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Mi odioso vecinito 8: La iniciación de Megan

Relato enviado por : Anonymous el 13/07/2010. Lecturas: 8149

etiquetas relato Mi odioso vecinito 8: La iniciación de Megan   Dominacion .
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Resumen
Llega la hora de que Mateo y Megan acepten su realidad, con una ayudadita muy XXX de Claudia. :)


Relato
Primer Acto: Un día perfecto.



La mañana se veía espectacular, con los rayos de sol entrando a mi recamara con toda su intensidad mientras las cortinas se mecían suavemente por la deliciosa brisa, dándole a todo un aspecto como de película de Disney.

Y mi sonrisa no dejaba dudas: Me sentía súper feliz, radiante, la chica más sensual del universo, y con total vanidad salí de la ducha y fui completamente desnuda a mirarme al espejo, dando coquetas vueltecitas frente a él mientras reflexionaba sobre los últimos días.

Carajo, ¿Por qué siento así?

No sabía si era por el bonito gesto de Mateo ayer en la cancha de futbol, o por todas las pequeñas travesuras sexuales que habíamos vivido las últimas semanas, pero sea lo que sea la imagen en el espejo era contundente…

Nunca me había visto mejor, casi como si cada célula de mi cuerpo estuviera rebosante de esa felicidad. Mi piel brillaba deliciosamente con la luz de la ventana, mis pechos se veían sensualmente firmes y curvilíneos, mis piernas y cinturita se veían aun mas estilizadas que antes, y hasta el color de mis ojos me parecía más verde que lo normal.

Sin duda, espectacular.

"Es más, -Me dije inclinando la cabeza con una sonrisa coqueta. –Hasta el Collarcito se ve lindo."

Sin poder evitarlo deslicé mis dedos por el perverso Collarcito hasta llegar a la plaquita que tenía enfrente, y cuando la leí no pude evitar sonrojarme como si fuera la primera vez...



Megan Loera
Propiedad de Mateo Balcázar.



Me mordí los labios sintiendo una mezcla de morbo y excitación. Sin duda, ¡Como había cambiado mi vida en estas semanas! Y todo se lo debía a él...

...A Mateo.

La preocupación volvió de golpe a mi rostro. "¡Mateo! Ay, ¿Como habrá amanecido? ¡Tengo que ir a verlo ya!"

Con mucha prisa fui a mi closet y saqué de mis cajones una perversa tanguita morada, la cual deslicé rápidamente por mis piernas sin poder evitar sentir el usual calorcito en mi cuerpo, y entonces me puse unas mallitas negras y bra deportivo del mismo color, complementando todo con unos simpáticos tenis blancos y dejando mi cabello en una colita de caballo.

"Ojala le guste verme así." Me dije con una sonrisita apurada mientras me veía una última vez al espejo, pero de repente alguien tocó a la puerta y salté asustada. "¿Q-quién es?"

"Claudia." Me respondió una voz muy tierna.

Muy emocionada abrí la puerta y ahí estaba Claudia, sonriéndome con esa carita de niña buena que tiene.

"¡Hola Megan!" Me saludó con un tierno beso en la mejilla y rápidamente fue a sentarse en el borde de mi cama. Pero algo en ella se veía diferente...

Para empezar, su ropa no era anticuada como antes, ya que ahora venía vestida con una faldita verde limón y una blusita blanca sin mangas, complementado todo con su largo cabello café suelto hasta los hombros y unas sandalias muy lindas, lo que en conjunto la hacía ver como toda una muñequita.

Excepto, claro, por el collarcito negro que llevaba en el cuello, igualito al mío.

Pero eso no era todo, porque también traía una bolsita blanca y adentro de ella se podía ver que sobresalía la esquina de un librito negro, lo cual inmediatamente me dio mucha curiosidad.

"Claudia, ¡Que cambio! Te ves súper bonita así vestida."

"G-gracias, Megan, -Me respondió con su usual timidez. –Bueno, he seguido tus consejos, y… bueno, ya ves."

"Y, –Puse una expresión suspicaz. -¿No han dicho nada tus papas al respecto?"

Claudia se rió inocentemente. "Si, creen que es una fase por la que estoy atravesando y hasta que me querían mandar a un seminario católico, pero…"

"¡Un seminario!"

"…Pero no me dejé, aunque por lo pronto mi Mamá ya no me habla."

Me senté en la cama junto a ella y con actitud comprensiva le dije: "Ni te preocupes, algún día entenderá."

"Bueno, -Me miró con total admiración. –Quizás, aunque solo espero ser como tu algún día."

Me enternecí al oírla decir eso y le di un ruidoso beso en la mejilla, aunque de nuevo volteé a ver con curiosidad lo que traía en su bolsita. "Por cierto, ¿Qué traes ahí?"

"Bueno, te quería mostrar algo."

"¿Qué es?"

Claudia puso una expresión enigmática y lentamente sacó el librito de su bolsa, y cuando leí el titulo me quedé en shock:



El arte de la sumisión.



"¿Y eso?" Pregunté extrañada.

Claudia se mordió los labios con actitud traviesa. "Lo compré en internet."

No pude ocultar mi interés por el librito, pero cuando intenté tomarlo Claudia lo alejó de mi. "¿Y de que trata?"

"Pues, de la sumisión."

Juguetonamente intenté quitárselo de nuevo, pero con reflejos felinos Claudia lo volvió a alejar de mi.

"Ay bueno, ¿Y qué tiene de interesante?"

"¡Todo! Es un manual para la gente como nosotras."

"A ver, no entendí eso de "Gente como nosotras".

"Megan, tu sabes perfectamente de lo que estoy hablando. O sea, sumisas. Esclavas."

"Y-yo, -Los colores se me fueron al rostro. –Claudia, yo no soy eso, o sea…"

"Megan, -Puso una expresión suspicaz. –Mateo me ha contado TODO lo que te ha hecho."

"B-bueno, -Comencé a sudar de nervios. –Pero mira, eso no significa nada…"

"¿Ah no? –Claudia respondió con mucha seguridad. –Veamos, Mateo te quitó la virginidad, te sodomiza a cada rato, te amarró la otra vez y hasta le suplicaste que te siguiera dando, te obligó a…"

"¡Ay ya! E-está bien, ya entendí."

