Mientras todos estábamos decepcionados por el resultado de la final del mundial de fútbol, mamá estaba tragando pijas en una habitación de un hostel en Río de Janeiro.
Relato
Junto a un grupo de amigos habíamos decidido ir a Brasil en la camioneta que mamá utilizaba para hacer el traslado de chicos a escuelas. Luego de un día entero de viaje llegamos a Río para presenciar de cerca la final contra Alemania. No conseguimos entradas, pero estábamos en el Fan Fest presenciando en vivo el partido. Finalizó con un sabor amargo por haber perdido en los últimos minutos.
Mi madre ni bien finalizó el partido dijo que volvería al hostel en el que estábamos parando para descansar y nosotros nos quedamos entre cánticos, alcohol y charlas unas dos horas más entre los hinchas antes de volver al hostel. Mis cuatro amigos y mamá estábamos alojados en una habitación para 8, apenas cabíamos para dormir. Estaba en un completo desorden con ropa y bolsos por todos lados. A pesar de las pésimas condiciones estábamos contentos por el sólo hecho de haber llegado tan cerca y sólo usaríamos la habitación por 2 noches más antes de volver a Buenos Aires.
Al entrar de vuelta al hostel toleramos algunos chistes que un grupo de brasileños nos hicieron en el comedor común, espacio que atravesábamos todos obligadamente para ir a las habitaciones. Pasamos por uno de los pasillos y nuestro cuarto estaba vacío y con los ventiladores apagados, hacía un calor insoportable. Dos de mis amigos, extenuados, se tiraron en la cama a dormir y los otros dos se preparaban la ropa para bañarse. Me pareció raro, ya que imaginé encontrar a mamá recostada y ni rastros de ella.
Saliendo del pasillo pasé para la parte de atrás, pensando que la encontraría en el patio que había al fondo. Al ir cruzando habitaciones, vi que había una en la que se escuchaban bullicio, como si hubiera gente arengando. Allí, con la puerta entreabierta y en penumbras se veía a dos tipos parados al lado de una de esas camas cuchetas con la camiseta de Alemania hablando entre risas y sacando fotos.
Apenas distinguí que había otro tercero, que desde atrás estaba clavándose a cuatro patas a alguien con la camiseta argentina sobre esa misma cama. Con ritmo violento el alemán la sujetaba desde los hombros para impulsarse y sacudir el culo parado que se le ofrecía. La argentina cedió ante las envestidas y se desplomó en la cama con los brazos para adelante. Ahí fue cuando distinguí que la mujer era mi madre y esa camiseta argentina era la mía con el número 10 de Messi.
El joven de unos veintitantos, sin dejar de sacudir su robusto cuerpo, le cruzó un brazo por el cuello y apoyado en ella movía sus caderas penetrándola profundamente mientras continuaban las inentendibles predicas de sus amigos, parados al lado viendo la acción, pero no eran los únicos. Habían armado un verdadero espectáculo porque a mi alrededor por lo menos había 6 más que miraban atentos la vergonzosa escena.
Mamá, que nos había invitado a un viaje que pensábamos inolvidables de alegría estaba hundiéndome en una vergüenza extrema gimiendo con un tipo arriba, que para colmo era del mismo país que nos había ganado en la final. Gemía y para ahogar sus lloriqueos hundía la cara en la almohada. El tipo se incorporó y le abrió los cachetes del culo mientras se la seguía metiendo. Le dio unas palmadas que resonaban en la blanca piel de mamá.
A pocos centímetros, el más bajo de los dos, uno medio colorado, sacó su pija y se la intentó meter en la boca, en un clima de humillación total, y morbo del resto de los espectadores. El que tenía encima sacó completamente la verga de su interior y abriéndole el culo nuevamente intentó volver a penetrarla, pero mamá pegó un grito e intentó salirse. El muy hijo de puta estaba queriendo metérsela por a tras, pero ante el quejido de dolor, el joven sujetándola entre risas dijo algo y guió su palo por donde lo estaba haciendo. Continuó dando choques fuertes y tirándole el pelo y no tardó mucho en arquearse y terminar nuevamente tirado sobre mi mamá unos segundos.
Al sacársela se escuchó un “plop” seco, como si le hubieran sacado un tapón. Mi madre que seguía recostada en la cama exhausta con mi remera de la selección toda estirada. Salí del cuarto impresionado. No podía creer la escena que había visto. Me fui directo a la cama y me tire a dormir como buscando una salida en la cual no pensar más nada.
Como mi marido va creando situaciones en las que me convierte en exhibisionista, llegando al grado, no se si planeado o no, llegar a un extremo en que permito que varios de sus amigos me posean, por todas partes de mi cuerpo.
Relato erótico enviado por Anonymous el 22 de January de 2014 a las 21:38:59 - Relato porno leído 219678 veces
Os contaré como empecé a masturbarme espiando a mi hermana en la ducha y oliendo los aromas de su sexo gracias a sus braguitas usadas.
Relato erótico enviado por JCPopeye el 11 de February de 2009 a las 00:28:41 - Relato porno leído 117354 veces
Si te ha gustado Mi madre con dos alemanes en un hostel de Rio vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Mi madre con dos alemanes en un hostel de Rio.
silvaale
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:46) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:18) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
Registrate
y se el primero en realizar un comentario sobre el relato Mi madre con dos alemanes en un hostel de Rio.
Vota el relato el relato "Mi madre con dos alemanes en un hostel de Rio" o agrégalo a tus favoritos