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Mi odioso vecinito 7: Nerds vs Guapos

Relato enviado por : Anonymous el 16/06/2010. Lecturas: 6655

etiquetas relato Mi odioso vecinito 7: Nerds vs Guapos   Dominacion .
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Resumen
¿Surgirá el amor? :)


Relato
1er Acto: Un día genial para Megan.

Me mordí los labios con actitud traviesa mientras avanzaba por los pasillos de la escuela, muy divertida viendo las caras que ponían los chicos al verme pasar en mi sexy uniforme de porrista, y sus torpes intentos de saludarme.

"W-wow, Megan." "¿A dónde vas?" "¡Mira, que guapísima se ve!"

"Hola Chicos. -Les respondía con sensual indiferencia una y otra vez, aunque con mi vanidad a mil. ¿Y cómo no sentirse sexy vestida así?

Me fascinaba la forma en mi mini faldita azul se mecía con atrevimiento de un lado al otro con cada paso, mostrando muy brevemente mis panties blancas por debajo, mientras que mi delicada blusita azul se apretaba alrededor de mi cuerpo como si fuera una segunda piel, dejando mi coqueto ombliguito a la vista de todos, haciéndome ver aún más apetecible, si eso era posible.

Y hasta el collarcito negro se veía ultra sexy alrededor de mi cuello, y la sola idea de lo que representaba me arrancó otra sonrisita traviesa, ya que en estas últimas semanas mi vida había dado un giro de 180°.

"Pero bueno, -Me dije con un suspiro. -Debo concentrarme, porque hoy es el gran día."

Esto porque hoy sería mi primera ocasión para dirigir al equipo de porristas cómo capitana del equipo, en uno de los partidos oficiales de la escuela.

Claro, desde siempre mi objetivo había sido llegar a ser la No1, no solo por la oportunidad que daba de lucirse frente a todos, sino por el status que representaba. No era lo mismo decir "Allá va una chica guapa mas.", que decir "Mira, está guapísima y además es la capitana".

Se podría decir que toda la escuela giraba en torno a ese título. O bueno, -Pensé con una mueca traviesa. -Al menos eso quería creer yo.

Además, este partido era la ocasión perfecta para reivindicarme ante mi "publico", porque el estar con Mateo había dañado muchísimo mi popularidad, y eso tenía que cambiar ya.

Y la ocasión pintaba perfecta, porque hoy me tocaría dirigir a mis chicas en uno de los partidos del equipo titular de la escuela, "Los Espartanos", aunque nosotras los conocíamos por el apodo de "Los Guapos", ya que solo ejemplares masculinos del más alto nivel podían jugar ahí.

Pero no solo era su atractivo físico lo que los hacía especiales, sino que además realmente jugaban como los dioses, y era de sobra conocido que metían por lo menos 10 goles por partido, humillando siempre a sus rivales.

"En fin, -Pensé sin poder contener una mueca malvada. –Todo se ve perfecto, nada me puede salir mal este día."

Seguí avanzando por los pasillos hasta que después de atravesar casi toda la escuela llegué a la cancha de futbol, la cual se veía imponente este día, rodeada de gigantescos arboles verdes y con sus tribunas metálicas a reventar de gente, principalmente chicas, que con pancartas y gritos buscaban llamar la atención de "Los Guapos", los cuales practicaban alegremente en la cancha sin camisa, guapísimos todos, con sus fuertes y musculosos pechos brillando por el sudor a la luz del sol, dándoles una apariencia como de dioses griegos.

Me quede sonriéndoles como tonta durante algunos segundos sin poderles quitar la vista de encima, hasta que…

…Volteé a ver al otro equipo.

Y de inmediato mi peor pesadilla se hizo realidad. Eran "Los Cometas cósmicos", mejor conocidos como "Los Nerds".

El equipo de Mateo.

Y francamente era una visión miserable. Era un puñado como de 15 ñoños de todos los tipos y formas, sin condición física, y vestidos con un ridículo uniforme morado que traía en la camisa un logotipo como de nave espacial o algo. Y frente a ellos estaba Mateo dando instrucciones con unos diagramas, muy orgulloso.

"N-no, no puede ser, ¡¿Tenían que jugar precisamente este día?!" Me dije cubriéndome la cara con las manos, queriendo matar a Mateo.

Pero ya estaba aquí y tenía que hacer frente a la situación, por lo que con todo mi aplomo fui avanzando por el campo hasta llegar con mis amigas, las cuales estaban practicando sus rutinas...

...Y coqueteando descaradamente con Los Guapos en cada oportunidad.

Pero yo me encargaría de ponerlas en orden.

"¡Hola Megan!" Me recibieron con cara de sorpresa a la vez que torpemente se formaban frente a mí, aunque al fondo vi que Michelle no estaba nada contenta. Bueno, -Pensé con una sonrisita malvada. -Yo tampoco lo estaría si me hubieran quitado la capitanía, aunque al menos intentaría fingir un poco.

