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Lo que nos pasó, en nuestro primer trió…

Relato enviado por : Narrador el 21/11/2009. Lecturas: 13412

etiquetas relato Lo que nos pasó, en nuestro primer trió…   Tríos .
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Resumen
Durante los últimos años de mi matrimonio con Zoraida, quise hacer o disfrutar de cosas diferentes, pero aunque mi mujer la mayor parte del tiempo las aceptaba o me llevaba la corriente, pero cuando comenzaba a decirme, pero mira Francisco, ten en cuenta nuestra edad y que somos abuelos. De inmediato se me apagaba la inspiración. Mi mayor sueño era el que compartiésemos íntimamente con otras parejas. Pero esa noche, mi mujer estando acostados en nuestra cama, cuando le toque el tema, me dijo. Ya tenemos más de cincuenta años, y aunque no lo creas, a mí me da mucha vergüenza, que unas personas me llegasen a ver desnuda. Imagínate lo que diría la otra mujer, sobre mí cuerpo, que tengo todas mis carnes caídas, que mis tetas son enormes, y mis caderas inmensas, además de que me pinto las canas, y quien sabe que otras cosas diría. Solo por eso no quiero saber nada de llegar a tener sexo junto a otra mujer. Pero al terminar de decirme esas palabras, de inmediato me comentó en un tono de voz seductor, pero si tú te atreves invitemos a un hombre a nuestra cama, que yo no me opongo.



Relato



Cuando la escuche decir eso, supuse que era en broma, pero de inmediato continuó diciéndome, al tiempo que comenzó a tocarme entre las piernas, hasta que una de sus manos llegó a mi miembro, y a medida que lo sacaba del pantalón de mi pijama, me volvió a preguntar, Francisco tú te atrevería a meter otro hombre en nuestra cama, cosa que yo realmente nunca había contemplado. Una vez que mi verga se encontraba por completo ante sus ojos, comenzó a masturbarme suavemente, y me dijo. Imagínate que en este preciso momento, a quien le tengo agarrada su verga es a nuestro invitado y se la acaricio una y otra vez, para luego llevármela a la boca.

Acto seguido Zoraida abrió su boca, e introduciendo todo mi miembro dentro comenzó a mamármelo de manera bien deliciosa, por un corto rato, tras el cual me volvió a preguntar ¿Francisco te atrevería realmente hacer eso? Yo estaba bastante excitado, no tan solo por la buena mamada que me había estado dando, si no que durante ese corto tiempo, traté de visualizarla a ella mamando la verga de otro hombre, cosa que me calentó de manera sin igual. Sin dejar de detenerse, Zoraida se recostó ligeramente sobre la cama, y después de quitarse el negligé con que se acostaba, separó bastante sus piernas, y mientras se comenzaba acariciar su peludo coño, me dijo piensa por un instante como te sentirías si aquí dentro yo dejase que otra verga me entrase. O que las manos de ese tipo, me acariciaran mis tetas sin descanso.

Yo realmente no sabía ni que decir, pero sí que hacer, así que prácticamente arrancándome el pantalón de mi pijama, le salté encima. A medida que la fui penetrando y Zoraida comenzó a mover sus caderas bajo mi cuerpo, continuó preguntándome cosas, como. ¿Francisco dime, si el que estuviera sobre mí ahora, fuera ese otro hombre, como tú lo verías, te gustaría, que me penetrase con su verga hasta hacerme gritar de placer? Sus palabras estaban haciendo un raro efecto en mi, en lugar de molestarme, me excitaba más y más, tan solo de pensar que eso fuera realidad.

A medida que Zoraida continuaba haciéndome esas morbosas preguntas, yo con más fuerza le clavaba mi verga dentro de su coño. Mientras que sentía como su caliente y húmedo coño se tragaba por completo toda mi verga. Mi mujer siguió diciéndome cosas que me excitaban tremendamente, hasta que finalmente me preguntó de manera bien directa. ¿Dime, quieres o no que metamos a otro hombre en nuestra cama, Francisco? Yo en ese preciso instante me estaba viniendo, clavando lo más adentro de su cuerpo mi verga, cuando respondí un fuerte y bien claro, sí quiero.

