Cuando regresamos a España, a pasar vacaciones. La verdad es que no conocíamos a nadie. Bueno si uno que otro vecino de nuestro pueblo, cerca de Pórtela en Galicia, pero por ejemplo en Barcelona, no conocíamos a nadie, los dos éramos unos perfectos desconocidos. Es más ni tan siquiera, el acento gallego se nos notaba. Casi de inmediato, después de escucharnos hablar, nos preguntaban por Puerto Rico, por el acento que ya los dos tenemos, después de vivir casi treinta años en la isla.
Relato
Bueno la cosa es que el Fernando, mi marido y yo quisimos irnos a como dicen en la isla del encanto, ha chinchorrear, y la verdad es que cuando una piensa que a una no la conocen, como que me hizo sentir mucho más atrevida. Y pienso que a mi marido le pasó lo mismo, ya que no paró de beber desde el mismo momento en que se bajó del avión. Ya que aunque nunca habíamos estado en Barcelona, ambos nos atrevimos a entrar, a una especie de festival de cine porno.
La cosa es que vimos cosas, que jamás pensamos podían hacerse. Y al salir nuestras cabezas daban vuelta y vuelta. Fernando se le ocurrió entrar a un bar, y comenzamos a comer y seguimos bebiendo. Pero de la nada ha salido este tío que nos miraba, de manera insistente, y con una gran sonrisa se nos acercó preguntándonos. Ustedes no estaban en el festival, y desde luego que le respondimos que si, y sin esperar a que lo invitásemos a sentarse, tomó asiento, invitándonos unos cuantos tragos.
Su nombre es Fermín, y como su conversación era bastante amena, seguimos bebiendo con él, hasta que el tal Fermín nos invitó a bailar. Por lo que después de cenar nos fuimos a un Pub. La cosa es que Fernando mi marido, no baila, porque según el mismo dice tiene dos pies izquierdos. Por lo que yo aproveché, que Fermín me sacó a bailar. Así que a medida que fuimos bailando, de todo un poco, el tal Fermín aprovechaba la menor oportunidad que yo le daba, para apretarme contra su cuerpo, y en ciertos momentos sentir contra la parte baja de mi vientre, su caliente y duro miembro.
Pero no conforme con ello, también comenzó a darme uno que otro buen agarrón de nalgas, sin que Fernando dijera o hiciera algo, al tiempo que comenzó a convencerme de que fueramos a su piso, a pasar el resto de la noche y que charlando entre amigos.
Yo se lo comenté a mi marido, y para mi mayor sorpresa la idea le agradó, y creo que hasta se dio cuenta de que nuestro nuevo conocido, no perdía oportunidad de no tan solo agarrar mis nalgas, sino de besarme de manera descarada frente a mi esposo.
Bueno finalmente llegamos al piso de Fermín, amplio, fresco, muy bien amueblado. No bien habíamos entrado, Fermín nos comenzó a servir un sinfín de tragos. De momento yo que me moría de calor, quise refrescarme, un poco. Pero para mi sorpresa fue Fernando quien me dijo, que si yo quería, y Fermín lo permitía podía quitarme parte de mi ropa.
Yo realmente ni cuenta me di si el tal Fermín me dijo que si o que no, ya que en un abrir y cerrar de ojos, dejé caer mi vestido negro, quedándome con el brasier puesto. Pero no conforme con eso también me quité las bragas. Era como si no me importase lo que mi marido, y nuestro nuevo amigo me fueran a decir. Yo estaba tan dichosa de andar medio desnuda, que cuando tanto Fernando como Fermín, comenzaron a quitarse la toda la ropa. Supe que me iba a divertir como nunca antes lo había hecho.
Quizás por sentirme una completa desconocida, comencé a actuar como una puta. Mientras que el cabrón de mi marido, no dejaba de reírse, mientras seguía bebiendo. Al primero que le di una buena mamada fue al tal Fermín, y por ser el dueño de la casa, también fue al primero que recibí dentro de mi caliente coño.
El sentir que me penetraba, una y otra vez, frente a mi marido, hizo que yo me excitase como nunca antes lo había hecho. Así que al rato me encontré mamando tanto el rabo del tal Fermín, como el de mi marido. A un mismo tiempo prácticamente. El resto de la noche, hice y dejé que me hicieran todo aquello que nos daba la gana, así que mientras Fernando se reía, Fermín me volvía a clavar, divinamente haciendo que yo disfrutase de los más locos orgasmos que jamás había sentido. Lo que más me asombró fue que ne cierto momento mientras yo le mamaba la verga a mi marido, nuestro nuevo amigo, le dio por comerle el culo a mi esposo. Sin que Fernando, se opusiera, ni se molestase por ello.
Cuando nos desperatamos al siguiente día, yo me acordaba de todo lo sucedido, pero al parecer Fernando no, aunque antes de que dejásemos el piso de Fermín, nos volvió a invitar. Lo interesante de todo eso que el primero en aceptar lo fue mi marido, maxime cuando el tal Fermín, nos dijo que invitaría a dos parejas de amistades suyas. Bueno pero de eso les hablo en otro momento….
Comencé a notar placer, pues su polla restregándose contra mi clítoris me hizo sentir algún que otro espasmo. Mire otra vez a mi marido. El se la estaba meneando mientras veía como me follaba Ramón. Aquello parecía gustarle. Seguro. Ramón tiene un buen cipote y sabía usarlo como debe ser. Yo levantaba mi culo para que penetrara más a fondo......mientras miraba a mi marido.
Relato erótico enviado por coronelwinston el 16 de March de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 131394 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:27) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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