"¿Qué eres entonces?"

Meneé la cabeza en infantil negación.

"Megan, aceptarlo es el primer paso, ¿Va?"

"No sé si pueda, digo, es… humillante, ¿No? Admitir eso."

"Bueno, yo no tengo ningún problema admitiéndolo."

"P-pero no es lo mismo, es que… tu eres diferente, tímida y obediente, pero yo NO."

"¿Ah sí? -Claudia se enojó un poquito. –Esto no tiene que ver con la personalidad, sino con el deseo de someterse. Y tú lo sientes tanto como yo, ¿No?"

"Ay, no se…"

"Megan, lo primero que te dice el libro es que hay que admitir las cosas. Es el primer paso. Y tienes que darlo."

Bajé la mirada. "No puedo, es algo muy fuerte, admitir que tengo esos… deseos."

"¿Deseos de…?"

"N-no me hagas decirlo."

"Tienes que."

Me cubrí la cara con las manos. "De obedecer."

Claudia deslizó sus dedos por mi collar y con mucha ternura me dijo al oído: "¿De qué?"

"Ay, ¡Obedecer! ¿Contenta? Y ya no me hagas decirlo de nuevo."

"No fue tan difícil, ¿O sí?"

Meneé la cabeza en negación, pero en el fondo me sentía aliviada, casi como si me acabaran de quitar un gran peso de encima. Quizás se debía a que con Claudia sentía esa confianza que solo se puede sentir con alguien que está en tu misma situación, alguien que te entiende al 100%, y...

...Que te ha comido por horas.

Me sonrojé inmediatamente al recordar eso, el rostro de ella entre mis piernas devorándome sin parar, mientras yo...

"¡Megan! -Claudia me sacudió de los hombros. -¿Te sientes bien? Es que te quedaste callada."

"A-ah sí, yo, perdona, es que me acordé de algo." Respondí sonriendo de forma obvia.

Claudia adoptó una actitud de travesura y volvió a meter la mano en su bolsita blanca. "Te tengo otra buena noticia: Te traje un regalo."

"¡Un regalo!" Salté de emoción.

"E-espera, cierra los ojos antes."

Cerré los ojos y me mordí los labios con anticipación, y mi curiosidad fue en aumento al oír como Claudia sacaba algo que sonaba metálico de la bolsa y se colocaba detrás de mí. ¿Sería una cadenita de plata? ¿Unos brazaletes? ¿Aretes?

De repente sentí algo frío rodeando una de mis muñecas, luego un clic, e inmediatamente lo mismo pasó en mi otra muñeca. Y cuando intenté mover mis brazos la situación fue evidente:

¡Estaba esposada!

"¡Claudia! -Le reclamé de inmediato. -¿!Que estás haciendo?!"

"P-perdona Megan, e-es que... -Claudia tartamudeó de nervios. -T-tengo que hacer esto."

"¡¿Hacer qué?!"

"Q-que tu y... Mateo, den el paso siguiente."

"¡Claudia! ¿Como carajos va a ser posible nada si estoy esposada? ¡Quítame las esposas inmediatamente!"

"N-no puedo, -Claudia se puso aun más nerviosa. -L-la llave esta en el cuarto de Mateo."

"¿¡Qué?!"

De un salto me levanté y por todos los medios intenté quitarme las esposas, pero al cabo de algunos agónicos segundos quedó claro que estaba atrapada, por lo que con mucho esfuerzo intenté controlarme y le dije: "E-está bien, Claudia, ¡Tu ganas! Vamos a ver a Mateo."

"Si. -Respondió ella con visible emoción en su voz mientras se asomaba por puerta para asegurarse de que no hubiera nadie en el pasillo ni en las escaleras. -No hay nadie, sígueme."

Sintiéndome la más estúpida del mundo fui detrás de ella hasta que bajamos a la sala, pero de repente...

"¡Megan!" Dijo mi Mamá con apuros mientras entraba por la puerta principal cargando unas bolsas del supermercado, e instintivamente me apoyé contra la pared para ocultar el hecho de que estaba esposada. -¿Me ayudas a bajar la compra del carro?"

"E-este, Mama, no puedo, Claudia me invitó a comer y ya me tengo que ir."

"¡Claudia! -Mi Mamá colocó la bolsa en la mesa y se le acercó para saludarla efusivamente con un beso. -¡Que alegría que vengas! Tu mamá me ha contado maravillas de ti."

"Ay, Señora, m-muchas gracias, yo..."

Sonreí con nervios y le di una pequeña patadita a Claudia para que no hiciera más conversación que la necesaria, pero mi Mamá notó algo raro en mi actitud y con suspicacia me dijo: "Megan, ¿Que traes ahí?"

"¿Ahí? ¿Donde?"

"Atrás de ti, muéstrame tus manos."

"N-no puedo, es que..."

"Niñas, ¿Que están planeando?"

"No, Mamá, no puedo enseñarte lo que traigo porque..."

Claudia intervino justo a tiempo. "¡Porque es un regalo sorpresa para usted!"

La expresión de mi Mamá cambió de inmediato a total felicidad. "¡Ah niñas! Mi cumpleaños es en dos semanas, pero me alegra que se hayan acordado."

"S-si, era una sorpresa. -Me encogí de hombros y junto con Claudia empezamos a alejarnos hacia la puerta. -Y ahora voy a llevarlo a envolver, ¿Ok?"

Mi Mamá puso una expresión de complicidad y muy feliz se dio la vuelta hacia la cocina. "Está bien chicas, fingiré que no sé nada del regalo, ¿Ok?"

"¡Si Mamá!" Respondí mientras salía corriendo con prisa hacia el jardín hasta llegar a la casa de Mateo, con Claudia siguiéndome muy de cerca.







Segundo acto: Una iniciación descontrolada.







Entré como avalancha al cuarto de Mateo para reclamarle, pero para mi sorpresa me lo encontré acostado en la cama con unas pijamas ridículas de ositos y leyendo el mismo librito que Claudia me había mostrado. "¡Mateo! ¡¿De qué se trata esto?!"

