Mejor que coger con una travesti es hacerlo con dos. II

Mejor que coger con una travesti es hacerlo con dos. II

Horas después me di cuenta de que el deseo me arrebató y anuló mi cerebro. Y me alegraba. Si hubiera pensado dos segundos, jamás me hubiera atrevido.
La linda Kari, una preciosa morocha de 19 años, flaquita, chiquita, aspecto de quinceañera, sacó por el costado de la tanguita una poronga que, comparada con su pequeño cuerpo adolescente, parecía gigante. En realidad era similar a mi pija, y tal vez esto también logró mi desprejuicio. Y el hecho de estar lisita, sin nada de vellos.
El hecho fue que esa verga dura, mojada, caliente, estuvo dentro de mi boca. Y me encantó. Me gustó mucho más que chupar conchas. Sentí mi cavidad bucal llena, habitada por un tronco palpitante de carne suave, y la recorrí y moví de lado a lado con mi larga y ancha lengua. Fue una sensación inédita, sabrosa, excitante…
- Papi, ¡qué lindo pete me estás dando!... –exclamó, entre gemidos, la pendeja.
Yo estaba deleitado, y cada minuto que pasaba estrenaba nuevas habilidades: acariciaba los huevos, soplaba en el glande, mordisqueaba, me sacaba de la boca la verga de la nena, la pajeaba con mis dos manos, lamía desde debajo de los testículos hasta el capullo, la volvía a comer. Mis manos agarraron las nalguitas duras de Kari, y de pronto estuve lamiendo su culito, metiendo mi lengua, labios, nariz en el agujerito perfumado, para regresar al pene como si fuese un dulce manjar, el cual cubría con mis babas.
Llevába más de 15 minutos comiendo pija. Empujé el cuerpito de la chiquita para dejarla boca arriba sobre el sillón, con las piernitas delgadas abiertas, mientras que yo hinqué mis rodillas a los costados, dejando expuesto mi culo.
Fue Malena quien no perdió tiempo y me chupó y lamió mis cachetes. Cuando introdujo su lengua en mi agujerito marrón me recorrió una corriente eléctrica. Y sin darme tiempo a nada, la grandota colocó su cabeza debajo de mí y tragó mi pija.
¡Cuántas veces había visto orgias entre travestis en la pantalla, para disfrutar pajeándome! Había deseado experimentar esa situación… ¡Ahora estaba chupando una verga rica y comían la mía! Y en mi boca y lengua estaba la poronga grande de una pendeja, travita, hermosa como Kari; y la mía era degustada por Malena, atractiva madura. Reitero quien es: 35 años, alta, pelo largo rubio y con unos enormes ojos verdes claro, piel dorada, cara linda. Tetas inmensas, medida 120 cm, cintura finísima, culo redondo, infartante; piernas largas, esbeltas.
Las crecientes palpitaciones en las pijas de la nena y la mía anunciaban cercanas eyaculaciones. Dándome un respiro en el pete a Kari, advertí esto:
- ¡Voy a acabar!; y vos, piba, también…; ¿seguimos?
- ¡Sí!, ¡larguemos las leches!; vos, Male, esperá que acabemos y después pajeate y llenanos de tu acabada… -propuso Kari.
Concluyó sus palabras y comencé a sentir en mi garganta un chorro caliente, espeso, sabroso de semen. Sólo esto me faltaba: mi pija, espasmódicamente, descargó el fluido en la boca de Male. Todos nos agitamos mientras la pendeja y yo continuamos largando chorros. Para no ahogarme abrí mi boca y el rico esperma se derramó desde mis labios, bajando hirviente por mi mentón y pecho… Ante el delirante placer cerré mis ojos.
Malena, cubierta de mis lechazos su cara y grandes tetas, salió desde abajo, me empujó al costado de Kari, y pajeó su pija a la altura de nuestras caras. Pocos movimientos le bastaron para cubrirnos con su acabada. Entonces bajó su impresionante cuerpo de vedette para refregarlo sobre su amiga y el mío. Las leches se mezclaron, enchastrándonos.
Y buscó nuestras bocas. Nos besamos, compartiendo nuestras acabadas y salivas… Sólo nuestros gemidos eran la erótica música de fondo…
(Continuaré. Interrumpo el relato pues, sin tocármela, acabé. Mi leche está cayendo desde mis pelotas y muslos. Debo recuperar aliento y limpiar un poco)