"¿Están todas listas? -Les comencé a dar órdenes. -Vamos a empezar con la 540, luego la rutina 58 y para terminar la 12. Quiero que todo salga perfecto. ¿Entendido?"

"Pero Megan, -Me interrumpió Michelle con sarcasmo. -Nada mas tengo una pequeñísima duda. ¿Vamos a echarle porras a "Los Guapos" o a tu "noviecito"?"

Maldita perra.

"Ay Michelle, amiga, ya sabes que tenemos la obligación de echarle porras siempre al equipo oficial, o sea, "Los Guapos". -Le respondí con total hipocresía. -Además, también sabes que el caso de Mateo es especial, son sus últimos meses de vida y tengo que hacer mi buena obra."

"Ah, que linda. Tu siempre tan buena." Me contestó con una sonrisa falsa.

"Sip. Soy un Alma blanca y pura." Le respondí con una expresión de total inocencia, pero en ese momento vi como uno de los chicos en la cancha venía corriendo hacia donde yo estaba, y conforme se acercaba vi de quien se trataba: Miguel Schneider, el más guapo jugador de futbol de la escuela, junior profesional y uno de mis tantos pretendientes.

Y un narcisista y pesado total, siempre obsesionado consigo mismo, amante de los espejos y su dinero.

Aunque debía admitir que hoy se veía aun más sexy que de costumbre, con su largo cabello rubio meciéndose con el viento, mientras sus penetrantes ojos azules me distraían de su espectacular y bien torneado cuerpo.

"¡Hola Megan! –Me dijo con su seductora sonrisita. -Debo decirlo, te ves increíblemente sexy con ese uniforme. ¿Vamos a tomar algo a mi casa después del partido?"

"Hola Miguel, -Respondí de forma seca. -No, ya sabes. Vengo con Mateo."

"¿Sigues con ese pendejo?" Dijo en un tonito burlón, lo que generó muchas risas a mi alrededor.

"Por favor, Miguel, –Lo miré con visible molestia. -NO lo llames así. El es muy bueno conmigo."

"Sí, claro. -Se rió Miguel, y con un gesto algo rudo me agarró de las caderas y me jaló hacia él. -¿Realmente quieres estar con eso, Meg? Ven a mi casa después del partido."

"M-Miguel, no creo que sea conveniente –Dije luchando por separarme de él- El es mi novio y…"

Miguel se me acercó atrevidamente al oído y me dijo: "¿Pero el te hace todo lo que yo podría hacerte? Tu sabes, Megan, por horas y horas."

"Miguel, ¡Suéltame!"

De repente un par de manos empujó a Miguel hacia atrás, tan fuerte que se dio un golpazo increíble contra el piso. "¡Deja a mi novia!" Lo amenazó Mateo temblando de furia, como nunca lo había visto.

"M-Mateo." Dije sorprendida.

Y con mucho susto vi que Miguel se levantó con odio en la mirada, dispuesto a todo, y antes de que pudiera hacer algo me interpuse entre él y Mateo. "¡No! ¡No le hagas nada, por favor!"

Pero Mateo no cooperaba mucho, retorciéndose entre mis brazos: "No, suéltame Megan, tengo que defenderte."

Miguel se rió agresivamente al ver la escena, y señalando a Mateo le soltó una amenaza: "Estúpido, te veré en el partido, y ahí no tendrás a Megan para defenderte."

Acto seguido dio media vuelta y furioso regresó a la cancha.

"Meg, ¿Estás bien?" Me preguntó Mateo muy mortificado.

"Si, tonto. –Le respondí en voz baja- No me pasó nada, pero el tipo ese te va a matar. ¿Por qué tenias que hacer eso?"

"Megan, yo siempre te protegeré. ¿Lo entiendes? Siempre."

Me quedé sin habla ante su actitud, aunque sintiendo un tierno calorcito por todo mi cuerpo. "P-pero, Mateo…"

"Como sea, me alegra mucho que estés aquí para el partido. –Dijo Mateo tomándome de la cintura mientras me guiaba a donde estaba su equipo.- Y preparé en la computadora una estrategia que puede funcionar para ganar el partido."

"¿Rendirte?" Dije haciéndome la simpática.

"De hecho nuestras posibilidades son de 1000 a 1. Pero tengo tanta confianza en nuestra estrategia que te dedicaré el primer gol."

"Y, ¿Cual es el plan genial para eso?"

"Mira, -Mateo puso una expresión de orgullo. -Decidimos enfocar eso de manera científica, y llevamos meses practicando nuestras jugadas en secreto. Si soltamos los pases en el momento preciso, podremos avanzar y meter varios goles."