"¿Megan? -Mateo puso una cara de total sorpresa ante el reclamo, y más cuando Claudia se asomó tímidamente detrás de mí. -¿Claudia? ¿Que hacen aquí?"

"Ay Amo, -Respondió ella con mucha diligencia. -Te traje a tu esclava No2 para la iniciación."

"¿Qué? -Volteé a verla de inmediato. -¿Iniciación? ¿Esclava 2? ¡Mateo!"

"Meg, te juro que no sé, yo..."

Pero Claudia estaba muy emocionada con sus propios "planes", y sin hacernos mucho caso sacó de su bolsita varias velas y las prendió por todo el cuarto, y acto seguido cerró las ventanas, dejando la recamara de Mateo como si fuera el lugar en el que se realizaría un sacrificio o algo.

"Ay Amo, -Dijo Claudia con mucha alegría. -Lea el capítulo 5 del libro que le di."

"¡Pero si apenas me lo diste ayer! ¡Todavía ni leo nada!"

Con cierta impaciencia Claudia se acercó a Mateo y muy animados empezaron a revisar cosas del libro, discutiendo cosas incomprensibles durante un rato, hasta que no aguanté mas y dije...

"¡¿Me puede alguien explicar que es esto?!"

Claudia se rio de forma encantadora. "Es fácil. Megan, ¿Te gusta obedecer?"

De nuevo los colores se me fueron al rostro. "Ay Claudia, no sé, yo..."

"Megan, tienes que dar el paso ahora."

Me mordí los labios. "Ay, ya sabes que si."

"Súper. -Continuó Claudia. Amo Mateo, ¿Le gusta mandar?"

Ahora fue el turno de Mateo de ponerse nervioso. "B-bueno, sí, pero.."

"¿No lo ven? -Claudia nos miró a los dos con expresión de angustia. - ¡Deben decírselo ya y dar el siguiente paso!"

Mateo y yo nos quedamos mirando en silencio durante algunos segundos, y solo atiné a ruborizarme mientras el sonreía tímidamente.

"Ahora, -Claudia leyó muy emocionada del librito negro. -Lo siguiente debe ser la iniciación de la esclava de acuerdo al protocolo de 3 etapas."

"¿Qué? -Puse una cara de susto. -¡¿Que carajos es eso?!"

Mateo le quitó el librito a Claudia y lo leyó con ansiedad, pero por su expresión supe que lo que sea que estuviera ahí escrito le estaba encantando. -Wow."

Sin poder contener la curiosidad intenté asomarme a leer también, pero en el momento que me acerqué Mateo cerró el librito con un gesto juguetón.

"Claudia, -Dijo poniéndose serio. -Mira, aprecio tu intención pero... no creo que Megan este de acuerdo, ella aun está muy segura de todo esto y además el protocolo se ve muy intenso."

"¿Me podría decir alguien que es eso del protocolo?"

Claudia me miró de forma tranquilizadora. "Son 3 pruebas que tienes que realizar para demostrar que eres una buena sumisa, pero..."

"¿Pero qué?" Pregunté con visible interés.

"...Mateo cree que no vas a poder con ellas."

Sin poder evitarlo comencé a sudar ligeramente, con una mezcla de ansiedad y excitación por todo esto. El sentirme así, dominada, siempre me ponía de un humorcito muy especial, aunque claro...

No se los diría nunca.

"U-un momento, -Mateo se puso muy nervioso. - Megan, yo no dije que no pudieras aguantar las pruebas, pero creo que..."

Claudia me cerró un ojo de forma traviesa y abrió el librito. "Ah Megan, pero a mí no me engañas y sé que ese tema te interesa. La primera prueba es... -Hizo una pausa dramática. -La rosa de 5 pétalos."

"Y, -Pregunté con un poco de nervios, ya que eso de los 5 pétalos sonaba súper XXX, aunque noté que Mateo observaba con muchísima atención mis reacciones. -¿Que es eso?"

"Es una prueba súper fácil, sólo tienes que relajarte y recibir un masaje por tu Amo, aunque no debe haber ningún contacto sexual entre ustedes en preparación para lo demás."

Respiré aliviada.

"B-bueno, eso no suena tan mal."

"...Pero tienes que estar completamente desnuda, esposada y vendada."

Se me escapó un suspiro. "Uf, ¿Todo eso?"

Mateo se me acercó con cierta timidez. "Meg, ¿Estas segura? Mira, no tienes que hacerlo, tu solo..."

Pero al tener a Mateo tan cerca y recordar lo que había hecho por mi ayer, no dejaba ninguna duda en mi mente. Si esto lo hacía feliz, lo haría por él.

"Mateo, no te preocupes, quiero hacerlo. Además, es solo un masaje, ¿No?"

"S-si, -Me sonrió cariñosamente. -La primera etapa, pero luego..."

"Ay Mateo, no pasa nada. Quiero hacerlo, y además, suena divertido, ¿No?"

Claudia se puso en mi espalda y abrió las esposas.

"Bueno, si estás segura entonces, hagámoslo. -Dijo Mateo con una ligera sonrisa. –Megan, desnúdate."

Oír eso fue... tremendo.

El corazón comenzó a latirme con fuerza, clara señal de que mi cuerpo reaccionaba a mil en el momento que recibía una "orden", y más cuando ni Mateo ni Claudia me quitaban la vista de encima con lujuriosa expectación.

Con mucha sensualidad agarré los costados de mis mallas y las fui bajando por mis piernas, y acto seguido agarré mi bra deportivo y me lo quité, quedándome sólo con la tanguita y los tenis, pero al verme así Claudia dejó escapar un sugerente "¡Uf, Megan!" y no pude evitar reírme un poco.

Pero todavía faltaba lo mejor, por lo que con algo de pudor deslicé mis dedos por los costados de mi tanguita y la fui bajando hasta el suelo, y al estar completamente desnuda las señales de excitación que mostraba mi cuerpo eran deliciosamente evidentes: Respiración acelerada, pezones firmes y una sutil capa de sudor por toda mi piel.