En su rostro se reflejó algo más, que la satisfacción de un sabroso orgasmo alcanzado. Por un corto rato se quedó a mi lado en la cama, para después levantarse y dirigirse al baño para asearse y darse una ducha. Cuando Zoraida regresó, yo me disponía a ir a orinar, cuando me preguntó, ¿Gordo, eso último que me has dicho es en serió?, no le respondí de inmediato, pensé mi respuesta y finalmente le dije. Siempre y cuando tú también así lo quieras hacer, de lo contrario olvídate de lo que dije. Pensé que el tema se daba por terminado, pero de inmediato Zoraida me preguntó de lo más tranquila. ¿Ahora la cosa es con quien, cuando, y en qué lugar?

Lo único que se me ocurrió responderle fue, ya sabes que durante el día estoy muy ocupado en el negocio, así que te pido de favor, que te encargues de esos detalles, y cuando estemos listos me dices. Así que dejé de hablar y hasta de pensar en todo lo que Zoraida y yo habíamos hablado, cuando como a la semana, mientras cenábamos en un restaurante, al cual me invitó mi mujer.

Mientras cenábamos y tomábamos una buena copa de vino tinto, señaló al mesero que nos atendía, me dijo. Él se llama Manuel, es uno de mis estudiantes en la universidad, y lo invité para que mañana por noche pase por casa, a discutir su tesis, y algo más. Al principio no le puse atención a esa frase de, y algo más, aunque cuando la dijo fue en un tono muy sensual y seductor. Pero al llegar a casa, Zoraida de inmediato se desnudo completamente, y a pesar de lo que ella diga sobre su cuerpo, el nada más verla del todo desnuda me excita tremendamente, así que sin darle oportunidad de que se pusiera su ropa de dormir, le salté encima tirándola sobre la cama, al tiempo que yo desesperadamente luchaba por sacar mi verga del pantalón. Así con todo y ropa me coloqué sobre ella, durante el resto de la noche los dos disfrutamos de una especie de juego, donde ella era la esclava desnuda y yo su amo completamente vestido.

Al día siguiente después de que regresamos de compras y visitar a unas amistades, Zoraida se cambió de ropa, poniéndose algo mucho más vaporoso, revelador y sensual. No fue hasta que me di cuenta, momentos antes de que llegase su invitado, que mi mujer no llevaba puesta su ropa intima.

Al preguntarle al respecto me dijo. Bueno Francisco, tú me dijiste que me encargase de los detalles y que cuando estuviera todo listo te dijera, bueno eso es parte de los detalles, y cuando este todo listo te aviso. Yo me quedé con una tonta sonrisa en mi rostro, justo en el mismo instante en que sonó el timbre de la puerta. Realmente en el restaurante, ni atención le había puesto al tal Manuel, pero al entrar vi que se trataba de un joven de unos veinticinco años más o menos, alto, de cuerpo bien formado, de rostro agradable, que entre sus manos sujetaba un grueso maletín en el que debía traer su tesis.

Zoraida guiñándome un ojo de inmediato me dijo, ya está todo casi listo, gordo. Yo por mi parte, no podía creer que mi mujer hubiera invitado a ese tipo, para que se acostase con nosotros en nuestra cama. Pero me quedé sin decir nada, mientras que ella de manera bien amable recibió a Manuel, haciéndolo pasar a la sala, mientras que le preguntaba que deseaba beber. A lo que él respondió si tienen me agradaría una copa de vino tinto, de inmediato Zoraida, me dijo a mí, que me encargase de servirles, mientras que ella le daba una ojeada a la tesis del chico. Cuando regresé a la sala, cargando una bandeja con tres copas y una botella de vino tinto. Me fijé que mi mujer se encontraba sentada frente a Manuel, supuestamente revisando la tesis, pero con sus piernas ligeramente abiertas, dejando ver accidentalmente, que no estaba usando ropa intima. Le serví una copa a Manuel otra a ella y la tercera para mí, y pensé que si me quedaba en la sala, sería como darle mi aprobación a lo que mi mujer pretendía hacer, así que disculpándome, me retiré supuestamente para revisar mis e-mailes.

Aunque la realidad fue, que me oculté tras la puerta de la cocina, para poder escucharlos claramente. Por un rato Zoraida le dio unas recomendaciones sobre la tesis, pero después de eso en lugar de hablar murmuraban, y ocasionalmente escuchaba la risa de mi mujer hasta que dejé de escuchar su voz, por lo que lleno de curiosidad decidí entrar a la sala con la escusa de servirles y servirme más vino. Cuando entré a la sala Zoraida se encontraba masturbando al tal Manuel, mientras que él la tenía bien agarrada por el coño. Al joven ver que yo me hice presente, se turbó, se puso algo nervioso, hasta que Zoraida le dijo, no te preocupes, que mi marido está completamente de acuerdo, con lo que hacemos.