"Ay Mateo, eso suena complicado. –Puse una mueca de desconfianza. -Pero bueno, suponiendo que funciona, ¿Y la defensa?"

"Bueno, defenderemos en bola. Además, no tengo un plan B. Es eso o nada. No perdemos nada con probar, ¿No?"

En ese momento llegamos a la banca del equipo de nerds, y me divertí mucho al ver como la mayoría se quedaban boquiabiertos al verme tan de cerca, y algunos hasta se atrevieron a saludarme tímidamente.

Pero ya de cerca la situación se veía aun peor. La musculatura de los chicos era inexistente, así como su aparente coordinación muscular, y de su talento no quería ni pensar. No había forma en que alguno de estos le metiera un gol ni al arcoíris, y menos contra Los Guapos.

Pero por otro lado, el plan de Mateo sonaba lo bastante idiota como para de hecho funcionar.

"Ay, al menos traten de meter algún gol, ¿No?" Le dije a Mateo con expresión suplicante.

"Lo haré por ti, Meg. El primer gol te lo dedicaré."

"Está bien." Me reí con actitud juguetona, y de repente le di un beso a Mateo en la mejilla sin saber realmente porqué, para entonces correr de vuelta a donde estaban mis amigas, las cuales ya estaban perfectamente alineadas en su posición, esperándome para comenzar las rutinas.

2o Acto: El partido del siglo.

En ese momento los dos equipos salieron a la cancha y se colocaron cada quien en su lado, a la vez que el árbitro platicaba con Mateo y Miguel acerca de algunas cosas del juego.

Y sonó el silbatazo inicial…

Rápidamente uno de los guapos robó la pelota y comenzaron a avanzar a toda velocidad hacia la portería de los nerds, dejando gente tirada en el camino hasta que le llegó el balón a uno de sus delanteros, pero cuando el guapísimo tipo se dio la vuelta para tirar…

Mateo se lanzó delante de él muy torpemente, pero logrando quitarle el balón.

"¡Maldición!" Gritó el chico pateando la tierra con impotencia, a la vez que Mateo y los demás nerdcitos corrían por todos lados, compensando con entusiasmo su falta de talento.

Pero apenas unos segundos después Los Guapos volvieron a generar otra jugada, y ahora le cayó el balón a Miguel en posición de rematar, pero casi de inmediato le cayeron dos nerdcitos encima estorbando el tiro, que se fue desviado a un lado.

Y para sorpresa de todos los nerdcitos sacaron rápidamente el balón, aprovechando que Los Guapos no se la creían, y empezaron a dar pases milimétricamente calculados hacia la portería rival, hasta que el balón le cayó a un chico gordito, completamente solo frente al portero, aunque al final le salió un tiro súper débil y desviado que se perdió en un costado de la cancha.

"N-no puede ser. -Me dije muy sorprendida. -El plan de Mateo, ¡Está funcionando!"

La gente en las tribunas tampoco se la creía, y el silencio era sepulcral. ¿Quién hubiera pensado que los nerdcitos lograrían armar una jugada contra Los Guapos, y mucho menos tirar a gol?

Rápidamente el partido se reanudó, pero la cosa siguió igual durante un largo rato, con los nerdcitos defendiendo heroicamente cada tiro mientras que de vez en cuando lograban tirar a portería, a la vez que Los Guapos se sentían cada vez mas frustrados y agresivos, hasta que de repente...

El balón le cayó a Mateo, y antes de que pudiera reaccionar uno de los guapos se le barrió brutalmente, clavándole los tacos en la pierna. Mateo dio un grito de dolor y cayó al suelo retorciéndose, aunque el árbitro no señaló nada.

"¡Mateo!" Grité muy mortificada, pero después de algunos segundos vi como lograba levantarse mientras se sobaba la pierna, y a la distancia me hacía una señal de que todo estaba bien.

Pero para Los Guapos eso fue solo el principio.

A los pocos minutos otro nerdcito volvió a tener otra oportunidad, y ahora fue Miguel el que llegó salvajemente a patearlo. Y de nuevo el árbitro hizo como que no vio nada, mientras Mateo y sus compañeros reclamaban airadamente.

"¡Los están matando! -Grité apretando los puños con impotencia. -¡Arbitro, haga algo!"

"Ya, Megan. -Dijo Michelle con irritación. -Déjalos, ¿O esperabas realmente que los nerdcitos ganaran?"

Muy enojada fui a confrontarla. "NO, pero Los Guapos están usando tácticas sucias, ¡Eso no se vale!"

"Ay Meg, algún día entenderás que en el amor o la guerra, TODO se vale."