"Wow, Meg. –Dijo Mateo con total fascinación. –Te ves tan… sabrosa."

"Ay Mateo, vas a hacer que me dé más pena."

Con un simpático saltito Claudia volvió a ponerse detrás de mí, tomó mis manos y un segundo después oí el familiar "clic" que indicaba que me había esposado de nuevo.

A continuación fue a agarrar la silla de madera del escritorio de Mateo y la puso frente a mí.

"Megan, súbete en la silla hasta quedar arrodillada y mirando hacia la cabecera, pero deja las rodillas juntas y la espalda arqueada."

"¡Pero agarra bien la silla!" Le respondí mientras torpemente intentaba seguir sus instrucciones, hasta que después de algunos segundos logré quedar exactamente como ella me había indicado, sintiéndome absolutamente vulnerable en esa posición porque básicamente dejaba TODO expuesto, y más cuando sin avísame Claudia sacó de su bolsa uno de esos "cubre ojos" negros para dormir y me lo colocó.

Aunque debía admitir que la sensación era excitante.

Estar así, amarrada, vendada y expuesta me estaba poniendo como hembra en celo, y si me soltaban en estos momentos seguramente me lanzaría sobre Mateo para violarlo.

Puse una mueca traviesa ante ese pensamiento, pero de repente Claudia deslizó con mucha delicadeza sus uñas por mi espalda, y la sensación fue tan exquisita que me arrancó un suave gemido. "Ahh."

"¿Te gusta?"

Asentí rápidamente, y entonces sentí como vertía una gotas de un líquido viscoso sobre mi espalda, seguramente aceite para masajes, y un instante después reconocí las manos de Mateo deslizándose sensualmente por mis piernas, cintura y espalda en un ciclo sin fin.

"Ufff, que rico." Dije mientras me ponía muy tensa contra las esposas, y en ese momento la traviesa boca de Claudia se apretó juguetonamente alrededor de uno de mis pezones y empezó a succionarlo como si fuera una bebita.

"¡Claudia! P-pero... -Intenté decir con apuros. -¿No que... no se podía tener contacto sexual?"

"Pero esa regla solo se aplica al Amo." Me respondió muy divertida mientras tomaba mi otro pezón entre sus labios y lo chupaba aun con más entusiasmo.

Sin poder hacer nada más me arqueé sobre la silla mientras las perversas manos y bocas continuaban la deliciosa sesión exploratoria con mi cuerpo, hasta que después de varios minutos…

"Ahora, -Dijo Claudia poniéndose un poco seria. –Para que esto funcione los dos tienen que verbalizar todo."

"¿Verbalizar?" Gemí con apuros.

"Si, dile a Mateo lo que sientes, y hazlo con muchos detalles."

"B-bueno, esto... -Puse una carita de angustia. –S-sus manos en mi cuerpo se sienten... uff, súper rico. Me encanta como se deslizan por mi espalda, como me aprietan las caderas, me fascina como usa sus dedos en mi cintura…"

"Mateo, ahora tu."

"¿Yo? -Mateo respondió con voz muy baja, absorto en su tarea de masajear mi cuerpo. -P-pero no sé qué decir...."

"Sólo dile a Megan lo que sientes al acariciarla."

Mateo podrá ser un genio, -Pensé con una sonrisa. -Pero no es nada bueno con las palabras.

Y efectivamente, dudó muchísimo antes de responder, al grado de que pensé que finalmente no diría nada, pero cuando lo hizo fue tremendo…

"Me... me fascinan sus piernas, -Dijo con mucha emoción. -La curvita que se le hace cuando dobla la espalda, y su piel se ve muy sexy cuando suda..."

Sonreí de forma obvia al oír eso, y lo mejor era que Mateo no se detenía...

"...Me encanta su boca. La forma en que se muerde los labios cuando duda, sus ojos tan verdes, sus pechos, Dios mío, se sienten tan firmes y redonditos..."

Y yo estaba a punto de perder el control. Claro, yo sabía los efectos que tenía sobre Mateo, pero oírlo de su boca era... uff, indescriptible.

Respiré agitadamente mientras me retorcía sensualmente sobre la silla, pero al verme tan prendida Claudia me dijo suavemente al oído: "Quietecita, ya casi estas lista."

Ay Dios, no sé si pueda.

"Amo, -Dijo Claudia con un gesto juguetón. -Megan está lista. Es hora de la prueba 2: "La Mantis en llamas"."

"¿Q-que? -Abrí los ojos de par en par. -¿La Mantis de qué?"

"¡No te asustes! -Dijo Claudia con una risita mientras me ayudaba a volver a pararme, ya que aún seguía con el cubre ojos. –Ahora arrodíllate y quédate con las piernas ligeramente abiertas, la espalda arqueada y la boca ligeramente abierta."

"Ay, ¡¿Pero en qué consiste la prueba?!" Volví a preguntar con ansiedad mientras me arrodillaba como Claudia había indicado, pero su respuesta fue aún más enigmática:

"La prueba -Otra pausa dramática. -Consiste en que el Amo debe darle cachetadas a su esclava con su miembro, y la sumisa debe aceptar esto como un privilegio y suplicar por poder darle más placer a su Amo."

Me quedé en shock.

Y seguramente Mateo estaba igual, porque no decía nada.

El reto sonaba diabólicamente perverso, a algo que llevaría esta peculiar relación que teníamos al límite de la perversión, pero…

Para dar ese paso se requería un nivel de confianza tremendo, y esta sería la hora de la verdad para Mateo y yo. ¿Nos atreveríamos a darlo?

"Amo Mateo, -Le dijo Claudia con simpatía. -Quítese ya esas ridículas pijamas y póngase frente a Megan."

"Mis pijamas NO tienen nada de malo eh." Repeló Mateo con una mueca traviesa, pero por sus pisadas supe que estaba ahora justo frente a mí, con su miembro seguramente apuntando en estos momentos a mi boca.

"Ahora, -Oí como Claudia revisaba el librito. -Amo, tome con mucho cuidado a Megan del cabello y empiece a darle unas cachetadas con su miembro."

