mi clítoris me regaló varios orgasmos enormes, me tocaban cuatro manos, dos bocas, dos machos…
Cuando concluyeron que la leona estaba mansita y caliente cambiaron de posición, bigote se paró y volvió a levantarme en el aire, me abracé a su cuello rodeándolo con las piernas nuevamente como al principio, solo que ahora me dejaba caer sobre su pija, el colo vino por detrás, me quedé quieta para que me penetrara y me arrancó un grito cuando su pija se metió otra vez en mi culo, me tomé de los dos, besé a uno, besé al otro, ellos me levantaban y bajaban lentamente desde mis glúteos, toda abierta para ellos funcionábamos como una exacta maquinaria de ingeniería, como dos pistones entrando y saliendo de mi cuerpo, llevándome a la locura.
El colo se recostó y fui sobre él, saqué el preservativo que cubría su pija y comencé a lamerla, hermosa, dura, metiéndola hasta el fondo de mi garganta, enloquecida, sufriendo arcadas, bigote levantaba mi pierna y ahora él se metía en mi culo, luego a mi concha, a mi culo y a mi concha, alternaba de agujero en agujero dejándome toda abierta por ambos flancos, estaba enloquecida, le comía la cabeza al colo, estaba duro, el sacó su pija de mi boca y se masturbó con fuerza, cerré los ojos y lo dejé venir, sentí en mi frente el golpe seco y caliente de su leche, luego en mis ojos, en mi nariz, mi cara fue cubierta por su semen y me encantó recibirlo, como si se tratara de una crema humectante.
Bigote ya me había roto cada uno de mis agujeros, de repente salió, no podía abrir los ojos porque estaban llenos de esperma del colo, pero mis pechos fueron testigo de su final, su hermoso semen los llenó, sus chorros fueron a mis pezones donde el refregaría su pija hasta que perdiera tamaño…
Mientras limpiaba mi rostro con las sábanas recuperaba mi postura de mujer normal, incrédula por lo que había sucedido, ellos reían y me preguntaba si volvería a hacerlo, yo permanecía en silencio.
Volví a mi cuarto, me lavé un poco y me metí en la cama, mi sexo estaba dolorido pero complacido, tardé en dormirme, aún estaba excitada y recordando lo vivido.
Al día siguiente emprendimos el regreso, me moría de vergüenza pero ellos fueron dos caballeros, nada había sucedido, los hombres no tienen memoria, solo bigote me mandó un mensaje de texto diciéndome cosas halagadoras y que nunca iba a olvidar la noche vivida.
Cuando llegábamos borré sus registros, en la terminal me esperaba mi esposo con los niños, nos saludamos efusivamente mientras me llenaba de besos, todo era alegría, bigote me entregaría el equipaje que estaba en la bodega del ómnibus, al pasármelo acarició discretamente mi mano mirándome fijamente a los ojos, Matías me tironeaba de la otra para volver a casa, fue la última vez que lo vi.
Fue mi primera y última infidelidad, Sofi tuvo un imborrable viaje de estudios, yo también…
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Comencé a notar placer, pues su polla restregándose contra mi clítoris me hizo sentir algún que otro espasmo. Mire otra vez a mi marido. El se la estaba meneando mientras veía como me follaba Ramón. Aquello parecía gustarle. Seguro. Ramón tiene un buen cipote y sabía usarlo como debe ser. Yo levantaba mi culo para que penetrara más a fondo......mientras miraba a mi marido.
Relato erótico enviado por coronelwinston el 16 de March de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 131283 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:51) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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