Sin dejar de manipular su mano sobre la gruesa verga del joven, Zoraida me preguntó casi de manera inocente. ¿Verdad mi amor que es así? En ese instante tenía que responderle algo y aunque lo habíamos hablado y yo le había dicho que se encargase de los detalles, y definitivamente Zoraida así lo había hecho. Ya estaba a punto de responderle que no y preguntarle a mi esposa ¿que si se había vuelto loca?, cuando me detuve a observar como mi mujer agarraba el miembro de Manuel y él a su vez prácticamente introducía casi por completo toda su mano dentro del coño de ella, que sentándome lentamente al lado de Zoraida, al tiempo que con mis manos descubrí sus senos, respondí. Así mismo es, nosotros queremos disfrutar de una experiencia diferente y nos agradaría que tú compartieras con nosotros estos momentos. La verdad es que no sé de donde me salieron esas palabras, pero la cosa es que las dije.

Manuel se quedó pensando por un corto instante, mientras que yo de manera algo apresurada despojaba a mi mujer de su ropa. De inmediato si él tenía alguna duda al respecto, al ver a Zoraida sin nada de ropa encima, se animó y sonriendo dirigió su boca a los pezones de mi mujer, sacando su mano del coño de ella. Momento en que yo aproveché para agacharme frente a Zoraida y colocando mis manos sobre sus rodillas, separé sus piernas y coloqué mi rostro sobre todo su coño, para de inmediato dedicarme a mamarlo intensamente. Mientras que me dediqué a pasar mi lengua y a chupar de manera bien salvaje todo su clítoris, me desentendí completamente, de lo que Zoraida y Manuel estuvieran haciendo.

A medida que continuaba chupando el clítoris de Zoraida y ella presionaba su coño contra mi cara, la escuchaba gemir, hasta que sentí que el cuerpo de mi mujer, después de que debió alcanzar un orgasmos, se inclinaba hacía donde se encontraba su estudiante, por curiosidad levanté la vista y me encontré con que Zoraida a su vez mamaba intensamente el miembro del joven. Mientras que él nos miraba a los dos, y sus manos acariciaban la parte baja de la espalda de ella. Así continuamos por un buen rato, hasta que la misma Zoraida propuso que nos fuéramos los tres a nuestro dormitorio, y disfrutar a sí de la comodidad de la cama.

Al llegar a nuestro dormitorio, yo siguiendo el ejemplo de Manuel y de mi mujer me quité toda la ropa, los tres nos metimos en la cama y mientras yo acariciaba a Zoraida por la espalda, ella se besaba intensamente con Manuel. En parte me sentía relegado, ya que ella mostraba mucho más interés en él que en mí, y es algo que puedo entender, aparte de que él es mucho más joven que nosotros, definitivamente tenía mucha más energía que yo. Por lo que eso realmente no me molesté, nada más de ver como Zoraida disfrutaba de los besos y caricias de su estudiante, y como comenzó a moverse a medida que él la penetraba, era suficiente para mí. Hasta que coloqué mis manos sobre sus preciosas nalgas, nada más con la idea de acariciarlas. Mi mujer de inmediato volteando su cara hacia mí me dijo en un tono amenazante, no te atrevas.

Realmente en ese momento, solo quería acariciar sus paradas nalgas, pero su manera de actuar, sacó mi parte sádica, así que de inmediato me acordé que Zoraida en su mesa de noche guardaba un tubo de vaselina y rápidamente me embadurné toda mi verga en vaselina y dirigí mis dedos al centro de su precioso culo. Cuando ella sintió mis dedos explorando su esfínter, volvió a voltear su rostro y en el mismo tono amenazante me comenzó a decir. No te atrev…. Justo en ese instante le enterré toda mi verga de un solo viaje entre sus apretadas nalgas. El grito que pegó Zoraida fue tremendo, y la manera en que enterró sus uñas en la espalda de Manuel, no me dejaron duda de que le llegué bien adentro.

Por un corto momento los tres nos quedamos quietos, como esperando a ver qué sucedía. La primera en comenzar a moverse fue la misma Zoraida, comenzó a mover sus caderas lentamente y suavemente, contoneándose, y a medida que lo iba haciendo sus gemidos de placer fueron ganando intensidad. Manuel y yo continuamos penetrándola, mientras que él continuaba clavándola por el coño, yo la penetraba con mayor fuerza por su parado culo. Mi mujer se movía como hacía mucho tiempo que no lo hacía, sus gemidos, y expresiones pidiéndole tanto a su estudiante como a mí, que le diéramos más y más duro, me excitaban bárbaramente.