Instintivamente abrí la boca y comencé a salivar, lo cual me hizo sentir la peor y más perversa de todo el universo, pero me quedé esperando porque después de varios segundos no pasaba nada…

"N-no puedo, -Dijo Mateo con muchas dudas en la voz. –Meg, tratarte así se me hace muy… extremo."

Suspiré suavemente, porque entendí de inmediato lo que estaba pasando.

Claro, hace apenas unos días Mateo se había comportado sexualmente muy agresivo conmigo, y yo lo había disfrutado muchísimo y había reaccionado de forma súper perversa, pero...

...Desde lo que pasó ayer, era como si nos hubiéramos visto por primera vez.

Lo supe desde que entré a la habitación y nuestras miradas se encontraron, con una intensidad que no había experimentado antes.

Algo había cambiado.

Quizás se debía a que antes todo era lujuria pura, pero hoy…

…No sabría decirlo, pero había algo más.

Pero aún así, sabía que teníamos que dar el siguiente paso en esta "relación", o como sea que se llamara esto. Y si Mateo estaba pensando que yo reaccionaría mal o me ofendería por este jueguito perverso, pues tendría que hacer algo para darle valor para atreverse.

"Mateo, -Le dije con un débil suspiro. -Hazlo, yo... no me opondré."

"¿Estás segura, Meg? No quisiera que..."

"S-si, -Asentí lentamente. -Hazlo ya."

En ese momento los delicados dedos de Claudia se deslizaron por mi cabello y me obligaron a mirar directamente al frente, y un segundo después sentí como la verga de Mateo me daba una ligera cachetada.

"Auch." Me quejé suavemente, pero un instante después llegó otra cachetada, y otra, y otra más...

Esto definitivamente era humillante, pero de inmediato mis más bajos instintos se activaron de golpe. Sin importarme nada abrí aun más la boca y comencé a buscar esa carne que me golpeaba sin parar, saltando ligeramente cuando algo grueso y caliente impactaba mis labios, aunque sin entrar.

"E-eso es, -Dijo Mateo con clara actitud dominante, tomando confianza. -Busca la verga, Megan, búscala."

Dios mío, no puedo detenerme. Pensé con excitación mientras el perverso jueguito continuaba, yo buscando la verga de Mateo mientras él la escondía de forma juguetona y me "castigaba" con sexuales cachetadas.

Y por su respiración supe que esto también le estaba excitando muchísimo.



De repente Claudia me mordió sensualmente el cuello y apretó mis pechos entre sus manos, señal de que también ella estaba perdiendo el control.

"¿Te gusta hacerle esto a Megan, Amo? -Preguntó Claudia con total malicia. -Tan linda ella, tan perfecta, con esa carita de princesa buena, y ahora aquí la tiene: Arrodillada y buscando como desesperada mamarle la verga."

"S-si, -Respondió Mateo con apuros. -Me... encanta esto, su boca. ¡Por Dios, quiero metérsela ya en la boca!"

"Y ella quiere mamar, ¿No es así Megan?"

"A-ay Claudia, -Me puse roja de la pena. -N-no lo digas así, ya sabes que..."

"Dilo."

Asentí débilmente sin atreverme a más.

"No Megan, ¡Tienes que decirlo! Mateo es tu Amo, dile YA lo mucho que deseas complacerlo."

"M-Mateo, -Tragué saliva y apreté mis manos con impotencia. -Méteme... la verga... en la boca."

"Dios mío, Megan." Alcanzó a decir Mateo con emoción, y con un movimiento firme sus manos sujetaron mis cabeza y su poderosa anaconda se abrió paso entre mis labios, deteniéndose sólo cuando golpeó la entrada de mi garganta.

"¡Mfmfmfmfmfm!" Me puse increíblemente tensa al sentir todo eso en mi interior, retorciéndome contra las esposas mientras mi respiración se aceleraba al límite, pero...

...Instintivamente mi boca se apretó vigorosamente alrededor del extraño cuerpo invasor, y entonces Mateo comenzó a montar mi cara a un ritmo lento pero contundente. "Mfmfmfmf... mfmfmfmf... mfmfmfmfm."

"Amo, -Sonó la dulce voz de Claudia en mi oído. -No le había dicho esto pero para completar el paso 2 su semen no debe entrar aún en el cuerpo de su esclava."

"¡P-pero Claudia, no sé si pueda aguantar!" Respondió con agitación mientras su verga seguía entrando y saliendo de mi boca a un ritmo constante, y

mis mejillas se hundían al máximo por la tremenda succión ejercida.

"Amo, -Volvió a sonar la vocecita de Claudia. -Recuerde también que debe decirle a Megan lo que siente al hacerle esto."

"E-es una sensación... increíble. S-su boca... me aprieta tan fuerte que... me cuesta no venirme ya, se la traga toda, no sé cómo le hace."

Me hubiera reído al oír eso de "Se la traga toda", pero hice lo único que podía dadas las circunstancias...

Mamársela aun más fuerte.

"Mfmfmfmf...mfmfmfmf...mfmfmfm." Gemí mientras me aferraba con entusiasmo renovado a esa verga que me alimentaba, que golpeaba sin parar mi garganta y me entumía la mandíbula, y en ese momento Claudia se apretó a mi espalda y deslizó sensualmente sus dedos en mi coñito, masajeando mi intimidad mientras su ansiosa boca besaba y mordía mi cuello una y otra vez.

Casi me vuelvo loca, esto era demasiado placer.

Mis sentidos estaban completamente rebasados por lo que estaba sucediendo, y durante casi 15 minutos me entregué febrilmente a la exquisita sensación que me daba esa venosa carne deslizándose por mis labios, con las atenciones de Claudia siendo el complemento perfecto, hasta que…

"A-amo, -Dijo Claudia sin soltarme ni un segundo. -Es hora del paso 3."

Mateo me la sacó de la boca y respiré profundamente. "¡Ahhhh! Cof, cof."

"¿C-cuál es el paso 3?" Preguntó Mateo con evidente ansiedad, y sus dedos temblorosos alrededor de mi cabeza lo confirmaban.

"Ay Amo, ¡El paso 3! Ayer se lo mostré en el libro."