Furiosa regresé a mi posición, tratando de mantener la calma aunque la carnicería continuaba. Heridos en su orgullo, los guapos estaban jugando sucio en cada jugada, golpeando y pateando a diestra y siniestra a los pobres nerds, que recibieron el castigo de sus vidas, hasta que finalmente…

Después de una entrada criminal, Miguel se quedó solo frente al portero, y un segundo después el balón se incrustó en las redes.

"¡¡¡¡Goooooooooooolll!!!" Se levantó el publico rugiendo, con todas las chicas coreando el nombre de Miguel.

Todas excepto yo, que preocupada veía como Mateo trataba de animar a sus compañeros, aunque era evidente que no lo estaba logrando. Y apenas se puso el balón en juego volvió a caer otro gol. Y otro, y uno más, hasta que el marcador se puso ridículo: 8-0

Y los pobres nerdcitos estaban con una expresión en sus caras de total derrota, súper golpeados y sucios, y solo Mateo seguía luchando.

"Ay, no. Que masacre. -Dije mordiéndome las uñas. -Pobre Mateo."

De repente sucedió lo impensable…

De forma totalmente fortuita un balón rebotó mal en el cuerpo de uno de los guapos y le cayó a Mateo en los pies, que inmediatamente preparó su disparo. Y casi en cámara lenta vi como Miguel se lanzó frente a él con los tacos por delante, extendiendo el cuerpo para bloquearle el tiro, pero aun así Mateo logro patear torpemente la pelota y…

Esta entró justo entre los dedos del portero y el poste, volviéndose el gol más agónico de la historia.

Pero un microsegundo después los tacos de Miguel impactaron de lleno a Mateo y lo lanzó hacia el suelo de forma violenta.

"¡Mateo!" Salté en pánico, y sin importarme nada fui corriendo hacia él, pero antes de llegar a donde estaba tirado unas manos me sujetaron agresivamente de la cintura.

"¡Déjalo, Megan! –Me gritó Miguel mientras me apretaba contra su cuerpo- Ese estúpido no te merece."

"¡Suéltame Miguel, eres un imbécil! ¡Lo lastimaste!" Grité como loca tratando de soltarme.

"¿Así que lo prefieres a él, Megan? Que decepción. -Dijo Miguel con su típico tonito sarcástico. -Pero claro, eres aun más estúpida de lo que aparentas. ¿Qué más se podría esperar de ti?"

Y con un empujón violento me tiró al piso, sacándome el aire con el impacto.

Pero entonces vi que Mateo se había levantado, y con una furia tremenda le dio un golpe en la cara a Miguel tan fuerte que cayó fulminado al suelo, completamente noqueado, aunque inmediatamente los demás amigos de Miguel se le fueron a golpes de la forma más vil y cobarde posible, y aunque Mateo luchaba ferozmente era una situación imposible de ganar.

"¡D-déjenlo, Mateo, por favor, déjenlo!" Grité desesperada, tratando de arañarle la espalda a uno de los chicos que pateaba a Mateo en el suelo, pero de repente el tipo se volteo rápidamente y sin fijarse me soltó un golpe…

Y mi mundo se puso negro.

3er Acto: Una pequeña dosis de amor.

Media hora después…

Abrí lentamente los ojos, reconociendo poco a poco la figura de la familiar lámpara que cuelga sobre mi cama, en mi recámara.

"¡Chicas, ya despertó!" Gritó emocionada Michelle, lo que causó una explosión colectiva de gritos de apoyo y unos segundos después los familiares rostros de mis amigas se asomaron sobre mí.

"¿Q-que pasó?" Pregunté mientras me sentaba lentamente en mi cama, sintiendo un poco de dolor de cabeza.

"¡Ay Amiga! –Dijo una de mis amigas con sincera preocupación.- Es que te metiste en la pelea de los chicos y sin querer uno de ellos te dio un golpe. Y déjame decirte que caíste como costal de papas al suelo, Meg, te diste un golpe durísimo."

"¿E-en serio? –Dije aun aturdida, y apenas me toqué el lado izquierdo del rostro sentí un increíble latigazo de dolor.- ¡AAAAYYY!"

"No te toques, Meg, te va a doler mas. -Dijo otra de mis amigas. -Pero no te preocupes, solo tienes la mejilla un poquito roja."

"Auch. Si, gracias. –Dije mientras unas lagrimas rodaban por mis mejillas, pero entonces mi mente volvió a lo sucedido. -¡Mateo! ¡¿Está bien?!"

Todas mis amigas se quedaron calladas, mirándose unas a otras con cara de culpabilidad.

"N-no me asusten. ¿Le pasó algo? ¿Está bien Mateo?"

"Eh, mira Meg, es que… -Trató de decir algo Michelle. -Los chicos le pusieron una golpiza."

"Ay no..."

"Pero aun así, cuando te vio tirada en el suelo el pobre se levantó y te llevó cargando hasta su camioneta. Él fue el que te trajo aquí, y nosotras veníamos siguiéndolos. La verdad fue un gesto súper lindo, y eso que el pobre venia muy lastimado."

