Lo que os voy a contar me ocurrió hace 3 años. Y ha sido la mejor y más impactante experiencia que he tenido en mi vida.
Había un hombre que me gustaba a rabiar. En ese momento yo tenía 46 años y la edad me había dado muchas experiencias en lo sexual. Pero nunca imaginé que lo que me iba a ocurrir fuera posible. El tenía 40 años en ese momento. Cuando por fin me invitó a cenar yo me sentía exultante a la par que muy exitada.
El vive en un hermoso ático de la ciudad. Y a su ático me invitó a cenar. Fué una cena preparada por él que me sorprendió. Todo estaba exquisito. Al final de la misma me invitó a tomar un chupito de un fantástico licor que él mismo elaboraba. El sabor era especial y pronto sentí una sensación de calor agradable. Pasamos a la terraza a observar la noche que era espléndida a finales de abril. Se ausentó unos momentos y cuando volvió sentí algo distinto en su mirada.
Su actitud era distinta. Paso a ser comedido durante la cena y ahora era más atrevido. Se acercó a mí y sin mediar palabra me dió el morreo más expectacular que me dieron en mi vida. Le correspondí con la misma intensidad. Me olvidé que estaba en una terraza y me dejé hacer. En breves minutos estaba caliente como una perra en celo y me dejé llevar por cada una de sus caricias y lametones. Su lengua hacia maravillas en mi cuerpo y antes de que me diera cuenta estaba dispuesta a todo. Me desnudó con maestría y allí estaba yo echada en una tumbona, abierta como una flor a la luz del verano, deseando ser penetrada sin demora. Nunca me habían follado con la lengua como lo hacía él. Antes de que me penetrara con su gruesa polla yo ya había tenido un par de orgasmos. Su lengua era digna de ser donada a la ciencia. Quise tomar las riendas pero no me dejó. Se ausentó un par de minutos y volvió con otra copa de su licor aromático. Sin miramientos me ordenó que me lo tomara de un solo trago. Y allí estaba yo, abierta, mojada y con ganas de seguir follando. Obedecí a su mandato. No sé si fué el licor, pero de repente lo ví distinto. Minutos antes se había dedicado a follarme con su lengua mientras sus manos recorrían mi cuerpo y mi culo. Ahora me penetró de golpe, sin aviso. A pesar de lo húmeda y puta que me sentía no pude evitar gemir de dolor. Yo había mamado su polla y sin embargo ahora la notaba enorme dentro de mí. Sentía que me iba a reventar. Pero solo quería que me follase. Antes de que el se corriese yo tuve dos orgasmos brutales. No dijo palabra alguna, solo me follaba con una maestria exquisita. Estaba recuperandome de mi orgasmo cuando me ordeno, esa es la palabra, que cerrara los ojos. Así lo hice. volvió a meter su polla erecta en mi boca. Me follaba la boca sin piedad. Sentía arcadas. Comenzó a decir las peores palabras que me han dedicado en mi vida. Y en vez de sentirme ofendida, me sentí más caliente y más puta. Sentía como mi coño se abría como una pera cocida y solo quería ser follada. De repente sentí un cálido aliento en mi coño. Un aliento húmedo. Con tremendo estupor me di cuenta de que había alguien comiendome el coño mientras era follada salvajemente por la boca. Abrí los ojos y allí había una réplica del amante salvaje. Eran gemelos. Tenía a dos tíos buenísimos para mí sola. Dos gotas de agua. Excepto que uno de los gemelos, Eduardo, tenía una polla más grande aún que la de Daniel. Sentí placer, pánico, pero sobretodo quería más. Eduardo, el que me follaba la boca con su enorme polla me colocó de tal forma que quedase con el culo al aire. Esto le facilitó la penetración hasta el punto que me provocaba arcadas. Daniel sin pensarlo dos veces me la metió por el culo sin piedad. Sentí el dolor más maravilloso del mundo. Nunca había tenido tantos orgasmos en una noche. Ni siquiera cuando fuí a la única orgía que asistí en mi vida. En un momento puntual, Daniel, que follaba mi culo con maestría me levantó. Se acostó sobre la tumbona dejandome con las piernas abiertas y expuesta. Esto fué señal para que Eduardo se colocara encima de mí y comenzase a follarme el coño con maestría. Creí volverme loca de placer. Ellos tardaban mucho en correrse y eso me daba a mi más placer. Eso y que me tratasen como la peor de las putas. Se corrieron los dos al mismo tiempo. Dejandome a mi totalmente agotada. Estaba tirada encima de la tumbona tratando de recuperar el aliento cuando veo que en la terraza del atico de al lado había un hombre de unos 65 años haciendose una paja. Su polla era muy grande y muy gorda. Esa escena no me disgustó. Todo lo contrario. Fué un halago para mi destrozado coño. A su lado estaba sentado un enorme perro Schnauzer gigante. Su enrome polla brillaba en la noche. A una señal de Eduardo el perro saltó la verja que dividía las terrazas. Se acercó a mí. Intenté levantarme cuando Daniel dijo: "Tranquila monada, si en esta casa folla Eduardo, follo yo. Y si follo yo, folla nuestro vecino y nuestro vecino es nuestro padre. Y si folla nuestro padre, folla Tor (que así se llamaba el perro). Sentí auténtico pánico. Entre los dos hermanos me inmovilizaron y el perro comenzó a lamerme con maestría. Limpió todos los restos de leche que salían de mi coño y culo. Casi me corro de gusto. Estando aún inmovilizada el perro me montó. Y de golpe me metío su enorme polla. Creí morirme del dolor. Pero en breves segundos comencé a sentir un placer salvaje y animal. El patriarca de la familia había pasado al otro lado de la terraza y en un abrir y cerrar de ojos me estaba follando la boca. Su polla era enorme y gruesa. Caracteristica que habían heredado sus hijos. Cuando el perro me enganchó grité de dolor. Pero el animal se dió la vuelta y siguió pegado a mí como si nada. Sentía como me llenaba el coño de su leche y entonces me corrí como nunca lo había hecho. Tardó más de una hora en despegarse de mí. Durante esa hora me obligaron a lamer tres pollas, a tragarme su leche y a lamer los culos de mis amantes. Olvidé cuantos orgasmos tuve. Pero la sesión de folleteo durço toda la noche. Eran maestros del sexo. Llenaron todos mis huecos a la vez, yo no podía hablar ni moverme, pero mientras era follada y mordian mis tetas, mi espalda me sentía la mujer más feliz del mundo. En aquella epoca yo estaba de vacaciones y no tenía planes de irme de la ciudad. Mis planes cambiaron de golpe cuando me quedé a vivir 15 días en aquella casa. No necesitaba ropa, iba todo el día desnuda y me podían follar en cualquier momento. Nunca había follado tanto en mi vida. El perro no me volvió a follar. Solo me comía el coño y el culo. Pero solo verlo me mojaba toda. Trás tanto folleteo decidí irme de esa casa. Estaba tan irritada que el dolor se conviritió insoportable. Sin embargo, ahora años después, cada vez que paso delante del portal de esa casa no puedo evitar mojarme de gusto.
EL ESPOSO DE LETICIA ESTABA FUERA DE LA CIUDAD LO QUE APROVECHAMOS PARA FORNICARLA TODA AQUELLA NOCHE, LE DIMOS POR ELCULO BAÑANDOLE EL ROSTRO DE ESPERMA.
Relato erótico enviado por Anonymous el 28 de October de 2008 a las 00:14:11 - Relato porno leído 97995 veces