Yo no dejaba de penetrarla con fuerza, con mis manos colocadas sobre sus caderas, me sujetaba a su culo y con fuerza lo pegaba a mi cuerpo, Zoraida me volteaba a ver, y su manera de verme, no me dejaba lugar a duda de que ella estaba disfrutando plenamente de todo lo que le estábamos haciendo. Con mi boca comencé a mordisquear su cuello, y la escuchaba decirnos a Manuel y a mí que le diéramos más y más duro.

Los brazos de Manuel sujetaban a Zoraida contra su cuerpo, al principio procuré no entrar en contacto con el cuerpo de él, pero a medida que tanto él como yo fuimos penetrando a mi mujer, me dejé de ponerle atención a eso, y al poco rato también sentía sus manos y brazos, apretando mi cuerpo contra el de Zoraida, la que se encontraba, chillando y gritando de placer, entre nosotros dos como si ella fuera el jamón de un sándwich.

Eso de estar clavándome a mi mujer por el culo mientras que ese joven se lo enterraba por su coño, me tenía tremendamente excitado, el sentir la piel de ella contra mi pecho, los brazos de él sujetándonos, era algo morbosamente rico, pero lo que terminó por volarme la cabeza fue cuando le puse a tención al hecho de que nuestros testículos chocaban una y otra vez a medida que la penetrábamos a ella por su coño y culo a un mismo tiempo.

Nada más bastaba ver la cara de Zoraida, para darse cuenta que ella se deleitaba con todo aquello que le estaba pasando, y sus groseras expresiones, diciendo palabras que hasta ese momento nunca había escuchado salir de su boca, no me dejaban lugar a duda que disfrutaba plenamente. Todas nuestras piernas las teníamos entrelazadas, y el calor de los tres cuerpos aun me excitaba más todavía. Hasta que ya no pudiendo aguantarme más, me vine dentro del apretado culo de la putona de mi mujer, quien bien satisfecha me decía una y otra vez, déjame toda tu leche dentro de mi culo cabrón.

Manuel continuó por otro corto rato, metiendo y sacando su verga del coño de Zoraida, mientras que el rostro de ella claramente mostraba el placer del que disfrutaba, sus caderas se movían de lado a lado, hasta que tanto él como ella alcanzaron u espectacular clímax.

Después de reposar los tres un corto rato sobre la cama, me levanté con la excusa de buscar la botella de vino, al regresar vi como Zoraida le daba un tremendo beso a Manuel sin inmutarse por mi presencia, después se levantó de la cama agarró su copa de vino luego de darse un trago me dio otro ardiente beso a mí, después me dijo algo como. Me rompiste el culo carboncito. Pero la manera en que lo dijo, me hizo ver que todavía la muy zorra deseaba continuar disfrutando de más sexo el resto de la noche. Mi mujer moviendo su culo insinuantemente entró al baño, y casi de inmediato escuché el agua de la ducha correr, mientras nos decía a Manuel y a mí, que ya regresaba, que se estaba aseando un poco.

En esos momentos sintiendo algo de vergüenza, me senté al lado contrario de la cama de donde el joven se encontraba, y estirando mí brazo le entregué su copa de vino, así que mientras que Zoraida se duchaba, me di cuenta de que en los dedos pulgares de su estudiante, él llevaba un aro en cada uno. Él se debió dar cuenta de que se los observaba y me dijo de inmediato. Son para que sepan que soy versátil. Yo me quedé sin entender sus palabras, y lo confundido de mi rostro le dio pie para que continuase explicándome. Quiero decir que igualmente disfruto, clavándome un buen culo ya sea de hombre o de mujer, de la misma manera que disfruto de que me lo claven a mí.

No es que yo sea extremadamente moralista, pero su manera de ver mi cuerpo a medida que decía esas palabras, como que me asustó. Pero por suerte, Zoraida regresó en ese mismo momento, y sin decir palabra limpió toda mi verga con una toalla húmeda y después de hacerlo se pegó a mamar mi verga, dándole la espalda a su estudiante, quien de inmediato comenzó acariciar sus nalgas, y al poco rato volvió a clavar su verga dentro del coño de mi mujer.