"¡Tengo que ir a verlo!" Dije levantándome intempestivamente de la cama.

"No, Megan, ¡Descansa y luego vas! -Dijeron mis amigas a coro, pero yo no las escuchaba. La preocupación me tenia vuelta loca, y a toda velocidad corrí hasta la casa de Mateo, subí las escaleras y entré de golpe a su recamara.

Y lo que vi me dejó helada.

Mateo estaba tirado en la cama, con varios moretones en sus brazos y piernas, y su camisa ensangrentada y hecha pedazos, aunque afortunadamente sin ningún impacto en el rostro.

"Ay no, Mateo, Mateito. ¿Qué te hicieron esos idiotas?" Dije sin poder contener las lagrimas, sentándome a su lado.

"M-Meg, no te preocupes. - Dijo Mateo con una sonrisa, colocando su mano en mi pierna.- Se ve peor de lo que es. Ya casi ni me duele."

Y yo era una Magdalena, llorando como niña chiquita sin parar. "T-te… peg…pegaron p.por, m.mi culpa, M… Ma…Mateo."

Mateo sonrió ligeramente, meneando la cabeza. "Pero valió la pena, Meg, ese idiota no debió empujarte nunca. Además, metí el gol que te prometí, ¿No?"

No pude mas y lo abracé con fuerzas, llorando un buen rato sin parar. El ver a mi Mateo así de mal había activado algo en mi interior, y en estos momentos solo quería abrazarlo por horas, besarlo, quererlo, cuidarlo…

Pero entonces entendí que lo primero que había que hacer era limpiar sus heridas.

"M-Mateo, -Le dije al oído, tratando de controlar mi llanto. -Estas súper sucio y se te van a infectar las heridas, vamos a la regadera a limpiarlas."

"Pero Meg, es que eso va a doler muchísimo."

"Confía en mí, no te va a doler. –Dije levantándome de la cama y dándole una mano- Ven, te ayudo a pararte."

"Ay Meg, ¿Segura? ¿Por qué mejor no…?"

"Mateo, PÁRATE." Lo regañé muy seria.

"Está bien, ya. -Dijo Mateo sin mucha emoción, pero apenas se intentó levantar puso una cara de dolor. -Auch. Como que se están enfriando los golpes y duelen cada vez mas."

Pero pesé a todo logró pararse, y torpemente fue dando pasos hasta que finalmente llegamos a la regadera. "Ahora quítate la ropa."

"Si, Megan." Contestó con una risita simpática, y con cierta dificultad se fue quitando la ropa hasta quedarse desnudo. "¿Y tú no te vas a quitar también la ropa?"

Me mordí los labios con expresión de travesura, aunque entendí inmediatamente que con eso podría lograr que Mateo olvide por un momento el dolor. Con un gesto sensual agarré los costados de mi blusita y me la quité en un segundo, y luego mi faldita le siguió junto con mis tenis, hasta que finalmente deslicé mis panties blancas por mis piernas hasta el suelo, quedándome completamente desnuda excepto por mi collarcito.

"Wow." Dijo Mateo con una expresión de total lujuria.

"Ya, ¿Contento?" Le respondí con una mueca simpática mientras abría la llave del agua caliente, y cuando estuvo de mi agrado tomé a Mateo de la mano y nos metimos a la regadera, con el agua cayendo deliciosamente sobre nuestros cuerpos mientras el vapor inundaba el lugar.

"¡Auch! D-duele, Meg, el agua está muy caliente." Se quejó Mateo con actitud infantil.

"Ahora, quédate quieto." Le dije mientras tomaba un jabón y comenzaba a enjabonar delicadamente sus brazos, espalda y luego su pecho, lavando amorosamente cada moretón, pero apenas llegué a su estómago Mateo se retorció muerto de risa.

"Ahí no, Meg, m-me dan cosquillas."

"Mateo, ¡Ya quédate quieto! -Me reí inocentemente. -Ya ni porque me tienes enjabonándote aguantas nada."

"Si. Sin duda, estoy siendo enjabonado por la más guapa mujer del universo."

"Gracias." Me sonrojé visiblemente, pero con actitud amorosa seguí enjabonándolo por todas partes mientras nos mirábamos en un sensual silencio, a la vez que las manos de Mateo comenzaban también a recorrer mi cuerpo sin ningún pudor, pasando por mi cuello y pechos hasta llegar a mi cintura, luego a mi espalda y caderas, y finalmente a mis nalgas y piernas, para entonces repetir todo nuevamente.

Pero aunque yo quería que esto fuera nada mas un asunto "médico", el miembro de Mateo estaba completamente firme entre mis piernas, y la situación se estaba saliendo de control.