"¿La noche de las 3 lunas?"

"¡Nooooo! –Claudia se rio de forma encantadora. –El paso 3 es "La guarida del Dragón".

Me reí ligeramente ante todo esa locura, ya que a estas alturas seguía sin entender nada. ¿Qué resultaría ser ahora esa prueba? ¿Me tendría que colgar de un candelabro y hacer malabares con fuego?

Entonces Claudia se puso atrás de mí y liberó mis manos, y un segundo después me quitó el cubre ojos, y vi que Mateo se había sentado en la silla, con su miembro completamente erguido y apuntando imponentemente hacia arriba.

"Uff, ¡Gracias! –Sonreí mientras me estiraba de forma coqueta frente a Mateo. -¿Y, en qué consiste esta prueba?"

"Es la más importante de todas. –Claudia leyó de nuevo del librito con solemnidad. –El Amo deberá permanecer sentado en la silla mientras la esclava lo cabalga, los dos frente a frente, y el Amo deberá mostrar su fortaleza sin venirse en ella, a pesar de que la esclava hará todo lo que sea para provocarlo."

"A ver, ¿Cómo está eso? –Dijo Mateo con visible preocupación. -¿No me puedo venir aún?"

"Nop. Aquí dice que no."

"¡¿Y cuando lo podré hacer?! ¡Es la última prueba!"

"Ay Amo, -Claudia me miró con una expresión de travesura. -En eso consiste la iniciación, que el Amo demuestre control sobre su cuerpo."

Miré muy divertida a Mateo, que por su cara de angustia dejaba en claro que aguantar sería muy, muy difícil. Y yo no se lo pondría nada fácil.

"¿Y qué pasa si el "Amo" no aguanta la tentación?" Pregunté con malicia.

"La iniciación se cancela y tienen que pasar 3 días para intentarlo de nuevo, todo sin que el Amo vea a la esclava."

"Carajo. –Dijo Mateo con una frustración. –Que drástico suena eso."

Me mordí los labios y con mucha sensualidad me subí en la silla sobre las piernas de Mateo, cruzando los brazos alrededor de su cuello mientras lentamente bajaba hacia su miembro, y cuando este comenzó a entrar en mí se me escapó un tierno gemido a la vez que Mateo me apretaba con fuerza contra su cuerpo.

"Ay Mateo, no vas a poder aguantar. -Le dije de forma traviesa al oído, a lo que él me respondió con una cariñosa sonrisa. -Lo intentaré."

De repente Claudia se apretó contra mi espalda y volvió a besarme apasionadamente el cuello, y la tensión sexual en el aire era casi insoportable, con los 3 mirándonos con el más descarado deseo, y entonces...

Empecé a mover mis caderas muy lentamente de arriba para abajo sobre el miembro de Mateo, respirando agitadamente muy cerca de su boca mientras unas gotas de sudor resbalaban por mi rostro y hacían que mi largo cabello negro se pegara contra él.

"¿Así te gusta, Amo?" Le dije entre tiernos gemidos, pero Mateo sólo atinó a ponerse visiblemente tenso, luchando por no venirse. "N-no Megan, no hagas eso, p-por Dios, no voy a aguantar."

Pero la sonrisa traviesa en mi cara lo decía todo.

La sensación de su verga moviéndose en mi interior era, Dios mío, sublime. Mis tiernos labios se apretaban agresivamente alrededor de su poderoso instrumento mientras este entraba y salía de mi cuerpo, y Mateo sólo atinaba a apretar mis nalgas con total desenfreno.

"M-mateo, -Volví a la carga. –¿Vas a culearme después de esto?"

"¡Megan! –De nuevo se puso muy tenso. –P-por favor, no me digas eso."

"¿No lo quieres hacer? –Le dije al oído. –¿Perforarme el ano?"

"Dios mío, -Respondió con la voz entrecortada. –Nada deseo mas en el mundo. T-tener tu culo entre mis manos, y… enterrarle la verga hasta el fondo, sentir como me aprieta, oh Dios."

"Si, muy duro, hasta el fondo, -Le lamí juguetonamente el cuello. -¿Y dónde lo harías?"

Mateo apretó con mucho mas fuerza mis nalgas. "E-en el escritorio, tiraría todo y te empinaría contra el, y luego te agarraría del cabello mientras te culeo por horas."

"Ufff." Sentí un latigazo de calor al oír eso. –Pero, el escritorio esta lleno de tus cosas, como tu teclado y el monitor. ¿Los tirarías así por así?"

"Meg, -Me miró a los ojos con total lujuria. –Por ti soy capaz de todo."

"N-no te creo." Le respondí con una mueca desafiante. -Es tu computadora, no te atreverías."

"¿Ah no?"

Eso fue el detonante.

Con total desenfreno Mateo se levantó de la silla y me colocó con mucho cuidado en la cama, y entonces fue hasta su escritorio y sin importarle nada tiró todas las cosas que había encima al piso, entre ellas un monitor carísimo.

"¡Amo! –Protestó Claudia. -¡El protocolo! N-no puede hacer esto."

Pero Mateo estaba como poseído, y sin darme tiempo a nada me agarró agresivamente del cabello y me empinó rudamente contra la mesa, y entonces agarró la gruesa cabeza de su verga y comenzó a frotarla descaradamente entre mis nalgas.

"Oh Dios, oh Dios, oh Dios." Me retorcí lujuriosamente contra el escritorio al sentirme tan sometida, y sin poderme contener gemí ruidosamente al sentir como algo muy grueso y caliente comenzaba a abrirse paso en mi ano. "¡AAAAAAAAAAhhhh!"

Pero Mateo me mantenía agarrada firmemente de las caderas mientras su miembro entraba en mi cuerpo, y cuando estuvo toda en mi interior: "¿Así te gusta, Megan, hasta el fondo?"

"¡Ahhh, M-mateo, oh Dios." Respondí en total éxtasis, pataleando infantilmente mientras el comenzaba a culearme sin piedad y el sonido de mis nalgas rebotando contra su cuerpo reverberaba en la habitación.