Por un corto instante mi miembro permaneció, mustió u caído, pero al sentir la sabrosa humedad y calor de la boca de Zoraida chupándome la verga, en cosa de varios segundos, como por arte de magia, se me volvió a parar. En raras y muy contadas ocasiones, mi esposa me había mamado con anterioridad el miembro, pero hasta ese instante, jamás lo había hecho de la manera tan fabulosa, como lo estaba haciendo en esos momentos.

Yo me quedé recostado sobre la cama disfrutando la mamada, hasta que Zoraida le dio una nalgada a su amante y nos dijo, quiero que cambien de lugar, yo como un zombi pensé en ponerme de pie y hacer lo que ella me ordenase, hasta que la escuché decirme. No Francisco, quédate acostado, y de inmediato sentándose sobre mi rostro, colocó su sabroso coño sobre mi cara. Sin importarme mucho que segundos antes la verga de Manuel se la hubiera estado metiendo, me dediqué a mamar y lamer su coño y hasta su culo. Mientras que yo pensé ella, estaba comenzando a mamar mi verga al mismo tiempo haciendo un 69, pero no fue así, era el tal Manuel quien tan sabrosamente me mamaba mi verga, mientras que ella por su parte se dedicó a mamar la verga del joven.

A medida que Manuel me fue mamando mi miembro, comencé a sentir una suave caricia entre mis nalgas, sus manos separaron mis piernas ligeramente hasta que su lengua me lamió desde los testículos hasta mi culo. A medida que yo seguía mamando el coño de Zoraida, él me fue introduciendo algunos de sus dedos, sin que yo me opusiera o protestase. Nuevamente mi mujer nos ordenó cambiar de posición, y ella se espatarró frente a mí, ofreciéndome descaradamente todo su coño. Por unos segundos pensé en la posición en que yo quedaría sobre ella, y sin demora comencé a enterrar toda mi verga dentro de su cuerpo, hasta que sentí las manos de Manuel sobre mis nalgas.

Por un buen rato él fue introduciendo sus dedos dentro de mi culo, sin que yo me opusiera, dilatando mi esfínter, hasta que en cierto momento desee que me penetrase, Al voltear mi rostro hacía él, nada más de ver de la manera en que lo mire, Manuel comprendió que ya estaba listo para recibirlo. Sentí como su glande se fue abriendo paso, entre mis nalgas, al tiempo que yo metía y sacaba mi verga del coño de mi mujer. Durante los momentos que me fue penetrando me quedé paralizado, siguiendo sus recomendaciones procuré relajarme para que no me doliera tanto, hasta que finalmente sentí casi todo su cuerpo sobre mí, y sus testículos chocando con los míos.


Zoraida al darse cuenta de lo sucedido, me comenzó a decir de manera juguetona, a hora disfruta de tu propia medicina maricóncito, pero la manera en que me insultaba lejos de molestarme me hacía sentir mucho mejor. En esos momentos yo era el jamón del sándwich definitivamente. Y aunque no lo crean lo disfrutaba por partida doble, el que me estuviera clavando de esa manera a la putona de Zoraida, me excitaba tremendamente, y el que su amante me estuviera dando a mi por el culo, me excitaba mucho más todavía.

Yo quedé por completo agotado, satisfecho, pero casi sin fuerzas. Así que después de que me vine dentro de Zoraida, y Manuel me dio bien duro por el culo, me quedé en un lado de la cama disfrutando de mi copa de vino, viendo como ellos dos mantenían o continuaba teniendo una desenfrenada relación, frente a mí, mientras que yo me masturbaba suavemente disfrutando de todo lo sucedido, al tiempo que Zoraida me decía. Amor te gusta lo que estás viendo, y así me dijo otras cosas más por el estilo, hasta que me quedé dormido como un tronco.

Tan es así que ni cuenta me di cuando Manuel se marchó, Al despertar tenía el coño de Zoraida frente a mi rostro, y sin importarme nada se lo comencé a mamar, hasta que ella, también se despertó, y con fuerza colocando sus manos sobre mi cabeza me lo restregó una y otra vez, al tiempo que me decía lo sabroso que para ella había sido la noche, contándome todo desde su punto de vista, y como le calentó tanto el hecho de que mientras que yo me la clavaba, Manuel me lo clavase a mí, así siguió hablando hasta que definitivamente alcanzó otro orgasmo.


Zoraida y yo hemos hablado del tema, pero solo cuando nos encontramos teniendo sexo, y justo en la última ocasión, nos pusimos de acuerdo en invitar a más de uno de sus estudiantes a nuestra cama.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:14) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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