Aunque, siendo franca, yo estaba igual de excitada que el. Nada más recordar todo lo que había hecho por mí me tenía en un humorcito muy, muy especial, y los juguetones chorros de agua resbalando por mi piel no estaban ayudando nada para apaciguar mi calentura.

"M-Mateo, -Le dije en un tono aprehensivo para tratar de controlar la situación. -P-por favor contrólate, te tengo que lavar las heridas."

"No puedo Meg, te lo juro. Eres... una tentación demasiado grande."

"¿Sabes? -Le dije en voz baja. -Me gustó mucho ver cómo me defendiste. Nunca nadie lo había hecho antes."

"Y lo haré siempre que sea necesario, Megan. –Contestó Mateo con apuros, tratando de controlar el dolor que aun sentía.- Uff, y tus manos se sienten deliciosas."

Nos quedamos en silencio un rato mas, con el agua caliente cayendo deliciosamente sobre nuestros cuerpos mientras nos mirábamos fijamente a los ojos, sintiendo como la temperatura entre los dos aumentaba de forma incontrolable, hasta que no pude mas y con una vocecita tierna le dije: "¿Mateo?"

"Dime, Meg."

Me acerqué un poquito más a su cuerpo, apretando mis firmes pezones contra su pecho, y muy lentamente mis labios se apretaron contra los suyos en un tierno beso, con mi corazón latiendo a mil por hora mientras su varonil lengua entraba en mi boca y me sometía dulcemente, pero después de algunos segundos la cosa se salió de control y comenzamos a besarnos con total desenfreno.

"M.mfmf… M.Megan…mfmf…" Dijo Mateo mientras me apretaba entre sus brazos sin importarle el dolor que sentía, y entre tiernos gemidos yo le correspondía totalmente. "MF…fmm… M.Mateo…"

Casi parecía que nuestras bocas quisieran aparearse ahí mismo, y el espacio en la regadera comenzó a llenarse de gemidos, soplidos, lengüeteos, frases entrecortadas, y ni siquiera el agua cayendo sobre nosotros parecía apagar el fuego de nuestra piel.

Y las manos de Mateo estaban totalmente descontroladas, apretándome con muchísima fuerza las nalgas, a veces tan fuertemente que me levantaba del suelo unos cuantos centímetros. Y luego me apretaban los pechos, se deslizaban por mi espalda, sobaban mi vientre, se metían entre mis piernas, y finalmente volvían a mi culo, que parecía ser el centro de todas sus obsesiones.

Simplemente, era un festival de manos y lenguas explorando todo lo explorable sin querer detenerse nunca, y así estuvimos casi 20 minutos trabados en tan salvaje lucha, hasta que entendí que tenía que hacer algo mas por mi "Héroe", por lo que con ternura me acerqué a su oído y le dije…

"Mateo, te quiero decir algo."

Mateo sonrió ligeramente y acerco su oído a mi boca mientras me besaba los hombros, y casi susurrando le dije: "Quiero MAMARTE la verga, pero…"

"¿Pero...?"

"Ay Mateo, -Puse una expresión de tierna angustia.- Es tu culpa, y-yo… mira, es que…"

Mateo me dio un tierno beso en la mejilla. "Anda, dime."

"N-necesito que... me lo ordenes."

"Oh. -Mateo abrió los ojos con expresión tonta. -¿Quieres decir qué...?"

"S-si. –Admití con una sonrisa, sin atreverme aun a mirarlo a los ojos. -No te burles, ¿Ok? Pero ordénamelo."

"Y... -Mateo puso una expresión maliciosa. -¿Cuando te diste cuenta que...?"

Apreté los puños, sintiendo esa deliciosa impotencia por mi venas, hasta que finalmente dije en voz alta: "Ay Mateo, ¿Que me gusta obedecer? Me hace sentirme esclava. Humillada. Pero a la vez me excita, la maldita cosa me tiene a mil TODO el día."

"Uff, Megan. –Dijo Mateo con una tremenda expresión de felicidad, casi viniéndose ahí mismo al oírme decir eso.- Bueno, lo haré. Ahora quédate quietecita. ¿Ok?"

Obedecí al instante.

"Baja las manos. Ponlas en tu espalda"

Obedecí de nuevo, acelerándome cada vez mas. El sentir que alguien tomaba el control me estaba llevando al límite, y eso que no había pasado nada aun.

"Ahora, Meg, arrodíllate frente a mí y abre tu boca lo mas que puedas, pero siempre quiero que me mires a los ojos."

Una exquisita sensación de humillación e impotencia golpeó como látigo mi cuerpo. Simplemente, todo mi ser respondía a la sumisión.

Lentamente mis rodillas tocaron el frio piso, con la poderosa verga de Mateo justo frente a mi cara. Entonces mis labios se abrieron de par en par, pero no pude voltearlo a ver porque el agua caía fuertemente sobre mi rostro.