Hasta que de repente los dulces labios de Claudia encontraron mi boca y comenzamos a besarnos con voracidad, gimiendo tiernamente la una contra la otra mientras mi cuerpo seguía siendo profanado salvajemente.

La situación era decadente: 3 cuerpos entremezclados, sometiendo y siendo sometidos, el olor a sexo en todas partes...

"A-amo, -Dijo Claudia apenas pudiendo contener un gemido. -D-dígale a Megan lo que está sintiendo ahora."

Mateó tardó en contestar, seguramente perdido en el frenesí con el que me sometía. "S-su culo, oh Dios, que culo. Me aprieta con muchísima fuerza, y... ella levanta las nalgas de una forma que... ufff."

A pesar de todo lo que acababa de pasar, oír eso hizo que me sonrojara muchísimo.

"Megan, ahora tu, dile a tu Amo lo que sientes."

Traté de calmarme un poco para responder, pero el escritorio se mecía violentamente de atrás para adelante con cada embestida, y poderoso golpeteo en mis entrañas hacía muy difícil concentrarse. Pero aun así, después de algunos segundos lo logré…

"S-siento como su... verga, entra hasta el fondo, me revienta los intestinos, y eso me fascina. ¡Oh Dios! M-me encanta como se desliza entre mis nalgas, como entra y sale sin parar..."

Eso fue demasiado para Mateo.

Sus dedos me jalaron agresivamente del cabello mientras su cuerpo se apretaba brutalmente contra mis nalgas, y sólo atiné a retorcer mis piernas con impotencia mientras sentía como algo caliente y viscoso entraba con violentos chorros en mi cuerpo.

"A-ay, M-mateo." Me quejé con dulzura ante el rudo trato, pero la sonrisa en mi rostro me delataba. Sin poder hacer más me quedé quietecita mientras Mateo terminaba de poseerme de la forma más primitiva, un macho sometiendo a su hembra inyectándole su semilla, a la vez que Claudia me besaba apasionadamente y sujetaba mi cabeza entre sus manos.

De repente sucedió lo impensable.





Tercer acto: Descubiertos.





La puerta del cuarto se abrió de golpe y oí la aterrada voz de la mama de Mateo: "¿¡Que le están haciendo a mi hijito!?"

La sangre se me congeló, y nunca como antes deseé que la tierra se abriera para tragarme. Y claro, sabía que la escena que la pobre señora tenía enfrente era realmente de escándalo: Velas, cortinas cerradas, una "orgía" perversa y un libro negro en el suelo.

"¡M-mama! N-no pasa nada, y-yo..." Intentó decir Mateo mientras agarraba una almohada para cubrirse, a la vez que Claudia se tiraba al otro costado de la cama para esconderse, dejándome a mí directamente en el centro de la acción.

"¡Megan Loera! ¿Claudia?- La señora se cubrió la boca con una mezcla de sorpresa e indignación. -¿¡Ustedes?!"

"S-señora, -Intenté decir algo mientras torpemente me levantaba y Mateo caballerosamente me cubría con una sabana, pero mi mente estaba en blanco. -N-no es lo que parece, mire, yo..."

Para empeorar las cosas el Papa de Mateo se asomó por detrás de la señora. "Dios mío, ¿Que pasó aquí?"

"Papa, déjame explicarte, -Intentó decir Mateo. -Nada mas estábamos en..."

"Mateo Balcázar, -Lo interrumpió su Mamá con un gesto solemne, a la vez que su esposo le echaba aire a la señora de forma casi cómica. -Arréglate inmediatamente, y estas castigado un mes."

"Pero mamá, deja que te explique, yo..."

"¡Ni una palabra más, Mateo! -Lo calló la señora. -Y en lo que a ustedes respecta, Megan y Claudia, hablaré muy seriamente con sus padres por esta... ¡Atrocidad! ¿Cómo se atrevieron a pervertir así a mi hijo?"

"¡No por favor! -Suplicó Claudia sin poder contener el llanto. -¡Mis padres me matarán si se enteran!"

"P-por favor, -Dije también con muchísima vergüenza. –S-señora, no les diga nada a mis padres, le prometo que..."

"Vamos mujer, -El papá de Mateo intervino a nuestro favor. -No es para tanto, solo se estaban divirtiendo con Mateo."

Pero la expresión corajuda de la señora no cambió ni un milímetro. "¡Salgan las dos de mi casa inmediatamente, YA!"

"¡Mama! -Mateo confrontó fuertemente a su mamá. -¡Te juro que si le dices algo a sus padres me voy de la casa!"

"¡H-hijo! -La señora puso una expresión de pánico. -N-no estás hablando en serio, ¿O sí?"

"M-Mateo, - Dije muy apenada sin atreverme a mirar a nadie, cubriéndome apenas con la sabana mientras Claudia se escondía detrás de mí. -Ya nos vamos, mira..."

"No te preocupes, Megan, -Me dijo al oído con mucha decisión. -Yo me encargo de que mi Mamá no diga nada. ¿Ok?"

Asentí débilmente mientras la señora nos echaba unas miradas de odio, y en ese momento Claudia y yo nos escabullimos entre ellos hacia la puerta de la recamara, para después bajar las escaleras y salir corriendo cada una en dirección a su casa, sin voltear atrás.





Cuarto acto: Todo cambia.





Llegué a mi recamara y sin poder aguantarme ni un segundo más me tiré sobre mi cama llorando desconsoladamente, abrazando a mi osito de peluche con un gesto infantil. Lo que acababa de suceder con la mamá de Mateo había sido horrible, y la sola idea de que le fuera a contar algo a mis papas era...

Insoportable. Me moriría si ellos se enteraran de esto.

Ay Dios mío, -Pensé en medio de mil sollozos. -¿Y si a pesar de todo la señora les dice? No, por favor, no.

Ojala Mateo pueda convencerla. Me lo prometió.

De repente alguien tocó a mi puerta, y después de secarme las lagrimas fui rápidamente al closet para ponerme unos shorcitos y una blusa, y entonces pregunté con muchos nervios: "¿Q-quién es?"

En ese momento mi peor pesadilla se hizo realidad.