"M-Mateo, el agua." Dije con apuros.

"Si, perdón, ya estoy en eso. –Respondió Mateo mientras rápidamente le cerraba a la llave y apagaba la luz del baño, dejándonos en el más absoluto silencio y oscuridad. Solo la débil iluminación que entraba por una ventanita y el débil golpeteo de unas gotas de agua al caer rompían la monotonía.

"Así estará mejor, Meg. Quiero oírte mientras me la mamas."

"Ay, ¡No lo digas en voz alta!" Le reclamé con mucha vergüenza, como si hubiera un público escuchándome en aquel baño estrecho.

Mateo me acarició suavemente el cabello, y entonces me dijo: "Megan, te ordeno que me MAMES la verga."

Al oír eso un gemido se escapó de mis labios mientras la sensación de sumisión me quemaba por dentro, y entonces abrí aun más la boca y me fui acercando lentamente a su cuerpo, sintiendo como si una gruesa serpiente se estuviera deslizando lentamente entre mis labios hasta que llegó a mi garganta, y en ese momento apreté la boca y comencé mover mi cabeza lentamente de atrás para adelante en una deliciosa cadencia sexual.

Y mis ojos siempre clavados en los de Mateo.

"Ufff, M.meg, oh D.dios, la mamas durísimo." Jadeó Mateo con apuros, agarrándose a la pared para no caerse, a la vez que los húmedos sonidos de mi boca reverberaban ruidosamente por todo el baño. "Mfmfmff... mfmfmff... mfmfmffm."

Pero yo estaba en éxtasis.

Claro, no era la primera vez que me había alimentado de esta verga, pero en esta ocasión todo era diferente. Ahora no habían dudas en mi mente, ni rebeldía de ningún tipo, ni nada. Solo podía pensar una y otra vez en la imagen de mi valiente héroe enfrentando al enemigo por mí, y todo mi cuerpo respondía con total dedicación para él asumiendo mi papel de esclava-amante, con mi suave lengua retorciéndose sobre la áspera cabeza morada con cada movimiento, mis mejillas hundiéndose con cada succión, y mis ojos verdes perdidos en su mirada.

Yo solo sabía que quería comérmelo TODO, sentir su verga reventándome por dentro, dejarlo seco una y otra vez, para entonces volvérsela a mamar. Y casi como si me hubiera leído la mente Mateo dijo: "Meg, mámala más d..duro."

Al oír eso mi actitud se volvió aun más salvaje, y comencé a chupar como bebita la cabeza mientras usaba ahora mi mano derecha para masturbarlo agresivamente, a la vez que con la izquierda le masajeaba las bolas, logrando que Mateo casi se desmayara de placer. "Ahhh Megan, por D.dios. T-tu boca, se siente riquísima."

Todo eso fue demasiado para Mateo, que no pudo resistir más y su verga comenzó a escupir brutales chorros de semen en mi boca, los que con total devoción tragué sin dejar escapar ni una gota, hasta dejarlo seco por completo.

"W-wow, Megan." Dijo un tembloroso y débil Mateo.

Con un gesto tierno le di un besito en la punta y entonces me incorporé de nuevo frente a él, apretándome contra su cuerpo mientras le decía al oído: "¿Te sientes mejor ahora? ¿Ya no te duele tanto el cuerpo?"

El se rió muy divertido. "P-por Dios, ¡Creo que me duele más ahora! Pero... valió la pena."

Me reí inocentemente por su comentario mientras tomaba una toalla y lo secaba con mucho cuidado, poniendo especial atención en no lastimar sus heridas, y entonces me sequé yo también y tiré la toalla al piso, aunque Mateo no me quitaba los ojos de encima.

"Uff, Megan, ese cuerpecito."

"Ay Mateo, -Puse una expresión de regaño. -Ahorita tienes que descansar. ¿Ok?"

Como si fuera un niño chiquito lo tomé de la mano y regresamos a su recamara, pero de repente Mateo se dejó caer sobre mi y caímos torpemente en la cama, con su firme erección apretándose contra mis nalgas a la vez que él me respiraba sugestivamente contra el cuello.

"A.ay, Mateo, que brusco" Me quejé tiernamente, pero Mateo no dijo nada y con una actitud sexual agarró su miembro y frotó la cabeza rudamente entre mis nalgas. "Meg, me vuelves loco, no puedo mas... quiero penetrarte."

"S-si, -Asentí con ternura, completamente a su merced y levantando instintivamente el culo. -M-Mateo, cúleame ya, p-por favor."

"Aunque..." Me dijo al oído.

"¿Aunque... qué?"

Sin avisarme Mateo me tomó de las caderas y me hizo quedar boca arriba en la cama, y en un segundo se acomodó de forma dominante entre mis piernas, las cuales doblé en el aire instintivamente aunque muerta de nervios, porque apenas acababa de perder la virginidad.