La puerta se abrió y entraron mis Padres con una cara de total seriedad, lo que hizo que el corazón casi se me detuviera por el susto. Y sus siguientes palabras fueron aun peores: "Hija, necesitamos hablar contigo."

Me cubrí la cara con las manos y volví a llorar, pero mi Mamá cariñosamente me abrazó mientras mi Papá decía en voz baja: "Megan, acaba de hablar la señora Balcázar, y dice que... -Se le hizo un nudo en la garganta. -Los encontró a ti, Mateo y Claudia en un acto sexual. ¿Es eso cierto, hija?"

Con mucho esfuerzo intenté controlar el llanto, pero mi actitud decía todo: Era incapaz de mirar a mis padres de frente, casi como si tuviera las palabras "culpable" escritas en la frente.

"S-si, papa."

Mi Papá suspiró pesadamente ante eso, aunque mi Mama seguía abrazándome con mucha fuerza, diciéndome al oído: "No te preocupes, no pasa nada."

"¿Mateo te obligó, hija?"

"N-no Papá, no, -Le respondí de inmediato. -El no tiene la culpa."

"Está bien, si tu lo dices te creo. -Dejó escapar otro suspiro. –Pero no quiero que vuelvas a verlo en tu vida, ¿Esta claro?"

"P-pero papa, ¡Te acabo de decir que el no tuvo la culpa! Yo fui la que..."

"¡Megan! -Mi Papá me miró con total seriedad. -Eso NO está en discusión, no vas a volver a ver a Mateo NUNCA MAS, ¿Esta claro?"

"P-pero Papa..." Protesté con angustia mientras mi Papá salía del cuarto azotando la puerta, pero mi Mamá seguía sin soltarme y con mucho cariño me dijo al oído: "No te preocupes, intentaré hablar con él, ¿Ok?"

"¡Pero Mamá!, -Volví a llorar. -¿Porque mi Papa no lo entiende?"

"Déjamelo a mí, ahora quiero que descanses y duermas un rato, ¿Ok? Y en la tarde hablamos."

"E-está bien." Asentí débilmente mientras mi Mamá me limpiaba las lágrimas con un pañuelo, y acto seguido salió del cuarto mientras yo volvía a abrazar a mi osito de peluche, viendo como mi vida se caía a pedazos.

Y así pasé casi media hora, totalmente desconsolada y sin saber qué hacer, hasta que oí unos golpecitos en mi ventana...

De un salto fui a asomarme y respiré aliviada al ver que Mateo estaba subiendo torpemente por las enredaderas de la pared, hasta que con un movimiento agónico logró meterse en mi recamara. "¡Mateo!"

"¡Shhhhh! Nos van a oír." Me dijo respirando agitadamente por el esfuerzo.

"Ay Mateo, -Me mordí los labios con preocupación y me arrodillé junto a él. -Mis papas están enojadísimos conmigo, y… no quieren que te vuelva a ver."

"Meg, -Mateo se levantó y sin darme tiempo a nada me abrazó con muchísima fuerza, casi sacándome el aire en un gesto protector. -P-perdóname, confronté a mi Mamá pero aún así le dijo a tus papas lo que pasó, y... me siento muy apenado contigo. Te fallé."

"N-no, mira, ¡No fue tu culpa! Yo dejé la puerta abierta, y... no sé, no tuvimos cuidado."

Pero Mateo seguía muy afectado, y no era capaz de levantar la vista del suelo. "No Megan, yo fallé. Entré a tu vida y... mira esto, sólo logré que todo fuera peor. Soy un idiota, eché todo a perder."

"N-no, Mateo, no digas eso, yo..."

"Vengo a darte algo." Dijo con cierta tristeza sacando algo de su pantalón: Toma este USB. Aquí están todas las fotos que te tomé, son tuyas de nuevo."

"P-pero Mateo..."

"Eres libre. Nunca debí haberme atrevido a someterte así."

"N-no, Mateo, yo..." Intenté responder pero eran demasiadas cosas a la vez, y al ver que no tomaba el USB Mateo lo puso en el buró junto a mi cama, y aún con la mirada baja me dijo: "Megan, perdóname."

"N-no Mateo, -Volví a llorar como niña chiquita porque esto sonaba como una despedida, y sólo en este momento es que me daba cuenta de lo que Mateo significaba en mi vida. -¡No hagas esto! P-podemos solucionarlo, mira, hablaré con mi Papa y..."

Pero Mateo seguía muy mal, con los ojos a punto de llorar por todo esto, y sólo atinó a decirme.

"Meg, me tengo que ir."

"¡NO!" Le supliqué con impotencia al ver que nada de lo que dijera lo hacía entender, pero antes de que pudiera hacer algo mas Mateo se volvió a encaramar en la ventana y se fue corriendo, dejándome completamente sola y devastada, con mi vida al revés y sin saber que estaba sucediendo con mis sentimientos...

Pero una cosa era segura...

La sola idea de perder a Mateo me estaba matando por dentro.
comentarios a gestadora13@hotmail.com

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Si te ha gustado Mi odioso vecinito 8: La iniciación de Megan vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

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Comentarios enviados para este relato
vuelanet (4 de August de 2010 a las 05:04) dice: es de Película... muy bueno como historia.

amateur (30 de November de 2011 a las 06:07) dice: lo mejor ke he leido y he leido casi todo aqui. EXCELENTE

vanidoza7 (23 de July de 2010 a las 20:14) dice: wow esta super el relato ! me fasziino!

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:24) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

tupapi_27 (14 de July de 2010 a las 00:34) dice: Hola anonymous, ya te estabas tardando demasiado con el relato, esta de pelicula jajajajajaja espero que la siguiente parte no demore tanto como este, de nuevo gracias por seguir la historia pense que le habias dejado de la lado y no era justa la intriga. cuidate buena historia y por lo que parece esta apunto de terminar, me atreveria a decir que sran 10 capitulo aunque esperemos que no sea asi, cuidate y pues exitos eres un gran relatista no se si gestodora seas tu o una amiga pero el relatos es genial sea tuyo o no es alucinante espero la siguiente parte gracias nuvamente.


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