"M-Mateo, yo... -Le dije en voz baja. -N-no sé si... esté lista para..."

"Meg, -Me dijo Mateo con mucha ternura. -Yo creo que estás lista."

Asentí muy lentamente y contuve un tierno suspiro, sintiendo como Mateo usaba una mano para colocar la punta de su verga justo en mi sexo, y con un movimiento sensual comenzó a penetrarme lentamente.

Y la sensación era exquisita, yo me ponía tensa debajo de él en mil agónicas formas mientras su carne continuaba entrando en mi indefenso cuerpo, pero él seguía enterrándome su miembro centímetro a centímetro sin parar, hasta que con un firme empujón me hizo completamente suya.

"Ahh… mmm, mm… -Abrí la boca suavemente, temblando al sentir como mi sexo se humedecía y se apretaba fuertemente alrededor del extraño cuerpo invasor, en deliciosas contracciones con cada respiración. –Ay Mateo, s.se siente… súper rico."

Pero los labios de Mateo me silenciaron con un beso apasionado y sin darme tiempo a nada sentí la primera embestida, arrancándome un gemido, y entonces Mateo comenzó a mover sus caderas lentamente de atrás para adelante contra mi sexo, acostumbrando mi cuerpo a su tamaño mientras aumentaba cada vez más su velocidad, hasta que el al cabo de unos segundos el ritmo era vigoroso y contundente, con la cama temblando debajo de mi a la vez que yo cruzaba mis piernas en la espalda de mi amante.

"M-Meg, -Me dijo Mateo sin bajar la velocidad. -Mírame a los ojos."

Obedecí inmediatamente, quedándome como hipnotizada por esos ojos que en este momento parecían de fuego, como diciéndome: "Eres mía, me perteneces."

Y las poderosas embestidas seguían sin parar, y yo solo gemía y me retorcía contra su cuerpo, abriendo la boca de formas lujuriosas pidiendo más, sintiendo como el exquisito fuego sexual entre mis piernas amenazaba con salirse de control.

Pero nunca vi llegar el brutal latigazo orgásmico.

De repente me puse increíblemente tensa, apretando violentamente las sabanas con mis manos mientras me arqueaba sin control contra el cuerpo de Mateo, sintiendo como un orgasmo tras otro me golpeaba sin piedad, llevándome al borde de la inconsciencia. "¡Ahhhhhhhhhhhhhhh!"

Pero también Mateo estaba a punto, y con su respiración muy acelerada se dejó caer sobre mí a la vez que me enterraba su miembro hasta el fondo, temblando por el esfuerzo mientras su semilla entraba en mi cuerpo.

Nos quedamos así durante varios minutos, incapaces de movernos o decir algo.

Pero entonces sucedió algo que no esperaba: Mateo comenzó a roncar suavemente contra mi oído, apretándose contra mi cuerpo como si yo fuera su almohada u osita de peluche.

"Pobrecito, -Sonreí con ternura mientras le acariciaba el cabello. -Está exhausto."

Pero yo no me atrevía a moverme siquiera para no interrumpir su sueño. Es más, no quería hacerlo. Sentirlo adentro de mi era delicioso, y al recordar lo que había sucedido hoy, mas.

Aunque una duda daba vueltas en mi mente.

¿Me... estaba enamorando de Mateo?

Puse una expresión de angustia mientras trataba de responder eso. No, no creo que sea amor, ¿O sí? Quizás nada mas siento por él una gran amistad, y... ¿O un gran agradecimiento?

¿Pero como sentirme agradecida si me había prácticamente hecho su esclava sexual? Aunque... bueno, tampoco es que yo hubiera puesto mucha resistencia que digamos. ¿Y si... en el fondo lo deseaba?¿O no?

Bueno, se que respondo sexualmente a la sumisión, pero... ¿Amor?

¡Qué complicado es todo esto! No sé lo que quiero. ¿Que soy para él? ¿Qué quiero ser para el?

¿Esclava? ¿Novia? ¿Amante?

Cerré los ojos y me apreté contra Mateo, que ajeno a todo esto dormía como un bebé sobre mí, con su rostro en mis hombros y su miembro aún adentro de mi cuerpo, y con un gesto cariñoso le di un beso y traté de dormirme también, pensando en lo mucho que mi vida había cambiado desde que Mateo había entrado en ella...

Aunque la pregunta seguía ahí, esperando ser respondida.

Y sin duda, lo tendría que hacer pronto.
comentarios a gestadora13@hotmail.com

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Comentarios enviados para este relato
indefinido (27 de January de 2013 a las 00:03) dice: El mas centrado y realista de los relatos , hasta los tiempos son perfectos

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:37) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:16) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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